Una ex desaparecida denuncio a los directivos de Editorial Atlántida durante la dictadura
Thelma Jara de Cabezas estaba secuestrada en la ESMA cuando el marino Ricardo Miguel Cavallo la sacó para “armar” una entrevista con la revista Para Ti. El reportaje apócrifo fue usado para contrarrestar la llamada “campaña antiargentina” de los organismos de derechos humanos. La mujer demandó a los directivos de la revista y la editorial en aquella época.
Por Gustavo Veiga
La fingida entrevista del presunto periodista se publicó el 10 de septiembre de 1979 en la revista Para Ti bajo el título “Habla la madre de un subversivo muerto”. Un tal Américo Cerritti, que bien podría ser un seudónimo o hasta el nombre apócrifo de un represor, se la realizó a Thelma Jara de Cabezas, una detenida desaparecida que estaba secuestrada en la ESMA y hoy tiene 82 años. Por este hecho, las autoridades de Editorial Atlántida y los responsables de la publicación en aquella época fueron denunciados en la Justicia.
El caso, que llegó a los Tribunales por primera vez en 1984, avanza sobre los cómplices civiles de la última dictadura y es el primero que tiene una sólida base documental para probar cómo un medio de comunicación sirvió de instrumento para difundir noticias falsas durante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a la Argentina, entre el 6 y el 20 de septiembre del ’79. O sea, para la fecha en que se realizó aquel reportaje en una confitería del barrio de Belgrano a la que Jara de Cabezas fue conducida desde la ESMA por un grupo de tareas que comandaba el represor Ricardo Miguel Cavallo.
La querella quedó radicada en el juzgado federal de Sergio Torres, que ya pidió el expediente iniciado en el ’84, donde se denunciaba a Aníbal Vigil, director ejecutivo de la editorial, ya fallecido. Esta es la primera medida entre otras que solicitó el fiscal Eduardo Taiano. En el escrito presentado por el abogado Pablo Llonto, que patrocina a Jara de Cabezas, se formula querella criminal contra los integrantes del directorio de Atlántida, “que estaban en conocimiento de la preparación y elaboración del reportaje y de otras notas sobre lo que sucedía en la ESMA y otros centros clandestinos de detención”. La denuncia también involucra a periodistas “que en conocimiento del hecho realizaron el reportaje y con posterioridad no lo denunciaron”.
En Atlántida, que el 20 de agosto de 2007 anunció su venta al Grupo Televisa de México, dijeron no tener idea de la causa. “Aunque no puedo dar una opinión en nombre de la editorial porque recién me notifico por usted del tema, no se nos puede involucrar de ninguna manera”, le informó a PáginaI12 una fuente del área jurídica que pidió mantener su identidad en reserva.
El artículo de cinco páginas que salió publicado en la edición 2983 de Para Ti, una revista de modas que lo anunció con un título al pie de la tapa, está escrito en el típico lenguaje de los servicios de inteligencia. En su segundo párrafo señala: “La señora Thelma Jara de Cabezas es un testimonio (sic) nunca antes contado. Es sacar a la luz la verdad y la infamia que se esconden detrás de grupos con clara e inequívoca ideología, que se amparan en una supuesta y malintencionada defensa de los derechos humanos”.
La entrevista está dividida en dos partes. “La primera será el testimonio crudo y sin pausas de esta madre. La segunda serán las preguntas y las respuestas que aclaren definitivamente esta historia”, dice el autor. Hoy, Jara de Cabezas apunta en su denuncia que “como parte de la barbarie ocurrida en la ESMA, las bandas que actuaban allí en complicidad con periodistas y empresas periodísticas planificaron la simulación de reportajes periodísticos para que los detenidos, actuando bajo amenazas, declararan a favor de los militares y en contra de sus propios familiares”.
En el texto de Para Ti, la detenida, que había sido obligada a trasladarse desde la ESMA a Selquet, una confitería que todavía hoy se encuentra en Figueroa Alcorta yPampa, se apresuraba a comentar: “Prefiero aclarar ya, antes de seguir hablando, que mi hijo murió en un enfrentamiento con fuerzas de seguridad”. En la querella, la mujer detalla que “Gustavo Alejandro Cabezas, uno de mis hijos, había sido secuestrado a la edad de 17 años, el 10 de mayo de 1976, en una plaza de la localidad de Martínez. Gustavo permanece desaparecido”.
Jara de Cabezas concedió más de una nota falsa. El periódico uruguayo News World, de la secta Moon, le realizó una entrevista, presuntamente en Uruguay, publicada el 22 de agosto de 1979 y que Para Ti citó como antecedente de lo que significaba “un testimonio esclarecedor y tremendo que descubre los métodos de la subversión” (textual del copete que lleva el reportaje firmado por Cerritti). En cambio, en la denuncia que la mujer presentó ante la Justicia, cuenta que su supuesta estadía en Montevideo consistió en que la sacaron de la ESMA y le “hicieron fotografías en zonas de Buenos Aires, colocándose a mis espaldas carteles falsos que indicaban que estaba en Uruguay”.
El tramo final de la nota publicada por la revista cuyo eslogan era “todo lo que le interesa a la mujer” instruye sobre las operaciones que eran capaces de armar los militares para contrarrestar la visita de la CIDH.
“–Por último, ¿qué les diría a las madres argentinas?
–Que estén alertas. Que vigilen de cerca de sus hijos. Es la única forma de no tener que pagar el gran precio de la culpa, como yo estoy pagando por haber sido tan ciega, tan torpe.
–¿En quién confía hoy?
–En Dios.
–¿Qué le pide hoy a Dios?
–Que no haya más madres de-sesperadas ni chicos equivocados.”
Cuando trascendieron estas declaraciones que Jara de Cabezas se había visto forzada a dar, en una confitería y en presencia de Cavallo y su patota de la ESMA, recibió críticas desde algunos organismos de derechos humanos. Acaso ésa haya sido una de las consecuencias más increíbles de este caso por el que declaró en el Juicio a las Juntas durante julio de 1985. Secretaria de organización de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Jara de Cabezas fue secuestrada el 30 de abril de 1979 a metros del Hospital Español y permaneció como cautiva hasta noviembre de ese año. En aquella época era una activa militante de los derechos humanos que incluso había denunciado ante el Papa, en Puebla, los crímenes de la dictadura.
Otro de sus hijos, Daniel, que se encontraba exiliado en México, llegó a contactar a Julio Cortázar para interesarlo sobre el destino de su madre. “En ese momento, o ella accedía o la mataban”, recuerda ahora. El se enteró de que Thelma estaba viva por la entrevista apócrifa de Para Ti, una publicación cuyo primer número salió el 16 de mayo de 1922.
La estrategia de supervivencia de Jara de Cabezas, en aquellas condiciones inhumanas, dio resultado. Las consecuencias del reportaje están a la vista hoy. Ex directivos y periodistas de una editorial cuyas publicaciones más conocidas han sido Gente, Billiken y El Gráfico (que ya no le pertenece más) están en la mira de la Justicia por el papel que cumplieron durante la dictadura. Pasaron 29 años de aquella “entrevista”, todo un símbolo de lo que era capaz de conseguir el régimen para neutralizar lo que definía como “la campaña antiargentina”.
La primera demanda
Alberto Fernández, el ex jefe de Gabinete, fue el abogado que patrocinó a Thelma Jara de Cabezas en su primera denuncia contra Aníbal Vigil, director ejecutivo de Editorial Atlántida, realizada en 1984. Aquella causa se empantanó como consecuencia de las leyes posteriores de punto final y obediencia debida. Pasó por las manos del juez Carlos Olivieri y ése es el expediente que acaba de pedir Sergio Torres para comenzar a investigar si hay delito, como sostiene la nueva querella.
Cuando se produjeron los juicios a las Juntas, en 1985, Fernández, que por entonces era profesor de derecho penal adjunto en la UBA, escribió sobre las entrevistas de News World y Para Ti en El diario del Juicio: “Si uno releyera hoy cualquiera de los dos reportajes que se acaban de mencionar, no dudaría en concluir que el reporteado era el más vil de los ‘ideólogos’ del régimen militar depuesto. De ser así no estaría errado, porque lo cierto es que en ambas entrevistas, Thelma Dorothy Jara de Cabezas fue sacada de su celda clandestina, ‘acicalada’ adecuadamente y acompañada en forma permanente por sus propios captores...”
La denuncia que en 1984 también acompañó con su firma el ex diputado y editor Eduardo Varela Cid les atribuía a las autoridades de Atlántida la condición de partícipes necesarios en el delito de privación ilegítima de la libertad.
Sanciones para los periodistas en Chile
El 21 de junio de este año, el Colegio de Periodistas de Chile sancionó a tres de sus miembros por haber participado en la producción de noticias falsas durante la dictadura de Augusto Pinochet, en el caso que se denominó Operación Colombo o de Los 119. El episodio que armaron los servicios de inteligencia en junio de 1975 les atribuyó la muerte en enfrentamientos entre ellos mismos a más de un centenar de detenidos desaparecidos, que los medios trasandinos difundieron como si fueran una oficina de prensa del régimen.
El fallo del Colegio, basado en un expediente de 250 páginas repleto de testimonios, sancionó a los tres periodistas por su responsabilidad ética en aquel montaje informativo. Para el tribunal deontológico de la entidad, “los responsables del manejo de la información no cumplieron con su obligación profesional y su compromiso con la sociedad de trabajar con la verdad, con lo cual fallaron en su deber ético esencial”.
Fernando Díaz Palma, que en el ’75 dirigía el diario Las Ultimas Noticias, de la cadena El Mercurio, fue sancionado con “censura pública y suspensión de su calidad de miembro del Colegio de Periodistas durante seis meses” por violar el Código de Ética. La misma sanción afectó a Alberto Guerrero Espinoza, que se desempeñaba como director del diario La Tercera de la Hora. Por su parte, Beatriz Undurraga Gómez, de El Mercurio, por hacer caso omiso a las citaciones del Tribunal, recibió “censura pública”. Otros periodistas fueron absueltos por el Tribunal de Ética del Colegio, que dejó sentado un precedente para juzgar cómo se ejercía el periodismo bajo las dictaduras de los años ’70.
Otro dato que arrojó el fallo fue que entre las 119 víctimas había dos periodistas, Mario Calderón Tapia, de Valparaíso, y Luis Durán Rivas, de Santiago.
Fuente: PáginaI12