Por: Pablo Viñas, Sec. Gral. AGR-Clarín
Desde el 1º de julio hemos conquistado el fin de la “semana desplazada”, por la que se trabajaba sábados y domingos como horas simples.
Lo hicimos defendiendo el plus salarial que cobraba el sector que lo sufría, que ahora se extenderá a los otros 200 obreros de la fábrica, que recibirán 1.000 pesos de viático, por encima de las paritarias.
Este triunfo -histórico para el taller- implica para todo el gremio un golpe estratégico a la flexibilización laboral y un reforzamiento de la creciente tendencia a la organización clasista.
La comisión interna anterior, que respondía a la Juventud Sindical -”famosa” por los bloqueos a Clarín y por una cámara oculta en la que se ponían precio-, había dejado pasar despidos, “invitó” a acogerse a retiros voluntarios e impulsó el pase de 54 compañeros de lunes a viernes, pero haciéndoles “resignar” el plus salarial del 20% que hoy hemos recuperado. Por lo tanto se trata de un golpe a la explotación patronal y a la política de la burocracia sindical.
El turno negrero arrancó en la década menemista. Pero su mayor defensor fue el kirchnerismo, que en 2004 ocupó la planta con 600 efectivos policiales, con camiones hidrantes y helicópteros contra una huelga que reclamaba su eliminación.
Al día siguiente, Clarín despidió 119 compañeros. Bonasso y Piumato formaron parte de un operativo de apaciguamiento.
Luego, con la pelea Clarín-gobierno, sobrevinieron los bloqueos moyanistas y la demoradísima intervención de Tomada, quien tras nuestra denuncia pública de su inacción en la Comisión de Trabajo del Congreso de la Nación, sólo forzó la reincorporación de los delegados K, excluyendo al congresal naranja -quien suscribe esta nota-, que más tarde reingresó por decisión de la Justicia, a siete años del despido.
La recuperación sindical del taller tuvo que sortear una persecución patronal tenaz, que contaba con la complicidad de los delegados favoritos de 6, 7, 8.
Recuperado el cuerpo de delegados, a lo largo de este medio año volvimos a las asambleas -que al principio se hicieron afuera-, se afiliaron 120 compañeros, se comenzó a informar las discusiones con la patronal, se realizaron petitorios, un quite de colaboración de 14 días, y se recuperó la asamblea dentro de la planta, que terminó votando un plan de lucha que no tuvo que ser ejecutado al obtener una respuesta que satisfacía el reclamo obrero. En el camino, derrotamos varios intentos de desconocer al cuerpo de delegados cuando la patronal trató de “negociar” con un representante por sector al margen de los delegados elegidos. No hubo tales representantes en ningún sector.
Desde el principio hasta el final, la burocracia ongarista estuvo de espaldas a la lucha contra la “semana desplazada”, durante 15 años. En el punto más alto de esta lucha, cuando se reunieron dos turnos, masivamente, parando el taller en asamblea interna, el vocal de la lista Verde fue abucheado por retirarse del taller para no participar.
Luego de firmado el acuerdo, realizamos una combativa movilización a la puerta del Ministerio de Trabajo, donde acompañados por otros cuerpos de delegados de la Naranja, fuimos a reclamar la inmediata homologación del acuerdo, finalmente arrancada el 29 de junio.
En 2004 una huelga era derrotada porque no contaba con la dirección adecuada. Superando los golpes recibidos, el cuerpo de delegados antiburocrático abrió una nueva etapa en la organización de fábrica. AGR se incorpora al proceso clasista de las grandes fábricas gráficas. La victoria será un aliciente a la organización del conjunto de los trabajadores del Grupo Clarín.
Fuente: La Naranja Gráfica