lunes, 11 de octubre de 2010

La vuelta del "Otro"

“Simplemente Batata: Los hombres del Mercado que llevan a cabo la mayor y más visible actividad de reclutamiento de changarines para componer los grupos de choque del justicialismo bonaerense son tres: Raúl Leguiza, que es uno de los directores; Alberto Olmos, que ocupa una de las tantas gerencias que funcionan en la corporación, y Batata, simplemente Batata porque su pellejo es del color de la batata y contadas son las personas que en el Mercado conocen su verdadero nombre.
Leguiza fue nombrado por Duhalde y está sumamente vinculado a las cooperativas; suele definirse como un "pierrista a muerte". A través de su excelente relación con las cooperativas -particularmente Centralmarket S.A. y Servicios y Mandatos, que funcionan en el piso tercero del Mercado--, Leguiza logra convencer a los changarines de las ventajas que acarrea formar parte de los grupos que él denomina "de seguridad". Es que de la buena disposición de los hombres que dirigen las cooperativas depende la buena o mala fortuna de los changarines: son ellas las que contratan, pagan y, cuando se les antoja, desisten de sus servicios”.
En la tarde del jueves último, cerca de una de las naves dedicadas a la venta de frutas, un changarín llamado Ramón narró a Página/12 la metodología que usualmente utilizan las cooperativas para invitar a los hombres de carga y descarga a participar en los "grupos de seguridad" del justicialismo. "Cuando empiezan las campañas siempre pasa lo mismo. Vienen los tipos de la cooperativa, te pagan por el laburo y te dicen que tal día hay acto de Pierri, de Duhalde, del Comando de Organización, y que hay que ir para garantizar la seguridad. Si no vas estás medio jodido porque después no te dan laburo. ¿La Rural? No, para ir a la Rural no me dijeron nada, pero sí me contrataron para la caravana, y fui y me saqué unos mangos. Por suerte no pasó nada. Tuve que hacer cordón, nada más, sacar a la gente del medio. Claro, si hay quilombo tenés que dar, si no ¿para qué te contratan?"
Estas líneas formaban parte de la investigación de Hernán López Echagüe* sobre los “batatas” del Mercado Central (publicada en PáginaI12 un 22 de agosto de 1993, cuando Duhalde era gobernador de Buenos Aires). Publicar estas notas le costó dos atentados. El 25 de agosto un corte a navaja en su cara y en la puerta de la casa y el 10 de septiembre, a la madrugada vuelve a ser agredido. Ese día Duhalde ofrecía cuarenta mil dólares de recompensa para el que ayude a encontrar a los responsables. Esto significó para Hernán y su familia la consiguiente decisión de abandonar el país y mudarse a Uruguay.
En el marco de la última agresión sus compañeros de trabajo toman una decisión y se publica en el tradicional pirulo de tapa: “Todas las notas de esta edición de Página/12 llevan la firma del compañero Hernán López Echagüe por una iniciativa de los trabajadores con el respaldo de la empresa. Es una forma de decir que todos fuimos agredidos, que la política del terror y la agresión no va a interrumpir nuestro compromiso con la gente, que vamos a seguir exigiéndole al Gobierno –responsable por acción directa u omisión- el esclarecimiento de todas las agresiones sufridas por los trabajadores de prensa. La solidaridad es hoy más fuerte que ayer. Todos somos López Echagüe. Trabajadores de Pagina/12.”
Hoy el periodista está radicado en la localidad de Nueva Palmira, en Colonia. Desde allí dialogamos en las Señales sobre su nuevo libro de investigación sobre el ex presidente Eduardo Duhalde “El regreso del otro”.

Hernán ¿Quién es el otro?, ¿Quien es Eduardo Duhalde para vos?
Mirá es varias cosas. En este libro lo que yo intenté es reflejar su figura, su trayectoria política que ya lo había desarrollado en mi libro anterior “El Otro” tomando esto como tronco para retratar lo que es la dirigencia política argentina dentro de justicialismo, en los últimos años.
Es un libro muy especial, muy particular, en principio es un libro bastante subordinado en la advertencia que hago al lector, porque voy entreverando cosas del libro anterior, hasta cuestiones de periodismo, el trato de la noticia, el trato hacia Duhalde y un poco trato de reconstruir lo que fue su paso provisional por la presidencia. Es decir, para mí, no soy de esas personas que podría definir a un protagonista de la política argentina como fue Duhalde en pocas palabras.
Lo tomo un poco como espejo de cierto tipo de política más relacionada a, casi diría yo, el gerenciamiento de la política. Con ciertas actitudes y ciertas conductas que lo tienen como un símbolo de cierta política muy ligada a la administración de un estado de las cosas de un sistema. No hay nada transgresor ni novedoso. Es una cosa muy conservadora. Me resulta muy difícil definirlo con adjetivaciones.

Hace 14 o 15 años publicaste “El Otro” ¿qué cambió de aquel Duhalde a este de hoy?
Lo que yo noto es cierta exacerbación de un discurso más de derecha. Más desembozado diría. Por aquellos años, yo recuerdo, Duhalde tenía una actitud más decorosa en lo que se refería a Derechos Humanos. Ahora lo vemos, por ejemplo, ahora lo vemos muy de la mano con la causa de Cecilia Pando, por ejemplo. Y haciendo cosas muy llamativas como reunirse, de vez en cuando, con los hijos de militares que están detenidos por violaciones a los Derechos Humanos. Y explicarles que están injustamente detenidos que han luchado en la dictadura por la libertad contra las fuerzas de extrema izquierda que querían implantar en el país. Ese es uno de los ejemplos que te doy. Y después algo que le comprende a una parte de la dirigencia política argentina hoy, muy crispada, hasta patotera, cuando uno escucha o lee "A (Néstor) Kirchner le gano por nocaut o por abandono”, “lo voy a sacar de la política…” suena feo, sea Kirchner o sea quién sea. Hay una imagen, un gesto de desparpajo que antes, tal vez, creo yo influye por el hecho de que cuando yo hice el libro estaba ocupando una función pública, era el gobernador de la provincia más importante del país. Entonces había ciertos modos, ciertas formas que cuidar. El estando ahora fuera de la función pública, hace bastante tiempo, quizá eso hace que se vea un poco más su esencia.

En el libro hablas sobre la presidencia de Duhalde ¿Cuál es tu opinión sobre ese paso de Duhalde en la Presidencia de la Nación?
Me voy a basar más en una constatación de hechos que en una opinión mía. Si uno ve lo que hizo Duhalde en el 2002 por un lado favorecer a la corporación industrial. A mi resultó muy difícil establecer una cifra exacta con los millones de dólares con los cuales favoreció a los grandes grupos empresarios. Te digo difícil porque yo consulté a unos cuantos periodistas y ninguno está de acuerdo. Alfredo Zaiat, Silvia Naishtat… siempre hay cosas que son difíciles de establecer, con certidumbre y si se puede llegar a un promedio de 13 millones de dólares con los cuales favoreció las deudas que las empresas tenían con los bancos. Y después como hecho, para mí, muy lamentable y penoso fue aplicar esa mano durísima que aplicó a partir de la masacre de Avellaneda. Es decir, hubo por un lado un parto con las corporaciones, que son las mismas corporaciones y muchos empresarios que lo están apoyando en su vuelta a la política. Y después su responsabilidad política en el caso de la masacre de Avellaneda, por qué yo no entiendo porque, a veces, muchos medios que hacen hincapié en la responsabilidad política de De La Rua en los hechos de diciembre de 2001, que de hecho la tuvo siendo presidente de la nación y porqué no se hizo eso en el caso de Duhalde. Creo que hay una cierta responsabilidad, la justicia no se jugó. Supuso que no era necesario indagarlo, no era necesario llamarlo a declarar. El recuerdo que tengo es bastante triste, de un engañoso bienestar, de un bombero que apaga el incendio…
En realidad en el libro yo cuento lo que dijo (José Ignacio de) Mendiguren que fue su ministro (de producción) en aquel momento, que sí el lo reconoció en el 2007 que si se favoreció a algunos grupos tarea que el decía, en términos metafóricos, que había que salvar a la locomotora y dejar para después los vagones. (NdE: dijo de Mendiguren “Si se para un tren hay que arreglar primero la locomotora, no el vagón”) y los vagones era la sociedad en general y los sectores más oprimidos con menores recursos.

A Duhalde le mencionaron días atrás que vos habías sacado un libro y el mencionó que te había hecho 11 querellas y te las había ganado todas, hasta donde yo sé no es cierto esto ¿No?
No sabía! Dijo eso? Mirá Duhalde es un mentiroso. Un mentiroso pero de cuarta. A mi Duhalde me hizo una sola causa, una causa penal por calumnias e injurias (en 1996) que justamente hace dos semanas, voy a distribuirla a la prensa, extinguió: La Cámara Penal de Lomas de Zamora en una resolución unánime declaró extinta la causa por que había prescripto y no tenía más recursos que interponer. Y gané la causa. Es verdad que me iniciaron otras causas de otros de sus funcionarios, Alberto Piotti, hay otros más que son personajes secundarios que las perdieron todas. Hay una causa que perdí que me iniciaron los familiares de Alberto Bujía, que había sido su secretario privado durante muchos años, que murió (en un accidente) en la época del llamado “Narcogate”, no me acuerdo exactamente en que año fue (el 16 de marzo de 1991, conducía alcoholizado su moto, en contramano, e hizo colisión contra una camioneta, a metros de la intendencia de Lomas de Zamora). Los familiares me iniciaron una causa que la perdí. Hubo un descuido muy grosso de la abogada, nunca le des a un amigo que te defienda, se olvidan, piensan que no tienen obligaciones, no! Pero 11 querellas no me inició. Es un mentiroso. Me apena una persona que quiera ser presidenta mienta de esa manera.

Decís que “quiere ser presidente”. ¿Le ves chances?
Mirá si miente de esa manera no creo que vaya a tener chance pero cuando vos tenes mentiras que con un papel, con un documento lo corroborás y decís este hombre está diciendo cualquier pavada. Y dejando de lado mi ironía por las cusas, si uno se guía por lo que escuché en Buenos Aires no le veo muchas chances.

Sobre el final (por problemas técnicos no está en la grabación adjunta) hablamos de su estancia en Uruguay –que no le llama exilio- y que, con su familia, están pensando seriamente en volver al país. Le pregunté acerca de la pregunta que Mirtha Legrand, en persona y con gran naturalidad, le hizo a Duhalde antes de que se publicara “El Otro”: “Dígame gobernador, ¿usted es narcotraficante?” Le consultaste ¿cómo se le ocurrió decirle eso?, ¿que sabía?, ¿qué datos tenía…?
Si le pregunté y sabés que me respondió con una sonrisa “Vox populi – vox Dei” (la voz del pueblos es la voz de Dios) sin palabras…

Audio con la nota a Hernán López Echagüe:

*Sobre Hernán López Echagüe
Nació en Buenos Aires en 1956. Exiliado en Brasil durante la última dictadura, volvió al país en 1984 y ahora vive en el interior de Uruguay.
Fue redactor de las revistas Humor y El Periodista, de los diarios Sur, PáginaI12 y Perfil; colaboró con la revista Rolling Stone, los semanarios Brecha y Riesgo País, de Uruguay, fue corresponsal del periódico O Globo, de Brasil, entre otros. Escribió: El enigma del general (1991), La resaca (1992), Gajes del oficio (1993), “El Otro”. Una biografía política de Eduardo Duhalde (Planeta, 1996). La Frontera (Planeta, 1997), Postales menemistas (1998), Palito. Detrás de la máscara (1998), El hombre que ríe (1999), Como viejos lobos (2001), La política está en otra parte (2002); Tierramemoria (2005) y Crónica del ocaso. Apuntes sobre las papeleras y la devastación del litoral argentino y uruguayo (2007).
En la actualidad, dicta talleres sobre crónica y medios de comunicación y construcción de la realidad.
NdE: Eduardo Duhalde ha escrito tres libros sobre las drogas
1988: Los políticos y las drogas
1994: Hacia un mundo sin drogas
1997: Politica, Familia, Sociedad y Drogas

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