Las historias que laten, eso busca esta periodista que hace tres años fundó su propia revista, para contar todos aquellos relatos que le quedaron en el tintero y que no tenían espacio en los medios tradicionales donde ha trabajado. Una apuesta por un periodismo de calidad, diferente y entretenido, pero también una pasión inmensa para apostar por ello
El mismo ritmo que tiene para bailar es el que desliza en cada una de sus frases, esa candencia tan propia de quienes nacieron en el Caribe, de los venezolanos en este caso.
Rápida e inteligente, su compromiso con el periodismo la llevó a dar un giro hace tres años. Luego de dos posgrados, en Francia y España, sobre sociología en América Latina y otro en edición y pasar por las crónicas de los diarios El Universal y El Nacional de Caracas, Liza López fundó junto a dos amigas una revista: Marca Pasos, un espacio para historias distintas, cotidianas, aquéllas que cualquiera conversa con amigos mientras toma un café o en la sobremesa familiar.
Ella como sus dos socias tienen trabajos distintos, pero ocupan su tiempo libre para darle vida a esta revista que originalmente, y por doce números, circuló en versión impresa y ahora está en formato digital. La web le ha abierto otros públicos y se han internacionalizado.
En sus crónicas hay relatos sobre la vida hoy en las islas Malvinas, la experiencia de uno de los rescatista de los 33 mineros chilenos, crónicas de viajes o la de un equipo de fútbol colombiano conformado sólo por travestis.
“No solamente nos dedicamos a lo local, con esta proyección internacional, hay muchos periodistas que nos proponen temas. Nos damos cuenta que la meta inicial de mostrar esa otra Venezuela, ahora es mostrar ese otro lugar que no se cuenta en cada país. Ha sido interesante, somos una ventana a esas historias no contadas, no porque necesariamente sean censuradas o tabú, sino porque no tienen espacios en los medios”.
En el marco del I Foro Iberoamericano de Periodistas, realizado en Cartagena de Indias la semana pasada y convocado por la Organización Internacional de la Juventud (OIJ) y la Fundación Nuevo Periodismo, Liza nos contó su experiencia, destacable, considerando que en Venezuela ya salió un libro -“Se habla venezolano”- que seleccionó las 12 mejores crónicas publicadas por la revista.
¿Cómo surgió la idea de revista Marca Pasos?
En el año 1995 entré a trabajar en el diario El Universal. Llegó un momento que me surgió la necesidad de contar algunas historias que veía, pero que no tenían espacio ni tiempo. Fui acumulando ideas, pasaron cinco años, me fui a hacer un posgrado y cuando volví llegué a un país muy convulsionado durante el paro petrolero, entonces desarrollar un proyecto de esta magnitud era imposible porque el país estaba en una crisis económica y política muy fuerte. Pero no había una revista en Venezuela que se pareciera a esta idea, el mercado de revistas es de entretenimiento y aspiracional, lo que la gente quiere tener y no puede. Este tipo de historias “invisibles” no se estaban contando. Con dos amigas, una periodista y otra diseñadora, pusimos en blanco y negro las ideas y fuimos desarrollando la personalidad de la revista en cuanto a secciones.
¿Cuál era el enfoque que no recogían los medios venezolanos?
El objetivo era cambiar de temática. En Venezuela desde hace un tiempo hay un tema que es el gran protagonista, lo político y puntualmente el Presidente (Hugo) Chávez y sentíamos que había una necesidad de hablar de otras cosas. El objetivo era mostrar un país que no se estaba contando. El formato y el género lo fuimos desarrollando con el tiempo.
¿En Venezuela, como en toda América Latina, es muy difícil hacer surgir un nuevo medio de comunicación?
Este proyecto siempre ha sido independiente y, por ende, autofinanciado. Todo el mundo nos decía que no nos arriesgáramos, que era una idea loquísima, que no conocíamos el negocio. El principal obstáculo desde el principio fue el económico, entre las tres juntamos dinero que teníamos ahorrado, pagamos la primera impresión, para el segundo número no teníamos ningún aviso, volvimos a reunir plata, así hasta el número 12, que fue cuando ya no pudimos más, aunque en el medio tuvimos avisos, pudimos pagar la imprenta, pero nos endeudamos las tres. Me parecía que la inversión valía la pena. En Venezuela no había una publicación que expusiera la realidad del país con buen periodismo, narrativo, de calidad. Quería crear una vitrina para el talento venezolano y poco a poco el proyecto se convirtió en una plataforma de eso, la gente nos llamaba, nos buscaba porque quería escribir y como no teníamos los recursos para pagarle, se convirtieron en donantes de crónicas, porque apostaba por el proyecto. Mucha gente se identificó con eso de contar el otro país más allá de Chávez.
¿Cuáles han sido los principales aportes temáticos de Marca Pasos?
La temática siempre ha sido muy variada. Desde el principio el perfil era darle una vuelta a la actualidad, mostrar el hecho noticioso, desde otro punto de vista, desde un ángulo distinto, inédito, el lado cotidiano de la historia. Hicimos la historia de un niño que empezó a boxear a los tres años, lo entrevistamos cuando tenía seis años y el papá lo quiere convertir en campeón mundial el 2020. Todos los días lo lleva al gimnasio a entrenar, es un niñito que mide, a lo mucho, 60 centímetros y en el ring parece Mike Tayson. Apuntamos a reflexiones sobre la belleza, cuáles son los clichés al respecto que gracias al Miss Venezuela se está estableciendo una sociedad que hace que una chica que vive en una favela, sin dinero ni para darle leche a sus hijos, se mete en un crédito para ponerse silicona, plantear ese fenómeno social. Esas son las historias que nos interesan.
¿Han tenido que romper algún cerco comunicacional?
Siempre tuvimos claro que queríamos contar otras cosas distintas a la confrontación política. No es que seamos apolíticas, no es así, de hecho me identifico con ello que los periodistas somos militantes por un cambio social, pero no somos un medio que pueda catalogarse de oficialista u opositor, sino donde se cuentan cosas que le preocupan a la sociedad, distintas a la polarización. Por no estar inmersas en esa pelea nadie nos ha molestado. Sí se nos ha hecho complicado a la hora de buscar financiamiento en instituciones del Estado, en el Ministerio de la Cultura, porque ellos apoyan medios que sean vitrinas del proceso y gestión del gobierno, entonces si no te alineas es muy difícil conseguir recursos. Esa ha sido la limitación, del resto, podemos hacer y decir lo que nos dé la gana. No hablamos ni mal ni bien de Chávez, sino que mostramos un país que no se está contando.
¿Cuáles son los beneficios y las ventajas de haber pasado del papel a la versión digital?
La ventaja del papel es la permanencia, poder hojear tranquilo la revista en su casa o en cualquier parte. Sin embargo, cuando tomamos la decisión de darle una pausa a la revista porque no podíamos seguir financiando el papel, coincidimos en que debíamos seguir vivas y el formato de internet resultó ser la opción. Después de un año maduramos el proyecto para transformar algunas secciones, adaptarlas a los recursos y herramientas de la web, audio, multimedia, videos y eso ha sido ventajoso, porque le ha dado una personalidad más dinámica y una versatilidad que antes no tenía. Además, un contacto directo con el que está al otro lado, que comenta, propone, manda cosas para publicarlas. Hay gente que nos lee en Turquía, en Rusia, en Australia, Alemania, España. Somos una marca que la gente reconoce. Los beneficios de estar en la red son infinitos, pero sigo insistiendo en volver al papel y tener las dos plataformas, para que la revista quede, la gente se la pase de uno a otro, ese es el reto.
Fuente: LND Magazine