El futuro es incierto, y aunque posiblemente no lo vamos a leer en los diarios, es muy probable que lo vivamos en las redes
Por: Eugenia Mitchelstein
"Un presidente no peronista no termina su mandato”, “Trump jamás será presidente de los Estados Unidos” y “los medios tradicionales siguen marcando agenda”: el año que pasó desafió varios mitos en distintos ámbitos. A nivel nacional, Cambiemos ganó las PASO, la economía empezó a crecer, y todo indica que no sólo va a salir primero en las elecciones de octubre –el primer oficialismo no peronista desde 1985– sino que Mauricio Macri está en carrera para la reelección. En Estados Unidos, Donald Trump fue electo presidente y gobierna desde enero de este año. En el espacio mediático, a pesar de que la desaparición de Santiago Maldonado fue casi ignorada por los diarios de mayor circulación, a través de las redes se difundió el reclamo por su aparición con vida.
Estos tres fenómenos pueden parecer inconexos, pero los une el rol que jugaron las redes sociales en su desarrollo. No se puede pensar ni la victoria electoral de Macri ni su gobierno sin su presencia en Facebook y Snapchat. En las redes, el Presidente comparte encuentros con votantes, llamados a ciudadanos preocupados y spots de propaganda gubernamental. Ministros y secretarios presentan políticas y estadísticas gubernamentales por Twitter y la primera dama, Juliana Awada, postea fotos de su vida familiar en Instagram. La actividad del presidente de la Argentina en redes es parte de una estrategia cuidada y sin fisuras. Lejos de ser una crítica, esto resalta que Macri y su equipo se toman este lenguaje en serio.
En cambio, Trump usa Twitter para criticar en tiempo real tanto a personas como programas de televisión y países con los que no está de acuerdo. En el proceso, comete errores tipográficos y de redacción, y tal vez complique el trabajo de los funcionarios del Departamento de Estado, que deben salir a explicar sus intervenciones. En junio de 2016, Hillary Clinton le recomendó a Trump que “borrara su cuenta”. Trump no le hizo caso, y como señala Pablo Boczkowski, superó a la ex primera dama en cantidad de seguidores e interacciones en Facebook y Twitter.
Tanto Macri como Trump reconocen –cada uno en su estilo– el valor de la comunicación con simpatizantes y potenciales votantes que no esté mediada por periodistas. Las ventas de diarios caen de manera constante. En 2016, se vendieron menos ejemplares de diarios en Argentina que en cualquier otro año desde 1958. En Estados Unidos, el promedio de ejemplares de diarios por día pasó de 63 millones en 1987 a 36 millones en 2016. La caída en la circulación está acompañada por la menor atención a programas de actualidad. Por ejemplo, dos tercios de los espectadores de Intratables y Periodismo para Todos tienen más de 50 años. En este contexto, como analizan Natalia Aruguete y Ernesto Calvo, a pesar de que los medios tradicionales, “mayoristas de la información”, ignoraron la desaparición de Maldonado, Twitter y Facebook se movilizaron. En menos de un mes, la pregunta “¿Dónde está Santiago Maldonado?” llegó a un millón de tuits. La marcha masiva del viernes 1º de septiembre confirmó el poder de agenda y convocatoria de las redes.
Como encontramos en una investigación en curso junto a mis colegas del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina, los jóvenes tienden cada vez más a informarse a través de redes sociales, consultadas principalmente en el celular, dispositivo ubicuo que los conecta con su círculo íntimo pero también con la actualidad. Si antes usábamos los medios, hoy vivimos en las redes. Y en las redes, candidatos y causas encuentran su público y destruyen mitos de una era que pasó. Un presidente no peronista puede gobernar Argentina, Trump puede ser presidente de Estados Unidos, los medios tradicionales no controlan la agenda. En estos 12 meses que pasaron, se consolidaron estas transformaciones y se vislumbraron otras por venir. El futuro es incierto, y aunque posiblemente no lo vamos a leer en los diarios, es muy probable que lo vivamos en las redes.
*Directora de la Licenciatura en Comunicación de San Andrés
Fuente; Diario Perfil