Carmen Aristegui y Javier Solórzano compartieron la Mesa de Análisis La Libertad de Expresión donde fueron entregados reconocimientos a figuras de la locución.
Por: Azarlas Gómez González
En el marco de la celebración del 50 aniversario del programa radiofónico Telerreportaje, la mesa de análisis sobre si los medios de comunicación responden a la sociedad, los experimentados analistas y conductores de radio y televisión Carmen Aristegui y Javier Solórzano, moderados por Jesús Sibilla Oropeza, coincidieron en la necesidad de que la sociedad sea más participativa y que exija a los medios cumplan con el papel que les corresponde, el de informar.
Carmen Aristegui señaló que el régimen de la televisión mexicana es un régimen duopólico que se ha constituido en un poder que por momentos cada vez más frecuentes lamentablemente, se coloca por encima de los poderes establecidos, y de los poderes de la representación formal de la sociedad.
La periodista se preguntó en el sentido de qué pasa cuando factores de poder tan importantes como los mediáticos son capaces de someter, como se sometió a todo un congreso para crear una ley a modo como la Ley Televisa, de la que dijo fue una gran estafa, y un atraco a la Nación, pues además de llevarla ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por fortuna la Corte declaró inconstitucional en las partes más importantes de esa legislación.
Esa Ley, dijo, ofreció un retrato de lo que puede pasar en un país que no ha logrado terminar de transitar a un régimen democrático, y que aunque tiene competencia política, no ha logrado desmontar los grandes ejes del régimen autoritario, siendo uno de esos engranajes de la gran maquinara del régimen autoritario que se supone debió haber muerto con la alternancia, y con los procesos que debieron, pero que no ha ocurrido la transformación del Estado Mexicano.
Es evidentemente el capítulo de la Ley Televisa. ¿Cómo puede un poder sin mandato, someter a otros poderes con mandato?, se preguntó Aristegui.
Y agregó que ha sido lo peor que le puede pasar a un país que pretende tener una vida democrática, porque si se tiene a esa estructura duopólica por momentos por encima del poder político, viene la pregunta, de cuáles son las motivaciones para que desde la televisión se informe o no de tal o cual cosa, dependiendo de lo que es una lógica de poder, y no una lógica de servicio general, del servicio público. Ese, precisó es uno de los grandes retos para la sociedad mexicana, para el ejercicio político en el país.
Qué haber, dijo, con esos elementos que hacen que la democracia en México no sea plena, que la libertad de expresión tampoco lo sea, porque si se tiene un régimen que no favorece la competencia, la diversidad, la pluralidad y todo lo que se espera en una vida democrática, entonces habría que preguntarse si realmente lo que se tiene es un ejercicio pleno y amplio en términos generales de estas libertades fundamentales como la libertad de expresión, la libertad de conciencia, la libertad de opinión, y la libertad de disentir.
Abundó que si la Corte declaró inconstitucional la Ley Televisa, la pregunta es ¿porqué el Congreso no ha hecho otra Ley a la altura de lo que la corte dejó como tarea?, No se ha tenido un Congreso que tome su responsabilidad, y haga una ley que esté a la altura de los requerimientos democráticos de un país como el nuestro.
En su oportunidad, Javier Solórzano planteó que en este proceso no solo hablan los periodistas, sino que también hablan los dueños de los medíos, y el poder económico. Sin dudar del ejercicio periodístico en el país, en donde sus periodistas más destacados han escritos páginas históricas, y puso como ejemplo a Miguel Ángel Granados Chapa, de quien dijo debe ganar la Medalla Belisario Domínguez, pero su columna política la hace en base a información que jala y arma rompecabezas, rompiendo con el esquema de los viejos periodistas que lo que hacían era comer con el funcionario, para decir que fuentes de todo crédito habían dado la noticia, pero el quien lo decía era el que les daba de comer, de ahí, la famosa palabra Chayo que no era otra cosa, sino el dinero que se daba en las oficinas de gobierno.
Las nuevas generaciones de periodistas han estado entre la espada y la pared, y se preguntó ¿se puede vivir con un salario de 2 mil 500 pesos?, y se respondió "está difícil". Entonces, abundó, las tentaciones con 2 mil 500 pesos son las mismas tentaciones que tiene el policía con 850 pesos al mes, se trata de un país que en su distribución de la riqueza, en su generación de empleo, generación de posibilidades no alcanza abrir espacios, y añade que en este momento, el país de muchos países al mismo tiempo, está generando un proceso de credibilidad hacia la televisión mayor que la radio. Tánto que si en este momento la televisión desaparece a alguien de la pantalla como desapareció al panista Santiago Creel, algunos se indignarán, pero el raiting no variará como no varió el de Carlos Loret de Mola.
Son necesarios nuevos instrumentos de los cuales asirse, bajo la situación que tiene el país, y agregó que la actual incipiente democracia mexicana no va a poner dar toda la vuelta, si no pasa por el poder de los medios de comunicación.
Por más que parezca un lugar común, la sociedad mexicana está necesitada de una nueva moral, debemos participar, porque de lo contrario serán las clases gobernantes en el juego de quítate tú para ponerme quienes que no van a sentir el peso de una sociedad que no vasta con 15 millones de votos, sino que vasta con un esfuerzo ciudadano, y una lucha sistemática.
Puntualizó que el problema es que los medios se vuelven unilaterales. No puede ser posible que desde los medios se diga que esto pasa porque pasa por aquí,no porque pasa en la sociedad.
Fuente: El Heraldo de Tabasco