Jon Lee Anderson autor de El dictador, los demonios y otras crónicas explica el papel actual de los medios de comunicación
Cuántos recuerdos alberga en su mente un periodista de 52 años, cuántas entrevistas habrá escrito Jon Lee Anderson. El colaborador de la publicación The New Yorker incluye en su reciente libro El dictador, los demonios y otras crónicas a los personajes imprescindibles en la historia moderna como Fidel Castro, Augusto Pinochet, Hugo Chávez y Gabriel García Márquez.
Según el prólogo de la entrega escrito por Juan Villoro, Anderson posee un manejo extraordinario de los datos duros y de la geografía. El periodista nació en Estados Unidos, pero ha radicado en Colombia y en otros países de América Latina, donde aprendió español.
Especialista en las guerrillas Latinoamericanas, Anderson es un gran observador de la realidad. Aunque mantiene su atención en un punto, en ocasiones su mirada se escapa para percatarse del ambiente y señalar los problemas que marcan a las naciones. En México es imposible pasar por alto el narcotráfico y explica que el papel de los medios de comunicación es aún fundamental, tanto que los periodistas corren un gran peligro.
¿Cómo tendría que abordarse el narcotráfico en los medios de comunicación?
No hay una respuesta fácil que ofrezca la solución. Por el momento, es importante que los periodistas cuiden sus vidas, eso es muy importante, los periodistas buscan la forma de sobrevivir, la vida es mucho más importante que una nota periodística.
Ellos ayudan a que el resto del mundo entienda y arrojan la luz. Quizá si hubiera más personas enfocadas en el tema habría más presión política y más soluciones, se podría cambiar el orden de las cosas. A veces no hay respuestas, es importante que sobrevivan, cuando es imposible para los periodistas nacionales hacer algo, es entonces cuando los periodistas internacional se convierten en un arma de la información. Eso no quiere decir que nosotros seamos mejores que los mexicanos sino que estamos menos tiempo en el puesto.
¿Qué tiene el periodista internacional?
En muchos sitios, un ojo fresco, externo, sin implicación y sin compromisos ayuda. Ese podría ser el caso en México.
¿Cuál es la situación del periodismo en América Latina, en especial en México?
México tiene una cultura muy dinámica, me consta que tiene periodistas y cronista de gran respeto, siempre ha sido así. Aunque en general la prensa tiene un mal nombre por un pasado en el que estaba muy vinculada con grupos políticos y económicos, yo sé que eso pasa, pero no es una realidad global, hay individuos como Juan Villoro y otros que se han reconocido como las voces sinceras y profundas.
¿Le interesaría escribir sobre el narcotráfico?
Claro que me interesa, pero es cuestión de encontrar y ligar el interés con la falibilidad, He estado mirando desde lejos, pero hay una penumbra alrededor, si nadie aquí puede acercarse, ¿cómo lo voy hacer yo? Me parece una oportunidad de arrojar luz sobre la problemática yo sí lo hago, pero hasta ahora no se me ha presentado una vía.
¿Qué tan influyente puede ser un medio de comunicación en la lucha del
narcotráfico?
Los medios son más importantes que nunca. No es por nada que Al Qaeda mata gente en vivo y pone los videos en la web, todos los grupos extremistas hacen algo parecido, es para tener un efecto inmediato a nivel global, eso demuestra el poder de los medios. El poder de los medios también está demostrado por la victimización a los periodistas en países como México y otros, eso es una demostración de que los actores del conflicto reconocen la importancia del periodistas porque son una arma en el conflicto. Los periodistas no sólo tiene que mirar de frente sino mirar espaldas porque somos a su vez un instrumento de guerra, como podemos ser un instrumento de paz.
Fuente: El Informador
Anderson muestra otra cara de ‘Gabo’, Fidel Castro y Hugo Chávez
El periodista John Lee Anderson siente una pasión por el poder, pero no de la manera convencional, al norteamericano le gusta ponerse del otro lado y analizar a través de entrevistas las vidas de los hombres que han incidido en distintos lugares del mundo. En esta ocasión, la editorial Anagrama recoge los perfiles publicados por Anderson en el New Yorker, a lo largo de 10 años, centrados en distintos personajes de Iberoamérica.
“En este libro, la mitad de los textos reunidos se traducen al español por primera vez. Es un compendio con un prólogo muy genial de Juan Villoro de las piezas mías de Iberoamérica, sobre todo de América Latina, del último decenio que he estado con el New Yorker, del 98 en adelante”, explicó Anderson.
El periodista dijo que los denominadores comunes en este trabajo es su interés “en el ejercicio del poder, sobre todo la organización de la violencia política, de ciertos personajes que inciden en la historia contemporánea latinoamericana y de alguna u otra forma tienen todos una relación en común. Si todas las aguas volverían a un solo cauce sería, supongo, a la Revolución Cubana, incluyendo los que reaccionaron a eso, por ejemplo Pinochet, y hay dos piezas sobre Fidel y la Revolución Cubana a través de 10 años y dos sobre Chávez a través de 10 años y por supuesto es como un retrato familiar, hay una especie de entrelazamiento entre los personajes que aparecen en las páginas de este libro”.
Sobre los tiempos que se viven actualmente en Latinoamérica, en donde la izquierda se ha ido posicionando en distintos países y con interpretaciones muy distintas, Anderson señaló que ahora estamos en una época en la que las definiciones no cuentan tanto, “aunque si sabemos diferenciar, quizá sea más fácil lo que es centro izquierda, al centro derecha, que los extremos que siempre se unen. Obviamente hay dos corrientes en la América Latina de la llamada izquierda, uno vendría a ser la izquierda pregonizada por Chávez, Evo, hasta cierto punto Correa, los Kirchner y la izquierda de Lula, menos populista y quizá más a la derecha, más pragmática dirían algunos”.
La amistad incómoda de Gabo
Lee Anderson incluye en “El Dictador, los Demonios y Otras Crónicas” un perfil sobre Gabriel García Márquez, y al preguntarle al autor sobre la relación que el escritor sostiene con Castro, una amistad que siempre ha desatado polémica, éste respondió que “el perfil de Gabo es la excepción en todos mis trabajos porque las demás figuras que he perfilado son personas que inciden en el poder o en la política”.
“Gabo es un novelista, es un escritor, un colega mayor, un Premio Nobel. Es un perfil de toda su vida, casi como una biografía, comenzaría con un resumen y un análisis como su evolución como escritor, como colombiano y novelista, pero mi interés particular fue su relación con el poder y su fijación con el poder, su relación a través de toda su vida adulta con el poder, que es obvio para todos y lo reconoce él, que es un constante tanto en el periodismo como en su vida privada, y que está en sus novelas desde ‘El General en su Laberinto’, ‘El Otoño del Patriarca’. Es una fascinación que yo comparto, yo llego después, yo comparto el mismo síndrome o patología, sobre todo de América Latina porque la figura del caudillo, en México hay también un término que se utiliza mucho, del cacique, está muy presente”, expresa.
Anderson especificó que en el caso de Gabo él habla de fascinación y no de atracción. “Mi perfil de Gabo era un intento de acercar el tema, hasta el punto en que se sentía él cómodo porque naturalmente es una amistad que ellos tienen y yo quería ir más allá un poco de la conjetura y también de las posiciones encontradas en torno a esa famosa amistad, porque (hay quien dice que ) él sirve al tirano o que en realidad es otra cosa”.
“Al final, Gabo se justifica con que es una amistad que tiene desde hace décadas y así como he puesto en el perfil, él alega y no tengo ninguna razón de creer que él no me ha dicho la verdad, es más creo que me ha dicho la verdad, que en lo privado ha utilizado su relación en muchas ocasiones para menguar las cosas, para buscar maneras de abrir diálogo entre por ejemplo Estados Unidos y Cuba.
Esto me consta, me lo dijo gente muy cercana a Bill Clinton en la época. Gabo se defiende y por un lado no tiene lógica, pero así son las amistades, todos tenemos amigos incómodos y para Gabo supongo que el amigo incómodo es Fidel, a lo mejor para Fidel el amigo incómodo es Gabo… Quién soy yo para juzgar a otro que no es alguien con un cargo público, pero que lo ha adquirido por sus premios, qué amistades va a tener no y por qué voy a discrepar si no me consta que no está utilizando esa amistad para el bien, no siempre puede pero a veces ayuda a liberar gente de las cárceles. No me consta otra cosa, así que no me queda más que creerle a alguien que respeto”, finalizó.
Fuente: Vanguardia