Wael Ghonim, representante de Google para Oriente Medio y
Norte de Africa, que no había dado señales de vida desde el pasado 27 de enero
y ha estado doce días “desaparecido”, mientras le interrogaba la Seguridad del Estado, se
ha convertido en un símbolo de la represión egipcia ,y en el portavoz simbólico
de los manifestantes del movimiento “6 de abril”, desde que el martes
reapareciera y “se diera un baño de multitudes en la Plaza Tahrir ”, según
informaciones del canal europeo de información continua Euronews, donde habló
para todos sus compatriotas: “No es tiempo para individualidades ni partidos.
Es tiempo para nosotros, para que luchemos unidos por la misma causa: Egipto
está por encima de todo!”.
A las pocas horas de quedar en libertad, y en una entrevista
en el canal privado egipcio de televisión Dream TV, los sollozos de Ghonim al
rendir homenaje a los padres y las madres que han perdido a sus hijos en la
revuelta de los últimos días sirvieron para reanimar la protesta, que había
empezado a perder fuelle, de forma que este miércoles de nuevo son multitudes
las que se han concentrado en la ya celebérrima Plaza Tahrir.
Su entrevista impactó a los telespectadores que han
descubierto en él un rostro, incluso un héroe, que puede encarnar el movimiento
de la juventud egipcia, muy activa en las redes sociales y que desde el primer
momento ha estado en el centro de la revolución democrática en el país del
Nilo.
Todo parece indicar que ese ha sido precisamente el motivo
de que permaneciera doce días detenido “en secreto”: el papel que ha jugado en
la movilización de la juventud a través de Internet, desde varios meses antes d
que estallaran las revueltas, como animador del grupo de Facebook “We are all
Khaled Said” (Todos somos Khaled Said), del nombre de un bloguero que murió en
junio de 2010 torturado por la policía egipcia. Ghonim usaba en ese grupo el
nombre de guerra de Shaheed.
“El impacto de la entrevista en Dream TV ha sido tal que más
de 130.000 egipcios se han inscrito ya en un grupo de Facebook para pedir a
Ghonim que se convierta en “el portavoz de la revolución”, asegura Euronews.
“No soy un héroe”, protestó. “He estado dormido durante doce días... esta
revolución pertenece, en primer lugar a la juventud de Internet, después a la
juventud egipcia y finalmente a todo el pueblo. Nadie debe apoderarse de ese
papel. Todos somos héroes”.
En el diario digital francés Rue 89 se lee que “por su
honestidad, la emoción y la sinceridad de que ha dado prueba, Wael Ghonim es la
primera personalidad que emerge de entre los “hijos de Facebook” que han creado
las condiciones de esta revolución. Los egipcios están convencidos, y tienen
algunas razones para ello, de que no hemos terminado de oír hablar de Ghonim.
Antes de dirigirse a la
Plaza Tahrir , escribió un último comentario en Twitter: “Los
egipcios están escribiendo la historia”.
Wael Ghonim no es el único usuario de redes sociales
desaparecido en Egipto en las manifestaciones de las últimas semanas.
"Desde el 25 de enero hemos contabilizado 25 personas desaparecidas,
veinte de las cuales ya han reaparecido”, dicen en Rue 89.
Según Human Right Watch, en 15 días de protestas han muerto
al menos 297 personas.
Ver video subtitulado en: Alive in Egypt
Tentadora tesis de que Facebook desató semejante vendaval
Por: Sebastián Lacunza
El gerente egipcio de Google que permaneció detenido 12 días
en manos de los servicios de seguridad egipcios, Wael Ghonim, se apresuró ayer
a festejar antes de tiempo la finalmente no concretada renuncia de Hosni
Mubarak. “Revolución 2.0: Misión cumplida”, tuiteó. Más temprano, había pasado
por la plaza Tahrir para declarar la primera victoria de internet sobre una
dictadura.
El joven, cuyo protagonismo parece que ahora no agrada del
todo a su empleador Google, acepta ser el emblema de quienes se tientan a
explicar lo que ocurre en Egipto como una épica victoria de Facebook. Víctima
del régimen en carne propia, el encargado de marketing de Google para Medio
Oriente y el norte de África tiene, al fin y al cabo, derecho a ensayar
explicaciones, imbuido en su propio mundo.
En cambio, algunos intelectuales árabes no dudan en tachar
de “simplistas” o, directamente, de “racistas” las tesis encandiladas por
internet que provienen de capitales distantes de El Cairo.
El atractivo postulado sostiene que jóvenes egipcios hartos,
con ganas de occidentalizarse, fluido dominio del inglés, no muy ideologizados
ni creyentes, amantes ellas de los jeans y los anteojos oscuros, con “hijab
style” tolerado; hipertecnologizados y un desaliño “cool” ellos, pusieron en
marcha el andamiaje de la revolución gracias a... ¡Facebook! A partir de allí,
el contagio habría atraído a las masas no internetizadas.
Rami G. Jouri, director del Issam Fares Institute of Public
Policy de la
American University y editor del Daily Star, ambos de Beirut,
vio en el enfoque exacerbado en Facebook la “tradición y el racismo romántico
de los orientalistas occidentales”. Ironizó, en un artículo reproducido en
medios árabes, que la explicación asumida por “la mayoría de los medios
occidentales” resulta “fascinante pero bastante provinciana”.
Ya en la caída del Muro de Berlín hubo quienes atribuyeron a
las nuevas tecnologías el poder decisivo de barrer con el régimen soviético.
Hace 20 años, la versión indicaba que el amigo que permitió a los
revolucionarios salir del placard no fue internet, que no existía como world
wide web, sino el satélite, sumado a las cámaras hogareñas, el videocasete y
los disquetes. Siempre según el postulado tecnologicista, en esos formatos
entró la algarabía, el consumo y las libertades civiles occidentales por la
ventana de los grises edificios soviéticos, y la noción de ese mundo empujó a
los europeos del Este a derribar al alemán Erich Honecker, el rumano Nicolae
Ceaucescu o el polaco Wojciech Jaruzelski.
Ahistórica
Esta perspectiva ahistórica e idealista no se preocupa por
aclarar por qué una parte el mundo árabe-musulmán entra en una vorágine de esta
magnitud ahora y no antes, ni por qué la revolución nació en Túnez o Egipto y
no en China, Irán, Marruecos o Arabia Saudita.
En un país que ocupa el puesto 101 en el índice de
Desarrollo Humano de Naciones Unidas (2010), con una tasa de penetración de internet
del orden del 20% de sus 80,4 millones de habitantes (el dato difiere según la
estadística, aunque todas coinciden en un crecimiento exponencial desde 2000),
las redes sociales pueden acaso explicar la eficacia comunicativa de algún
segmento específico, pero difícilmente den cuenta de las raíces de lo que vive
Egipto desde el 25 de enero, ni siquiera su dinámica.
El sitio especializado en estadísticas de Facebook
socialbakers.com indica que la red social cocreada por Mark Zuckerberg cuenta
con 5.200.000 usuarios, un 6,46% de la población, algo inferior al 8,79% de
Marruecos, una monarquía dictatorial.
Se han visto jóvenes en las calles de El Cairo y otras
ciudades. Cómo no verlos en un país con edad promedio de 24 años y con un 33%
de la población con menos de 15 años.
Coinciden las crónicas y atestiguan las fotos de las
ciudades egipcias que predominan clases populares (¡cómo no!), convicciones más
firmes que las que convocan las ventanas de Facebook (salvo que los “amigos”
egipcios se distingan por mensajes profundos que van más allá del saludito, la
anécdota o el suspiro habituales de la red social), necesidades históricas y
actualizadas, y víctimas de la asfixia religiosa y política.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU precisó esta semana
algunos datos útiles para entender el momento. En el último trimestre de 2010,
los alimentos exhibieron un aumento del 20% interanual en Egipto, y el precio
del trigo que importa el país árabe lo hizo entre un 50% y un 60%. En promedio,
los egipcios gastan un 44% de su presupuesto en comida.
En el plano político, fue tan solo el 28 de noviembre pasado
cuando se celebró la primera vuelta de la elección legislativa en la que la Hermandad Musulmana
no consiguió ningún diputado; el partido liberal Al Wafd, dos; y la izquierda,
uno, en medio de un proceso fraudulento y plagado de detenciones.
La inflación, el desempleo, el fraude y la asfixia acaso
sean razones más poderosas que Facebook para que, en términos de Jouri, los
árabes, “por primera vez en su historia moderna, puedan hablar y actuar por sí
mismos”.
Fuentes: Periodistas en Español y Ámbito Financiero