Era el director en representación del Estado. Es un puesto clave en la relación de La Rosada con Clarín. Aún no se designó a su reemplazante.
Alberto Fernández todavía no tiene reemplazante. Su renuncia al gobierno nacional dejó una silla vacía en el estratégico directorio de Papel Prensa en el que había sido designado ad honorem hace exactamente un año. Ahora, entre las decisiones que tiene pendientes, el matrimonio presidencial deberá definir quién ocupará ese lugar que se convirtió en clave desde que el kirchnerismo llegó al poder.
Fuentes oficiales le aseguraron ayer a Crítica de la Argentina que Cristina Fernández de Kirchner aún no tiene el nombre del sucesor del ex jefe de Gabinete, pero remarcaron que será elegido únicamente en función del vínculo que se pretenda tener con el Grupo Clarín en la nueva etapa que se abre. Si continúa la batalla que se inició cuando despuntaba el conflicto con el campo y el oficialismo agitaba la necesidad de una nueva Ley de Radiodifusión, los Kirchner ubicarán allí a uno de sus halcones. En cambio, el sillón quedará vacante o será ocupado por alguna figura intrascendente si prospera la tregua que de una y otra parte han intentado construir en distintos momentos.
Según informó el sitio Diario sobre Diarios, la composición actual de Papel Prensa es la siguiente: Grupo Clarín 49% (AGEA 37% más el 12% de CIMECO), La Nación S.A 22,5% y el Estado Nación 27,5%. Según las fuentes, existe un 1% correspondiente a los “inversores iniciales” de la papelera.
En abril, el multimedios decidió comprarle a La Nación las acciones de Cimeco y se quedó con ese 12%.
El nuevo director de Papel Prensa en representación del Estado deberá lidiar con las denuncias por contaminación que abrió la Justicia contra la empresa. En abril pasado, después de una investigación de este diario, el fiscal federal de San Nicolás, Juan Murray, inició una demanda judicial contra Papel Prensa por presunta infracción a la Ley 24.051 de residuos peligrosos.
Lo que pocos saben es que Alberto Fernández se fue del gobierno sin consumar su último acto. Según le dijo a este diario una fuente gubernamental, el ex jefe de Gabinete no alcanzó a presentar una carta en la que conminaba al directorio de la compañía a atenerse a la normativa ambiental con el objetivo de resguardar al Estado frente a eventuales demandas.
Es sabido que el ex jefe de Gabinete se distanció de Néstor Kirchner, entre otras razones, por el proyecto de la ley de radiodifusión que desató la guerra con Clarín. De hecho, tras su renuncia, Fernández admitió públicamente que consideraba inconveniente pelearse, al mismo tiempo, con los sectores rurales y con el holding.
Paradójicamente, en julio de 2007 su designación había sido leída como una señal de dureza hacia Clarín por parte del gobierno nacional, porque se concretó después de una nota del diario que había apuntado los cañones contra la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti. El nombramiento de Alberto Fernández fue una respuesta a lo que el ex presidente Kirchner interpretó como una de las primeras embestidas del gran diario argentino en contra de su gestión.
Papel Prensa pertenece a Clarín y La Nación desde que, en enero de 1977, la dictadura militar de Jorge Rafael Videla le otorgó a cada uno de los diarios una parte de la empresa y conservó un porcentaje para el Estado nacional. También el diario La Prensa fue tentado con una porción de la compañía, pero rechazó el convite. Desde entonces, los dos matutinos deciden juntamente con el Estado a quién y a cuánto venden el papel.
El actual directorio expresa esa correlación de fuerzas. Su presidente es Jorge Rendo, el director de relaciones institucionales de Clarín y su vicepresidente es Julio Saguier, el presidente de La Nación. El resto de los directores titulares son Alejandro Urricelqui, Alejandro Saguier, Héctor Aranda, Guillermo González Rosas, Alberto Maquieira y, por el Estado nacional, Carlos Mauricio Mazzón –hijo del operador presidencial Juan Carlos “El Chueco”– y el misionero Juan Drucker. El primer director K de Papel Prensa fue el ultrapingüino Dante Dovena quien, lo mismo que Fernández, gozaba de la íntima confianza del matrimonio presidencial. Los funcionarios cambian, pero el requisito sigue vigente.
Fuente: Crítica de la Argentina