En el corazón del Delta del Paraná, un proyecto de puertos y viaductos amenaza humedales, comunidades ribereñas y el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos. Viviana Rebasa, referente ambiental de la Red del Río Luján, explicó en las Señales el detalle los riesgos y las irregularidades detrás de la Terminal Marítima Escobar
Viviana Rebasa camina con firmeza por el territorio que ha defendido durante años. Activista socioambiental e integrante histórica de la Red del Río Luján y de la Asociación Ambientalista del Partido de Escobar, conoce cada isla, cada brazo del río, cada recodo del Delta del Paraná. Hoy, su voz se alza contra uno de los megaproyectos más controvertidos de la región: la Terminal Marítima Escobar. Se trata de la construcción de dos puertos y un viaducto de 18 kilómetros sobre humedales clave, en un corredor ya saturado de actividades de alto riesgo ambiental, incluido un puerto regasificador de GNL.
A pesar de las denuncias de organizaciones, especialistas y vecinos sobre "irregularidades en la evaluación ambiental, ausencia de participación pública, subestimación de impactos y profundización del extractivismo", el proyecto avanza con el respaldo político del municipio y de la provincia, además de contar con la aprobación de Nación. Desde fines de 2024, ambas jurisdicciones anunciaron públicamente el proyecto, un raro consenso político que, como señala Rebasa, refleja "la incidencia profunda de estas cuestiones estructurales del país, donde los intereses se alinean más allá de los partidos".
Viviana explica que el proyecto no se limita a la construcción de puertos. Está diseñado como un mega-nodo logístico, con un puerto cerealero, un puerto multipropósito y la proyección de un viaducto terrestre de 18 kilómetros, pensado para el tránsito constante de camiones sobre islas del delta. "Las islas son extremadamente frágiles, con una importancia ambiental vital. La planificación de estas vías de acceso no considera los impactos sobre el agua, la biodiversidad ni los ecosistemas circundantes", advierte.
Además, el proyecto contempla extender la traza del ferrocarril Mitre hasta los muelles de ambos puertos, y consolidar la presencia del puerto regasificador ya instalado entre los dos. Este puerto, altamente peligroso por la operación ship-to-ship de GNL, almacenaría grandes cantidades de gas natural licuado. Según Rebasa, la intención es que el puerto sirva para "abastecer a la megaminería y actuar como centro de acopio de materias primas", especialmente litio, destinado a la exportación. También está previsto "extraer arena de fractura hidráulica desde Entre Ríos para Vaca Muerta", integrando esta terminal a un esquema nacional de transporte de recursos estratégicos.
Alcance ambiental y social
La magnitud del proyecto, insiste Rebasa, es inédita en la región. No solo se trata de Escobar: los impactos potenciales se extienden a toda la hidrovía del Paraná, el río de la Plata y áreas protegidas cercanas, incluido el Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, un Sitio Ramsar de relevancia internacional. La profundización del dragado, necesaria para que los buques Panamax y otros de mayor calado puedan operar, requiere remover contaminantes acumulados en el fondo del río, incluidos agroquímicos y metales pesados, que podrían afectar la potabilidad del agua y los ecosistemas fluviales. Los estudios ambientales que acompañan al proyecto no detallan cómo se manejarán estos riesgos, ni consideran que los efectos no se limitarán a Escobar, sino que afectarán aguas arriba y aguas abajo, impactando Santa Fe, Entre Ríos y el tramo final del Paraná.
Impactos sobre la biodiversidad
La afectación a la biodiversidad también es crítica. Aunque los puertos no se construirán dentro del Parque Nacional, la proximidad al área de amortiguación compromete la conservación de especies emblemáticas como el Ciervo de los Pantanos, que depende de ríos con características naturales intactas. La construcción de terraplenes para el ferrocarril alterará el escurrimiento natural de los humedales y reducirá hábitats fundamentales. Rebasa subraya que los estudios oficiales omiten estas proyecciones, un déficit grave frente a las normas de protección ambiental y los compromisos internacionales asumidos por Argentina.
El proyecto además plantea la instalación de tanques de GNL y acopio de materiales de la megaminería, elementos que no fueron transparentados en la documentación oficial ni en las consultas públicas previas. Según la activista, esto contraviene el "Acuerdo de Escazú", que garantiza la participación ciudadana desde los inicios de los proyectos de alto impacto ambiental. Las audiencias actuales, afirma, "son irregulares, nulas de contenido, y buscan legitimar decisiones que ya están tomadas detrás de la ciudadanía".
En paralelo, la consulta pública lanzada por el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires para el Puerto Multipropósito ofrece a la ciudadanía la oportunidad de manifestarse, aunque la información oficial es limitada. Rebasa y su equipo han elaborado un documento con argumentos técnicos y legales, en colaboración con la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, que sirve como guía para presentar observaciones. Este material detalla 22 aspectos críticos del proyecto, desde la infraestructura proyectada hasta los impactos sobre especies y ecosistemas, y está disponible en las redes sociales de "Escobar Defiende su Río".
La participación ciudadana como herramienta
Cualquier ciudadano con DNI argentino puede participar. En la página del gobierno de la provincia de Buenos Aires se encuentra el formulario de consulta, dónde se debe subir una foto de su documento y enviar observaciones por escrito hasta la fecha límite, en este caso el 9 de diciembre a las 23:59. Viviana enfatiza que la participación no es un formalismo: es una herramienta legal y social para proteger el ambiente, obligando al Estado y a los inversionistas a considerar los riesgos reales. "Cada observación, cada fundamento técnico que la ciudadanía aporte, fortalece la defensa del río, de los humedales y de la vida de las comunidades ribereñas. No es un impacto local: es un impacto interjurisdiccional, que afecta la hidrovía, las cuencas y áreas protegidas", señala.
La Terminal Marítima Escobar tendrá efectos directos sobre el agua y la hidrovía. Para que los puertos sean viables, será necesario un dragado extensivo, que no se limita a las hectáreas inmediatas de los puertos, sino que afectará toda la hidrovía hasta la desembocadura del río de la Plata, removiendo sedimentos contaminados y alterando las características hidrológicas del río. Este dragado tendrá consecuencias sobre la potabilidad del agua, la fauna acuática y la navegación, y plantea serios riesgos legales ante la falta de evaluación completa de impactos.
Proximidad al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos
A esto se suma la cercanía del proyecto al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, donde la construcción de terraplenes y muelles afectará la movilidad del ciervo emblemático, reducirá la superficie disponible para su hábitat y modificará la dinámica natural del río, comprometiendo la conservación de especies y la integridad del ecosistema. Los humedales, además, cumplen un rol esencial en la regulación hídrica y la preservación de la biodiversidad, por lo que cualquier alteración tiene efectos multiplicadores sobre la región.
Falta de transparencia y coordinación
Viviana subraya que la información parcial y la omisión de impactos interjurisdiccionales desvirtúan cualquier consulta pública. La falta de coordinación con otras provincias y organismos nacionales, la no consideración del Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS) para un desarrollo sostenible del delta, y la escasa difusión en medios de alcance nacional, son señales de que el proyecto se desarrolla al margen de la transparencia necesaria. La participación ciudadana, insiste, es la herramienta que permite exigir audiencias públicas completas, información técnica precisa y evaluaciones ambientales integrales, de manera que los impactos puedan ser comprendidos y gestionados correctamente.
La Terminal Marítima Escobar, concluye Rebasa, no es un proyecto menor ni aislado: se trata de un megaproyecto que combina logística portuaria, transporte terrestre y ferroviario, almacenamiento de GNL y acopio de recursos estratégicos, con impactos potenciales sobre humedales, ríos, áreas protegidas y comunidades ribereñas. La densidad de los estudios, la magnitud de la infraestructura y la ausencia de participación efectiva hacen que la región esté en riesgo, mientras la ciudadanía tiene en sus manos la posibilidad de intervenir, exigir legalidad y proteger el Delta del Paraná.
A lo largo de los años, Viviana Rebasa ha trabajado para controlar proyectos de alto impacto, garantizando que la voz de las comunidades y la protección del ambiente no sean ignoradas. En este caso, su labor se centra en visibilizar todos los riesgos, desde la profundización del río y los contaminantes hasta los efectos sobre especies emblemáticas y el funcionamiento de los humedales. La Terminal Marítima Escobar representa un desafío concreto: equilibrar los intereses económicos con la preservación de ecosistemas frágiles y esenciales para la vida, tarea que requiere transparencia, información y participación ciudadana efectiva desde el inicio.
Un megaproyecto que trasciende Escobar
El proyecto ha reunido atención mediática, pero todavía queda por esclarecer la totalidad de sus impactos y la legalidad de los procesos de aprobación. Viviana y su equipo invitan a la ciudadanía a informarse, participar y presentar sus observaciones, recordando que la defensa del río y del Delta no es solo un tema local: es un asunto de interés nacional e interjurisdiccional, que involucra la vida de millones de personas y la preservación de ecosistemas fundamentales.
En Escobar, el futuro del Delta está en debate. La Terminal Marítima Escobar es más que un puerto: es un símbolo de cómo se enfrenta la tensión entre desarrollo económico, conservación ambiental y derechos ciudadanos. La voz de quienes conocen el territorio, como Viviana Rebasa, se convierte en una guía esencial para entender lo que está en juego y para que la sociedad participe activamente en la decisión sobre el uso de un recurso vital como es el Delta del Paraná.
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