Mariana Guzzante - mguzzante@losandes.com.ar
Dejar una marca -un flash efímero- en el sistema nervioso de la ciudad, en las calles: eso es el stencil. Los hacen diseñadores, artistas, algunos grupos, además de stencileros solitarios, casi siempre nocturnos y veloces. Cuando amanece, imágenes y letras están ahí, dando vitalidad a espacios semimuertos: un “no a la minería” en las fábricas fantasmas, un “mi cuerpo es mío” en un muro de iglesia o el chiste microcéntrico que pone a Romanello el casco de Lord Vader.
El stencil es un arte callejero gráfico que, casi siempre, comparte terreno con el graffiti, la pegatina y la intervención urbana, esa heredera rebelde, más nómada y más ciruja, del arte-vivo que apareció en los ‘60s.
Para algunos, hacer pintadas (u otro tipo de ‘street art’) es nada más que una técnica, a base de plantillas, aerosol y ciertos códigos: ponerse creativo, saltar el museo, estampar una pared y punto. No es poco: la imagen se deja a la mirada del otro, el caminante, el ‘flaneur’, el que capta la idea y le abre más sentidos. Algunos son memorables, como “Terminestor” (un Kichner mitad como es, mitad robot, justo esa mitad del ojo...).
Para otros, con estéticas más duras, el stencil es una herramienta marginal, subversiva, bomba visual de escrache, la mayoría de las veces político, áspero y directo: “La policía me lleva por ser pobre/por ser morocho/por ser homosexual...”, frase escrita debajo de unas manos abiertas.
Así, funciona como grito y denuncia contra la discriminación o el racismo, la intolerancia, la estupidez... Quizá, pretende funcionar también como vacuna.
En todo caso, el mensaje primitivo de todo stencilero es éste: “Aquí estoy”, combinado con un “despertate”, dirigido al habitante rutinario, anestesiado y ciego.
Paredes de casas solas u okupadas, bordes de arroyos urbanos, paradas de colectivos, han sido siempre las zonas francas para el stencil rockero y el tag anarco, destinado a morir al día siguiente a manos de un municipal o de un vecino. Hay, sin embargo, ideas que merecen salvarse de amas de casa fanáticas por la “ciudad limpia”: la campaña del amor urbano, del uso consciente del agua, o del cuerpo.
Con el tiempo, estas formas del arte callejero se han ido fusionando para dar más poder, en estética y contenido, a la intervención urbana. Aquí mismo, distintos artistas periféricos están haciendo algo llamado “investigación artística”: una tendencia de la plástica que une arte y compromiso. Va más concreto: estudian cómo hacer arte para que la gente reaccione. Que despierte, pero ya.
Marita, la mejor flor
Marita Castro era una chica de El Algarrobal. Todos los días salía bien temprano de su casa para llegar al trabajo, en una empresa de lácteos lasherina. El 24 de setiembre de 2004 no llegó: un conductor-homicida-anónimo la atropelló y, a sangre fría, la tiró, aún viva, a una zanja cercana.
Imaginemos cómo sigue: la familia organizó marchas, pidió justicia, hubo movidas sospechosas, transas políticas detrás del implicado... silencio.
Sergio Rosas es el artista plástico que, casualmente, conocía a Marita. Él y seis más forman el Grupo Periferia, un colectivo que trabaja desde marzo con una intervención única: “Marita, la mejor flor”. La movida involucra pintadas, afiches, performances, filmaciones y también marchas, dolor y legajos, para sacar el caso del silencio. ¿Qué hicieron? “Ahí, frente a la casa en la que encontraron el cuerpo, stencileamos puertas, colgamos rosas (sus flores preferidas) y buscamos la forma de tatuar la ciudad con el rostro de Marita”, explica Rosas.
Resultado: la causa fue reabierta gracias a un testigo conmovido por esto.
Inter-zonas-rojas
A Carolina Simón, artista visual, le atrajo la idea de trabajar en zonas rojas, ese extraño suburbio céntrico por donde se ingresa a la ciudad. ¿Paisaje? Un hospital colapsado, una terminal nerviosa y un submundo de oficios y comercios que cambian según la hora del día. Tras rastreos y entrevistas a la gente, Carolina optó por ocuparse, con las armas que da el arte, del problema del SIDA.
AMAR (la asociación de meretrices argentinas) la alertó del asunto. Zona roja: prostitución, abandono, peligro. El mensaje de Carolina iba a ser claro: “cuidate, no entrés al hospital”.
Entonces allí, en pleno 2006 y tras el paro sanitario, puso en las rejas del Central una tela-sábana stencileada y colgó 4.000 preservativos embolsados para que la gente los llevara. Hizo contacto con madres preocupadas, chicos tímidos, hombres recelosos. Terminaron llevándose hasta la sábana. “Es lo bueno de la intervención: nunca sabés lo que va a pasar con la gente”.
Material Girl
El año pasado apareció en las paredes céntricas un stencil entre provocador y pop: “Chica material”. Aunque se pintó en iglesias y otros lugares sensibles, la idea pasaba más por la temática femenina que por el ataque anticatólico. Igual: todo stencilero sabe que el lugar que se elige para la pintada es un 50% de su sentido.
Ahora, AM (nick de la artista) está en una nueva campaña de tipo feminista: “Rebelate tonta”. Es una combinación de stickers con dibujo de labios y de letras con esa arenga. “La idea es que las chicas piensen en algo más”, dice AM. ¿Algo más que qué? Que lo típico. Lo que les enseña la norma, la institución, la tele: pintarse bien, vestirse bien, casarse bien, no zarparse, no opinar, no no no. Rebelate tonta.
A la pared
Contra las personas que sólo ven el stencil como mugre o vandalismo, el mensaje es éste: tómese un segundo, mírelo, léalo, comprenda. Sí, hay mucho de obscenidad e insulto futbolero en las paredes pero también hay ingenio, vitalidad e inteligencia.
Y hay gente atinada que los hace, quizá, porque no tiene otros medios para poder intentar algo bueno por el mundo, tan desastroso como está. Entonces: si no hay plata para publicar revistas, si no hay forma de entrar a las pantallas, si no pasa nada y sigue ese eterno blanqueo que es más bien un gris corrupto, cómplice del silencio...Si no hay cómo, entonces: a stencilear.
Breve cronología
1840. El eco-vándalo Domingo F. Sarmiento inscribe su famoso “Las ideas no se matan”, en francés, en una roca de la Cordillera de los Andes, camino a su exilio chileno.
1930/40. Se impone el stencil entre grupos de activistas políticos de izquierda.
1950. “Con tiza y con carbón, las mujeres de Perón”.
Fines de los ‘60. Apenas muerto el Che, aparecen los primeros stencils en base al popular retrato hecho por Korda.
1970. Se desarrolla la tecnología del aerosol envasado.
‘90. El grupo HIJOS incorpora el stencil a sus herramientas de “escrache” contra la impunidad social.
1995. Muchas plantillas de stencil se empiezan a bajar directamente de la red.
2000. Explosión del stencil. En Buenos aires: Grupo Escombros, Doma, Vómito attack, EMM, Los martes miento, Paraguaian Tropic, etc
2004-2006. En Mendoza aparecen stencils con la cara de Cobos en una Mendobús (campaña independiente contra el aumento del boleto). También misiles cayendo sobre un libro (campaña independiente en apoyo a la lucha docente).
2007. En Mendoza se empieza a ver la campaña de amor urbano: “cruza el amor” y la feminista: “rebelate tonta”
El stencil “Material girl” de AM es seleccionado por el MACRO (Museo de Arte Contemporáneo de Rosario).
Las intervenciones “La mejor flor”, “Inter-zonas-rojas” y otras más, viajan al MAC (Museo Contemporáneo de Chile).
Imágenes:
1.- Humor político que yuxtapone la cara de Néstor y el ícono del cine apocalíptico.
2.- Plena intervención urbana: el “Grupo Periferia” stencilea la cara de Marita Castro en el lugar donde fue hallada sin vida. Justicia, piden los graffitis.
3.- El primer stencil mendocino que ingresa a un museo, el MACRO (Rosario)
4.- Típico del pop: una Gioconda sexy y callejera, fuera del museo.
Fuente: Diario Los Andes