Por: Raúl Arcomano, rarcomano@miradasalsur.com
En los ‘70 hubo en La Rioja una experiencia periodística inédita en el país. Fue la de El Independiente, un diario editado de manera cooperativa. El promotor de esa movida fue Alipio Tito Paoletti. El periodista cedió su parte y, tras un debate interno, la publicación fue de todos los trabajadores. La figura de este periodista se rescata en El libro de Alipio Paoletti, escrito por su amigo y colega Guillermo Alberto Alfieri. El libro indaga en la situación que se concretó al fin de la dictadura: la exclusión de Paoletti de la cooperativa que había fundado e impulsado. Sucedió poco antes de su regreso al país, en 1983, cuando sus ex compañeros aceptaron una renuncia con su firma falsificada.
–¿Se fraguaron las renuncias?
–Sí. No sólo eso: los acusaron de abandono de trabajo. Todavía estaba la dictadura, así que debió ser una orden del Batallón de Ingenieros 141. Como no habían podido eliminar a la cooperativa desde el punto de vista administrativo y judicial, deben haber pensado: ‘Si no pudimos hacer otra cosa, vamos a descabezar al diario’. Fue tan burda la operación que todas las renuncias de los nueves socios son idénticas. E incluyen una frase torpe en el último párrafo: ‘Renunciamos de por vida a ejercer el oficio de periodistas’. La orden militar fue cerrar ese capítulo de la represión excluyendo a Paoletti y descabezando al medio. Lo que implicaba eliminar su línea editorial. Fue un operativo con complicidades de civiles dentro de la cooperativa y dentro del poder judicial. El tema terminó en una denuncia penal por asociación ilícita, falsificación de documento público y defraudación.
–¿Qué pasa con la causa?
–No se sabe. Si vas a la justicia y pedís el expediente, no se encuentra en el archivo. La causa caminó un tiempo, cuando estuvo a cargo del juez Aldo Morales, el mismo que caratuló como homicidio la muerte del obispo Enrique Angelelli. Como estaba moviéndose mucho, lo ascendieron y lo sacaron del medio. Después Paoletti falleció. Ahora el expediente anda en tribunales riojanos, cargado de telarañas.
–¿Cómo era la relación de Paoletti con Angelelli?
–Fraternal. El diario adhirió constantemente a la pastoral de Angelelli, que había llegado a La Rioja en 1968. Primero fue una relación institucional, de periodista a obispo. Después, de amistad. Alipio no era creyente, pero entre las personas de buen cuño eso no juega. Así que había una comunión de pensamientos y de análisis sobre la situación de la provincia, que en ese momento era un sistema feudal.
–¿Cuál era su postura polìtica?
–El era guevarista, puesto en términos de aquellos momentos. Un tipo claramente de izquierda. Se leyó El Capital en inglés sin saber el idioma, con un diccionario. Creía en un frente popular para iniciar un camino por la liberación nacional.
–¿Cómo fue la experiencia de El Independiente?
–En un aniversario del diario, en el año 70, Paoletti anunció que los socios habían decidido impulsar la creación de una cooperativa. Nació un año después con 71 trabajadores-socios, dueños de su fuerza de laburo. Era coherente: llevar a la práctica lo que se pregonaba. Las líneas editoriales se resolvían en asamblea. Un hombre, un voto. Fueron seis años de experiencia, hasta el golpe. Había un sector de poder de los feudos riojanos que no toleraban al diario, aún antes del golpe. En las listas de la Triple A, el número uno era Angelelli. El dos, Paoletti. Al cura lo mataron, pero con el Gordo no pudieron.
–¿Cómo zafó de los militares?
–Azarosamente no estaba en La Rioja el 23 de marzo. Estaba en Buenos Aires porque uno de sus hijos había sido derivado por un problema médico. Además viajó a La Pampa: iba a contar a los periodistas del diario La Arena la experiencia cooperativista de El Independiente. Después se quedó en Buenos Aires un año más, en el que vivió en la semi clandestinidad. Con otros compañeros hacían volantes en los que denunciaban la situación política. Los repartían en fábricas, colectivos. Salió para España en el ‘77, con su mujer y sus seis hijos.
–¿Cómo vivió el exilio?
–Fue un exilio militante. Fue uno de aquellos a los que la dictadura mencionaba como autores de la campaña anti argentina en el exterior. Recogió muchos testimonios que fue publicando como notas en el periódico de Madres.
–¿Cómo fue el regreso tras la recuperación democrática?
–Fue un poco amargo para él. Pero siguió trabajando. Era un periodista prestigioso y respetado en el gremio. Tenía la cualidad esencial que tienen los buenos periodistas: calidad humana. Relacionaba su pensamiento con lo que hacía. Poseía un estilo muy preciso y riguroso. Tiene un libro que es el mejor dossier de la represión: Como los nazis, como en Vietnam, que se editó luego de su muerte, en diciembre de 1986.
–¿Cómo lo recuerdan desde el diario que fundó?
–Hablar de El Independiente es hablar de Paoletti. Hoy desde la cooperativa se rescata su figura, pero al final pegan un salto. Omiten lo que hicieron dentro de la cooperativa. Le quitaron y borraron páginas a la historia. No lo pudieron convertir en uno de esos malditos de los que no pudieran hablar. De Alipio tienen que hablar.
Algo para contar
“Quien tenga algo para contar, que lo cuente”, afirma el autor. Para él es casi un imperativo. Y el hecho de que hay historias que hablan de consecuencia (en el sentido de coherencia) entre el pensar y el hacer, y de personas que marcan un rumbo, sin saberlo motivan la necesidad de evitar que pasen a ser anónimas. Entre ellas está la de Alipio Tito Paoletti, “un gran periodista, con enorme rigor, con precisión, con una prosa concisa y directa. Creo que hoy llamaría tilingos a muchos que ejercen el oficio, si viera lo que se hace hoy en nombre del periodismo”, dice Alfieri.
“Hay historias que hay contar. Que no pueden dejar de narrarse”, asevera el autor que durante años llevó el libro en su interior y que fue amasando lentamente en un proceso de escritura que ahora cristaliza.
Por qué publicar ahora el libro, es la pregunta. “Por varias razones” señala Alfieri y reconoce que trabajó en él “siempre”. Lo cual equivale a decir muchos años, décadas, para ser precisos.
Orígenes
El autor fue uno de los nueve integrantes de la redacción de El Independiente que compartió una historia de excluidos que, en el caso de Paoletti, persiste hasta hoy.
¿Qué pasó? ¿Por qué hicieron lo que hicieron con Paoletti? es una de las preguntas que recorre el texto. Un interrogante que se enlaza con la hipótesis que, a modo de hilo conductor, recorre el período del gobierno militar, continúa en el retorno a la democracia y encuentra elementos explicativos en leyes como la Obediencia Debida y Punto Final.
A esta historia (la de Paoletti y la experiencia cooperativa de El Independiente) le faltan páginas, según la están escribiendo “oficialmente”. “Es un personaje que la mirada unidimensional no rescata con todas sus facetas, en la integralidad, sino que se busca construir”, explica Alfieri.
Denuncia
“Se trata de denunciar una actitud, una posición cínica en relación a la historia de un proyecto que tuvo a Paoletti como uno de sus protagonistas, pero sobre el cual se está construyendo una historia a la que cual -en una operación jodida- faltan algunas páginas”.
La pregunta es por qué se rescata su figura al comienzo de la historia, en la década del 50, la decisión de hacer cooperativa a comienzos de los 70 y su trabajo. Pero nada se habla de lo que ocurre luego, de 1983, y por qué no se le permite retomar el lugar que ocupaba en la cooperativa.
De esta manera se concreta el objetivo de la administración militar que fue atacar a dos nombres en La Rioja: el obispo Enrique Angelelli y su equipo por un lado. Y Alipio Paoletti y El Independiente por otro.
El escenario
En La Rioja hubo una represión muy intensa, sobre todo por las características de la provincia. Poca población y una actividad política muy condicionada por un sistema de relaciones feudales. Con factores determinantes como la presencia de un prelado como Angelelli, con su pastoral, la manera en que esa pastoral y Angelelli sacudieron la modorra de la resignación y dio inició entonces a movimientos reclamando justicia, por los Derechos Humanos, el tema de explotados y explotadores en una dimensión muy profunda y un diario que acompañaba esa prédica con sus propias maneras de ver la realidad, lo cual indicaba y manifestaba como medio de comunicación una línea editorial que tenía definido que sería un medio al servicio de las causas populares contra los dueños de casi todo, por la vigencia de la justicia social y el respeto de leyes elementales como condiciones laborales hasta salarios dignos.
Esas acciones hicieron que existiesen dos blancos principales de la represión: Angelelli y su Iglesia y El Independiente y Alipio Paoletti en particular.
En el caso de el diario fue un ataque a una línea editorial y, en definitiva, de pensamiento.
¿Quién fue Alipio Paoletti?
El diario El Independiente se funda el 12 de Octubre de 1959. Alipio Paoletti era uno de sus fundadores y el único periodista. Tenía 23 años en ese momento. El diario, que el año próximo cumplirá el cincuentenario de su fundación, pasó por distintas etapas en lo empresarial. En 1970 tenía una presencia importante en la provincia. En ese momento, tenía cuatro socios como propietarios y en los festejos de octubre Paoletti anunció que se procuraría formar una cooperativa.
Tras un trabajo de elaboración, de generación de conciencia y de debate interno, finalmente la cooperativa se plasmó entre 1971 y 1972. Y lo que hizo Paoletti fue ceder todos sus bienes.
Al poco tiempo de conformarse la experiencia, comenzó a manifestarse un acoso contra el medio -y contra Angelelli-, por parte de la Triple A. En esto jugaban también los sectores políticos. En las cartas de amenaza de la tres A figuraban en primer lugar el obispo Angelelli y luego Alipio Paoletti.
Con el golpe del 76 esto se puso rotundamente de manifiesto. El Independiente fue invadido el 23 de marzo a la noche. Pero la presa principal, que era Paoletti, no estaba. Tenía uno de sus seis hijos enfermos y además iba camino a La Pampa invitado por el diario La Arena de La Pampa, para comentar aspectos de la experiencia en La Rioja. Es que el tema de la cooperativa editora de un diario -caso único en América Latina hasta ese momento- producía interés en otros lugares. Por eso no fue detenido. Fue declarado prófugo. Sin embargo se mantuvo un tiempo en Buenos Aires hasta que debió pasar a la clandestinidad cuando algunos de sus compañeros con los que elaboraban material de denuncia sobre la dictadura que distribuían en fábricas y colectivos, donde se podía, fueron detenidos.
En 1977 Paoletti viajó solo a España donde al tiempo se le unió su familia. Residió en Madrid. Allí practicó un exilio militante y volvió en 1983 poco después de las elecciones. En ese trabajo el recogió muchos testimonios de personas que habían salido del país y habían estado detenidas. Con eso elaboró material que se distribuyó en ese momento y que sirvió como base para el libro Como los nazis, como en Vietnam que el escribió y que es considerado el mejor dossier sobre la represión en la Argentina.
Fuente: El Argentino y El Diario de Paraná