El bullado caso del programa Contacto de Canal 13 ha evidenciado las debilidades de varios de los supuestos que sostienen al periodismo como profesión; esto es: que sus miembros tengan conciencia de compartir una cultura ocupacional y un cuerpo consensuado de conocimientos, la protección legal de la actividad, el desarrollo de un código ético que regula los comportamientos de sus miembros, y por sobre todo, que su quehacer se desarrolle en un campo de acción autónomo con reglas propias.
Independiente de la calidad del reportaje, esta discusión deja en evidencia la tremenda confusión que existe entre autonomía de los medios y autonomía profesional del periodista; y por sobre todo, la concepción que se tiene del periodismo en Chile: la de un oficio remunerado, pero definitivamente, no la de una profesión.
Periodismo y medios de comunicación no son lo mismo. En efecto, cuando el medio de comunicación decide no publicar o emitir un contenido, no es necesariamente el periodista quien lo decide. Esta estrecha relación de dependencia que la mayor parte del periodismo profesional tiene con las instituciones mediáticas, así como la concentración de la propiedad de los medios, no han hecho otra cosa que agudizar la profunda crisis que atraviesa la actividad.
No obstante, si consideramos al periodismo como una actividad profesional, una comunidad interpretativa con sus propios códigos, normas, y reglas, lo acontecido en Canal 13 es un hecho deplorable, que atenta contra la autonomía profesional, y demuestra la debilidad que tiene el periodismo como institución diferenciada para sustentar su libertad de acción.
Periodismo y medios de comunicación no son lo mismo. En efecto, cuando el medio de comunicación decide no publicar o emitir un contenido, no es necesariamente el periodista quien lo decide. Esta estrecha relación de dependencia que la mayor parte del periodismo profesional tiene con las instituciones mediáticas, así como la concentración de la propiedad de los medios, no han hecho otra cosa que agudizar la profunda crisis que atraviesa la actividad.
Que el director de prensa interino y la editora de reportajes hayan renunciado a Canal 13 es una decisión -justa o no- respetable. Sin embargo, estas “inmolaciones” periodísticas individuales no bastan. Es necesario cambiar desde la base cultural más profunda la forma en que se ve, define y afronta el periodismo en la práctica cotidiana. Y para lograrlo son varios quienes deben reaccionar. Por un lado, las escuelas de periodismo deben enseñar al futuro periodista a defender conceptualmente su autonomía, a comprender la lógica y los valores subyacentes de la actividad y sus protocolos de acción; en otras palabras, a comprender qué significa realmente ser profesional y la responsabilidad que ello involucra, lo cual no parece estar sucediendo hasta ahora.
Por otro lado, los poderes políticos deben de una vez por todas legislar sobre la protección del quehacer periodístico y apoyar su función vigilante, lo cual es necesario para tener una sociedad más informada, más comprometida política y socialmente, más desarrollada y más justa.
Finalmente, los medios -muy particularmente los dueños de éstos- deben hacer un mea culpa. Las presiones económicas, políticas e ideológicas que hasta hoy los envuelven, los ha llevado a utilizar al periodismo como una herramienta para sus propios fines y no para el interés público, perjudicando a una sociedad a la que ellos mismos dicen entretener, informar y educar.
Las barreras a estos objetivos no son pocas. En un mercado de medios tan concentrado como el chileno, donde una relevante proporción de medios está en manos de la elite político-económica, y muchas leyes aún restringen la libertad de prensa, los periodistas no son completamente libres de investigar el mal hacer y fiscalizar a quienes tienen el poder.
Mientras los periodistas no puedan defender conceptualmente su condición profesional, y mientras los sistemas de medios, políticos y económicos no apoyen el quehacer del periodismo como actividad fundamental para entender el mundo actual y para hacer de Chile una sociedad abierta, pluralista, inclusiva y transparente, la calidad de nuestra democracia estará siempre al debe, y el periodismo y los periodistas seguirán siendo considerado como hasta ahora: meros empleados, sin autonomía y al servicio de una élite que lo controla todo.
*Periodista. Doctora en Comunicación y profesora asociada de la Escuela de Periodismo Universidad de Santiago de Chile
Fuente: El Mostrador