La operación cumplió todos los pasos previstos por la Ley de Defensa de la Competencia, un trámite que duró 14 meses, más que otras fusiones emblemáticas, como la de Movicom-Unifón o la de Quilmes-Brahma.
La fusión posibilitó que hoy haya competencia efectiva en el mercado de Internet (Fibertel), que de otro modo sería monopolizado por las empresas telefónicas, que actualmente son una sola, tras la compra de Telecom Italia por Telefónica de España.
La fusión también hizo posible la creación de 1500 nuevos puestos de trabajo y la inversión de 1400 millones de dólares para la concreción del mayor plan de infraestructura de la historia del cable en la Argentina. Ese plan incluyó el desarrollo de una red de fibra óptica urbana e interurbana que configura la única red alternativa del país. Además. permitió la digitalización y el lanzamiento de nuevos servicios (como HD, video on demand y banda ancha de alta velocidad), generando más y mejores prestaciones para los usuarios.
En definitiva, la fusión le permitió a Cablevisión poder competir con las grandes multinacionales que operan en el sector, cuya facturación y dimensión territorial es varias veces mayor, como DirecTV, Telefónica-Telefónica o el Grupo Slim.
La misma fue aprobada, sin excepciones, por todos los miembros de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia. Y la participación de mercado involucrada fue menor a la de los principales operadores de TV paga de países tan diversos como España. Francia, Alemania, Reino Unido, Chile, Perú, Colombia o México.
