Por: Sebastián Iñurrieta
Para dejar atrás una complicada semana, después del paso presidencial por Harvard y el acuartelamiento de las fuerzas de seguridad, la Casa Rosada pretende sacarse el mal sabor de boca con una fiesta: Cristina Fernández de Kirchner y el nuevo presidente de la AFSCA, Martín Sabbatella, conmemorarán este miércoles los tres años de la sanción de la Ley de Medios. A dos meses del 7 de diciembre, sobre la celebración kirchnerista aún pesa la polémica del artículo 161 que establece el proceso de desinversión, frenado en la Justicia por el Grupo Clarín y cuya discusión se trasladó al Consejo de la Magistratura.
El Gobierno prepara un auditorio en el Museo del Bicentenario que no dude en aplaudir y fueron convocados los actores que apoyaron la norma en su debate parlamentario. Su festejo es clave en el ADN kirchnerista: no por nada la bautizó la madre de todas las batallas ya que la norma sale a la luz frente a cada revés que sufre para apuntar contra los medios de comunicación. El último caso: el ministro de Justicia, Julio Alak, la vinculó con el secuestro de Alfonso Severo, el testigo de asesinato de Mariano Ferreyra.
Según confiaron desde la AFSCA, para el aniversario aún no hay previsto ningún anuncio en particular. Pero tampoco lo descartan. Podría decidirse en las próximas horas pero no tendrá que ver con el 7 de diciembre, revelaron en el organismo. Sabbatella consideró ayer, citado por la agencia Télam, que es necesario hacer una gran difusión sobre lo que significa la ley para poder rendir cuenta desde la propia autoridad de aplicación de los pasos que vamos dando.
Luego de su visita a los Estados Unidos, que culminó con una incómoda ronda de preguntas de estudiantes universitarios celebrada por la oposición, tratando de recuperar la iniciativa, Cristina Kirchner reapareció hace justo una semana para presentar a Sabbatella al frente de la AFSCA. Luego partió a Perú y, en plena cumbre, estalló el malestar en la Prefectura por la liquidación de sueldos que derivó en un conflicto que el Gobierno aún no pudo desactivar. Desde entonces, la mandataria se refugió en un estricto bajo perfil. Apenas se mostró en público el jueves para recibir a su par libanés Michel Sleiman. Evitó la política doméstica. De capa caída, el cristinismo incluso suspendió el encuentro que Unidos y Organizados organizaba para esta tarde en el Conurbano bonaerense. Prometían una masiva movilización a Hurlingham en respaldo a la Presidenta. Pero la orden de la Rosada fue evitar las demostraciones de poder para no alimentar nuevos focos de conflicto.
Tras el feriado, mañana, en la agenda presidencial ya fue consignado el encuentro con Antonio Caló, electo la semana pasada al frente de la CGT oficial.
Fuente: El Cronista