La periodista explica por qué dejó el programa ultraoficialista. Críticas a Barone y a Lanata. El juicio con Cuatro Cabezas.
Por Daniel Seifert
Cada vez que cierra un ciclo, María Julia Oliván aprovecha para viajar y cambiar de aire. Parece una rutina habitual para poner un punto y empezar de nuevo. El año pasado, cuando abandonó sorpresivamente la conducción de “6,7,8”, el polémico y ultraoficialista programa producido por Diego Gvirtz en Canal 7, se fue un mes de viaje por Europa. Ahora acaba de terminar su participación en “Huellas de un siglo”, un ciclo de documentales históricos realizados por directores de cine que condujo en el mismo canal, en el marco de los festejos del Bicentenario. Y, fiel a la costumbre, preparó un viaje a Las Vegas, con menos características expiatorias que el anterior.
Oliván podría usar sus ojos intensos e imponentes para eludir temas incómodos, pero no lo hace. Quiere hablar de todo. Se dará permiso para criticar a su “maestro” Jorge Lanata y para revelar un juicio que mantiene con la productora Cuatro Cabezas.
¿Se sintió más cómoda como presentadora en “Huellas de un siglo” que al frente de un programa como “6,7,8”?
María Julia Ojo, a mí me gusta la adrenalina de conducir en vivo. Pero me resultó agotadora la rutina del año pasado. Y no quería estar tan expuesta. Le dediqué mi vida al laburo. Pero en este momento quiero desarrollar mi carrera sin dejar de lado mi vida personal.
Se especuló mucho sobre su salida de “6,7,8”. ¿Por qué se fue?
El programa se orientó hacia una radicalización que no comparto. Me pareció bueno para plantear un montón de debates y una agenda que no estaba en ningún medio. No sé si eso se dio por la decisión intensa de Diego Gvirtz, el productor general, o porque, a su vez, hay un Gobierno que empezó a discutir con los medios y creí que los periodistas debíamos dar esa discusión. Pero yo tengo una manera de analizar la realidad que integra e involucra dudas, y en “6, 7, 8 no había mucho lugar para dudar. Era como una cosa de militancia. Yo no podía influir en la producción para que el programa se parezca más a mi forma de ser. Coincidía en algunas ideas de fondo, pero en ninguna de las formas.
¿Se cansó de decir que no estaba de acuerdo con lo que la producción mostraba?
Gvirtz me insistía: “Vos tenés que decir lo que te parece, porque enriquece el programa”. Pero si llega el momento en que tenés que decir permanentemente que el video es acotado o que estamos mostrando una parte de las cuestiones, es que no tenés que estar ahí. Me costó elaborarlo; me preguntaba: “¿Me siento opositora?” Y no.
¿Se siente kirchnerista, entonces?
No soy militante K. Este Gobierno genera políticas económicas y sociales con las que acuerdo. Cuando estaba en el programa de Jorge Lanata, decíamos y criticábamos la ausencia del Estado en la regulación de la economía y la teoría liberal del derrame. Que este Gobierno use recursos públicos para subsidiar a los que no pueden generarse un estándar de vida básico y que intervenga con políticas claras, es lo que yo siempre critiqué que le faltaba al menemismo.
Pero esa intervención del Estado en los mercados tampoco sería avalar los métodos de Guillermo Moreno.
No creo que ningún formador de precios decida dejar de especular por la inflación, sin una imposición fuerte del Gobierno. Esa intervención, ¿puede ser débil? ¿Puede hacerla alguien con una manera light de actuar?
Si TN es “Todo Negativo”; “6,7,8” es todo positivo. No cuestiona en nada el discurso oficial.
Lo discutía con Gvirtz: en Clarín salen oficialistas, pero a “6, 7,8” no van opositores. No me parecía justo. Tampoco me gustaba personalizar las críticas en ciertos periodistas. Cuando hablaban de los movileros, había una idea de que eran seres sin personalidad, que repetían lo que les decían. Me peleé al aire con Orlando Barone muchas veces por eso, porque los periodistas no funcionamos así.
A eso se dedica hoy el programa.
Barone es el que más hace esas críticas dirigidas. Y también se hace en los informes. Yo respeto a los que piensan distinto, y no es para quedar bien. No coincido con que los periodistas son todos títeres de los medios, porque eso me haría un títere también. Es un trabajo. Nosotros no somos seres superiores. Somos trabajadores. Pero a mí no me gusta ponerme en un rol de juzgar a los demás, porque no me consta que sus razones sean espurias.
Usted cobró notoriedad cuando trabajó con Jorge Lanata. ¿Qué sintió con las críticas que él hizo sobre “6,7,8”?
Cuando lo escuché, pensé: “¿Desde dónde habla? ¿Desde el canal de Alberto Pierri, al que criticó toda su vida con papeles y fundamentos?”. Dijo que me quería mucho, y me pregunté: “¿Por qué no levantó el teléfono y me habló, como mil veces le hablé yo a él?”. Muchos amigos me llamaron y me dijeron que no les gustaba el programa. No me pareció una actitud de alguien del nivel de Lanata eso de criticarme públicamente, sin llamarme.
Pero Lanata tiene derecho a opinar sobre “6,7,8”...
Claro, pero vos me preguntaste qué sentí. Lanata hizo pilotos para El Trece y también lo vi hacer críticas contra el monopolio Clarín. Lo vi criticarme en “6, 7, 8” y antes decir que Diego Gvirtz hacía todo perfecto. Me llama la atención su manera de articular la crítica. Lanata fue mi mejor maestro y lo quiero como a mis viejos, aunque no me lleva tantos años. Pero es no tener don de gente criticar en público a alguien que conocés tanto y que sabés quién es.
¿Recibió reproches de colegas por su rol en “6,7,8”?
Hubo un director de un canal de televisión que quiso darme clases de periodismo independiente, y es una persona que se sienta todos los días con Daniel Vila y José Luis Manzano a discutir contenidos. Después me dijeron que había prohibido que yo entrara a ese canal. Algunos, hablando de periodismo independiente me hacen mucha gracia.
¿No cuestiona que un programa tan funcional al discurso oficial sea coproducido por el canal del Estado?
Me parece que si es malo que un contenido sea funcional a un gobierno, también es malo silenciar ese contenido para una sociedad, para el pueblo, para los que somos dueños de ese Estado. No sé si es la mejor manera de dar una discusión sobre los medios, de parte del Estado, pero ¿dónde podría darse? ¿En los mismos medios que se quieren contradecir?
Pero ¿usted no habría criticado un programa así, si se realizaba durante el menemismo?
Es que “6,7,8” no pudo ser más criticado. Trabajo en televisión hace 11 años. Me gané un Martín Fierro y un premio en el Festival de Nueva York por un informe que hice en “La Liga”; trabajé en España, conduje programas de mucho éxito y esta es la primera vez que hablaron de mí en los medios. La primera vez que Lanata mencionó mi nombre públicamente fue ahora. No creo que nadie le haya perdonado la vida a este programa.
La crítica más importante fue por la difusión de una cámara oculta contra el periodista Carlos Pagni. ¿Pidió explicaciones por eso?
Me dijeron que el video llegó en un mail colectivo. Lo hablamos después de haber estado todos bastante de acuerdo en que no estaba bueno pasarlo. Y menos repetirlo, como pasó. La producción nos dijo que había sido un error, pero nunca lo blanqueó al aire. Nunca hubo algo que dejase claro que fue un error.
Suena inocente hablar de error. ¿No cree que fue una operación política?
>No sé quién hizo ese video, pero ponerlo al aire fue un error enorme que nos ubicó en un lugar de vulnerabilidad total como programa, porque no está bueno darle crédito a una cámara oculta cuyo autor no sabés quién es. Nada positivo puede salir de eso.
¿Piensa que los medios privados la seguirán teniendo en cuenta?
Por suerte, me siguen llamando desde varios laburos. No creo que me llamen de El Trece por el momento, aunque trabajé dos años ahí, y hasta hace poco, con “Argentinos por su nombre”, y nunca tuve un problema. Me parece que es importante que haya múltiples dueños de medios para que haya diferentes discursos. Eso, para mí, no es una guerra con Clarín, no sé si lo es para otros.
¿Qué piensa de la relación entre el Gobierno y la prensa?
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hace conferencias de prensa, lo cual me parece positivo. No me agrada que personalice y le diga a los periodistas lo que su medio debería hacer. Pero creo que hay libertad de expresión, porque todo el mundo dice lo que piensa y hay opiniones confrontadas. Ahora, eso de tener miedo es una exageración. Hay quienes dicen tenerlo y ni siquiera investigan. Y los que sí, lo hacen con el respaldo de los medios más importantes del país, no están desprotegidos.
¿Es cierto que evaluó dejar el periodismo para hacer teatro?
No, hice un curso de stand up, pero porque me divertía aprender cómo se escribía la comicidad. Pero no dejaría el periodismo para ser actriz, aunque hace poco me llamaron para hacer un bolo.
¿De dónde?
Para una novela que se está grabando, pero justo no atendí el teléfono y después ya lo habían resuelto.
¿Es verdad que le hizo juicio a la productora Cuatro Cabezas?
Sí, estoy esperando la sentencia final. Estaba contratada hasta enero del 2008, y en junio del 2007 me avisaron que mi trabajo se terminaba, sin ningún motivo. Pensé que me iban a incluir en otro programa, pero no. Pedí que cumplieran el contrato y, en el medio de la discusión, me mandaron una carta documento. Y después se ocuparon de llamar a los medios para que nadie me contratara, lo que me consta, porque me lo dijeron directivos y dueños de productoras. Tuve que mandar una carta documento para que dejaran de hacerlo. Por suerte, no les hicieron mucho caso.
Fuente: Revista Noticias