Por: Adrián Gerber
No hay concentración más extraordinaria en este país en términos federales que la que sucede en los medios de comunicación. Y quizá es precisamente la concentración que explica en gran medida por qué persisten a esta altura del siglo XXI todas las demás, principalmente la económica y la política, en un país que históricamente padece un desarrollo desequilibrado desde el punto de vista geográfico. Son los medios de comunicación porteños quienes monopolizan la palabra a nivel nacional, son quienes construyen y dominan la agenda y el debate en el país. No hay ningún medio del interior que trascienda su territorio ni que incida en la agenda nacional más allá de instalar extraordinariamente alguna vez alguna noticia puntual. Así, las voces de los habitantes de las provincias no valen lo mismo que las de Buenos Aires en el debate público nacional. No es solo un dato actual. Es la historia. Es que a pesar de que se presume como federal, Argentina es el país más centralizado de América latina. Todos los poderes se concentran en la ciudad de Buenos Aires. Y "todos" significa t-o-d-o-s. Parafraseando a Albert Einstein: es más fácil desintegrar un átomo que el centralismo porteño.
Los habitantes de las provincias se informan principalmente con el amplio abanico de todos sus medios regionales, pero la agenda y el debate que incide en los poderes nacionales son los que instalan los medios de Capital y sus periodistas. Y en ese camino se pierde y desconoce la complejidad que tiene la Argentina. Así, terminan sobreinformando al país sobre la Capital Federal y desinformando sobre el resto de los distritos.
"Pinta tu aldea y abstenete de pintar el país, que para eso están los medios porteños", parece ser la consigna que se le impone al interior. Es como si la posibilidad de pensar lo nacional fuera exclusiva de Buenos Aires.
"Quizás nos deberíamos remontar a la Confederación Argentina (1831-1861), liderada por Justo José de Urquiza, para encontrar un momento histórico cuando el periodismo de las provincias tuvo incidencia nacional. Eso era porque Urquiza financiaba medios en varias provincias para defenderse del periodismo porteño. Después de esos primeros años de organización nacional, el periodismo porteño restituyó por completo su hegemonía excluyente. Así, en lo mediático, lo nacional es porteño", sentencia Fernando Ruiz, investigador y docente dedicado al estudio del ejercicio periodístico, y presidente del Foro de Periodismo Argentino (FoPeA).
La directora del Centro de Investigaciones de Mediatizaciones y de la Maestría en Estudios Culturales de la UNR, Sandra Valdettaro, sostiene que "desde un punto de vista macro, la tendencia general de la cobertura mediática en Argentina se caracterizó, desde siempre, por una tonalidad centralista, principalmente basada en la agenda porteña. La recurrente representación de distintos aspectos de Buenos Aires cubre el espectro informativo y circula como un estereotipo consolidado del país que aplana las profundas heterogeneidades y desigualdades de las distintas regiones. Esto produce imágenes distorsionadas cuyas consecuencias prácticas resultan contraproducentes en todos los ámbitos, tanto a nivel político, económico, como cultural y social".
Y añade: "Cuando los motivos informativos de los medios centrales refieren a otras provincias o localidades, también se recurre al recurso de la estereotipación, siendo el caso de las representaciones mediáticas sobre Rosario uno de los ejemplos más notorios".
Qué fuerte serán estos estereotipos que Rosario todavía carga con el estigma de "comegato", pese a que ya pasaron exactamente veinticinco años de ese hecho. Fue en mayo de 1996, en medio de una crisis económica profunda, que el periodista Julio Bazán llegó a Rosario y difundió en el noticiero "nacional" de Canal 13 imágenes de un grupo de personas asando un gato a la parrilla en una villa del Bajo Ayolas, en la zona sur. Sin dejar de reconocer la gravedad de la situación social, el entonces intendente Hermes Binner denunció que todo fue un montaje escénico y que habían pagado "100 pesos para filmar el show del gato". Verdad o mentira, en cuestión de horas la imagen se difundió y repitió hasta el infinito en todo el país y dio vueltas al mundo.
Es que cuando los canales porteños de difusión nacional dan una información del interior siempre es por alguna tragedia natural, accidente de tránsito mortal o para "mostrar" algún hecho pero de manera escandalosa. O para dar cuenta de algo exótico, tipo crónica de viajes. A lo sumo, el "federalismo" de estos canales "nacionales" se reduce a tener cámaras fijas en el interior (sin micrófonos) para que la audiencia pasee a través de las imágenes.
Y esto en un país donde no solo el fútbol es pasión, sino también las noticias: Argentina es el país de Sudamérica con mayor oferta de canales de alcance nacional dedicados a la información. Hay en total siete señales: TN, C5N, A24, Crónica TV, IP, La Nación+ y Canal 26. Brasil tiene cinco y Chile solo dos. Y otra singularidad es la hiperconcentración geográfica de estos canales, que transmiten las 24 horas a través de la TV por cable: se autodenominan como "nacionales", pero seis son porteños y Canal 26 tiene su sede en el Gran Buenos Aires, pero la gran mayoría de sus periodistas son de Capital.
Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Información e investigador del Conicet, advierte que la concentración en términos federales de los medios de comunicación "es un proceso histórico que se ha acentuado en los últimos años con el cruce de medios, telecomunicaciones e internet. El ejemplo de la fusión entre Cablevisión y Telecom -la mayor de la historia latinoamericana en el sector de las comunicaciones- ilustra la nueva escala gigantesca de la tendencia en los últimos años. La convergencia tecnológica tiene muchos efectos, pero si el Estado no protege la competencia y si no controla la concentración excesiva, se profundiza un rasgo que termina afectando a la ciudadanía".
Y agrega: "El mapa de propiedad de medios de comunicación está aún más centralizado en Buenos Aires que otras actividades económicas, y eso sucede porque además de tener importancia económica, los medios siguen siendo muy importantes políticamente, y son el lubricante para realizar otros negocios en interlocución con gobiernos, bancos, grandes empresas y Poder Judicial".
Los periodistas de los siete canales de noticias hablan siempre de Buenos Aires, de lo que pasa allí, desde los asuntos más importantes hasta los más intrascendentes. Los temas nacionales son abordados, obviamente, con una mirada porteñocéntrica. Hablan como si todo lo que pasa en Capital fuera lo que sucede en la Argentina. No lo hacen por maldad, no es ni más ni menos una demostración de que nadie habla desde ningún lugar. Y así, en las pantallas "nacionales" no hay nada acerca de la diversidad social, política, económica y cultural de las distintas regiones del país.
Un accidente de tránsito en la avenida 9 de Julio tiene más importancia en cualquiera de estos siete canales que un paro de colectivos durante semanas en cualquier ciudad del interior. La caída de un árbol en el barrio Palermo Hollywood vale más segundos televisivos que el incendio de cientos de hectáreas en el Delta frente a la provincia de Santa Fe. La queja de un grupo de comerciantes porteños tiene tanta visibilidad en esos medios como la invisibilidad de los reclamos de empresarios de Tucumán. ¿Cuántos minutos de TV le darían estos canales a una reunión entre los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe? Imaginemos, en contraste, qué pasaría si los que se encuentran son el jefe de la Ciudad de Buenos Aires y el gobernador bonaerense.
Y así, a fuerza de horas y horas al aire, gran parte del país sabe, solo a modo de ejemplo, que el ministro de Salud porteño se llama Fernán Quirós. ¿Pero acaso alguien conoce no ya quién es el ministro de Salud de la provincia de Salta, sino al menos el nombre de su gobernador, o el de Neuquén, o el de Tierra del Fuego, o el de Corrientes, o el de Catamarca? Está claro que la dirigencia política porteña cuenta con estos siete canales como trampolines para su proyección política a nivel nacional. No es una casualidad que de los últimos cinco presidentes de la Nación electos en las urnas, tres hayan surgido de la ciudad de Buenos Aires (Fernando de la Rúa, Mauricio Macri y Alberto Fernández), y dos hayan sido jefes de Gobierno porteño. Tampoco es casualidad que desde 2003 la provincia de Buenos Aires viene siendo gobernada por mandatarios nacidos en la ciudad de Buenos Aires: Felipe Solá, Daniel Scioli, María Eugenia Vidal (que incluso previamente fue vicejefa de gobierno porteño) y Axel Kicillof. Y ni hablar de los efectos que esta concentración mediática tiene en la gobernabilidad.
"Si a la burbuja de Buenos Aires se le agrega cierta burbuja de clase media porteña en la que está encapsulado este periodismo, esto nos ayuda a entender algo de su dificultad para conectarse con todo el país y todos los sectores sociales", ahonda Ruiz, titular de FoPeA.
Valdettaro, de la UNR, advierte que "los medios locales, por su parte, dependen en general de dicha cobertura central, intercalando contenidos que, la mayoría de las veces, resultan excesivamente localistas y poco contextualizados. Sin embargo, la agenda informativa actual es muy profusa y compleja, con numerosos medios (gráficos, radiofónicos, audiovisuales) que proponen estilos diferenciados y peculiares, los cuales logran desmarcarse de dicha tendencia general aportando información y análisis de calidad, y atenta a las particularidades de cada región. Las redes sociales y plataformas agregan complejidad a dicha dieta informativa, construyendo públicos transversales que navegan según sus propios criterios y necesidades estilísticas".
Los medios masivos de comunicación son el principal dispositivo de construcción del sentido social. Y en este esquema comunicacional concentrado geográficamente los imaginarios sociales que se consolidan, legitiman y difunden responden a la mirada existente en Capital Federal, más precisamente de sus clases media y alta, relegando la diversidad regional y social que tiene el país.
Fuente: Diario La Capital