Ayer la Presidenta Cristina Fernández firmó el decreto que da al consorcio francés Veloxia la concesión del tren bala que unirá Buenos Aires-Rosario. En el día de ayer nuestros gobernantes dieron un paso más hacia la urbanización de una ciudad que cada vez tiene menos de una característica de humanización: el sentido común.
Nadie puede negar que la ciudad ha crecido enormemente en los últimos años, en gran parte gracias a la inversión de aquellos que han visto en la soja un rentable negocio. Pero ¿qué modelo esconde el tren bala? ¿por qué una empresa como Siemens se baja de la concesión por considerar que el proyecto es una estafa ? ¿el crecimiento de quienes refleja esta obra que implicará el desembolso de, por lo menos, 60 millones de pesos?
Y si señores, vamos por el tren bala que a cada paso se me asemeja a aquel capítulo de Los Simpsons en el que un hombre convence a todo Springfield que el Monorriel es exactamente lo que necesitan... ¿cuanto saldrá el pasaje a Buenos Aires? ¿quienes podrán pagarlo? ¿tardará mucho menos que un ómnibus? ¿cual será el impacto ambiental de la obra? ¿qué será de las familias asentadas en los rieles a reformar o ubicar?
Lo cierto es que en esta Rosario, el Miércoles 16 de Enero de 2007 a las 20hs, horario en el que los que nos quedamos en la ciudad y elegimos la costa como destino para darle pelea al calor volvemos a casa, contábamos solo con dos colectivos de la Línea de la Costa (bajo responsabilidad municipal). Sólo dos colectivos, en los que los niños debían hacer maniobras de surf para esquivar las caídas de dominó típicas de los ómnibus sobrepoblados.... porque por supuesto el grueso de los pasajeros iba de pie y reposera en mano.
¿Esta ciudad habla de tren bala? ¿esta ciudad en la que hay barrios enteros sin agua? ¿esta provincia donde hay miles de pibes sin comer, habla de un tren de alta velocidad?
Por otra parte el bello espacio ganado al olvido que es el Parque Scalabrini Ortiz, poco a poco se transforma en escenario de moles de cemento y aspiran también a convertirlo en un receptáculo ferrovial. Habría que preguntarse quienes usan hoy ese espacio verde, amplio, fresco, y quienes harán uso de los hoteles de mil estrellas, de los departamentos ultra confort y de esa multimodal terminal a instalar en el Cruce Alberdi.
Todos deseamos que la ciudad y la provincia avancen, pero la pregunta es hacia adonde. Si, ya se, se presta "la ciudad y la provincia para el mismo lado", el lema de la campaña socialista.
Mi humilde pregunta es ¿cuál es el lado al que vamos? ¿para qué este tren mientras no logramos siquiera un buen servicio de transporte urbano? ¿para qué estos megaproyectos para urbanizarnos cuando no logramos hacer un desarrollo realmente humano? ¿será que la urbanización es un rentable negocio para los franceses con los que, cabe recordar, buenas experiencias en conseciones no tuvimos?
Un poco de sentido común señores, tal vez haga primar el humanizarnos para que urbanizarnos sea, de una buena vez, un avance para todos y todas.
Sofía Alberti