jueves, 2 de julio de 2009

Murió el periodista Oscar Raúl Cardoso

El periodista y licenciado en Filosofía Oscar Raúl Cardoso, reconocido por su trayectoria como columnista del diario "Clarín" y que desempeñó tareas como columnista en la agencia Noticias Argentinas, murió a los 61 años.
C
ardoso fue un especialista en temas internacionales y trabajó como corresponsal itinerante de "Clarín". Como tal cubrió, entre otros hechos, las guerras civiles en América Central en los años 70, la guerra del Golfo Pérsico en 1991, el colapso de la Unión Soviética en el mismo año y las guerras de desmembramiento de la ex Yugoslavia. También tuvo a su cargo la cobertura diplomática de la contienda Argentina con el Reino Unido por las Islas Malvinas.
Cardoso fue un riguroso cronista de algunos de los hechos más importantes de la historia argentina y del mundo, y también enseñó en universidades nacionales e internacionales. Nacido en 1948, integró el staff de prestigiosas y célebres redacciones como la del matutino "La Opinión", el semanario "El Periodista" y el diario "La Voz". Fue coautor de los libros "Malvinas: La Trama Secreta (con Ricardo Kirschbaum y con Eduardo Van der Kooy); "Crónica de los días del Scud", sobre la Guerra del Golfo y "Sindicalismo: el poder y la crisis", junto a Rodolfo Audi.
En 1983, fue galardonado en el rubro investigación periodística con el "Premio Ortega y Gasset" del Grupo Prisa, responsable entre otras publicaciones del diario "El País" de España. Además, recibió el premio "Santa Clara de Asís" a su trayectoria y el "Premio Konex 2007" a la redacción periodística.
Editaba para Clarín el blog Afuera y adentro, desde la Argentina al mundo y viceversa.

A continuación su última columna en el diario Clarín:
Pocas opciones, todas preocupantes
Comienza a reducirse el tiempo para los golpistas
Por: Oscar Raúl Cardoso, orcardoso@clarin.com
Las opciones de quienes asumieron el poder en Honduras, tras el golpe de domingo pasado contra el presidente Manuel Zelaya, no son demasiadas y las que hay -todas ellas- son preocupantes. La sombra de una posible represión dura a la población por parte de los militares está ya en el horizonte, como está también la de un conflicto político diplomático con el resto del mundo democrático y, en especial con Estados Unidos.
Hasta ahora el legislador Roberto Micheletti, designado por el Congreso para llenar el vacío institucional que dejó el secuestro y exilio de Zelaya, comenzó a anoticiarse ayer que sólo con medidas excepcionales de seguridad interior puede aspirar a contener la ira popular por el golpe de Estado. De esa posibilidad dieron cuenta las víctimas de las protestas de ayer.
Esa contestación se volvería más intensa si la presión externa sobre Micheletti para que restaure la situación institucional previa al domingo se mantiene y crece. Esto no hará sino dar mayor energía a los seguidores de Zelaya. En un escenario como éste es que se insinúa la hipótesis de la represión. La ratificación del calificativo "golpe de Estado" por parte de Barack Obama a lo sucedido en Honduras preanunció esa dirección para Micheletti.
En paralelo, los hombres de Tegucigalpa temen que un opositor externo militante, el presidente venezolano Hugo Chávez, se convierta en un protector y financista de la oposición hondureña, incluyendo la provisión de armas.
En especial la idea de sanciones económicas posibles es especialmente dura para Honduras si se piensa que EE.UU. es el destino del 70 por ciento de las exportaciones del país. Es que, en verdad, la realidad post-golpe se está deshilachando en el aire. Escuchar a Micheletti narrar cómo los diputados habían recibido por correo la renuncia supuestamente firmada por Zelaya evocó no la categoría de "república bananera" sino la de "clase dirigente bananera".
Lo que esperan los observadores es que la diplomacia de la usurpación intentará enfatizar la celebración de las próximas elecciones previstas para noviembre, como suerte de "anzuelo" político para correr a Washington del rechazo que fijó Obama para con el golpe.
Honduras es firmante de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en el 2001 en el marco de la OEA, cuyo capítulo "Fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática" -artículos 18 al 21- abre las puertas a la ruta de las sanciones por quiebre del orden institucional, incluyendo la suspensión del país en la OEA si quienes hayan usurpado el poder de manos de un gobierno legítimo persisten en retenerlo.
El primer paso, sin embargo, es el de las negociaciones que están intentando ahora las cancillerías americanas y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y su adjunto político, Dante Caputo. Un ex secretario de la Cancillería argentina, Raúl Alconada Sempé, fue poco menos que expulsado de Honduras un par de días antes del golpe del domingo.
El único escenario favorable para Micheletti es que Estados Unidos varíe y se haga más permeable a los pedidos de Tegucigalpa, pero esto sería muy difícil de explicar para Obama. Un ablandamiento de Washington puede extenderse a Europa Occidental, sino a toda la Unión Europea.
El tiempo para plantear las cosas claras a Roberto Micheletti no es infinito.
Más información
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=26897
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1145893
http://www.clarin.com/diario/2009/07/02/sociedad/s-01950969.htm

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