jueves, 18 de noviembre de 2021

70 años de Fútbol por TV

Por: Daniel Guiñazú, La Voz del Interior

El fútbol televisado, acaso el mayor entretenimiento de los argentinos, cumple 70 años. El domingo 18 de noviembre de 1951, LR3 Radio Belgrano Canal 7, tal era el nombre por entonces del canal estatal que había salido al aire un mes exacto antes, transmitió en vivo el partido que San Lorenzo y River jugaron en el ya desaparecido Gasómetro del barrio de Boedo y que terminó igualado 1-1.

Un gol de cabeza que el delantero sanlorencista José Maravilla anotó a los 10 minutos del primer tiempo fue el primero que salió al aire aquella tarde a través de las pantallas en blanco y negro. A diferencia de las masivas audiencias de estos tiempos, se supone que no más de 1.500 hogares, ubicados en su mayoría en el centro de la ciudad de Buenos Aires, presenciaron aquella transmisión hecha con más coraje y voluntad que medios técnicos y que contó con los relatos de Ernesto Veltri, los comentarios de Enzo Ardigó y Raúl Goro y la dirección de cámaras del propio Samuel Yankelevich, el pionero de la televisión argentina. Siete décadas después, aquellos 1.500 aparatos iniciales se han multiplicado por millones para llevar la gran pasión nacional hasta los sitios más apartados del territorio argentino. Las transmisiones de fútbol forman parte de nuestras costumbres más placenteras.

Parte de la cultura popular
Las frases, giros y muletillas de sus periodistas están incorporadas desde hace mucho a la cultura popular. Y un partido en vivo de la selección argentina en un mundial, una final de la Libertadores o la definición de un torneo local pueden modificar rutinas y hasta despoblar las calles de ciudades y pueblos de todo el país.

Ha pasado el tiempo y hasta la forma de consumir los partidos. Lo que antes sólo se veía a través de las pantallas en torno de las cuales las familias gritaban sus alegrías o lloraban sus tristezas futboleras, hoy también se disfruta desde una computadora o un teléfono celular. Pero ningún avance tendría sentido si, 70 años más tarde, lo esencial no permaneciera inmutable y no percibiéramos un cosquilleo especial cada vez que nos sentamos como hinchas delante de una pantalla a vibrar con nuestros colores. Los de nuestro equipo predilecto o de la selección cuando sale a la cancha en los mundiales o en copas América.

Enemigos íntimos
No siempre el fútbol y la televisión recorrieron el mismo camino de común acuerdo. Durante mucho tiempo, los dirigentes vieron a la televisión como un enemigo que les vaciaba las tribunas y trataron de mantenerla alejada. A lo sumo, habilitaban la transmisión en directo de los preliminares que se jugaban los domingos y en diferido de los principales partidos.

Recién a partir de 1967, en paralelo con la reestructuración de los torneos impulsada desde la AFA por su interventor Valentín Suárez, Canal 7 empezó a televisar fútbol en directo con regularidad: un partido los viernes, otros los lunes y el domingo, en diferido, el más importante de la fecha. Había equipos que si no jugaban contra los más grandes, jamás eran televisados. Ni siquiera la explosiva aparición de Maradona en Argentinos en 1976 modificó el hábito. Muy pocos de esos primeros partidos de Diego fueron por TV. Y su campaña en Boca en 1981 sólo se vio en diferido. Para verlo en vivo, había que ir a la cancha.

Aunque los canales privados porteños transmitían algunos partidos de la Libertadores y los torneos de verano desde Mar del Plata y Montevideo que se veían sólo en las principales ciudades del país, los partidos de los torneos de AFA y de la selección eran exclusivos de Canal 7 y repetidoras. Esa relación llegó a ser tan estrecha y con tantas aristas políticas que el 24 de marzo de 1976, horas después del golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, la Junta Militar emitió un decreto autorizando a Canal 7 a interrumpir la cadena nacional vigente para transmitir desde Varsovia el amistoso que Argentina le ganó 2-1 a Polonia.
Esa tarde soleada de noviembre de 1951, un enorme camión de exteriores, con la forma de un colectivo, se instaló desde muy temprano en la puerta del estadio de la avenida La Plata para comenzar con la transmisión. Fue una sorpresa de los espectadores que, muy a la usanza de la época, llegaban a la cancha vestidos con sombrero, camisa y corbata. Esos equipos habían sido traídos desde los Estados Unidos por Jaime Yankilevich, inmigrante búlgaro llegado al país en los años 20, y su hijo Samuel, para las transmisiones de LR3 Radio Belgrano.
Del aire al cable
La aparición y consolidación de la televisión por cable a fines de la década del ‘80 cambió la ecuación económica y transformó al fútbol en un negocio abrumador. El presidente de la AFA, Julio Grondona, le firmó en 1991 un polémico contrato hasta 2014 a una sociedad entre el audaz y ambicioso empresario paraguayo Carlos Avila y el grupo Clarín que comenzó a transmitir los viernes, codificado, un partido para los sistemas de cable ubicados a más de 300 km de Capital y Gran Buenos Aires.

Fue el principio de una demanda inagotable y de un cambio de registro. El fútbol en vivo empezó a alejarse de las señales de aire para afincarse en las codificadas y los canales de cable como TyC Sports y Fox Sports. Hubo que pagar para ver correr la pelota y los jugadores. Y fue tanto el dinero que se movió que Torneos y Competencias, la empresa productora de Fútbol de Primera, se convirtió en un imperio que hizo y deshizo a su antojo en el fútbol hasta que en 2009, la política metió la cola. En medio de una pelea entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y el grupo Clarín, Grondona ese año arregló con el Estado para transmitir todos los partidos de cada fecha en forma gratuita por canal abierto. El gobierno de Mauricio Macri terminó en 2017 con el Fútbol para Todos y devolvió el fútbol al cable donde hoy celebra sus 70 años a través de Espn, TNT Y Fox, todas señales de origen extranjero y de TyC Sports, única íntegramente de capital nacional.

Con equilibrio y con desbordes, pero siempre con pasión y emoción y una manera propia e intransferible de mostrar y decir (también de no mostrar y no decir), el fútbol televisado desde hace 70 años forma parte de la vida de los argentinos. Nos emociona, nos enoja, nos hace reír o llorar, nos entretiene. Cuesta pensar que alguna vez pueda irse de allí.
La novedad de la televisión
Con el eslogan `Siempre presente en las manifestaciones del deporte argentino, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) auspició el domingo 18 de noviembre la televisación directa de un partido por el campeonato: San Lorenzo, como local en el Gasómetro de la avenida La Plata, contra River.

Con una temperatura de bochorno cayendo del cielo y la novedad de la televisión enfocando el cuadro verde y vivo del campo, empezó la lucha, enredada y dura´, dice en su crónica publicada por Clarín el periodista Diego Lucero. Es la única mención en toda la nota a la presencia de las cámaras en ese partido, que terminó empatado a un gol. A los diez minutos del primer tiempo, le correspondió al número 8 de San Lorenzo, de apellido Maravilla, concretar el primer gol de la era televisiva, voceado por Ernesto Veltri y comentado por Enzo Ardigó y Raúl Goro. Fue uno de esos goles raros, porque, tras el cabezazo peinado hacia atrás del delantero local que superó a Carrizo, el defensor de River, Ferrari, aparentemente rechazó la pelota en la línea, pero, a instancias del linesman, el árbitro consideró que había entrado y dio el gol como válido.

Hubiera sido ideal verlo una, tres, cinco veces, de adelante, de atrás, de costado, pero en aquellos primeros tiempos era imposible. La cámara que seguía las acciones sobre el arco de River -dirigida por Samuel Yankelevich y coordinada por Max Koelble- le correspondía esa tarde a Eduardo Celasco, pero cuando éste quiso subir hasta lo alto de la tribuna en donde estaba ubicada, la multitud se lo impidió. Su lugar lo ocupó el asistente Nicolás del Boca (padre de la actriz Andrea del Boca), que hoy, a la distancia, supone que no tomó adecuadamente la escena.

En el segundo tiempo, Vernazza, de penal, empató el partido para River. El domingo anterior, 11 de noviembre, por las elecciones presidenciales que convalidaron la reelección del presidente Perón (su fórmula, con Juan Hortensio Quijano, superó a la de los radicales Ricardo Balbín y Arturo Frondizi), no había habido fútbol. En esa jornada histórica, las mujeres argentinas, incluida Eva Perón, convaleciente de una seria operación en el Hospital de Lanús, ejercieron el derecho del voto por primera vez. Pero el sábado 24 volvió el fútbol por televisión: Se vio a Racing contra Lanús, cuando los de Avellaneda y la sorpresa del año, Banfield, peleaban casi sin ventajas la punta del campeonato.
 
La final entre ambos, jugada el 8 de diciembre, consagra a Racing campeón por tercera vez consecutiva, y ese partido, jugado en San Lorenzo, también salió por la pantalla. En la cancha de San Lorenzo hubo entre setenta y ochenta mil personas. Un diez por ciento de esa cantidad lo siguió a través de 1.300 aparatos en funcionamiento, y la gente pudo ver (si no es que justo en ese momento miraba para otro lado o se había levantado para hacer pis) el bello gol de Mario Boyé en el primer minuto del segundo tiempo. Las transmisiones directas desde la cancha permitieron vislumbrar la importancia que podría tener el nuevo medio y operaron como anzuelo para que muchos consumidores decidieran inmediatamente la compra de televisores.

Los más publicitados a fines de noviembre eran los Admiral, los General Electric, los Philips (“Totalmente importados de Holanda”) y los ya populares Dumont y Capheart. La casa El Gran Oeste anunciaba en conjunto una oferta de casa prefabricada con televisor. ¿Qué más se podía pedir?”
Fragmentos de Fútbol por televisión, del libro Estamos en el aire, de Carlos Ulanovsky, Silvia Itkin y Pablo Sirvén

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