En estas notas: El Telégrafo era un diario público..., Ecuador: En El Telégrafo se mezcla el entender lo que debe ser un medio público, sus alcances y sus limitaciones, contamos acerca de los problemas del diario público "El Telégrafo". En la edición de hoy tratan de aclarar algunos puntos. Pero cuanto más aclaran más embrollan más el tema:
El Directorio de la empresa El Telégrafo C.A. a la opinión pública
Frente a recientes y repetidas notas de ciertos medios de prensa que de forma equivocada e inexacta se han referido a resoluciones adoptadas por el Directorio de El Telégrafo C.A. con el fin de enderezar el rumbo económico y administrativo de la empresa, es necesario aclarar:
En el marco de la auditoría a El Telégrafo C.A. actualmente en curso a cargo de la Contraloría General del Estado, y con el fin de facilitar dicha gestión así como precautelar los intereses empresariales estratégicos de la compañía, el Directorio dispuso que el personal de la empresa evite difundir información privilegiada de orden administrativo referente a El Telégrafo C.A. (Estrategias, Informes Financieros, Informes Administrativos, Planes de Negocio).
Lamentablemente, esta decisión de orden estrictamente empresarial ha sido desnaturalizada por varios medios de comunicación, con el único afán de causar daño a El Telégrafo C.A. Así, el jueves 1 de abril y nuevamente el martes 6 de abril Ecuavisa, en la persona de Alfonso Espinoza de los Monteros, calificó a esta decisión empresarial como censura, sin ninguna justificación. Resulta sorprendente que Ecuavisa y otras empresas de comunicación se rasguen hoy las vestiduras frente a una supuesta censura, que simplemente no existe, cuando por el contrario son estos medios los que tienen un historial de público señalamiento por actos de censura interna.
De igual forma, esos mismos medios de comunicación han pretendido cuestionar la legítima decisión de este Directorio de remover al anterior Director General de El Telégrafo C.A. Rubén Montoya, acto interno que se inscribe estrictamente en el marco de nuestras facultades estatutarias. La salida del señor Montoya nada tiene que ver con su gestión editorial al frente del Diario El Telégrafo, y obedece más bien al mismo proceso de reestructuración administrativa para mejorar la operación de El Telégrafo C.A., pues según los estatutos de la empresa el Director tiene varias responsabilidades administrativas, y es en este ámbito que el Directorio se encontraba inconforme con la gestión del señor Montoya.
La renuncia de otros colaboradores de Diario El Telégrafo es una decisión individual de dichas personas que aceptamos y merece todo nuestro respeto. Ratificamos, sin embargo, nuestro respaldo al trabajo de los periodistas y demás colaboradores que continúan trabajando por el bien de la empresa.
Nuestra gestión como Directorio se medirá por los resultados que obtengamos; hasta tanto, exigimos respeto a las decisiones que adoptamos para el bien de El Telégrafo C.A
Confidencialidad vs Censura
En los últimos días, la palabra censura ha sido utilizada con suma ligereza por otros medios de información, para calificar de manera maliciosa algunas decisiones tomadas por el Directorio de El Telégrafo C.A.
Si nos remitimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Censura “es un dictamen o juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito”.
Además puede entenderse como “la corrección o reprobación de algo”.
Para el caso que estamos tratando, las decisiones tomadas pasan por el tema de la confidencialidad. El mismo Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que es la cualidad de confidencial, y confidencial “es aquello que se hace o se dice en confianza o con seguridad recíproca entre dos o más personas”.
Cuando el Directorio dispuso a su personal que se evite difundir información privilegiada de orden administrativa referente a El Telégrafo C.A., lo hizo dentro de un marco de confidencialidad como se estila en cualquier empresa que desarrolla estrategias de crecimiento.
Para conocimiento de todos, algunas empresas periodísticas que hoy hablan de censura, tienen como normas internas cláusulas de confidencialidad, que impiden conocer de manera transparente sus planes y sus movimientos en el mercado de medios u otro si fuera el caso.
Si alguien que trabaja para uno de esos medios se atreviera a usar sus micrófonos, pantallas o páginas para revelar asuntos internos y rompiera la cláusula de confidencialidad ¿creen ustedes que sus dueños lo permitirían?