lunes, 27 de abril de 2009

“Hay que ser anfibio, híbrido y polialfabetizado”

Alejandro Piscitelli, experto en ciberculturas, en su último libro, se sumerge en el universo de los nativos digitales, cuestiona la defensa corporativa del mundo del libro, y ofrece claves para diseñar la educación 2.0.
Por: Franco Piccato, fpiccato@lavozdelinterior.com.ar
Escuchar a Alejandro Piscitelli supone un intenso recorrido por lo más vibrante del pensamiento contemporáneo sobre ciberculturas y medios digitales. Un itinerario que va y viene entre dos mundos. ¿Virtualidad real? ¿Realidad virtual? Los límites ya no están tan claros. Especialmente para los chicos de la “generación Y”, nacidos a partir de 1980, que se mueven como peces en el agua en el universo de las redes sociales, blogs, wikis, celulares e Internet.
Contemporáneos de las nuevas tecnologías, dominan los medios de producción digital, crean, comparten y se relacionan. La Red es para ellos un espacio de socialización y de construcción de identidad. El debate emergente sobre los nativos digitales (“los bárbaros”, como los ha bautizado el italiano Alessandro Baricco) plantea retos y tensiones, especialmente en el campo de la educación, donde los estudiantes nativos no hablan el mismo idioma que sus maestros inmigrantes.
Piscitelli provoca. Estimula. Sorprende. Invita a reflexionar sobre alfabetización digital en un escenario marcado por luchas y resistencias entre cultura letrada y mashup, en medio de un duelo aún con final abierto entre el papel y la pantalla como soportes del conocimiento. Y lo hace desde un lugar privilegiado, como ex gerente del portal educativo Educ.ar, profesor universitario y autor de, entre otros, Ciberculturas 2.0 (Buenos Aires: Paidos, 2002) e Internet, imprenta del siglo 21 (Barcelona: Granica, 2005).
En una visita relámpago a Córdoba, donde dictó la clase inaugural de la especialización en periodismo digital del Colegio Universitario de Periodismo, Piscitelli habló con La Voz del Interior sobre Nativos digitales, su último libro.

Una línea demarcatoria La frontera que divide a nativos de inmigrantes digitales, ¿debe considerarse sólo como una distinción generacional?
No es una divisoria generacional. Hay gente grande que puede pasar por nativa, aunque no son muchos, y jóvenes que pueden pasar por inmigrantes. De todas maneras, pese a las críticas que hay sobre ella, creo que es una distinción rica, interesante y valiosa. Por eso titulé el libro así, a pesar de quienes dicen que es discriminatoria porque acentúa las diferencias y excluye a los adultos.

¿Acaso no hay, como señalan los críticos, cierto determinismo tecnológico en la noción de ‘nativos digitales’?
El interés de la distinción no tiene nada que ver con la tecnología ni con las redes sociales, es una cuestión de capital cultural y simbólico que básicamente se vincula con otras valoraciones de las competencias. Estamos viviendo una transición epocal en términos de alfabetización y valoración cultural. Y hay una lucha cultural profunda.

¿Qué está en juego en esa lucha?
Hay una defensa corporativa terrible de la cultura del libro y de la lectura profunda, porque lo que está en cuestión no es solamente el bolsillo o las fuentes de trabajo (de la industria editorial), sino un mecanismo simbólico de distinción, como decía Bourdieu. El continuum de “letrado-renacentista-iluminado-vanguardista-experto” es relativizado por la cultura de la socialización y el mashup. No es casual que quienes detestan la distinción, o bien son letrados o son gente que tiene más de 50 años.

¿Cómo responde a quienes dicen que la cultura digital y el “abandono” de la lectura en papel suponen un riesgo civilizatorio?
Hay libros enteros dedicados a mostrar que “nosotros somos lo que leemos y cómo lo leemos” y que ser occidental, humanista y democrático tiene que ver con la lectura. Quienes creen eso y ven amenazada la lectura en papel lo están viendo como una amenaza política, y tienen derecho. Pero cuando uno escarba un poco, dice: es demasiado monocausal esto, ¿no? La civilización occidental no va a caer porque la gente deje de leer libros o comprar diarios.

Y cuál es su opción, ¿el libro o la pantalla?
No es intercambiable. El libro es el libro y la pantalla es la pantalla, y es una pérdida de experiencia y de mundo no estar en uno de estos dos. Por eso hay que ser anfibio, híbrido y polialfabetizado. Muchos de mis amigos letrados me ven como un traidor, pero a mí me dan el mismo placer y el mismo estímulo.

El tsunami digital ¿Qué nuevos desafíos supone para la sociedad la actitud de los nativos de compartirlo todo y de vivir en red?
Hay un punto de no retorno que tiene que ver con la difusión masiva de los celulares, más que de Internet, y con esta posibilidad de la dieta cognitiva medida. Eso no es tan inédito, en las universidades públicas los alumnos hace décadas que no leen libros, leen apuntes: fragmentos de capítulos que se reproducen en una fotocopiadora. Pero era una fragmentación controlada que las universidades y las editoriales dejaban pasar. Ahora, el devenir líquido del texto en el mundo digital plantea preguntas sobre el futuro de la autoría, del derecho de la propiedad, no ya en términos económicos sino también simbólicos: ¿dónde queda mi identidad si cualquier cosa que yo haga cualquiera se la apropia?

¿Cómo se paran los “nativos” frente a las formas tradicionales de autoridad, como la familia y las instituciones del Estado?
Plantean cosas que pasaron siempre, que tienen que ver con los bautismos de ruptura. Para crear una identidad, tenés que pelearte con un padre, con el Estado y con una institución; aunque controlado en cierto modo. Se supone que esa pelea era acotada en el tiempo, mientras ibas a la escuela y tenías acné. Pero la generación de nativos desborda esos límites y provoca desajustes mucho más macro de los que ni las instituciones políticas, ni las instituciones educativas se están haciendo cargo. Mucho menos en la Argentina, que es una cultura del microsegundo, incapaz de imaginarse lo que va a pasar la semana que viene.

Hablando de la escuela, en el libro sostiene que los docentes 2.0 deben ser “creadores de conflictos”, y que la educación tiene que convertirse en una “industria del deseo”.
Eso lo tomo de Joan Ferrés. Básicamente lo que está diciendo es una trivialidad: que para captar el interés y la atención del alumno, el educador tiene que estar en alguna longitud de onda, que no quiere decir “hacerte el amigo” ni eliminar las diferencias. Significa que el docente que no sea actor y maestro en el arte de la seducción no va a captar la atención nunca.

¿Muy alejado de la realidad educativa argentina?
Hoy la docencia es fundamentalmente broadcast: la gente se sienta y escucha. Eso funcionó durante muchos siglos, pero no va a funcionar más. Los chicos dicen que el colegio es lento, redundante, y que les hace perder el tiempo. Es un grito a voces que nadie atiende. La violencia escolar, por caso, tiene una base socioeconómica, pero también de saturación histórica.

¿Cuánto falta en Argentina para que materias como geografía se enseñen con herramientas 2.0 como Google Earth?
(Thomas) Kuhn, en una frase muy cínica, decía que el viejo paradigma moría cuando morían todos sus cultores. Pero no es un tema de brecha generacional. Hacen falta políticos muy lúcidos y arriesgados que perciban la inevitabilidad de estas transformaciones. La aparición de formatos como YouTube o la Wikipedia está dando cuenta del cuestionamiento a todo lo que sea masivo e indiscriminado, cuando en realidad cada alumno es diferente, y tiene un tiempo de atención distinto. Hoy existen herramientas de personalización de la educación como no han existido nunca.

Cuáles deberían ser las claves de la alfabetización digital para un programa de política pública del siglo 21?
Es un poco lo que dice (Henry) Jenkins en un informe que hizo para la Fundación McArthur, donde plantea que hay unas 10 ó 12 competencias digitales, como la navegación transmedia, la inteligencia colectiva, el juego y la simulación. Ahora se dan más en el campo lúdico que en el campo del conocimiento, pero habrá que llevarlas a la escuela. Y formar a los chicos con softwares que prácticamente hoy no existen, videojuegos que tengan una proyección educativa. Hay mucho para experimentar, pero hay que empezar ya.

¿Qué rol ha tenido en el pasaje de lo analógico a lo digital la abrumadora apropiación de Facebook, en el último año?
Facebook está contaminando todo. Antes del Facebook masivo del último año, era bastante claro quiénes estaban de un lado y del otro de la divisoria. No ibas a encontrar a letrados que estuvieran en comunidades virtuales o Second Life, nunca fue algo masivo. Era muy fácil pensar que los nativos eran la cultura del fotolog, de Cumbio y de la pavada; y que el mundo letrado estaba para cosas mayores. Facebook cambió bastante el asunto, porque hizo bajar el costo cognitivo de entrar a Internet.

¿Y los medios de comunicación?
Los medios contribuyen demonizando. Antes el tema era la pedofilia y la pornografía, ahora es que Facebook hace perder criterios de valoración y que uno se olvide del mundo real. Siempre hay un chivo expiatorio, en este momento se llama Facebook como fue Second Life hace un año o dos, o el e-mail o el celular. En realidad, lo que hay es un gran “impensamiento” sobre estas cosas.

El libro
Nativos digitales. Dieta cognitiva, inteligencia colectiva y arquitecturas de la participación. (Buenos Aires, 2008, Editorial Santillana). Será presentado el viernes 8 de mayo en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Fuente: La Voz del Interior

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