sábado, 4 de enero de 2025

Leila Guerriero: Un año

Dentro de las casas se escribe y se corre y se cocina y se amasa y se lava la ropa y se juega y se ríe y se dibuja y se piensa y se lee y se ama
Una familia cena en Nochevieja en un restaurante afectado por la dana en Paiporta
Por: Leila Guerriero
Fuera la desazón, fuera las cargas oscuras, fuera lo pesado y lo ominoso, fuera los pantanos y los muertos, fuera la niebla y fuera el ardor pesaroso de los párpados, fuera el sueño roto, fuera el eléctrico abanico reticulado de los nervios, fuera el resplandor enfermizo de amaneceres indebidos, el fulgor lácteo del insomnio, las preguntas hirientes, la feroz revancha, el óxido del aburrimiento. Los jacarandás florecen. El viento circula como sangre transparente entre las casas, las limpia de sudor, las deja con el alma simple de los santos y los niños. Nadie llora, nadie se pasea gimiendo, no hay tristes, no hay animales muertos, no hay pájaros caídos de las ramas. Cada quien en su nido, y van bien. Cada quien en su abrazo, y van bien. Cada quien en su beso. Dentro de las casas se escribe y se corre y se cocina y se amasa y se lava la ropa y se juega y se ríe y se dibuja y se piensa y se lee y se ama. Transcurren serenas las mentes de todos, vacías las mentes de todos, robustas las mentes de todos. No hay enardecimiento, no hay rencor, no hay euforia, no hay miedo. No se piensa en nada. El aire está completo, las mesas están puestas, se han apaciguado los colores. La paz y el pan tostado. Manteles y la nieve. Corrales y el rubor del trigo. Lana. Todos están cumpliendo años. Se siente el resplandor de la hierba y el bienestar recubre hasta los órganos. No hay enfermedades, nadie está enfermo, nadie va a morir. Las respiraciones son limpias e invisibles. Todo ocupa un espacio y el espacio es mucho. Hay contundencia, suavidad, dulzura. Los hornos se apaciguan. Los grifos manan la bendición del agua. Se acumula el cielo sobre las cosas. Las raíces de los árboles susurran de fertilidad, tersas como la piel de un embrión. Cardúmenes de insectos inseminan el aire como pupilas doradas. Suave es la noche. El día es suave. Se duerme mucho y lento a la intemperie, todos vueltos caballos, ardillas, lomos de ciervos, raíces, polen, un solo ser interminable. Feliz año nuevo.
Foto: Ana Escobar, Agencia EFE
Fuente: Diario El País

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