domingo, 12 de abril de 2015

Liliana Parodi: No hay manera de competirle a la televisión abierta

Por: Adriana Balaguer
Periodista desde hace 25 años, fue la piedra fundacional del que supo ser el multimedio América, creado por el empresario Eduardo Eurnekian, donde pudo darle forma al primer canal y la primera radio de noticias de la Argentina. Parodi asegura que, tal como está hecha hoy, la televisión le resulta "antigua, aburrida", pero la defiende de la competencia de Internet y redes sociales su capacidad de generar "cercanía".

De aquel conglomerado de medios donde se inició, sólo América TV y A24 siguen bajo el mismo techo y bajo la tutela de América Multimedios, propiedad del Grupo UNO de Daniel Vila y José Luis Manzano, y del Grupo de Francisco de Narváez. "Cuando uno trabaja para una empresa privada, aun si trabajara para una de capital estatal, tiene que tener en claro que hay una autoridad, un escalafón jerárquico. Y esto hoy no está bien visto. No es moderno. De todas maneras, desde que trabajo aquí he convivido con tres directorios distintos, y siempre he podido hacer periodismo", asegura.

¿Qué lugar tenían los contenidos políticos de la televisión antes del kirchnerismo?
En mi primera juventud y mientras estudiaba periodismo, estábamos todos politizados. Por el regreso a la democracia, por Malvinas. Desde el 83, sabíamos quiénes eran nuestros diputados, senadores; conocíamos más de cerca a cada personaje. Y después, en los 90, también vivíamos de otra manera la política. De hecho, gente como Neustadt terminó su carrera en América. Hadad, Longobardi, Lanata, Pergolini, la empezaron en América. Acá nació el primer canal de noticias, que fue CVN, hoy A24. Desde este grupo se generó Radio América, que fue la primera radio periodística y sin música. Tal vez hoy haya menos programas políticos en la televisión de aire, pero no es por el kirchnerismo, sino porque tenemos más canales de noticias de lo que un país con la cantidad de habitantes que somos puede tener. Acá hay programas políticos para todos los gustos.

¿Cómo impactaron los antagonismos políticos que se plantearon durante los años kirchneristas en la televisión?
En Intratables, que es el programa político de moda, tratamos que todas las voces estén reflejadas. Eso no quita que pueda hacer cualquier cosa sin autorización del directorio. Cuando uno trabaja para una empresa privada, aun si trabajara para una de capital estatal, tiene que tener en claro que hay una autoridad, un escalafón jerárquico. Mi formación es así. Y esto hoy no está bien visto. No es moderno. De todas maneras, desde que trabajo aquí he convivido con tres directorios distintos, y siempre he podido hacer periodismo. Eso no quiere decir que todo les encante, ni que estén de acuerdo con todas las cosas que dicen nuestros periodistas o los invitados al aire. Como tampoco me ha tocado estar en una empresa donde me enfrentan con el poder de turno.

¿Cuánto pesa hoy el periodismo y cuánto el rating al elegir un tema para tratar en un programa?
Agustina Kämpfer y la polémica que genera su presencia como panelista en el programa, los demás periodistas discutiendo y peleando entre ellos o con los invitados, son todas partes de una misma cosa. Lo que creo que le asusta al periodismo serio, entre comillas, es que no acceden a la televisión todo el tiempo, entonces es más fácil escribir contra la televisión que pertenecer a ella. Después, cuando veo el debate que se genera en el programa - y ojo que también me enojo y pido que se escuchen, que hable primero uno y después el otro-, no puedo dejar de notar que todas esas formas también son parte de nosotros mismos. En las mesas de la mayoría de la gente, cuando se habla de política, en casa o entre amigos, uno tampoco pide permiso para dar su opinión. En los programas políticos de aire generamos una estructura que contiene muchos productos distintos. Y se discute y se habla de política. Que hablen todos juntos y Santiago (del Moro) tenga el arte de conducir eso sin haber salido de la entraña del periodismo sesudo me parece fantástico. Está muy bien que él sea un mero árbitro. Porque si ponés a alguien al que se le nota qué piensa sobre un tema, como pasa en otros programas, estás tomando partido. Lo que tratamos es que él sea más un administrador.

¿Por qué cree que hoy todos los políticos quieren estar en Intratables o ser entrevistados por Alejandro Fantino?
No es tan así. No todos quieren estar en Intratables, de hecho a veces les resulta un poco álgido que ocho periodistas les estén preguntando sin parar. En el caso de Alejandro, en cambio, disponen de una hora para hablar con más tiempo y más tranquilidad. Y ese formato los hace sentir más cómodos.

¿Hay lista de espera para ir?
Puede ser que hablen con las producciones. En el momento de las campañas políticas creo que, además, lo necesitan. Sin duda, ambos programas les sirven a los políticos para mostrar distintas facetas. En Intratables muestran una parte de ellos, y en la charla relajada con Fantino, otra que tampoco siempre les juega a favor. Que un político sea un gran «debatidor» o pueda salir airoso de todas las preguntas, no quiere decir que resulte ganador tras su paso por uno de estos programas. Lo que reciben las personas en su casa es la sensación de lo que ese político está diciendo. Por ahí el tipo se va del canal creyendo que estuvo fantástico porque hizo una entrevista genial o fue parte de un debate increíble, y quien lo vio en su casa no compró nada.

De los tres presidenciables con más chances de ganar según las encuestas, ¿cuál es el más televisivo?
Conducción de un programa no le daría a ninguno. Daniel Scioli es el que más años tiene de experiencia, entonces sortea más fácilmente las respuestas y tiene mejor manejo frente a las cámaras. Mauricio Macri cambió mucho: no era tan flexible a la hora de un reportaje y con los años se fue ablandando, como nos pasa a todos. Y el más joven, Sergio Massa, si bien tiene menos experiencia, es el más transparente. Se le nota el enojo, no lo disimula. A veces eso resulta, otras no. Hoy la televisión es una necesidad para la política. Lo que pasa con la TV de aire no pasa con ningún otro medio. Ni con Internet, ni con las redes sociales.

¿Por qué? ¿Qué aporta a la política la tele que no acerquen las redes sociales?
Cercanía. La tele te acerca a las masas. A las multitudes. No todo el mundo está en las redes sociales. No todos están en Twitter ni pagan un cable. La televisión abierta está al alcance de tu mano con un clic. No hay manera de competirle. En el caso de la televisión de cable o las redes te pueden robar alguna porción de la audiencia, sobre todo de los más jóvenes, porque tienen más acceso y utilizan más la tecnología, pero estamos hablando de minorías. Igual la televisión de aire tiene que trabajar para ganárselos. Como a los niños, a los que ha perdido. Lo mismo pasó un poco con los canales de noticias, que le sacaron el protagonismo a los noticieros. Hoy, cuando llegas a las ocho de la noche a ver un noticiero, querés ver un programa que ilustre la noticia que ya conocés. No más de lo mismo. Pero sin duda la tele tiene una llegada que todavía no tiene ningún otro medio. Lo importante sería que los que trabajamos en este medio logremos encontrar qué contarles a las personas, qué programarles para que las audiencias no se achiquen. No hay que asustarse. Lo mismo pasó con la radio cuando nació la tele. Se temía que se perdiera para siempre y sin embargo sobrevivió. Es cierto que si la escuchamos bastante, habla todo el día de la tele. Y de la tele de aire en general. Pero no es la única: Twitter habla de la tele, las redes hablan de la tele.

¿Qué piensa de programas como 6,7,8?
Es importante saber desde qué lugar te hablan. Eso antes no existía. Antes lo decía la radio, lo decía la tele, y hasta ahí llegaba la identificación entre el mensaje y el mensajero. Y era palabra santa. Hoy lo dice 6,7,8 y cualquier ser humano de este país sabe qué piensan en ese programa. Entonces lo mira para estar más de acuerdo con esa línea política, para enojarse, para lo que quiera. Pero no hay confusión. Sabe quién le habla. En ese sentido, me parece que 6,7,8 se adelantó. No quiere decir que me encante cuando nos maltratan o nos critican. Pero lo están diciendo ellos, y yo sé cómo piensan ellos, y está bien que lo sepa. Cada medio toma la verdad reflejada por ese medio. No es la verdad absoluta. No es la realidad completa.

¿Cree que la ley de medios realmente democratizó el sistema de comunicación pública?
Es importante que hayamos dejado de tener una ley que era de la dictadura. Creo que habría que revisar un poco algunas cuestiones. Debería reflejar el hecho de que los medios privados necesitan audiencias, un capital -una estructura audiovisual es una cosa carísima-, publicidad. Y que no hay tanto de todo esto como para generar un montón de nuevos canales de televisión o emisoras de radio o lo que fuera. No hay tanta audiencia, por la cantidad de habitantes que somos, no hay tanto capital para hacerlo, y mucho menos la torta publicitaria se va a estirar. Si hay cien canales, y no hay inversión publicitaria para conformar a todos, tampoco me parece justo que los tenga que financiar la pauta oficial. Igual es un adelanto.

Apelo a su ojo de productora televisiva. ¿Qué le dice en relación a la utilización repetida de la cadena nacional?
No es una opinión que yo deba dar. Es una opinión que me trasciende. Yo respeto. No es mi función decidir si va o no va, si estoy de acuerdo o no.

¿Pero sirve o no sirve la cámara fija a la hora de que un gobierno tenga que comunicar?
Es la forma que eligió este gobierno. Y es tan respetable como la del que nunca quiere hablar en cadena. Si nosotros somos democráticos, ¿por qué no respetamos que quieran hablar en cadena? Si no hay una ley que dice que eso no puede ser, que sea. Y si la hay, que la apliquen. No es una cuestión de gusto.

¿Cómo está nuestra televisión comparada a otras del mundo en cuanto a la programación de contenido político?
Siempre traés alguna idea nueva, pero a grandes rasgos estamos bien. En lo personal, la televisión todo el tiempo me parece antigua, aburrida. A pesar de que la televisión de aire no ha sido superada, siento que tiene unos tiempos, una lentitud? Me encantan las superproducciones norteamericanas, pero ellos pueden porque viven en el primer país del mundo, tienen audiencias inmensas, todos los entrevistados que quieren tener, los políticos del mundo, los empresarios, todo Hollywood al alcance de la mano. Hay una inversión distinta, audiencias distintas, una torta publicitaria diferente.

¿Qué tiene que tener un conductor para que lo elija?
Hay una parte de la tele que tiene que ver con cuánto logras traspasar el vidrio del aparato y llegar a la casa de la gente. Hay personas que naturalmente lo tienen. Y otras que pueden formarse en las mejores universidades del mundo y no lo alcanzan nunca. Cuando volví a la gerencia de programación del canal descubrí que podía volver a poner la impronta original, que es el vivo. Hoy las personas que conducen América pueden hablar de un papa argentino, de la muerte de Chávez, de la desaparición de una niña. Y eso no quiere decir que sean especialistas en cada cosa sobre la que exponen. Pero los atraviesa la conmoción. Alrededor están los que realmente saben. Que se animaran a hablar de todo desde este lugar no fue sencillo. Como me pasaba a mí, les daba miedo. Pero lo lograron. Ya están todos en condiciones de hablar de cualquier cosa.

En el casting de búsqueda de conductores o panelistas, ¿importa cuántos son oficialistas, cuántos opositores?
No estoy haciendo 6,7,8 al revés. No me lo pidieron. No era la necesidad de este canal. No lo queríamos hacer. Tratamos de que haya un debate amplio. Es más, cuando se arman los programas y vienen los políticos decimos "hoy no tenemos tal cosa" o "cuidado que se nos desequilibró". Porque resulta que a veces por horarios de los invitados, se te juntan dos o tres del mismo color político. Y entonces al día siguiente tratamos de compensar. Y en cuanto a los periodistas, no hay tantos dispuestos a sentarse en el panel de Intratables a debatir desde el punto de vista oficial. Lo masivo entre los periodistas es el espíritu crítico. Brancatelli es mi favorito porque siempre la liga. Quedó un poco solo en el panel. Éste es un momento en el que hemos vuelto a debatir de política y está fantástico. La política baña mi vida, mi realidad, mi trabajo, mi jubilación. Cómo no me va a importar. Hubo muchos años en que no se debatía. Queríamos que se fueran todos. Los políticos eran mala palabra. Y eso era horrible.

La dama de la producción televisiva
Reina desde la trastienda de la televisión, pero luce como si siempre estuviera lista para salir al aire. Y si la ocasión la obliga a posar ante una lente, como sucedió para este reportaje, no duda en retocar su maquillaje. Es clásica, sin estridencias. Y habla con la seguridad de quien no tiene nada que demostrar. Pocas personas tienen hoy su experiencia como productora televisiva. "La Parodi" es respetada dentro y fuera del edificio de América TV. La saludan los mozos de los bares del barrio de Palermo, donde está ubicado el canal, la reconocen camarógrafos y figuras como Jorge Rial, Santiago del Moro, Jorge Lanata, Luis Majul y medio gremio más de periodistas que la han tenido de jefa. También otras personalidades del mundo del espectáculo y ahora de la política que saben que su voz es determinante a la hora de ser invitado, o desinvitado, a cualquiera de los programas que produce. A la hora de ver televisión no puede obviar otros programas de actualidad de la competencia. Pero está más pendiente de lo que sucede en los canales extranjeros. Downton Abbey, el drama de época inglés del que habla el mundo, suele atraparla los fines de semana.

¿Complicó su carrera profesional en los medios el hecho de ser mujer?
Sí. A veces se complica en la diaria. Cuando decís algo que no conviene o no gusta, siempre aparece eso de "es mujer". Pero tampoco me importa mucho. Creo que si hubiera tenido hijos, eso sí me habría atado más para desarrollar mi carrera y sostenerla. En mi caso, todo fue a la tele. Pero a veces te la hacen pagar. Al principio, cuando estudiaba periodismo, locución, incluso cuando pasé por ciencias políticas, creía que iba a ser notera, periodista de un programa de radio. Pero cuando arranqué a trabajar en producción, empecé a pensar que para estar delante de la cámara o del micrófono tenía que tener más conocimiento. Y como crecí tanto atrás de las cámaras, me quedé. Pero hoy, que ya no me da vergüenza, quizá me animaría a conducir un ciclo de debate. Pero voy a confesar algo. Como mujer tengo que hacer un mea culpa. A la hora de elegir, me inclino más por conductores varones que por mujeres. Tenemos un país machista. Y todos escuchamos más a un varón. Las mujeres mantienen su casa, trabajan un montón. Pero todavía no podemos con ese prejuicio de la voz masculina como más autorizada.
Foto: Emiliano Lasalvia
Fuente: Diario La Nación

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