Sabatino Alberto 'Cacho' Palma, es autor, director, actor y pedagogo teatral, tiene una larga trayectoria en el teatro rosarino. Fue uno de los fundadores de la Agrupación Dicepolín (1981- 1987). "La inquietud me acompaña desde los 20 años, así que siempre estuve en algún proyecto, casi siempre colectivo, rara vez individual, sumando con cuestiones autogestivas, cooperativas y sobre todo atendiendo a los comunitarios", dice y señala obras de Dicepolín: "porque le tenemos todo un cariño a todos los que pasamos por ahí. De hecho, hoy los grandes artistas de la ciudad vienen de esa transmisión, que es Arteón, porque Dicepolín empieza en Arteón, y a partir de ahí, bueno, el estallido", recuerda y menciona algunos actores, actrices y cantantes que han salido de la Agrupación Dicepolín: "Luis Rubio, la cantante Miriam Cubelos, con quien hacíamos ¿Cómo te explico?".
"Nosotros los de entonces, se estrena en abril de 1984, apenas empezaba la democracia, es la primera obra del teatro de todo el país que tocaba el tema de la represión ilegal y los desaparecidos. Fue una creación colectiva con Chiqui González", apunta y destaca que para prepararla "me fui a trabajar con el padre Edgardo Montaldo, porque yo representaba en la obra a un sacerdote comprometido con la causa popular y el padre no solamente me enseñó, me hizo participar de las misas, me hizo hablar con la gente, sino que actuaba con su sotana, lo que fue todo un honor".
"Tuvimos más de 200 alumnos en nuestros talleres, giramos por todo el país, ahí aprendimos a conocer todo el interior y a ser respetados en el interior", sostiene Cacho Palma y remarca: "nuestra marca era fuertemente comunitaria, teníamos siempre un trabajo en nuestra sala central, en Mendoza y Maipú y una sala girando por los barrios, capillas y centros vecinales. Aquí y en Buenos Aires estuvimos, por ejemplo, en los asentamientos de Quilmes, estuvimos con los curas populares de esa época, Jorge Novak (cofundador del Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos), Jaime de Nevares (obispo emérito de la diócesis de Neuquén), haciendo proyectos comunitarios de teatro. Fue una experiencia que nos marcó para toda la vida. Éramos todos muy jóvenes. Yo cuando fundo Dicepolín tenía 24 años. A los 22 debuto como actor, a los 24 como director de teatro y ya estoy en Dicepolín".
Palma estaba retirado de la actuación: "De la actuación, sí. Me lleva un gran esfuerzo físico, el modo de actuar que tengo, que es muy orgánico. Trato de poner toda mi vida ahí en escena. Entonces necesito encontrar el momento donde tenga una disposición. Lo primero es tener la disposición. Segundo, como autor, que eso es lo que nunca dejé de hacer, escribir, escribir, escribir, pensé una obra para mí", y comienza a hablar de "22 de agosto. Y si después de tantas palabras". "Una obra que está escrita para mí de alguna manera. Y luego se agrega Lautaro Palma (su hijo), que fue un hallazgo de los ensayos, de la búsqueda temática. No estaba en el texto original, había un técnico que participaba nada más. Y Lautaro, va pidiendo pista, va ganando su espacio. Y encontramos, como suele suceder en la creación, algo inesperado, que el eje de la obra la transmisión generacional", afirma.
La fecha del título de la obra permite repasar: la muerte de Miguel Vallejo, el hermano mayor de César, el gran poeta peruano, el fusilamiento de presos políticos en Trelew y el estreno de ¿Cómo te explico?, pieza teatral destinada a adolescentes y dirigida por Chiqui González. "Esos tres 22 de agosto componen un juego de bisociaciones, en el cual lo político, lo poético, lo teatral y lo autobiográfico se integran con fluidez en el desarrollo del espectáculo", sostienen en una información de prensa.
Palma menciona que 22 de agosto está destinada a las nuevas generaciones: "Lautaro tiene 25 años, han venido sus amigos, sus compañeros, sus referentes y está muy agradecido por este acto que, como dice nuestra Aire Libre, Radio Comunitaria, es memoria, verdad, justicia. No hay libertad sin memoria, no hay libertad sin verdad, no hay libertad sin justicia. Es una falacia la libertad desprendida de estos tres elementos".
"Esta obra se llama 22 de agosto, ya lleva nueve meses girando por todo el mundo, hizo temporada en Rosario, temporada en Buenos Aires, gira por el interior, estuvimos en Colonia y Montevideo, y una gira increíble desde la que estamos todavía llegando, en España, con cuatro ciudades, ocho funciones, una cosa memorable lo que acabamos de vivir en España entre febrero y marzo. Y ahora volvemos, a El Rayo, a esta sala de teatro independiente, también hecha con trabajo cooperativo, autogestionario, una gente encantadora. La verdad que un verdadero gusto hacer una temporada, aun en estos tiempos sombríos. Una temporada de cuatro domingos. Para saber cómo nos va y cómo seguimos", sostiene el actor.
En la obra Cacho Palma es un actor interpretando a un actor, así lo cuenta Lautaro Palma: "Si buscamos una palabra para describir la obra, es memoria. Memoria, no nostalgia y resistencia. Es una obra sobre la resistencia de un actor y un técnico. Pueden ver un actor y un técnico, un padre, un hijo, dos artistas, resistiendo en un lugar que se va cerrando, un teatro que se va cerrando, un teatro que se va desarmando, y la resistencia de decir, mientras todo se va cerrando, mientras las luces se van apagando, queremos terminar de contar algo. Nos vamos contando. Y 22 de agosto, es la sensación de transmitir y contar, hasta que se apaga la última luz, una historia, nuestra historia. Lo interesante de la obra es la historia de una generación censurada. La generación de mi papá, de Cacho. Y cómo la sentimos aquellos que no la vivimos. Cómo uno va mamando esa historia de la generación censurada, también la generación que luchó mucho por la memoria, por la verdad, por la justicia, y jugando mucho con esto. Cómo nosotros, los jóvenes, adultos jóvenes de 20, 30 años, la generación de la democracia. Hemos ido tomando prestada la lucha, la memoria de quienes estuvieron antes que nosotros, y de qué manera. Yo creo que es muy difícil que alguien de mi generación no se sienta identificado con cierta parte de la historia, y por haber escuchado y sentido lo que contaban nuestras familias, nuestros padres, nuestros tíos, algún maestro. Y un poco la obra juega eso, tenemos algo que contar, y lo vamos a hacer hasta que el teatro termine, hasta que el teatro se cierre".
22 de Agosto se estrenó en el Arteón, en el momento donde la sala sufría un nuevo intento de cierre, que finalmente ocurrió y ahora busca un nuevo lugar junto a la Universidad Nacional de Rosario. "Arteón, ese lugar mágico que habitó la cultura de la ciudad por 60 años fue nuestro referente. En época de las dictaduras podíamos ver el mejor cine del mundo ahí, podíamos estudiar teatro como me pasó a mí. Yo empecé a estudiar teatro en Arteón en 1977", evoca Cacho Palma y remarca "Contar esto en un país con terrorismo de Estado, poder estudiar teatro y ser cuidado, ver buen cine y tener los mejores maestros de teatro de Rosario, de Santa Fe, del país, que venían a darnos cursos y seminarios, fue la verdad un verdadero refugio y un acto de amor, un verdadero acontecimiento".
El cierre de una sala de teatro es un brutal apagón
"Éramos un grupo muy combativo, muy trabajador, muy comprometido, pero no alcanzó y perdimos Disepolín, perdimos Arteón y otro dato fundamental, yo estoy trabajando con un actor rosarino que vive en Buenos Aires, que se llama Pablo Razuk, con el cual estoy haciendo otra obra, que muchos la han visto, que se llama El camino de la fuente, un homenaje a los últimos días de Federico García Lorca y Pablo también pierde su teatro, que es Teatro Korinthio, una sala hermosa a la cual le ha dedicado su vida, porque Pablo es de los nuestros, de los trabajadores del teatro, de los que te clavan una madera, te tiran un cable, atan las cosas y las sostienen, es una historia muy fuerte", relata con un entusiasmo inasequible Palma y recuerda: "he tenido mudanzas, he perdido cosas en mi vida, ¡quien no!, pero perder una sala de teatro es realmente un brutal apagón, es entrar en una zona absolutamente sombría, oscura, más en una ciudad que está donde lo oscuro parece dominarla. Estamos tomados por lo infernal, hasta en un partido de fútbol, ¿qué le pasa a la gente?, ¿por qué esta violencia?, ¿por qué esta irracionalidad?. El teatro siempre metaforiza la violencia, en el teatro no se mata a nadie, no se expulsa a nadie, el teatro es inclusivo, es comunitario y a todo lo que aporta es discutir en paz, aporta por la paz, es una transformación social, pero siempre encuadrada en el diálogo y en el respeto por el otro y por la diferencia", reflexiona Palma.
¿Por qué 22 de agosto?
"La obra la ubico -como dice Antonín Artaud-, entre los sueños y los acontecimientos. Están todos los sueños de los 70, los que aún mantienen en mí una llama viva y es lo que puedo dar como actor, Entregar algo de esa llama, como Prometeo (el titán que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres), pasar ese fuego y en 22 de agosto están los acontecimientos", señala Palma.
La masacre de Trelew
"Allí se empieza a mostrar esa fuerza armada que ya había desplegado toda su fiereza y su crueldad en los bombardeos de junio del 55 en Plaza de Mayo. Luego la armada detiene durante seis días a 19 presos políticos fugados de la cárcel de Rawson, que trataron de escaparse de Argentina en avión. Sus seis compañeros, los jefes, habían logrado salir, estaban en Chile y de allí pasaron a Cuba. Ellos no pueden conseguir ningún avión, estamos hablando de Trelew en 1972 y se rinden. Llaman a una conferencia de prensa y citan a un juez para que les garanticen su integridad personal. La conferencia se llama el Balido de Rawson, donde estos compañeros plantean que no era un hecho violento, sino que era un modo de salir para seguir en la lucha, así se pensaba en los 70. Los llevan a la Base Aeronaval Almirante Zar y los castigan duramente, algo de lo que luego se va a multiplicar por 100 en la ESMA. Estos 19 muchachos viven una ESMA anticipada y finalmente le aplican lo que se llamó trágicamente la ley de fuga, los hacen salir al pasillo la madrugada del 22 de agosto y ahí los ametrallan", trae a la memoria Palma y suma: "pero estas cosas que tiene la vida, la resistencia, el amor por la vida y por la lucha, tres sobreviven en condiciones terribles, los rescatan de ahí, los llevan a Bahía Blanca, los atienden y son ellos quienes van a relatar todo lo pasado, sobre eso tengo un relato, un recorte, porque Trelew es una parte de la obra", cuenta el actor.
"El estreno de Cómo te explico fue un 22 de agosto de 1980, con Chiqui González cómo directora. Fue una creación colectiva. Jóvenes entre 18 y 21 años que contaban cómo había sido su adolescencia en la dictadura, una especie de asignatura pendiente de todo lo que no pudimos hacer en nuestra adolescencia. Censura en todos los aspectos, en lo político, en el pensamiento y en el sexo y eso la obra lo trataba con mucha veracidad, con un nivel de juego y con un alto nivel de compromiso. La obra tenía mucho humor, era un recital de teatro y música. Tocaban (Juan) Monfrini y Miriam (Cubellos) los apoyó toda la experiencia de (Juan Carlos) Baglietto que venía de los ensayos. Era un recital para recuperar la capacidad de expresión y de encontrarnos. Algo totalmente silenciado en la dictadura, de hecho el protagonista era un mudo y esto es lo que hizo famosa la obra. Fue un acontecimiento en la ciudad que no le gustó al contador (Pedro Martín) García, de La Liga de la Decencia. Estábamos en 1980. Nosotros hacíamos funciones viernes, sábados y domingos en Laprida 555, los viernes con colegios, sábados y domingos para público en general y llenamos la sala durante tres años", evoca. También recuerda los intentos de las fuerzas vivas por censurar esa acto de libertad que presentaban en el teatro: "Un día cae un documento que la obra había sido vista por gente muy peligrosa, entre ellas García. Pero estaba el Opus Dei, estaba todo lo que era la estructura de la Liga de la Decencia y también un sector judicial muy peligroso al cual pudimos discutir judicialmente, porque también encontramos jueces muy accesibles. La obra está prohibida para menores de 18 años, dictaminaron, justamente sobre una obra destinada a adolescentes. Era realmente inhabilitar la obra y lo más penoso no fue eso, sino que inmediatamente empezó a venir la policía a nuestras funciones, nos ponían contra la pared, nos revisaban, nos interrogaban", rememoró y como todo vuelve le preguntamos si buscaban adoctrinar a los pibes: "Exactamente, parece que ahora pensar, tener una posición, está mal. Uno juega su compromiso político porque no hay arte, ni hay enseñanza, sino una posición. Siempre estamos en algún lado plantados y desde ahí transmitimos, por supuesto yo creo en la libertad de pensamiento, yo creo que un docente y un artista, y así es mi obra, no tiene que ser panfletario, tiene que enseñar a pensar, a leer la realidad. El teatro, la literatura, el buen maestro enseña a leer, a pensar, no a que piensen como él, sino a producir un ejercicio de pensamiento"; argumentó.
Más adelante, relató lo que él relacionó como "una sesión de tortura", acorde a los tiempos que transcurrían. "El teatro no se puede hacer sin público. Una vez que la obra está construida, tuvimos que hacer una función especial para seis censores de una obra que era juego, donde había sorpresa, donde había picardía, sexualidad, competencia entre los varones. No me olvido más, en 1981, sentados los seis jurados ahí como piedras, anotando, para que luego ellos nos devolvieran todo lo que había que sacar de la obra. Censura, censura, censura… entonces a partir de ahí inventamos un sistema de seguridad dónde nos avisaban si venían censores, o policías, o alguien dudoso. Entonces teníamos dos versiones, una de la censura y otra, como es teatro, no está filmado, si queríamos largábamos la otra parte, entonces ahí iba con señas, con juegos, las fuimos birlando hasta que finalmente uno -qué es un maravilloso maestro de teatro-, Lauro Campos, era juez y junto a Luciano Corbalán defendió la obra, y otro que es Andrés Lizarraga también, dos jueces que entendieron y negociamos. Negociamos con la dictadura, con el capitán Augusto Félix Cristiani (ex intendente municipal durante la dictadura militar), y la obra pasó a ser prohibida para menores de 14. ¡Nuestro público estaba entre los 14 y los 22!", acentuó. Cómo te explico fue un éxito y llegó al Teatro Astengo, lo llenaron. Por eso, un 22 de agosto de 1980, arranca Cómo te explico "que es parte de esta obra", dice Palma.
El Cesar del Suipacha
En la charla suma otra casualidad. Le ocurrió siendo residente del hospital psiquiátrico Agudo Ávila, más conocido como "El Suipacha": "Cesar es un paciente al que le tengo un gran cariño. Escribe poemas, participa, cuenta su vida, quiere vivir, quiere desear, y estaba amordazado por la medicación y la crueldad de la vida asilar. Entre los poemas que nos entrega, hay uno él pone César y nosotros creemos que es un poema de él y lo llevamos a un congreso en Cuba. Sin saber que era un poema de Cesar Vallejo. Tenía tanto que ver con él esa poesía que le creí. Y si después de tantas palabras… así empieza la poesía. Esta anécdota la tenía atesorada entre otras cosas muy duras que me contó este paciente. Un personaje que se hace pasar por Vallejo, entonces aparece el loco César y el gran poeta de América que es César Vallejo, todo eso hasta ahí estaba más o menos el mapa de la obra. Una carta al padre de Kafka, un Kafka reprimido censurado y de alguna manera aplastado por su padre, a quien Kafka le escribió una carta. Y el hallazgo fue que el primer tema, el gran tema conocido de Vallejo en Argentina, fue cantado por Mercedes Sosa: A mi hermano Miguel, en 1973, en el disco Traigo un pueblo en mi voz", recuerda Cacho y menciona que un 22 de agosto de 1915 muere Miguel Vallejo, hermano de César Vallejo, y es en ese dolor donde rescata lo mejor de su poesía para transformarse en uno de los autores de mayor sensibilidad en América Latina.
Esos 22 de agosto se fueron entrelazando en esta obra que podrá verse todos los domingos de abril a las 20 horas en El Rayo Misterioso, Salta 2991.
En la pausa Cacho señala que el teatro es imprescindible en estos momentos caóticos y de crisis y da el pie necesario para hablar de estos tiempos libertarios donde se ataca tanto a la cultura ¿cómo se resiste frente a eso? comienza diciendo Lautaro: "Hace poco fue el Día Internacional del Teatro. Yo subí una frase a mi Instagram y lo hablaba con unos amigos sobre la importancia del arte, de enseñarnos que lo que no tiene rédito económico tiene mucho valor. En un momento donde se habla del 'no sirve', 'no produce'. No, sí produce, sí sirve y el arte para mí tiene esa connotación. Hacer música, teatro, pintar, a priori en el mundo capitalista pareciese que es algo inútil ¿no? Pero justamente está teniendo que recordarnos que hay una utilidad y una importancia magnífica en seguir haciendo cosas inútiles como humanos. ¿Qué pasa cuando todo es producir como nos quieren vender? Todos son números fríos y donde los números son fríos la gente queda fuera, el sentimiento queda fuera y entonces el arte hoy para mí es una resistencia a eso. A ese momento, ese rato donde pasa otra cosa y donde nos animamos a lo que sentimos, lo que pensamos, lo que nos puede pasar por el cuerpo. Mi generación es una generación que está totalmente bombardeada por los vídeos cortos, la televisión, lo que pasa rápido y qué importante es tener espacios para sentir, pensar, repensar y transmitir. Entonces el arte hoy es esa resistencia para mí, sobre todo".
Su padre acuerda con él "por eso trabajo con él. Apuesto a esto, la obra es una posta, una antorcha encendida y ahora que la tomen ellos: Yo estoy, hasta el último día como el actor en la escena, hasta el último día voy a estar contando, cantando y proponiendo: No puedo hacerlo de otra manera, ya es inclaudicable mi posición, quien me conoce lo sabe. Pero lo importante es eso, pasar la antorcha. Pasarán los malos gobiernos, pasarán los dictadores y va a quedar la cultura", y completa Lautaro: "va a quedar lo dice de la canción (de Enrique Pinti): Pasan los años, pasan los gobiernos... Quedan los artistas".
"Práctico el psicoanálisis desde hace ya 40 años, creo que sigue siendo una bella manera de tratar el sufrimiento humano por la vía de la palabra, para reencontrarnos con ciertas verdades inherentes a nuestra singularidad, para hacer lugar para el deseo, que sigue siendo el motor y lo esencial de nuestra existencia. El psicoanálisis también nos enseña a ser responsables de nuestra posición subjetiva y a hacernos cargo de nuestras decisiones y de nuestros actos, que siempre tienen consecuencias. Entonces, a partir de mi experiencia y de mi práctica, se me ocurre pensar que estamos en un momento de franca confusión y de enorme debilidad simbólica cultural. Hoy anestesiados y atontados por un dogma liberal a ultranza, muchos argentinos (pero también, considero, que está pasando en muchos otros lugares del mundo), que creen expresar una voluntad de cambio o que buscan alternativas a su malestar, se encuentran repitiendo como loros, frases hechas, maceradas por los medios masivos y corporativos de comunicación, por lo cual, más que expresarse, resultan encubiertamente silenciados, amordazados y censurados, al punto que no se puede pensar, ni mucho menos, reflexionar y se termina respondiendo ciegamente, siendo tomados por una debilidad mental que parece hacerse epidémica. ¿Será la nueva pandemia?", se preguntó Sabatino Cacho Palma en diálogo con el Faro de Vigo
Comunitariamente se resiste mejor y se la pasa mejor incluso en los peores tiempos
El año pasado la ciudad le daba la bienvenida a una nueva sala La orilla infinita (Colón 2148), La Comedia de Hacer Arte está construyendo de cero una sala de teatro independiente en la zona de San Juan y Crespo, Barrio Echesortu. Hay mucha gente con ganas de seguir invirtiendo y poniéndole el cuerpo. "Y en esta ciudad muchísima gente con muchas ganas de trabajar y muy talentosa, el arte rosarino es estrella en la ciudad, en el país y lo sigue siendo", afirma Lautaro y dice: "mucha gente haciendo cosas, pero impresionantes, que de a poco van teniendo también una gran relevancia. La orilla infinita está trabajando espectacular", ahí interrumpe Cacho y enumera a parte de sus amigos de la Orilla: "Hugo Cardoso, Pablo Fossa, Rody Bertol, todos compañeros que han trabajado conmigo, Jorge Ferrucci, Claudio Danterre, Lorena Salvaggio, somos verdaderamente la gente de teatro en Rosario, es una comunidad y es una forma también de transmitir que comunitariamente se resiste mejor y se la pasa mejor incluso en los peores tiempos".
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