Los opositores critican su protagonismo y dicen que él es quien realmente gobierna, pero analistas afirman que es una estrategia planeada en conjunto con su esposa.
Sebastián Rivas Vargas
"¿Quiere saber qué voy a hacer? Me iré a un café literario". Con una fuerte dosis de humor e ironía, ese era el presagio que Néstor Kirchner hacía sobre su futuro en octubre del año pasado, luego de conocer que pasaría de Presidente de Argentina a "Primer Caballero" de la nación, gracias al triunfo electoral de su esposa, Cristina Fernández.
Pero dos meses después del arribo de Cristina a la Casa Rosada, y tras el traspaso del mando entre marido y mujer, en diciembre pasado, para Kirchner ya no quedan vestigios del café literario. El ex Presidente se embarcó en una tarea de grandes dimensiones, y que lo ha mantenido en las primeras páginas de la política de su país: la reorganización del Partido Justicialista (PJ), el más importante de Argentina y que está intervenido por la justicia de esa nación desde 2003.
Así, ha realizado movidas sorprendentes, como la reconciliación con Roberto Lavagna (ver recuadro), su ex ministro de Economía y luego adversario de Cristina en las presidenciales, remeciendo el tablero político trasandino, que ya se prepara para ver en unos meses más a dos Kirchner como presidentes: Cristina, al mando de la nación; y Néstor, al frente del PJ.
La dirección del partido es un paso que a primera vista aparece como lógico para Kirchner, por ser ex Mandatario y la figura política más relevante de su sector.
Sin embargo, encierra una fuerte contradicción con lo que hizo durante su mandato, en el que rehuyó enclaustrarse en los partidos tradicionales, creó un referente electoral propio (el Frente para la Victoria) e incluso forjó alianzas con miembros de otros sectores, como los llamados "radicales K".
¿Por qué, entonces, Néstor decide dar el paso? "Mi interpretación es que no podía hacer otra cosa. Más que un deseo personal, es lo que está obligado a hacer. No tenía más remedio que ser presidente del PJ", comenta el analista y encuestador argentino Ricardo Rouvier, quien sostiene que "no hay alternativa de empezar la reestructuración de los partidos políticos si no se empieza por el justicialismo".
Enrique Zuleta Puceiro, profesor de la Universidad de Buenos Aires y presidente de la consultora OPSM, enfatiza que asumir el liderazgo del justicialismo es la forma en que Kirchner pueda viabilizar en el tiempo su proyecto político, pues le permite controlar al partido más grande de Argentina y continuar con sus alianzas con otros sectores.
Zuleta Puceiro afirma que "Kirchner está tratando de controlar el PJ, pero no hegemonizarlo, y mucho menos cancelar la operación transversal, porque ésa es la que le permitió sacar los votos para elegir a Cristina. Sólo con el voto del peronismo no hubiera llegado, y sin el voto del peronismo tampoco. Es una política que es más hija de la necesidad que de la virtud".
Si bien hasta el momento Kirchner ha conseguido éxito en sus planes y ha concitado apoyo al interior del PJ, su constante figuración pública despertó las críticas opositoras, quienes recurrieron a una vieja fórmula argentina para explicar lo que a su juicio ocurre: "Cristina al gobierno, Néstor al poder".
Pero para los analistas, más que un "dominio oculto" de Néstor sobre Cristina, lo que existe es complicidad entre ambos. Sergio Berensztein, profesor de Ciencia Política de la Universidad Torcuato di Tella, plantea que "no es un poder dual, no hay una competencia por el liderazgo entre ellos, pero sí hay una figuración realmente notable del ex Presidente, y la densidad política de las cosas que él hace es superior a lo que hace Cristina".
Por su parte, Rouvier plantea que "Kirchner está viendo el tema más político, y la Presidenta está más en función del Estado", mientras que Zuleta Puceiro dice que "Kirchner no ha pisado la casa de gobierno desde el 10 de diciembre", y destaca que no ha influido en los temas ejecutivos, que son labor de Cristina.
Además, ambos cuentan con alta aprobación en los sondeos, lo que les permite tranquilidad para seguir con esta estrategia: "No se observa ninguna mengua de la imagen de Kirchner, y Cristina está consolidándose en su figura de Presidenta. Están actuando como una sociedad política que, por el momento, no ofrece fisuras", dice Rouvier.
Sin embargo, Berensztein reconoce que el rol estelar de Kirchner puede afectar a su esposa: "Es como si el poder formal estuviera en manos de Cristina, pero el poder real está en manos de Néstor. Y hasta ahora, esto contribuye al hecho de que Cristina tenga dificultades para instalarse en el centro de la escena política", dice, aunque afirma que quien sea el protagonista no es un tema que desvele a la "familia K": "Es el proyecto de los Kirchner, y en ese proyecto el líder siempre fue el ex Presidente".
Una frase con historia
La oposición desempolvó uno de los lemas más famosos de Argentina para acusar a Néstor Kirchner de ser quien realmente controla el país: "Cristina al gobierno, Néstor al poder" fue la modificación que hicieron a una frase que tiene sus orígenes en 1973.
En esa época, el general Juan Domingo Perón, fundador del PJ y quien estaba inhabilitado para postularse a las elecciones en su país, presentó a uno de sus "delfines" como candidato presidencial: el fiel Héctor Cámpora, cuya consigna de campaña dejaba en claro su objetivo: "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
Con el respaldo de Perón, Cámpora ganó las elecciones, permitió el regreso del general al país y renunció dos meses después de asumir el cargo, para que se celebraran nuevas elecciones en las que Perón pudo competir y finalmente vencer.
Lavagna está solo y deprimido
Quienes frecuentan a Roberto Lavagna afirman que éste nunca imaginó que su acuerdo con Kirchner para reorganizar el desmembrado Partido Justicialista iba a generar tantas críticas.
Señalan que el hasta hace poco rival político del ex Mandatario se siente usado, estigmatizado y sin ánimo para enfrentar tanto enojo. Según la última edición de la revista "Noticias", Lavagna no vive un buen momento tras su regreso a las filas "K".
Uno de los más molestos por su actitud es Gerardo Morales, presidente de la Unión Cívica Radical (UCR) y ex compañero de fórmula del ex ministro de Economía en las elecciones de octubre pasado.
"Intentó explicarme que era un tema del PJ, pero que seguía de acuerdo con nuestros postulados de campaña... Le contesté que me parecía patético que terminara en la portada de un diario con Kirchner en Olivos, y ahí se terminó la conversación", dice a la revista trasandina el líder radical antes de confesar que no intuía el pacto.
Según Morales, "la política desnudó a Lavagna y lo mostró tal cual es: un hombre que un día dice una cosa y al otro día dice otra".
Fuente: El Mercurio, Chile