Germán Luis Kammerath Gordillo (h) es un hombre corcho, categoría escrachada por Roberto Arlt en una de sus clásicas Aguafuertes Porteñas. Se trata del sujeto que flota en las aguas turbias de sus acciones, aunque las circunstancias en las que se desenvuelve cambien radicalmente. Kammerath fue funcional a la dictadura y desempeñó elevados cargos en democracia. Su oportunista buena estrella, está ahora amenazada, porque dejó huellas que no se borran, hay una causa judicial que no se agota y existen denuncias que se acumulan. El momento es propicio para armar el dossier de antecedentes del personaje, en base a impresiones directas, bibliografía, material de archivo y referencias halladas en servicios de Internet.
Precocidad
En el prólogo del golpe de estado, Kammerath era alumno del Colegio Nacional “Joaquín V. González” de La Rioja, donde también presidía el Club de Ciencias, elegido por sus pares. Es posible que lograra ese apoyo por arrimarse, en la vida extracurricular, a jóvenes interesados en cuestiones político-culturales, con una mirada al menos progresista.
Su condición de agrandadito, se pinta en una anécdota. En 1974, visitó el Colegio Nacional el senador nacional Fernando de la Rúa, titular de la Comisión de Educación en la Cámara Alta. Cuando el legislador recorría el establecimiento, guiado por el rector Arturo Ortiz Sosa, Kammerath pretendió sumarse a la escena, invocando una difusa representación. Tras breve intercambio de palabras, el rector dispuso: “Vos te vas ya mismo al curso”.
El docente recordó, años después, que “para mí, eso fue el inicio de la inquina que luego me tuvo…”. En verdad, las motivaciones de Kammerath superan la vara del encono adolescente. Asaltado el poder por los militares, recurrió a prácticas fascistas. Por caso, tratar de aislar a condiscípulos por ser hijos de “subversivos”, algunos capturados por la feroz represión desatada en La Rioja. Varios profesores estaban en la cárcel, cuando fue detenido, el 9 de junio, Ortiz Sosa. Chance para que Kammerath, con anuencia del vicerrector Rojas, apodado el Chancho, actuara como anfitrión de uniformados, que se paseaban por el Colegio Nacional con propósitos intimidantes.
En una atmósfera de terror y delaciones, Kammerath trepó el primer peldaño para, luego de un tiempo, ser proclamado “Joven sobresaliente” por resolución del mismísimo Jorge Rafael Videla, previo recibirse de bachiller y mudarse a la Capital Federal. En la metrópolis, ingresó en la Universidad de Buenos Aires, se afilió a la Unión del Centro Democrático, fue orador en un acto de homenaje al almirante Isaac Rojas, realizado en 1979, en el estadio Luna Park, y se desempeñó como corresponsal del diario El Independiente de La Rioja.
De su paso por casas de altos estudios, Kammerath cosechó un estigma: la bolilla negra, como sanción por la adulteración de documentación de certificados de notas, traducida en prohibirle el acceso a academias estatales.
Un diario en la mira
Eliminar la línea editorial de El Independiente, fue un objetivo del plan represivo. El matutino padeció la invasión militar, en la noche del 23 de marzo de 1976. Prisión para varios periodistas, exilio para otros y salidas forzadas de la redacción, completaron el ataque. Miembros de servicios de inteligencia operaron en la cooperativa, editora del periódico. La intervención judicial respondió a los designios del Batallón de Ingenieros 141.
Kammerath fue corresponsal de El Independiente, en Buenos Aires, desde el 28 de mayo de 1979. En la resolución firmada por Wenceslao Roque Álvarez, figura el número de DNI del flamante “periodista”: 14.717.019. Claro que su vocación de cazador de brujas se mantenía incólume, expresada en cartas dirigidas al subsecretario del ministerio del Interior, coronel José Ruiz Palacios, fechadas en 1978 y 1979.
Dignos de un activo miembro de la GESTAPO vernácula, son los contenidos de esas misivas. En síntesis, Kammerath alertaba al funcionario de la posibilidad de que El Independiente siguiera “ligado a la subversión”, con la asamblea de socios “manejada por izquierdistas”. Para Kammerath, el “informarle” al coronel Palacios, era un gesto de “lealtad para con el Proceso y para con Usted”.
Fiel a su admiración por los golpistas, Kammerath dijo el 24 de setiembre de 1979, en el Luna Park: “Aquí vemos a los protagonistas de 1955 como a nuestros más modernos próceres, a los argentinos nos ha quedado prendida en el corazón la gesta histórica del 16 de setiembre”, de 1955.
En cuanto a El Independiente, Kammerath no se dio el gusto de hacer pie en el proyecto de despojo del espíritu cooperativo y del sentido editorial indeseado por los sectores reaccionarios de La Rioja.
Sí fue ingrediente de la maniobra que culminó, el 23 de junio de 1983, con la exclusión de ocho socios fundadores, acusados de “abandono de trabajo”, cuando en realidad estuvieron encarcelados o en el exilio. La denuncia de lo ocurrido se tramita en la Justicia federal y de recibir curso favorable , el corresponsal de ocasión podría ser citado para que explique su participación en un delito de lesa humanidad.
Al fin de cuentas, Germán Luis Kammerath Gordillo (h) fue un confeso civil golpista, cómplice activo del terrorismo de Estado que cubrió la geografía riojana y ni siquiera dudó en también asesinar al obispo Enrique Ángel Angelelli, según se probó en el juicio con sentencia leída el 4 de julio de 2014. Con semejante “prontuario”, los rasgos del hombre corcho le permitieron acomodar sus ambiciones a las nuevas circunstancias.
El ascenso
Kammerath se casó con Luz Capdevila, miembro de una familia conservadora y de muy buena posición económica, de la provincia de Córdoba. Del matrimonio nacieron cuatro hijos. El ex estudiante con bolilla negra en las universidades públicas, consiguió un sospechado título de abogado, que se tradujo en el trato de “doctor”.
Afianzó su militancia en el partido liderado por Álvaro Alsogaray y la suerte llamó a su puerta con el desembarco de Carlos Saúl Menem en la Casa Rosada, en 1989.
El vínculo se explica en un suceso con tono de leyenda. En 1930, Saúl Menem fue, una vez más, papá. La criatura nació con serios problemas de salud. Un tío de quien sería Germán, era médico y recurrió a un remedio basado en la recién descubierta (1928) penicilina, que salvó al bebé. En agradecimiento a Carlos Kammerath, nombre del galeno, el niño fue registrado como Carlos Saúl Menem, futuro presidente de la Nación.
Por si fuera poco, Carlos Menem estudió Derecho y con el título bajo el brazo sus primeros trabajos profesionales los efectuó en el estudio de Germán Luis Kammerath Gordillo (padre), referente del conservadorismo riojano. Por las vueltas del destino y los vaivenes políticos, el hombre corcho halló la plataforma ideal para hacer, en democracia, una carrera injustificada para un golpista. Tuvo otra ventaja: Menem accedió al poder para ejecutar un programa aplaudido por Alsogaray y, en lo simbólico, abrazó al almirante Rojas.
En la década de los años noventa, por decreto fue subsecretario y secretario de Comunicaciones de la Nación e interventor del canal oficial de televisión. Por el voto popular ocupó sillones legislativos y, nada más ni nada menos, fue representante cordobés en la Convención Constituyente que deliberó en Paraná y en Santa Fe, en 1994.
Acompañó a José Manuel de la Sota en la fórmula a gobernador y vice, en 1999 y de inmediato se postuló, con éxito, para convertirse en intendente de la importante ciudad de Córdoba (la Docta, la de la gran historia) desde 1999 hasta 2003, de los 42 a los 45 años de edad.
Cuando el país se incendiaba por la trágica crisis, Kammerath administró el municipio como un centro de negocios. Pronto agotó el crédito extendido por la mayoría de los ciudadanos. De la Sota pidió perdón por haberlo apoyado. Llovieron los pedidos de juicios político en su contra. Las denuncias por actos de corrupción resonaron en los medios de comunicación.
Aunque con perfil bajo, el hombre corcho flota. Las transacciones comerciales que tejió con los Macri como jefe de la comuna, a lo mejor se extienden al acuerdo partidario con Propuesta Republicana. Como un indicio, Laura Rodríguez Machado, ex pareja de Kammerath, ocupó el segundo lugar en la lista del Pro para los comicios de diputados nacionales en 2003, encabezada por el ex árbitro de fútbol Héctor Baldassi.
Proceso abierto
El tiempo pasa, pero Kammerath no consiguió zafar en la causa federal, con matriz en la escandalosa adjudicación de frecuencias radioeléctricas de alta calidad, a la empresa francesa Thales Spectrum, en 1997, cuando era secretario de Comunicaciones. El 22 de abril de 2014, la Corte Suprema de Justicia ordenó que continúe la investigación y confirmó el procesamiento de Kammerath, entre otros involucrados en presuntos sobornos por cifras millonarias.
El expediente está en danza desde 2004, a raíz de la anulación del contrato de marras, efectuada por el gobierno nacional, con pase a la Procuraduría General, para deslindar responsabilidades.
Si la impunidad no se afianza como un elemento de la historia, Germán Luis Kammerath Gordillo (h) verá conmovida su comodidad de hombre corcho, en Buenos Aires, Córdoba y La Rioja.
Le preguntaron al ex Rector del Colegio Nacional, profesor Arturo Ortiz Sosa.
--En la década del ’70, ¿se repitió en el Colegio la efervescencia militante de izquierda que ocurrió en otras ciudades?
--No. Hay que recordar que a La Rioja las cosas siempre llegaban tarde. El único problema que hubo por ideologías fue planteado por Germán Kammerath, en tiempos del proceso militar (1976-1983)
“No lo dice, pero lo recordamos bien: las ‘influencias’ del ‘alumno brillante’ sobre las “consecuencias” padecidas por varios docentes”Del libro “querido Rector”, de Arturo Ortiz Sosa (h)Fuente: Análisis Digital