Por: Juan Cruz García, garciajcruz@gmail.com
El invierno, pese a que no había llegado, ya estaba mostrando su costado más crudo en la Patagonia. El termómetro marcaba temperaturas bajo cero y en los campos de la región sur rionegrina se ultimaban detalles para esperar las primeras nevadas.
El 4 de junio de 2011 dos puesteros recorrían la árida meseta que rodea el paralelo 42, límite entre Río Negro y Chubut. Buscaban una “punta” de ovejas que habían quedado separadas en el cuadro. Esa semana tenían previsto juntar todo el ganado y una vez apartadas las hembras en edad reproductiva, había que “echarle” los carneros para preñarlas.
La oveja tiene un periodo de gestación que ronda los 150 días, aproximadamente. En función de las condiciones climáticas, en los campos de la zona el ganado ovino se preña en junio y se asiste a la parición en noviembre. En esa época también se esquila y en el verano se señala. La ganadería es la principal actividad económica de la región.
La tarde estaba rara. Hacía más calor que frío y cada tanto se sentían unas fuertes ráfagas de viento. El cielo pasó de azul a negro en un abrir y cerrar de ojos. Y los caballos, animales sumamente perceptivos, se inquietaron.
Cuando el jinete le pegó el tirón de riendas para tranquilizarlo, el animal se plantó entre los neneos, un arbusto típico de la zona. En ese mismo momento el horizonte se oscureció y sobre la piel curtida de los campesinos se advirtieron unas partículas muy finas. No eran copos de nieve, claramente. Se trataba de una arenilla, un polvo muy fino que algunos llegaron a describirlo como caspa.
Los puesteros volvieron a la casa como pudieron. La incertidumbre era absoluta. Y una vez en el rancho, antes de poner leña en la cocina, prendieron la radio. A la vieja Tonomac le costaba enganchar la sintonía – sobre todo a esa hora de la tarde – de LRA 54 Radio Nacional Jacobacci. Con algo de interferencia empezaron a recibir las primeras informaciones. Un volcán, el Puyehue, perteneciente al Cordón Caulle, había hecho erupción en Chile. Y la ceniza estaba sobrevolando por todo el territorio.
Radio Nacional Jacobacci
El libro “Cualquiera tiene un plan hasta que te pegan en la cara” explica que las definiciones de los términos crisis, emergencia y desastre provienen de diversos campos, organismos y disciplinas. Mario Riorda, autor del libro junto con Silvia Bentolila, define a la crisis como “una dosis alta de incertidumbre”.
“En algunas ocasiones, las crisis pueden relacionarse con un hecho medioambiental de gran escala que produce un cambio abrupto en los ecosistemas o en las personas”, surge del manual de gestión del riesgo de desastre para comunicadores sociales de la Unesco.
Si la incertidumbre es el termómetro con que se mide tal o cual situación es posible concluir entonces que la erupción del volcán Puyehue anunciaba la primera gran crisis de la segunda década de este nuevo siglo. Al menos en la Patagonia.
¿Cuál fue el rol de los medios de comunicación en las zonas rurales?
La radio es indudablemente y desde hace mucho tiempo, el centro fundamental de las comunicaciones en la región sur rionegrina.
Una de las características de la zona está dada por las distancias existentes, la baja densidad de población, las condiciones de caminos y rutas lo que se traduce en una región donde la comunicación merece especial atención.
“La acumulación de cenizas en los campos cubre la vegetación e impide que el ganado pueda alimentarse, lo cual conlleva el riesgo de muerte de las majadas. La ceniza que se acumula sobre la vegetación, cuerpos de agua y sobre el pelaje de la hacienda, puede también originar ceguera en el ganado. A ello se suma la colmatación de cenizas en las aguadas, todo lo cual resiente la productividad de la principal actividad agropecuaria en las áreas consideradas”, se informó desde Radio Nacional Jacobacci a pocos días de la erupción.
Las instituciones vinculadas a la principal actividad económica se constituyeron en fuentes de información para los hombres y mujeres que permanecieron en el campo. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Cooperativa Ganadera Indígena, profesionales de la medicina veterinaria y de la agronomía tuvieron su espacio en Radio Nacional.
El sociólogo Kevin Lehmann explica que la incertidumbre es producto de la combinación de la ignorancia más la impotencia. En ese escenario, la sociedad necesita reducir los niveles de incertidumbre y ello, entre otras cosas, se logra comunicando.
Comunicar es dialogar. Es lo que le interesa al otro. Y responde a la pregunta ¿Qué tiene eso que ver conmigo?
Por ello, la radio es el medio imprescindible para comunicar las acciones institucionales o gubernamentales. Principalmente con la población rural dispersa, a quienes solo se puede llegar a través de este medio. Y también para la urbana considerando que más allá de la aparición de nuevas tecnologías, la radio sigue siendo el medio más escuchado, según se desprende del libro La función social de la radio en la región Sur.
Estudios como el Latinobarómetro (2008) afirman que, a pesar de la revolución tecnológica, en nuestros países sigue predominando la TV como medio principal de información, seguido por la radio, fuente informativa para la mitad de las personas. La prensa gráfica es referencia informativa para un tercio de los latinoamericanos y a internet la consultan apenas uno cada quince.
La radio compensa anhelos profundos y permanentes del ser humano, de conocer y comunicarse con el mundo circundante, de recibir satisfacciones espirituales y de entretenimiento. Llega y se instala en el recinto íntimo de cada persona, en el ámbito familiar, en el auto, en la calle.
La radio crea dependencia por hábito y por necesidad y también genera participación en la realidad y en la actualidad. En la dinámica de la vida de campo organiza no solo la cotidianeidad sino que brinda compañía. Los momentos en los que se emite la tanda de avisos y mensajes son de escucha obligatoria. Por esa audición pasan los mensajes sociales, institucionales, religiosos, económicos y las campañas de salud y vacunación.
Durante el periodo en el que la ceniza hizo estragos, las distintas informaciones llegaban al campo mediante la radio, como si fuesen pequeñas porciones de certidumbre.
En la semana del 4 de junio de 2011, ante la falta de información y bajo la creencia de que sería una cuestión climática pasajera, los campesinos del paralelo 42 consumaron el ciclo reproductivo de su ganado.
Ese invierno, perdieron 700 animales como consecuencia de la acumulación de ceniza y nieve entre la lana y el peso de las panzas preñadas. Las ovejas, mal alimentadas y con escasez de agua, murieron echadas entre la sequia de los mallines. Faltó información. Nadie advirtió que ese año lo mejor sería interrumpir la producción. Otros pobladores rurales atravesaron la misma situación.
El derecho a informar y a estar informado recorre hasta el último rincón del planeta, sobre todo en momentos de crisis o desastres.
Lo que sucedió a raíz de la propagación del virus Covid-19 es otro ejemplo que resalta la importancia de la radio en las zonas rurales.
“Se ha multiplicado el trabajo en función de la pandemia. Sobre todo, la comunicación al poblador rural. Son muchos los avisos que llegan y también con otro tenor” señala Claudia Huircán en una crónica que publicó el diario Río Negro el 22 de mayo de 2020 en pleno aislamiento social, preventivo y obligatorio.
La conductora, que todas las mañanas lee los avisos para la gente del campo, admite que, ante el aislamiento, la gente se tuvo que adaptar para hacer llegar sus mensajes a Radio Nacional Jacobacci. El tradicional “papelito” que se recibía en la emisora con la información a transmitir se cambió por mail, un mensaje de Whatsapp, el teléfono de una comisión de fomento y el sistema de comunicación a través de radios VLU que funciona en la Cooperativa Ganadera Indígena.
“El campo se ha transformado en un reducto en el que se está a salvo. Entonces los avisos están vinculados a que no viaje, a que la gente se quede en su lugar y no venga al pueblo. O comunicar las restricciones que hay en Jacobacci. Este tipo de avisos se han sumado a todas las cosas que se comunican habitualmente como nacimientos, fallecimientos, marcaciones, búsqueda o envíos de animales, se ha sumado toda esta situación vinculada a la pandemia”, detalla la periodista en la entrevista.
La radio, que en 2020 cumplió un siglo en nuestro país, continúa reinventándose y se posiciona como un medio de comunicación fundamental para la gestión de crisis y del riesgo.
Fotos: Vilma Ibáñez
Fuente: Diario Río Negro