lunes, 14 de enero de 2013

Periodismo militante

Por: Juan Carlos Pérez Salazar
A finales de los 70s, Gabriel García Márquez prometió no escribir ficción mientras no cayera Augusto Pinochet. Se dedicó entonces a recorrer el mundo y a escribir reportajes para Alternativa, la desaparecida revista colombiana de izquierda de la cual era uno de sus fundadores.
Para fortuna de los que amamos su literatura, García Márquez rompió su promesa en 1981 con la publicación de Crónica de una Muerte Anunciada, un bello mecanismo de relojería narrativa.
De sus años de ausencia de la literatura quedó Periodismo Militante, una recopilación de reportajes sobre Angola, Vietnam, Nicaragua y, sobre todo, Cuba (luego ampliada y publicada bajo el título Por la Libre).
En esos reportajes el escritor no oculta sus malquerencias y -sobre todo- sus querencias: los gobiernos revolucionarios y "anti imperialistas", en especial los latinoamericanos.
En la conferencia "El periodismo del siglo XXI ¿o retorno al siglo XIX?" (ver abajo el video), argumenté que en el periodismo actual -en especial el digital- observo con preocupación un regreso a la época en que no había diferencia entre noticia y comentario.
Ponía como ejemplo lo que ocurre en Estados Unidos con la cadena Fox, que tiene una agenda política clara (anti Obama y pro republicana), que permea su información.
Para hacer un periodismo apasionado e imaginativo no es necesario dejar de ser imparcial.Pero el asunto vas más allá de un retorno a los años en que no existían las páginas de opinión: se trata de periodismo militante, es decir, que de manera abierta apoya una causa o una visión del mundo.
Se puede argumentar que siempre ha sido así, que detrás de los reclamos de imparcialidad de los grandes medios de comunicación se esconde una postura política.
En muchos casos eso es cierto, pero una cosa es romper un compromiso de imparcialidad y otra muy diferente hacer un periodismo deliberadamente militante.
A raíz de la crisis financiera que afecta a casi todo el planeta, muchos tenemos una posición personal frente a los banqueros, los fondos de inversión, el sistema financiero, etc. En algunos periodistas jóvenes he observado cómo esa posición se filtra a lo que informan de manera casi inconsciente: con calificativos, ángulos amañados y un discurso en el que de antemano se les declara culpables.
Puede ser una consecuencia de internet y la proliferación de blogs, donde el punto de vista personal es lo esencial y el rumor muchas veces se toma como un hecho.
Otro ejemplo puede ser lo que ocurre con el cambio climático (al que considero uno de los temas fundamentales del mundo actual). En algunas ocasiones los periodistas nos convertimos en correas de transmisión de lo que dicen las ONGs, sin ninguna elaboración e investigación, cuando lo lógico es utilizar ese material como una fuente más dentro de muchas otras.
(Lo contrario también ocurre: los medios que, a pesar de la abrumadora evidencia científica, tienen una soterrada o abierta agenda anti cambio climático).
Sé de qué hablo: a principios de los '90 trabajé en el primer periódico colombiano que decidió tratar como fuente aparte los temas de derechos humanos y procesos de paz, sacándolos de las páginas de crónica roja.
Varios periodistas nos lanzamos con fervor al cubrimiento (y defensa) de esos temas, considerando que le hacíamos un bien al país. Tejimos un periodismo apasionado y vibrante (ganamos varios premios nacionales e internacionales), pero en no pocas ocasiones cruzamos la frontera con la militancia.
Personalmente crucé ese línea varias veces, llegando incluso a formar parte (a nombre del diario) en comisiones que no tenían nada que ver con el periodismo. Una de ellas para investigar un crimen que había empantanado un proceso de paz.
Ahora, tras casi 25 años de experiencia y meteduras de pata, creo que es posible hacer un periodismo apasionado (es difícil no apasionarse cuando se cubre algún hecho en el que hay víctimas inocentes) e imaginativo (en el mundo digital es clave ofrecer ángulos y tratamientos distintos), pero imparcial.
Reflejar los diferentes puntos de vista, darle voz a todos los involucrados debe ser una de las reglas esenciales del periodismo. Y creo que la audiencia aprecia más eso que la defensa (abierta o subterránea) de un punto de vista.
Fuente: BBC

El periodismo del siglo XXI ¿o retorno al siglo XIX?

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