Esta semana se cumplen nuevos aniversarios de los despidos masivos de 2019 y 2023, que sucedieron con planificada y brutal coincidencia
Los recordamos en las palabras de Sandra Commisso, quien además de una excelente periodista de la que Clarín eligió prescindir, fue siempre una compañera comprometida y participante infaltable de la asamblea de trabajadores y trabajadoras. Porque como ella dice, nadie se salva en soledad.
Comisión Interna de los trabajadores y las trabajadoras de Clarín/AGEAEl 16 de abril de 2023 fue domingo. Estaba lluvioso. Era mi día franco. A las 9 de la mañana, me sobresaltó el sonido del celular. Un mensaje. Enseguida otro. Y otro más. Aún somnolienta, leí el primero: "Fijate si podés entrar a tu correo de Clarín. Echaron a varias personas". Corrí a la computadora, con una sensación extraña, mezcla de temor, ansiedad, curiosidad y algo de certeza de que esta vez, me había tocado a mí. La corazonada se cumplió. En 2019 había sido testigo angustiada, impotente y triste, del despido de 65 compañeros y compañeras. Ahora, después de 32 años de trabajo en la redacción, yo era una de las despedidas. Elegida, como los demás, sin razón aparente más allá de las explicaciones formales: "Reestructuración".Lo que siguió fueron varios días de adrenalina, incertidumbre, desazón, estupor. Otra vez, la tercera vez, pasaba lo mismo y del mismo modo, innecesariamente brutal y deshumanizado. Por qué no decirlo, también sentí cierto alivio. Para mí, era una etapa cumplida pero nunca imaginé que, de un día para el otro, literalmente y sin ningún aviso previo, mi vida cambiaba completamente. En esos días, todos mis años como periodista, desde mi ingreso a los 25 años a la redacción, pasaron por mi cabeza como una película. Y como había sucedido a lo largo de tres décadas, lo más importante fueron las personas.Entre las de adentro, colegas, compañeros de ruta, amigos y amigas que estuvieron para contener, para ayudar a resolver lo que había que resolver y para estar cerca. Eso fue un bálsamo y es en lo que siempre creí y sigo creyendo, en el poder de juntarse para hacer, pensar y sentir en grupo porque nadie se salva solo. También hubo quienes, después de compartir años y años, codo a codo, miraron para otro lado porque yo ya era alguien de afuera, del otro lado de la frontera. No hubo muchas sorpresas en esos casos y prefiero quedarme con lo mejor: mucho camino de aprendizaje, crecimiento profesional y personal, amistades, experiencias. Sin dudas, hubo un antes y un después de ese domingo 16 de abril de 2023, donde toda mi vida se reacomodó. Y así sigue, con mucho camino por recorrer.