domingo, 19 de abril de 2009

Néstor Kirchner llevó su pelea contra Clarín a la cancha del Superclásico

Las barras de Boca y River colgaron banderas contra el medio. Es parte del plan oficialista para introducir un factor popular en el debate por la Ley de Radiodifusión. Paradoja: operativo de Aníbal para aplicar el derecho de admisión.
Por: Nicolás Wiñazki
Movida. La agencia oficial TelAm difundió fotos con las banderas que se desplegaron y los panfletos que se repartieron en La Boca, incluso durante la rueda de prensa de Ischia. Crítica de la Argentina adelantó el 6 de marzo la estrategia K.
Fue un operativo perfecto, coordinado, cuidadosamente espontáneo. Ayer por la tarde, por primera vez en la historia de un clásico, las hinchadas de Boca y de River coincidieron mostrando al unísono banderas similares sobre un mismo tema: criticaron al Grupo Clarín, la empresa que controla los derechos de televisación del fútbol, un negocio de alrededor de 9.300 millones de pesos, al que el Gobierno quiere ponerle fin promoviendo la emisión de los partidos por la televisión abierta a través de la nueva Ley de Radiodifusión. “Clarín, el fútbol es pasión, no un curro”, decía una de las banderas que desplegaron Los Borrachos del Tablón, como se conoce a la barra brava de River. “Clarín, queremos fútbol gratis por tevé”, se quejaba la de la barra de Boca, La Doce. Fue el propio Néstor Kirchner quien ordenó que se avanzara en esa acción política de impacto cuando un grupo de sus colaboradores le acercó la idea, según contaron a Crítica de la Argentina fuentes encargadas de la ejecución del “plan superclásico”, llevado a cabo por dirigentes de la Juventud Peronista de la Capital Federal, de la agrupación juvenil La Cámpora y por funcionarios nacionales de bajo perfil.
El ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández; el del Interior, Florencio Randazzo, y el secretario de Medios, Enrique Albistur, estuvieron también al tanto del tema (ver recuadro). El “fútbol libre” será uno de los principales ejes de la campaña electoral del oficialismo. Kirchner maneja encuestas que le muestran que alrededor del 70% de los encuestados cree que es muy positivo que los partidos de fútbol sean declarados de “interés nacional”, por lo que deben ser transmitidos por la tevé abierta, explicaron fuentes del gabinete.
Por eso, en sus últimos discursos Kirchner hizo foco en esa cuestión: “¡Todos tienen que tener acceso a los partidos de fútbol de los domingos sin pagar!”, gritó el jueves pasado en un acto en la localidad bonaerense de San Miguel, sabiendo que pisaba sobre seguro. Fue muy aplaudido por el público.
Ayer, además del banderazo, en los alrededores de la Bombonera, antes del partido, los dirigentes kirchneristas repartieron volantes en favor de la Ley de Radiodifusión: “Qué queremos: que el fútbol vuelva a ser de los argentinos y que no sea el curro de una canal por cable”, decían entre otras cosas los panfletos, donde además se reprodujeron declaraciones de dirigentes y periodistas a favor de la “democratización” del fútbol. Los panfletos estaban firmados por la Agrupación Fútbol para Todos, integrada por funcionarios de segunda línea que acaban de subir a la web el sitio abramoslacancha. com. La agrupación La Cámpora, fundada por el hijo presidencial, Máximo, también panfleteó. Sus dirigentes se vistieron con remeras que decían “Fútbol gratis para todos”.
El aparato estatal está a disposición del lobby a favor de la Ley de Radiodifusión: la agencia oficial de noticias, TelAm, difundió fotos de las banderas anti-Clarín en el Boca-River. También sacó un cable a las 14.34 con el título “Comunicación Audiovisual-Fútbol/ Hinchas piden fútbol libre antes del superclásico”. Las banderas desplegadas ayer por las dos hinchadas más emblemáticas del país (con medidas iguales: 30 metros de largo por 10 de ancho) fueron sólo el primer paso en un plan que se repetirá de ahora en más en distintos estadios. El oficialismo trabaja para repetir el esquema del banderazo “espontáneo” en otros partidos, gracias a la ayuda de otras barras bravas, en su mayoría expertas en negocios ilegales y siempre dispuestas a ceder su poder de fuego a la dirigencia política.

La negociación con las barras. El “plan superclásico” se organizó a inicios de la semana pasada y tuvo como principales actores a las barras bravas de River y de Boca, que se prestaron a mostrar las banderas subidos a los paraavalanchas, un gesto de buenísima voluntad que para distintas fuentes de la dirigencia del fútbol tuvo un costo: 50 mil pesos por hinchada. El propio presidente de Boca, Amor Ameal, fue el nexo de la Casa Rosada con La 12, según contaron fuentes de la JP y del Gobi erno. Ameal tiene una excelente relación con el diputado oficialista Carlos Kunkel y con el legislador porteño y miembro de La Cámpora, Juan Cabandié. El sindicalista y dirigente de la oposición en Boca, Roberto Digón, también es amigo de Kunkel y de otros dos funcionarios que conforman el entorno inmediato de Kirchner: el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga.
La barra de River, bautizada Los Borrachos del Tablón, acordó el despliegue de la bandera anti-Clarín con distintos dirigentes de la JP porteña, confiaron fuentes oficiales. El presidente del club, José María Aguilar, también mantiene relaciones con el Ejecutivo. Solía visitar en la Casa de Gobierno al ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien lo azuzaba para que criticara al jefe de gobierno porteño y ex presidente de Boca, Mauricio Macri. Igual que en su club, Boca, Kunkel también tiene llegada a la política de River a través de Mariano Mera Figueroa, candidato a presidente del club, e hijo del histórico dirigente del PJ Julio Mera Figueroa.

La paradoja de Aníbal
El Gobierno entró ayer en contradicción. Al mismo tiempo que el Ministerio de Justicia y Seguridad, comandado por Aníbal Fernández, controlaba el derecho de admisión de los barrabravas a las canchas, el oficialismo negoció con La Doce y con Los Borrachos del Tablón para que sus principales hinchas desplegaran las banderas anti Clarín desde los paraavalanchas de la Bombonera, algo que según distintas fuentes de la dirigencia futbolística habría tenido un costo “por izquierda” de 100 mil pesos. “Los que nos ayudaron no son barrabravas, son hinchas normales”, se defendieron ayer ante Crítica de la Argentina los impulsores del “plan superclásico”, exultantes con los resultados obtenidos.

Admisión las pelotas
Muchos de los 174 barras que tenían el acceso vedado a la Bombonera fueron vistos en el estadio. El titular de la Subsecretaría de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos (Subsef), Pablo Paladino, había confirmado que se aplicaría el derecho de admisión a 100 hinchas de River y a 74 de Boca, pero en el segundo tiempo varios de ellos –incluido el jefe de La Doce, Mauro Martín– habrían ingresado.

El doble discurso
Por: Mónica Nizzardo (Presidente de la ONG Salvemos al Fútbol)
Los políticos saben que los barrabravas están dispuestos a todo. Los utilizan para hacer cosas que otros ciudadanos no harían, como levantar una bandera a cambio de plata. Por otro lado, esos mismos políticos no reconocen la necesidad de una ley nacional del deporte. Tampoco de una ley nacional que abarque el tema seguridad en espectáculos deportivos. No hay política de Estado.
Es el mismo doble discurso de siempre. Dicen una cosa y hacen otra. No hay coherencia. Aníbal Fernández firmó el derecho de admisión con una sola jurisdicción, como si en el resto del país la violencia no existiera. Hay que pensar en hacer las cosas en el ámbito nacional. Por eso, queremos saber a quiénes se les aplica el derecho de admisión, una información que debería ser pública.
El problema es que detrás de la barra brava siempre hay un apoyo político. Vemos a los barras en los actos sindicales; los vemos con Moyano, los vemos con Barrionuevo, y en tantos casos más, que no alcanzaría el espacio para nombrarlos. Y si el apoyo no es político, es empresarial: en la barra de Independiente empezaron a aparecer sponsors en las banderas porque están juntando plata para ir al Mundial. También hay que decir que la AFA es cómplice. Y encima dice que no tiene nada que ver con la seguridad.
Este Gobierno nunca tuvo voluntad política para terminar con esto. Sus funcionarios se contradicen todo el tiempo. Cuando mataron a Gonzalo Acro, el ministro Fernández dijo que no era una muerte del fútbol. Cuando mataron a Emanuel Álvarez, lo mismo. Es que los barras son gente con mucho poder.

Los negocios de la tribuna
Los vínculos entre las hinchadas y el poder. El barrabrava se convirtió en un hombre multiuso: son punteros, grupos de choque y militantes pagos.
Por: Alejandro Wall
El fútbol no es el único negocio de las barras bravas. La política también ofrece buenos rindes. Y una cosa va de la mano de la otra. El poder que exhiben los dueños del paraavalancha en las tribunas es utilizado para movilizar en actos y manifestaciones. No hace falta rascar demasiado para encontrar qué se esconde detrás de la patota: políticos y sindicalistas están siempre dispuestos a echar mano a sus servicios. La batalla del McDonald’s que protagonizaron sectores de La Doce no fue por un Big Mac. Tener el control de la banda implica también sumar poder en otras arenas. De aquel domingo, también quedó una divisoria partidaria: los de Mauro Martín se habrían abrochado trabajos para el PROperonismo. Los de Richard Fernández Laluz, algunas changuitas con el kirchnerismo.
“¡Ohhh, yo soy del Abuelo, peronista y bostero!”, cantaba La Doce en tiempos de José Barrita. Pero no se privaba de tener espónsores radicales como el caudillo barrial Carlos Bello. Con ese empuje, un ladero del Abuelo, Santiago Lancry, se conchabó en el viejo Concejo Deliberante. Vinculado a Enrique Nosiglia, el Gitano custodiaba hasta hace poco la puerta de la Legislatura. Los hermanos Di Zeo también cobraron salarios en esa casa. Rafa nunca se negó a exhibir sus conexiones: “Tengo los teléfonos del poder”, se jactaba antes de caer en desgracia. Su novia, Soledad Spinetto, era la secretaria privada del entonces gobernador bonaerense, Felipe Solá.
Juan Carlos Rousselot se aprovechó de la patota de Deportivo Morón mientras fue intendente. Y Luis Barrionuevo echó mano a la de Chacarita incluso desde antes de ser presidente del club. Del menemismo al kichnerismo, algunas formas no cambiaron. En 2006, cuando aún no se sabía si el candidato iba a ser pingüino o pingüina, la barra de Racing sacó a relucir un trapo jugándose por la reelección de su hincha más encumbrado: “Kirchner 2007 - 2011”. Llevaba la firma de la Guardia Imperial, la misma que Néstor saludó a viva voz durante un acto en Avellaneda.
Los barras son ideales para vestirse de “batatas”. Octubre de 2006 tuvo dos episodios paradigmáticos. Durante el conflicto gremial en el Hospital Francés, un grupo de hinchas rentados de Chacarita actuó como fuerza de choque contra los trabajadores. Sergio Muhamad se hizo famoso por esos días gracias a una foto que lo mostraba con Kirchner. “Tuto” era puntero del peronismo porteño, conectado a Héctor Capaccioli. Un tierno: pegaba al grito de “Y ya lo ve / y ya lo ve / es la gloriosa JP”.
Días después, durante el traslado del cadáver de Perón, Camioneros y la UOCRA se enfrentaron a los tiros. Emilio Quiroz quedó para siempre como “el pistolero de San Vicente”. Estaba vinculado a la barra de Independiente, donde los Moyano hacen pie. Madonna era chofer de Pablo. Y El Polaco, uno de los capos de la hinchada del Rojo, fue guardaespaldas de Hugo.
Patotas, culatas, “batatas”, punteros. Los barras dan para todo. Hasta batir el parche, como lo sabe hacer Tula, que cambió Rosario Central por la marchita.

Fuente: Crítica de la Argentina

La barra de la tele
El Gobierno contrató a los violentos de Boca y River para impulsar la nueva ley de radiodifusión. Les prometió limpiarlos y darles trabajo en la campaña política.

Por: Gustavo Gravia, ggrabia@ole.com.ar
Clarín, el fútbol es pasión, no un curro", rezaba el telón que desplegó la barra de River en el superclásico. Si no estuviéramos hablando de un tema importante, diríamos que se trata de una fina ironía. Los mercenarios del aliento, que han subvertido el verdadero amor por la camiseta al desenfreno por los billetes, los que cargan hasta con crímenes por ese motivo, pedían un fútbol sin codificar. La movida, para terminar de ser burda, se concretó con otro trapo parecido en la tribuna de enfrente: "Clarín, queremos fútbol gratis por TV", esgrimía La Doce, la misma que el mes pasado por su interna, se tiroteó al mediodía en un Mc Donalds (una anciana fue herida por un balazo). Esa gente, la mayoría con un prontuario que asusta, fue el vehículo del Gobierno para llevar al gran escenario su pelea por la nueva ley de radiodifusión. Bajo la premisa del fin que justifica los medios, financió a los delincuentes que asegura combatir. Tan insólito como torpe.
Todo se comenzó a gestar una semana atrás. El derecho de admisión en el Súper era una herramienta de presión y de imagen. Servía para presionar a las barras a negociar y si los referentes más importantes no estaban en los paravalanchas, la movida (para los cráneos) ganaba legitimidad. El acuerdo era claro: ustedes ponen los trapos y nosotros les damos dinero (la movida global superó los $ 100.000), los sacamos a futuro del derecho de admisión y los contratamos para las pintadas de candidatos oficialistas en Capital. Mauro Martín por Boca y Joe y Martín Araujo por River aceptaron.
¿Quiénes contactaron a los barras? Todos apuntan a la Secretaría de Medios, que comanda Enrique Albistur y donde tiene influencia el director Gustavo Fernández Russo (ex funcionario de De la Rúa), y la agrupación juvenil La Cámpora, que responde a Máximo Kirchner, hijo del matrimonio presidencial y donde trabaja el legislador porteño del FPV, Juan Cabandie. Algunos dicen que también fue clave Carlos Kunkel, diputado oficialista a quien sindican como financista de otra bandera con el escudo justicialista que tiene La Doce. En River, Joe pasó de su furioso menemismo cuando era cuadro de Matilde Menéndez al kirchnerismo. Ah, en la Casa Rosada algunos apuntan una reunión el viernes pasado con los dos capos de la barra para cerrar el acuerdo. Ahí funciona la Secretaría de Medios y a esa hora también habría estado alguien de Seguridad. Demasiadas coincidencias.
En ese cónclave se cerró el dinero, que en el caso de Los Borrachos habría ascendido a $ 50.000 mientras que La Doce habría cobrado un 50% más por panfletear antes del partido. De hecho, tres prominentes miembros de La Campora le entregaron a la barra 40 camisetas con la inscripción "Fútbol gratis para todos" y folletos. Los hombres de la segunda y tercera línea de La Doce cobraron por este trabajito 200 pesos cada uno.
La movida, además de resultar un boomerang comunicacional, también dejó heridos. Mientras Mauro Martín cumplió y ni él ni Paquinco, con derecho de admisión, ingresaron a la cancha, supieron en medio del partido que Caverna Godoy, Martín Araujo y el Uruguayo Larain sí habrían estado. Por algo durante el ST, Mauro salió desde la calle por TN a decir "yo estoy cumpliendo con la ley, no sé si todos lo hacen". Sabía de lo que estaba hablando: en la Argentina donde el Gobierno financia banderas a la barra, la ley es una entelequia que se acomoda a las necesidades del poder de turno. Increíble pero real.

Fuente: Diario Olé

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