domingo, 19 de marzo de 2023

Jean-François Fogel 1947 - 2023

El periodista francés Jean-François Fogel, que era presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo y maestro de esta institución de periodismo, falleció este domingo a los 76 años tras sufrir un accidente cerebrovascular, según informó la fundación colombiana en un comunicado. Fogel fue uno de los pioneros del periodismo digital en el mundo. Fue maestro de la Fundación Gabo desde 2002, a la que se vinculó por invitación de su fundador, Gabriel García Márquez.

La Fundación Gabo expresa su más profundo pesar por el fallecimiento de Jean-François Fogel, reconocido periodista, asesor de medios y ensayista francés, quien se desempeñaba como miembro de la Junta Directiva, presidente del Consejo Rector y maestro de la institución fundada por el premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez para promover el periodismo de calidad en Iberoamérica.

El director general de la Fundación, Jaime Abello Banfi, junto con los compañeros de Jean-François en el Consejo Rector y la Junta Directiva, así como los miembros del equipo de la organización con sede en Cartagena, Colombia se solidarizan con la familia y allegados del maestro Fogel, considerado uno de los pioneros del periodismo digital en el mundo.

Así se pronunció Abello Banfi tras conocer la noticia del fallecimiento:
"Maestro, consejero, directivo, amigo, cómplice, Jean-François Fogel nos acompañó por más de dos décadas con el máximo entusiasmo, compromiso y generosidad en talleres, seminarios, jurados, Festival Gabo, asesorías a colegas y proyectos, diálogos frecuentes con nuestro equipo, especialmente con los más jóvenes, en los que desplegaba su infinita curiosidad y singular sentido del humor, y reuniones de Consejo y Junta para las cuales viajaba a Colombia y otros países de la región varias veces al año. De hecho, sufrió el accidente cerebro vascular pocas horas antes de la primera reunión del año de nuestra  junta directiva, para la cual había confirmado su participación en línea desde París. Y se encontraba preparando para la Fundación Gabo, con enorme entusiasmo, un nuevo programa de formación para responsables de equipos periodísticos de medios nativos digitales.

Jean-François tenía un profundo conocimiento e interés en América Latina y la cultura hispanoamericana, escribió libros sobre Cuba y Colombia, fue buen amigo de Gabo, a quien conoció a principios de los años 70, amaba el periodismo y la literatura, se preocupaba por la libertad de expresión y la calidad de la democracia en la región e hizo primero que nadie lo que hoy llamamos transformación digital, de la cual se volvió experto práctico, promotor generoso y guía clarividente. Deja una impronta duradera para el nuevo periodismo del continente. 

Es irremplazable y nos va a hacer mucha falta, pero lo recordaremos siempre y le vamos a rendir el homenaje que se merece en el 11º Festival Gabo en Bogotá".
Un pilar fundamental de la Fundación Gabo
Jean-François Victor Fogel nació el 3 de marzo de 1947 en Gargenville. En 2002, por invitación de su amigo Gabriel García Márquez, ingresó a la nómina de maestros de la entonces Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. En sus más de dos décadas en la Fundación Gabo, no solo destacó como maestro de talleres, sino que también se comprometió fuertemente con la sostenibilidad y la visión a futuro de la institución. 

Fogel dejó un importante legado en la formación de periodistas y en la transformación del periodismo en la era digital. En sus talleres transmitió su experiencia en la renovación de empresas de medios, especialmente Le Monde, la cual ayudó a rescatar de una de las más difíciles crisis de su historia, a mediados de los años 90, con la disruptiva implementación del portal web del medio. 

Insistió en la necesidad de las organizaciones periodísticas de adaptarse continuamente a las transformaciones del entorno digital y a las formas de consumo de las audiencias, y de evitar caer en rutinas que llevan a rechazar el cambio.

“Publicamos para que ellos nos lean (...). En medio de la multioferta de contenidos y opciones en el uso del tiempo, si no se logra esto, simplemente se pierde o fracasa”, dijo en un taller que dirigió para editores de medios en 2019. Por ello insistía en una máxima en cada uno de sus talleres: hay que hacer un periodismo indispensable.

En sus participaciones en seminarios y charlas compartió sus reflexiones sobre la ética periodística y la desinformación, muchas de ellas recogidas en el libro El periodismo ante la desinformación. “La objetividad es inalcanzable sobre todo en un mundo de versiones contradictorias. La honestidad sí se puede conseguir”, decía. 

Su labor como miembro destacado del Consejo Rector y su rol de mentor para el equipo de la Fundación Gabo son muestra de su dedicación a la promoción del periodismo de calidad en Latinoamérica.
El nuevo régimen de la prensa 
Es una antigua historia. Un agente de aduanas inspecciona un camión. El conductor no transporta ninguna carga. El aduanero le permite pasar la frontera sin mayor preocupación, pero, durante años, ve que ese mismo chófer llega a la aduana, y siempre de vacío. Ninguno de los registros realizados al vehículo que conduce revela la presencia de mercancía alguna, ni de un escondite. No se puede culpar al agente de que, en momentos de desesperación, desmonte el camión pieza a pieza, puesto que resulta evidente que en esos viajes se trafica con algo.

Unas horas antes de jubilarse, en el momento en que acaba su última jornada laboral, nuestro aduanero ve aparecer al mismo conductor, no aguanta más. Tras una infructuosa y definitiva inspección, le promete impunidad y le suplica que revele el fraude. "Se acabó —le dice—, esta noche dejo la aduana, pero para poder disfrutar en paz de la jubilación, antes de marcharme, necesitó saber qué traficas: ¿drogas, divisas, pasajeros clandestinos?" Dos palabras abaten al futuro pensionista: "Trafico camiones".

Los pioneros del periodismo digital, durante mucho tiempo, han contado este chiste, identificándose con el camionero. Porque sus compañeros de otros medios de comunicación, los proveedores, incluso los accionistas y colaboradores han fantaseado con lo que proporcionaba la prensa on line. Para unos, eran periódicos que se distribuían de un modo más rápido. Para otros, la señal de una radio o una televisión liberada de las ondas y de la obligación de emitir de continuo. Algunos consideraban que se trataba de transmitir la información de las agencias de prensa, directamente del productor al consumidor. Y aún otros pensaban que sólo significaba un añadido a las listas de las noticias más consultadas que Google o Yahoo! actualizan incesantemente.

A menudo, una maldición se incorporaba al cargamento. Los cancerberos de la ética predecían la venta online de entradas para espectáculos en la sección «Cultura» y la aparición de corredores de bolsa en la de «Economía». Los doctos consideraban a los periodistas del nuevo medio unos aprendices de brujo dispuestos a matar la letra impresa. Y algunos paranoicos detectaban detrás de las páginas digitales de prensa a un «Gran Hermano» con residencia en Washington, una globalización de la información al servicio de las multinacionales o, al confundir ciberespacio con lugar de libertad, la promoción de una utopía libertaria.

Esta perspectiva tergiversada, que presume una carga y no ve el camión que la transporta, es la deuda de reconocimiento para con el periodismo on line. Se desconoce lo específica que resulta la actividad. Las páginas que difunden música, venden viajes o subastan cualquier tipo de objetos, ofrecen escuchar la misma música de un CD que se ha comprado en una tienda de discos, subir al mismo tren o al mismo avión que con un billete adquirido en una agencia, u obtener el mismo objeto que adjudica un subastador. Las páginas de información escapan a esta similitud. Lo que se muestra en la red no se compara con lo que proporciona el periodismo, ni con un libro, un periódico, el cine, la radio, ni con la televisión.

En Internet ha nacido una nueva prensa, con su propia identidad, su lenguaje y un crecimiento tan vivo que desafía a sus competidores. 
El miedo a perder lectores en beneficio de las páginas digitales informativas se convirtió en la rutina de los periódicos, antes de que
también se preocuparan por ello los medios audiovisuales. No obstante, este juego de resultado cero, en el que un medio ganaría en audiencia y en ingresos publicitarios lo que el otro perdiese, es una visión falsa, estrecha de miras, y sin base de una ruptura histórica.

Igual que cualquier otro gremio que se enfrenta a una revolución tecnológica, el periodismo se ofusca.

Quiere creer que con que se proporcione a Internet un puesto suplementario bastará para que los mismos medios de comunicación de masas ocupen un lugar alrededor de la mesa de la información y jueguen la misma partida delante de una audiencia muda. Los primeros pasos
de periodismo on line barren esa quimera. Internet no es un soporte más; significa el final del periodismo tal y como se ha vivido hasta ahora. Sometido a la omnipresencia de un medio nuevo, despojado, poco a poco, de la competencia con los distintos soportes, revisa cada día un poco más su relación con la audiencia. La prensa bajo el régimen de Internet no ha iniciado un nuevo capítulo de su historia, sino más bien otra historia.
'La Prensa sin Gutenberg', de Jean-François Fogel, Bruno Patiño
Observador y visionario de los medios
Licenciado en Ciencias Económicas del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), Fogel trabajó en varios medios de comunicación franceses, incluyendo la Agencia France-Presse, Le Point, el Magazine littéraire y el diario Libération, donde llegó a ser redactor jefe.   

Jean-François desarrolló una prolífica carrera como asesor de empresas de medios en Europa y América. Obtuvo gran reconocimiento por su trabajo en la creación y desarrollo, en 1995 junto con Bruno Patino, de lemonde.fr, el sitio web del diario Le Monde, que se convirtió en el sitio de noticias líder del mundo francófono. Luego, fue asesor del New York Times, lideró la renovación de los sitios de los diarios del grupo francés Sud Ouest y se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Télévisions, uno de los tres más importantes de Francia. 

Escribió varios libros a lo largo de su carrera, entre ellos el ampliamente traducido La prensa sin Gutenberg (2007), un ensayo sobre el surgimiento del periodismo en internet. Se especializó en política e historia latinoamericanas y publicó varios libros sobre la revolución cubana y el auge del narcotráfico en América Latina, incluyendo Fin de siglo en La Habana (1994) y El testamento de Pablo Escobar (1995).

Apasionado por la literatura, fue recopilador y prologuista de Federico García Lorca, Bruce Chatwin y Paul Morand, este último objeto de su libro Morand-Express, por el que fue galardonado con el Premio Broquette-Gonin de la Academia Francesa (1981).

A lo largo de sus últimas décadas, Fogel se dedicó a la enseñanza y formación de periodistas y profesionales de los medios de comunicación. Fue director del Executive Master of Media Management, de Sciences Po, y maestro de la Fundación Gabo, en la que dirigió decenas de talleres y participó en numerosos seminarios y charlas sobre el manejo y la sostenibilidad de las empresas de periodismo, la ética periodística, la desinformación y la innovación tecnológica en los medios de comunicación.

En una entrevista concedida en 1983 al diario colombiano El Tiempo, Gabriel García Márquez dijo: "Al escritor no lo mata nadie. Ni siquiera la muerte". Con esa misma perspectiva se puede considerar la figura de Jean-François Fogel, un hombre cuya labor periodística y ensayística perdurará siempre en la memoria de sus seres queridos y en la consciencia ética de los colegas de las futuras generaciones.
"El desarrollo tecnológico y, sobre todo, el teléfono móvil favorecen el nomadismo. Vamos a una audiencia conectada de manera permanente a una red inalámbrica. Y ello supone cambios de conducta, ya que las personas conectadas descubren nuevos consumos de contenidos y lugares y momentos que no existían antes del teléfono móvil. La salida de la crisis será con el teléfono en el bolsillo", Jean-François Fogel

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