A un año exacto de su sanción, la ley de servicios de comunicación audiovisual generó, además de batallas judiciales, incertidumbre en la industria y desorientación en los televidenes. ¿Qué cambios reales hubo?
Por: Laura Ventura
El desafío de dejar la política a un lado es complejo; hasta imposible. Hoy se cumple exactamente un año desde que la llamada ley de servicios de comunicación audiovisual fue sancionada, y además de las decisiones judiciales (esta misma semana la Corte avaló una medida cautelar que suspende el plazo de desinversión), hay un sinfín de asuntos en marcha ante los cuales el espectador se siente, como mínimo, desconcertado. Y la propia industria televisiva, en estado de incertidumbre. Mientras tanto, canales de todo el país y productoras aún se dedican a estudiar la letra chica de la legislación.
Un gran interrogante es cómo se podrán llevar al campo práctico algunas ideas fuerza para las que se movilizaron sectores durante el debate legislativo, pero que exigen, en primer lugar, una fuerte inversión y una mayor iniciativa de un Estado que hoy parece enfocado apenas en los artículos vinculados a su lucha contra el Grupo Clarín.
Los canales, tímidamente, ya incorporaron algunos cambios, escasos si se miden con la batería de medidas que propone la ley. Los más evidentes hasta ahora son apenas la inclusión de la hora en el ángulo inferior de la pantalla, placas que delimitan el inicio y el final de los espacios publicitarios y la comunicación diaria de quienes son los titulares de las licencias. Desde hace varios viernes, el día que ShowM atch comienza a las 21.30, Marcelo Tinelli detiene las peleas mediáticas para anunciar puntualmente, a las 22, esta nueva franja.
El viernes último, la Asociación de Telerradiodifusoras Argentinas (ATA), integrada por Telefé, El Trece, Canal 9 y América, entre otros, presentó una denuncia contra 34 artículos de la ley que se refieren a las licencias y a la reglamentación de los contenidos. Por contraste, el canal oficial, corre con ventajas en el nuevo escenario. Martín Bonavetti, director de Canal 7, analizó la pantalla que dirige como en pleno proceso de transformación. El ejecutivo admitió que el rating lo preocupa, pero que su prioridad es generar contenidos atractivos: "El canal está recuperando su matriz de producción propia, y una de las áreas donde aspiramos a crecer es en ficción. Es un desafío para el equipo que sí produce contenidos de no ficción. Por eso apostamos a la sitcom , que no es tan exigente como una tira."
Dudas, en el interior
Hay algunos puntos aún difusos en la ley que propone un cambio radical para las emisoras del interior. La crítica de algunas autoridades de medios es que la ley plantea el qué, pero no el cómo, quizá como consecuencia de una apurada redacción para lograr su aprobación en el menor tiempo posible. Los canales no porteños deben reservar la mitad de su horario central a producciones propias, por lo tanto, habrá menos contenidos de Buenos Aires. Sobre esta restricción, los propios operadores deslizan la posibilidad de que los programas de alto rating sean seguidos a través de Internet, que plantearía un nuevo escenario de "evasión a la ley".
¿Qué pasará con ShowMatch o Susana Giménez, que duran más de dos horas, el cupo de tiempo en que se pueden transmitir producciones nacionales en el interior? Una solución podría ser que fuesen editados. De este escenario se desprende que serían vistos en el interior más tarde que en el AMBA y, por lo tanto, no podrían participar de los juegos y concursos, por ejemplo, que se realizan en vivo.
¿Cómo harán las emisoras del interior para sostener las cuotas de producción que exige la ley, un rubro complejo y costoso? Esteban Falcón, presidente de Canal 10 de Córdoba (de la Universidad Nacional de esa provincia) adelantó que este canal abierto, público y universitario empezó a producir ficciones breves de humor de costo moderado de realización, con cómicos locales. "No estamos en condiciones de enfrentar presupuestariamente una tira de ficción". Y confiesa que el monto del que dispone tampoco permite tener los humoristas locales de primera línea. "Hacer TV es costoso y la ley no resuelve el interrogante del financiamiento", opina Falcón.
Otros de los puntos polémicos de la reglamentación de la ley es el reordenamiento de la grilla del cable, que debía regir desde el 1º de octubre, pero fue suspendido por una orden judicial. Además, y menos sabido, es que la ley impone a los sistemas de cable a incluir todas las señales que pertenezcan o que posean participación del Estado, entre ellas, las emisoras que están naciendo: Hacer TV (del Ministerio de Planificación), la señal de música Sonar, Incaa TV, Paka Paka. En un fuerte comunicado que emitió hace un mes la Asociación Argentina Televisión por Cable (ATVC), su presidente Walter Burzaco destacó: "El objetivo es beneficiar a los canales oficiales y a los canales amigos del Gobierno. La libertad no precisa de guías; sí, de reglas claras".
La LSCA es específica en esta materia de publicidad: los programas de aire podrán emitir hasta 12 minutos de publicidad y en ellos se computarán las publicidades no tradicionales (PNT). La distribución de la publicidad preocupa a los canales de aire: la torta, ya escasa, se distribuirá en una mayor cantidad de porciones. Algunas autoridades de emisoras admitieron su miedo de que los contenidos se paupericen. Una ex autoridad de un organismo oficial le dijo a La Nación: "Se buscarán audiencias reducidas y esto impacta en el mercado publicitario. Se vulnera la sustentabilidad de cada medio, y así, con empresas pequeñas y altos costos de producción, serán títeres oficiales". Por el contrario, Bernarda Llorente, quien fue directora de programación durante una década de Telefé y es actualmente una de las dueñas, junto con Claudio Villarruel, de ON TV, opina sobre el espectador: "[Podrá ver] TV de alta calidad; es una apuesta compleja para mejor, y la TV se reinventará a sí misma".
Mariano Chihade, de Mandarina, es optimista: "Creo que la torta publicitaria se adaptará a las necesidades del mercado". Entretanto, Adrián Suar, gerente de contenidos del Trece y factótum de Pol-ka, en una nota concedida a La Nación, publicada el 7 de agosto, opinó: "Que habrá más trabajo es engañoso. Puede pasar lo contrario. Es un titular que suena bien para los oídos, pero tengo miedo de que en la práctica no se cumpla. Producir no es hacer el brindis del estreno. Los costos son muy caros y la rentabilidad es muy chica".
El escenario de menores ingresos también preocupa a los actores y autores. Por eso, debaten la creación del Instituto de Ficción de TV. Arturo Bonín, uno de sus impulsores, explicó su reclamo a La Nación: "Queremos que se incluya la ficción en el 60% de producción nacional que exige la ley, porque no especifica qué contenidos. No sé si nos va a traer más puestos de trabajo, pero lo hacemos para defender nuestra cultura". En 2001, cuando surgió el recordado lema de "Somos actores; queremos actuar", había 9 horas de ficción diaria; en la actualidad, sólo existen 4.
Espacio publicitario
Durante todo el día, los canales anuncian luego de cada bloque de programación, antes de la tanda y cuando ésta culmina, el inicio y el final de los espacios publicitarios.
Protección al menor
El clásico horario de protección al menor fue reemplazado por una placa que señala el fin del "horario para todo público", que los canales emiten a las 22.
Hora y temperatura
En el margen inferior de la pantalla (algunos canales, en el extremo izquierdo; otros, en el derecho), se anuncian la hora y la temperatura.
Fuente: Diario La Nación