En Tucumán esto no es nuevo, días antes de la fiesta patria el hermano del concejal del concejal de Tafí Viejo, Díaz Prats, al que conocen con "Paloma" los contactó a un grupo de gente para llevarlos al acto que le preparaban a Cristina Fernández de Kirchner.
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Horas después llegaría el momento de la tragedia, cuando la tribuna donde estaban ubicados cedió sobre 20 personas. Hubo varios heridos, Diego Armando Andrada, de 14 años el que peor estaba y una persona fallecida Juan Valdez. A Diego lo auxiliaron hermanos Jonathan y Carlos.
Hoy la Gaceta de Tucumán refleja que esta familia no recibe ayuda. Los olvidaron. Ya no los necesitan.
“Pedimos una pensión de por vida para Diego”
La familia Andrada, de Tafí Viejo, imploró por una ayuda para el sustento del adolescente que quedó postrado por una herida en los pulmones. El chico dejó el Hospital Padilla, pero debe cumplir un largo reposo.
Por: Enrique Galindez; La Gaceta
Están desesperados, tienen bronca, se sienten dolidos y sufren por la desgracia que golpeó a su puerta. En la villa obrera, un barrio humilde de Tafí Viejo, la familia Andrada le pelea mano a mano a la adversidad. Desde el 9 de julio, cuando una tribuna se cayó en el acto del oficialismo realizado en el hipódromo, la vida de Diego Armando Andrada, de 14 años, cambió para siempre. Los médicos del Hospital Padilla le anunciaron que su recuperación llevará un tiempo, pero aclararon que no podrá realizar esfuerzo físico; ni siquiera para trabajar. El aplastante diagnóstico parece acorralar a los padres de Diego en un círculo de angustia y aflicción.
Por esa razón, los hermanos de Diego imploran por una pensión graciable de por vida para el sustento del chico que resultó ser uno de los heridos con mayor trastorno físico entre las 29 personas golpeadas que dejó la fatídica y precaria tribuna tubular. Esa misma tarima, construida de metal y de madera, que se llevó la vida de otro taficeño, Juan Miguel Valdez, de 54 años.
Diego dejó sala 5 del hospital, porque pensó que sería mejor estar en su casa. Los médicos le permitieron el traslado, pero debe volver a control cada semana. En su humilde casa, los problemas se multiplicaron. Es tan pequeña y humilde que se transforma en un presidio, donde el baño no tiene agua potable; tampoco la cocina y lo único firme es el techo.
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Así viven los 16 integrantes de la familia (padre, madre, nueve hermanos y seis nietos). Duermen hacinados: algunos en una cama y otros en colchones que se despliegan en el piso. Los huecos de las ventanas se cubren con unas telas estropeadas por el polvo y la lluvia.
La habitación que utiliza Diego es un espacio de tres metros de ancho por tres metros de largo, construido en el marco del plan “Modulo Habitacional”. Allí sólo caben dos camas, pero ellos se las arreglaron para ubicar dos colchones en el piso y “agrandar” el hospedaje de los más chicos.
En la pared, sobre la cabecera de Diego, hay una imagen de Santa Rita, la virgen “patrona de los imposibles”. El retrato se muestra inclinado, como si fuera consciente de tener que enfrentar una difícil tarea en esa casa. Carmen Andrada, hermana de Diego, y madre de un hijo de 2 años, imploró por una pensión graciable de por vida para el sustento de su hermano. “Queremos una pensión, un subsidio o lo que sea, pero que le den de por vida, porque él no podrá trabajar como antes”, explicó.
María, otra hermana de Diego y madre de cinco hijos, pidió ayuda. Con su bebé, de 28 días, en brazos, dijo que la prioridad es Diego. “Queremos que él esté bien; pedimos que no le falte nada”, aseguró.
Desde su cama, Diego escucha en silencio a sus hermanas y entrecruza los dedos nervioso, impotente en su postración. A un costado, el llanto se le queda a mitad de camino a Emilio Andrada, cuando observa a su hijo menor. La voz entrecortada delata su calvario. Mañana tendrá que volver a trabajar. Es chofer de un camión de recolección de residuos de la Municipalidad de Tafí Viejo. Por mes percibe un sueldo de $ 800. “Quiero que me ayuden todos. Necesitamos para la dieta de Diego. Con lo que le ha pasado a él se ha venido todo abajo”, admite.
Las visitas
A Diego lo visitan sus amigos; esos mismo chicos con los que solía ir a jugar al fútbol en la cancha de Talleres, el club cercano de la villa obrera. “Ellos vienen a verlo, pero después Diego se pone mal porque sabe que no va a quedar bien”, cuenta su hermana María.
Parece una calamidad lo que vive la familia. Cristian Andrada, de 23 años, hermano de Diego y padre de dos hijos, fue operado en siete ocasiones a causa de un tumor en la pierna. Al ver cómo viven los Andrada, cualquiera puede entender que hayan aceptado un ofrecimiento de $ 12 para ir al acto, como lo había detallado su hermana Carmen después de la tragedia.
Movilización y fatalidad
1 - El 9 de julio, unas 25.000 personas participaron en el hipódromo en el acto del oficialismo encabezado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
2 - Antes de la llegada de la jefa de Estado, se cayó una tribuna que mató a Juan Valdez y que dejó un total de 29 heridos. Cristina pidió un minuto de silencio.
3 - El desafortunado hecho enlutó la celebración de la fecha patria. Incluso, el gobernador, José Alperovich, optó por no leer su mensaje ese día.
Ayudas y donaciones
- Un suboficial de la Policía provincial decidió colaborar con la familia Andrada. Walter Funes, miembro del Departamento central de Policía, inició una colecta entre sus compañeros de trabajo para ayudarlos con dinero y mercaderías.
- Una dieta líquida debe cumplir Diego Andrada, mientras dure su reposo. El largo tratamiento preocupa a sus familiares. Por prescripción médica está obligado a consumir lácteos y jugos a base de soja, entre otros.
- Hasta ahora, los familiares gastaron más de $ 5.000 entre las necesidades urgentes que surgieron desde que se accidentó Diego. Ese dinero fue facilitado por el intendente, Javier Pucharras, y por el secretario de Urgencias Sociales, Federico Masso.
- La familia Andrada acepta donaciones en su casa, ubicada en Portugal 140, de la villa obrera de Tafí Viejo. Sólo tres hermanos de Diego tienen trabajo: uno es albañil y otros dos trabajan en la cosecha de limones. El resto no tiene empleo.