Para el prestigioso pedagogo italiano, Francesco Tonucci, la utilidad educativa y didáctica de los deberes es casi nula y, a veces, contraproducente, si bien no se opone a que se les solicite a los alumnos que realicen alguna actividad en su tiempo libre.
Para Tonucci, las razones de la inutilidad se comprenden al analizar las motivaciones de los maestros en favor de los deberes, que suelen ser dos: favorecer una mejoría y la consolidación del aprendizaje, especialmente en los chicos más débiles, y promover el trabajo individual que en clase no se logra desarrollar.
"El primer objetivo es completamente erróneo o, por lo menos, está mal expuesto. Los alumnos que tienen lagunas de aprendizaje no están en condiciones de recuperarse solos y, en general, son niños de familias pobres e incapaces de asistirlos", sostiene el especialista. Por lo tanto, "la diferencia entre los que están más preparados y los que tienen más dificultades, en lugar de disminuir, aumentan con los deberes, traicionando así los objetivos del maestro".
Es la escuela y no la familia la que debe hacerse cargo de ayudar al alumno para que recupere las lagunas que se formaron en la misma institución educativa, según el especialista.
En cuanto a la motivación de promover el trabajo individual que no se logra en el aula, Tonucci sostiene que es un objetivo más serio y apropiado, pero de difícil logro con tareas banales, repetitivas, obligatorias e iguales para todos los alumnos. "Hacer algo en casa y traerlo a la escuela debería ser un regalo y no un castigo."
Fuente: La Nación, Dibujo: Rep