miércoles, 18 de agosto de 2021

Eduardo Andrés Serón 1930 - 2021

Eduardo Serón falleció este martes a los 90 años, estaba internado desde hacía diez días por complicaciones respiratorias no vinculadas con el Covid-19, según comentaron amigos del artista. Fue uno uno de los primeros creadores rosarinos que se volcaron al arte concreto, tendencia que, por esas cosas del destino, formalizó Theo van Doesburg en su “Manifiesto de arte concreto” en 1930, el mismo año en que nació el pintor. Su obra forma parte de colecciones en Argentina, España, Francia, Uruguay, Chile y Estados Unidos. En 2020 falleció su compañera de vida, la artista plástica Mele Bruniard
Retrato de Eduardo Serón, por Mele Bruniard, 1963, xilografía

Un obstinado buceador de la forma. Eduardo Andrés Serón nace el 12 de octubre de 1930, en Rosario. Único hijo varón de una familia de clase media. Sus padres son Andrés Serón García y Francisca Durán Sureda, y sus hermanas, Alicia, Josefina y María Amelia. Cursa estudios de arquitectura y pintura. Se vincula a los grupos plásticos rosarinos: Refugio y Taller.

Según Slullitel, durante su primer período de producción su obra experimenta cambios que lo llevan a sondear de la pintura no figurativa a la figurativa y viceversa. Asimismo, señala: “fue el primero en hacer pintura concreta en Rosario, con gran audacia al atreverse a presentar por primera vez en esta ciudad un cuadro concreto”.

Por ende, Serón es quien introduce el aporte vanguardista del Arte Concreto en Rosario, en 1957. Modalidad que para el artista, constituye “el principio de una conducta estética y ética, el inicio de una praxis cuya continuidad se despliega desde aquel entonces con algo que permanece, junto a variantes creativas”.
Desde entonces, la obra de Serón se manifiesta como una constante “persecución de las formas”, en la que el artista se basa para recorrer una incansable trayectoria despojada de todo prejuicio formal, y dejando de lado de lado los estereotipos, para apuntar a una búsqueda coherente y renovada de su imagen.

Eduardo Serón fue Profesor titular de Pintura en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario, y profesor adjunto de Implementación y Especialista en color, en la Facultad de Arquitectura de la UNR. También se desempeñó como Secretario del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Santa Fe, y como Director del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (MMBAJBC).
Desde 1954, participó en más de cien exposiciones colectivas en galerías y museos de Argentina, América y Europa.
A partir de 1958, llevó a cabo más de cincuenta exposiciones individuales de dibujos y pinturas. Entre ellas, se destacan: MMBAJBC, 1958; Museo de Artes Visuales Sor Josefa Díaz Clusellas de Santa Fe (1958 y 1961); Museo Provincial de Bellas Artes Pedro E. Martínez de Paraná (Entre Ríos, 1961); Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile (1969); de dibujos en 1970 y pinturas en 1990 en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo; retrospectiva en el Museo Sívori (Buenos Aires, 1981); y retrospectiva en el MMBAJBC (Rosario, 1981).
“En sus comienzos su producción osciló entre la figuración y no-figuración, definiendo todo su camino y sin retornos hacia las manifestaciones no figurativas. Algunos lo mencionan como el primer vanguardista rosarino. En sus primeras pinturas de 1955 se vislumbra el acentuado carácter geométrico y abstracto que poseían”, publicó el artista plástico Arnoldo Gualino
Ha expuesto además en galerías privadas de Rosario, Buenos Aires y otras ciudades del país.
Entre sus premios figuran: Primer Premio de Dibujo, Salón de Amigos del Arte (Rosario, 1961); Premio Adquisición “Martín Rodríguez Galisteo”, XLV Salón anual del Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Fe (Santa Fe, 1968); Premio Beca Anual de la Provincia, X Salón de Becarios de la Dirección de Cultura de Santa Fe (1968); Premio Adquisición Banco Municipal de Rosario, Primer Salón de Premiados en los Salones de Arte Moderno de Amigos del Arte de Rosario (1972); y Premio Dr. Carlos Corbella, otorgado por la Fundación Héctor I. Astengo por su valiosa contribución a la cultura de la ciudad de Rosario (1994).

Dictó cursos y conferencias, y actuó como jurado en diversas oportunidades.

Está representado en museos y colecciones privadas de Argentina, España, Francia, Uruguay, Chile y EEUU. De 1982 a 1984, se desempeñó como director del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, que posee importantes obras en su colección.

En 2020, en la Academia Nacional de Bellas Artes se presentó el libro Eduardo Serón en la línea del arte concreto, con imágenes de su obra y una cronología a cargo de Nelly Perazzo, y que fue publicado por el galerista porteño Alejandro Faggioni.

La periodista Graciana Petrone, dialogó con Eduardo Serón en 2015 

"Negaban que lo que yo hacía fuera pintura"
¿Esa primera muestra implicó romper con las estructuras existentes?
No me lo propuse como romper con las estructuras, sino como necesidad expresiva. Me apasionaba el mundo del arte concreto, que suponía la creación de formas o un poco también la invención de formas. Sobre todo, creando formas en el plano tratando de eludir cualquier alusión espacial.

Después ese concepto del espacio cambió…
Fue una premisa que se mantuvo mucho tiempo hasta que comprendimos, quienes hacíamos eso, que poner un punto en un plano ya era generar una idea de espacio, porque entonces el punto pasa a ser figura y el espacio, el espacio infinito. De todas maneras me propuse crear espacios no convencionales y de ahí usar la geometría y los colores planos. El color plano era otro requerimiento de este tipo de arte porque también se evitaba toda alusión espacial en ese sentido y, por ende, quedaba determinada a los contrastes de colores y las formas y no por la volumetría de la materia.
Los portales del Centro de Expresiones Culturales pintados con las obras de Serón
¿Cómo lo sostuvo en el tiempo?
Lo sostuve unos cuantos años. Las presiones fueron muchas. Tenía un amigo que iba a un taller de pintura y me comentó que me habían despellejado, directamente, que habían negado que lo que yo hacía fuera pintura y eso se extendió a varios miembros del Grupo Litoral que estaba en vigencia en aquella época, hablo de mediados de los años 50. Pero yo seguí con mis cosas, incluso me propuse hacer una especie de investigación de la creación y generación de formas. Hice una serie de dibujos en sucesión, encadenados, de los cuales no me queda ninguno porque me los han llevado todos.

Eso no es algo frecuente para los artistas plásticos locales… 
Así como fui rechazado en los 50, en los últimos veinte años han venido desesperados a comprar mis cosas. Incluso tuve un canje con Raúl Gustavo Aguirre, gran poeta y amigo, en ocasión de la primera reunión de arte contemporáneo que se hizo en Santa Fe y que organizó Francisco “Paco” Urondo. La nómina de los que participaron fue infinita pero de Rosario fuimos invitados solamente dos, entre los que me encontraba. Eso creo que causó gran indignación entre los miembros del Grupo Litoral, que no fueron tenidos en cuenta.

¿Formar parte del Grupo Litoral suponía cierta relación de la producción con el río y su entorno?
A mí no me interesó para nada empatizar con el entorno y pienso: nuestro entorno está plagado de inmigrantes de distintos países del mundo. Si buscamos un color local, podría ser que lo haya en el río pero la ciudad es un múltiplo de nacionalidades. En el grupo estaba el gran pintor Alberto Pedrotti que, justamente, era independiente. Su pintura está muy alejada de la idea del río y de la zona. En cambio, el manifiesto del grupo era crear un arte que estuviera vinculado al entorno. ¡Como si el entorno nuestro no fuera la totalidad del mundo! Es un despropósito.
El haber elegido dedicarse al arte concreto, ¿cree que lo llevó a ser cuestionado también en otros aspectos?
Yo entré en el primer concurso que se hizo de docencia por antecedentes y oposición en la Facultad de Arquitectura, en 1963. Me presenté a las horas de Pintura, estaba en el lugar diecisiete porque no tenía el título de profesor de artes visuales, aunque tenía un bagaje de exposiciones de una calidad que nos la tenía ninguno de los que se presentaron. Pero el mismo jurado que me había puesto decimoséptimo decidió darme el primer lugar. Después que se supo el resultado fuimos a una muestra y cuando nos preguntaron sobre quién había ingresado, no les fue muy grata la noticia de que había sido yo. Creo que nunca fui muy apreciado en el entorno del arte. Tampoco nos sentimos muy cómodos trabajando en la Escuela de Artes Visuales, en especial por el trato que recibíamos de los directores y otros colegas. Aunque a Mele la respetaban mucho porque enseñaba a dibujar de verdad.

¿A qué atribuye ese rechazo?
Un poco de todo pero, fundamentalmente, porque íbamos teniendo cierta relevancia fuera de la escuela. Cuando nos jubilamos no volvimos nunca más. Pasé cosas muy desagradables allí. En una ocasión volvimos en 1979 de un viaje y me enteré que un bajorrelieve en tela de Lucio Fontana, que había sido donado a la cooperativa de la escuela, se lo habían vendido a Gilberto Krasniansky por dos millones de pesos para hacer el techo del taller de escultura. Después, supimos que al día siguiente de la transacción él lo vendió en Buenos Aires por veinte millones. Esas cosas me indignaban mucho y ocurrían por la ignorancia de la gente.

Sin embargo, usted es uno de los pintores rosarinos cuyos cuadros son más requeridos…
De Rosario no me puedo quejar. Hubo momentos en que nuestras obras tuvieron una gran demanda. A finales de los años 60, por ejemplo, entraron en una especie de planicie pero en 1994 hicimos Mele y yo, en el Museo Castagnino, la exposición “40 años con el arte”. El cónsul de España estaba en la ciudad y se interesó por mi obra, adquirió una para él y otra para el consulado. También compró un par de grabados.
¿Qué les diría a los jóvenes que se están iniciando en el camino de las artes plásticas?
No les puedo marcar ninguna pauta, sólo decirles que, así como cuando yo me inicié hice lo que consideré mi necesidad, que ellos hagan lo que sientan que es su necesidad; que sean consecuentes con ellos mismos y se desarrollen, en primer lugar, como personas. Si uno no es, ante todo, una persona, va a salto de mata persiguiendo lo que está de moda, lo que no es sano del mismo modo que tampoco es sano en política salir de un partido y ponerse en otro con tal de escalar en el poder.

¿Hay producciones de artistas jóvenes que le interesan?
Sí, por supuesto, pero no me atrevería a nombrar a dos o tres porque seguramente voy a omitir a otros diez que se pueden sentir afectados y merecen ser nombrados también. Siento que en la actualidad la gente joven nos quiere y respeta mucho más de lo que lo hicieron las generaciones anteriores.

Desde aquella primera exposición en 1954 pasó mucho tiempo. ¿Cómo se siente hoy?
Felizmente, luego de mis búsquedas e investigaciones me siento pleno. Después, si la obra trasciende o no, no lo sé. Es algo sobre lo que he hablado en alguna ocasión con un pintor amigo: puede ser que la obra sea reconocida después de la muerte del artista o que quede ahí. De todos modos, no voy a estar vivo para verlo.
"El arte ha sido la verdadera confirmación de mi personalidad", Eduardo Serón
Fuentes: Castagnino Macro, Graciana Petrone, Arnoldo Guarino, Señales

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