"Las últimas noticias habían sido muy malas, ayer le había dado un infarto, estaba muy mal", contó Jairo en declaraciones a Claudio Orellano en Radio Nacional Córdoba. "Los últimos días lo habían llevado a la casa", agregó.
Salzano había nacido en 1941 y recibió múltiples premios por su obra poética y literaria. Fue autor del CD "Córdoba dicha" (1995) y de dos obras teatrales: Dale mis saludos a Córdoba (1998) y Revolver (1993).
Junto con Juan Carlos Baglietto compuso Salzanitos y Ángel y demonio, pero fue con Jairo con quien realizó una vasta obra de canciones de la talla de Milagro en el bar Unión, Carpintería José y El ferroviario por citar algunas.
Jairo se manifestó "muy triste, consternado" por la noticia. "Se ha ido un cordobés fantástico, que amaba a Córdoba, y sobretodo un gran amigo", finalizó.
Recibió múltiples premios y distinciones, como la Cruz de la Corte de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica, otorgada por el Rey Juan Carlos I de España (2001)¸ “Ciudadano Illustre” (1999) y el “Premio J.L. de Cabrera” (1998).
Sus poemas aparecieron publicados en distintas revistas literarias: “Barrilete”, “Mitos”, “Monólogos”, “Acento”, “El Lagrimal Trifurca”, “El Escarabajo de Oro”, “Horizontes”, “Crisis” y en los diarios “La Opinión” y “Clarín” (Buenos Aires) y “Últimas Noticias” (Venezuela).
Desde 1968, escribía la columna “Quienes y Cuándo” en La Voz del Interior, que solía estar acompañada por ilustraciones del dibujante Juan Delfini.
Es autor del CD “Córdoba dicha” (1995) y de dos obras teatrales: “Dale mis saludos a Córdoba” (1998) y “Revolver” (1993). Compuso, junto a Jairo, numerosos temas musicales. Se desempeñó como director del Cine Club Municipal Hugo del Carril.
Despedida. Los restos de Salzano serán velados en Casa Minoli de avenida Rafael Núñez 3849 desde las 16 de este miércoles.
El 11 de febrero de 2012, el escritor se imaginó en su columna de La Voz cómo sería su última nota. "Si esta fuera la última nota / la haría brillar como una cucharita", dijo. Fanático de Chaplin, murió casi en la misma fecha que su ídolo.
Hasta último momento Daniel Salzano nos conmueve. Sus textos perdurarán por siempre en la memoria de los cordobeses. Su columna Quiénes y cuándo del 11 de febrero de 2012 es conmovedora y vaticina cómo sería su última nota.
Fanático de Charles Chaplin, Salzano contó en innumerables ocasiones cómo disfrutaba del cine mudo que hacía su ídolo. "¿Sabés lo que hizo Chaplin? Cambió la fecha de su nacimiento y comenzó a festejar su cumpleaños en Navidad. Chaplin fue un hombre dos mil años más joven y 15 centímetros más bajo que Cristo. A Chaplin lo trajo el cine y a Cristo lo trajo el viento. Nadie sabe nunca de dónde viene el viento", escribió en el Quiénes y cuándo del 11 de agosto de 2012.
A continuación también trajimos a nuestra memoria el texto completo de su "última nota". ¡Gracias Daniel!
Si esta fuera la última nota / la final / la escribiría lo más larga que pudiese / ocuparía la página de los taxistas / los colectiveros / el Suoem / la página de Mafalda / y saldría a la calle con la fuerza de un Scania Vabis / ahí viene la última nota de Salzano / buáááááámmmmmmmm.
Si esta fuera la última nota / la haría brillar como una cucharita / aullaría como un perro / una nota curtida como un poste de la luz / una nota tan vieja como los sueños / un mensaje para los vivos / otro mensaje para los muertos / mi última nota será suave como el cachete de un bebé / una nota de luna llena / una nota –como mi mamá– con la cabeza envuelta en un pañuelo / que su corazón lata rápido / una nota sobrada de óvulos y espermatozoides / fecunda / ¿quieren un dulce clamor? / ahí lo tienen / ¿se acuerdan cuando murió Mestre / el padre de Mestre / y la gente salió a la calle para despedirlo? / bueno / me gustaría que a mi última nota la saludaran como a él.
Quienes no olvidan a los muertos / no necesitan que se los recuerden.
Si esta nota fuera la final / la del abismo / antes de entregarla me detendría a rezar delante del finado cine Novedades / iría al Observatorio para darle una última ojeada a Saturno / volvería a Grimoldi para preguntar si recibieron los zapatos de gamuza azul / abriría la boca frente al sol poniente para tener una dentadura de oro / y a la noche pasearía hasta el Coniferal / donde está la estatua de José Gervasio Artigas / vengo a despedirme / cuídeme la luna, general.
A la última nota / la llevaría sujeta entre los dientes / como a un cachorro / y antes de entregarla le pasaría la lengua por el lomo / por las orejas / y le rascaría el morro / como a ellas le gustan / con la yema del meñique.
Si esta fuera la última nota / emplearía palabras de 800 gramos para arriba / por ejemplo: narizgargantayoídos / pondría pocos puntos / pocas comas / algunas letras rojas / el polen de la literatura es más viejo que el de las flores / la última nota que escriba medirá 50 de alto por 30 por 26 centímetros / lo mismo que el corazón de los osos.
Si esta fuera la última nota / la dejaría para después / para más adelante / faltando dos líneas para terminarla me detendría / no la escribiría / ahí viene la última nota de Salzano / dirían / tranquilos / no es nada más que el rugido de un camión Scania Vabis.
Por: Fernando Pittaro
Si Dios atiende en Buenos Aires, como efectivamente parece ocurrir, sería un imperativo casi ético por su parte que abriese una sucursal divina en Córdoba. Así podría descubrir, por ejemplo, a uno de los poetas más nobles, sensibles y olvidados que dio esa provincia.
Salzano es muchas cosas. Y se lo recordará, al menos, por un puñado de ellas. Por ser inventor de los textos / barrados /. Por ser el hijo de la costurera y el ferroviario. Por ser de Cruz del Eje e hincha de talleres. Por hablarle al tipo común y silvestre al oído y no desde un pedestal, por pintar la memoria de varias generaciones desde la mesa del bar Soracabana. Por ser el letrista de Jairo. Por ser el mejor cronista que la Voz del Interior jamás podrá volver a tener. Por ser el que escribió, entre muchas otras genialidades, que “el amor es como el chorro de vapor que suelta el corazón de las ballenas”. Y por ser el mismo que le aconsejó a un principiante de las letras que “para escribir hacen falta tres cosas: una silla, un lápiz y un papel; después hay que meterle todo para adelante; y cuando ya no haya nada por delante, hay que meterle todo para atrás”.
A ese cronista urbano de relatos costumbristas cargados de nostalgia y sabiduría popular, la endogamia porteña lo ignoró; la fábrica del canon se lo devoró. Sus libros no se consiguen en Buenos Aires. “Me suena que es uruguayo”, “debe estar descatalogado”, “preguntá en alguna de usados”. O preguntale a Dios, que es más o menos lo mismo.
Y es triste que nadie sepa quién es Daniel Salzano, ese poeta que sabe las calles de su ciudad de memoria y las recorre con las manos en los bolsillos y la cabeza cargada de recuerdos.
Salzano, como Manzi, es el poeta de las cosas que se están yendo: las tertulias en los bares, los circos en los pueblos, los cines en los barrios, las calles de tierra, la radio fuerte desde el patio del fondo de la última casa de Alta Córdoba, los próceres que ya son posters, los actores de cine y los escritores que nos dejaron huella en las tripas.
Somos las películas que vemos, dijo Truffaut. Somos los libros que leemos, agregó Carl Sandburg. Somos, también, esos poetas que ignoramos. Eso también somos.
Algunos pibes de esta ciudad / llevan las manos en los bolsillos / al anochecer / parecen diablitos / con el pelo largo / y los ojos llenos.
Todos los hemos visto / al anochecer / debajo de una estatua / esperando una señal de los padres de la patria.
Algunos pibes de esta ciudad / saben silbarle a la Luna / al anochecer / parecen dibujos / sentados al borde de la Costanera.
Todos los hemos visto / al anochecer / en la puerta de la cancha / esperando el momento de hacerse invisibles.
Algunos pibes de esta ciudad / observan el infinito / al anochecer / parecen maestros / contando las luces / que cruzan el cielo.
Todos los hemos visto / al anochecer / abrir una chipaca / untarla con aire y chuparse los dedos.
Algunos pibes de esta ciudad / se acuestan pibes / al anochecer / se levantan hombres al amanecer / y nunca más / volvemos a verlos.
Fuentes: Radio Nacional Córdoba, La Voz, Continuidaddeloslibros