Dos supuestos agentes de civil que se movilizaban en un patrullero detuvieron ayer al mediodía al testigo ocasional de un operativo de desalojo. Lo llevaron a la comisaría 3ª y le propinaron una feroz golpiza. Los agresores fueron separados de sus cargos y Asuntos Internos inició investigación
La Secretaría de Seguridad de la provincia ordenó anoche al jefe de la Policía que intervenga en la comisaría 3ª de Rosario después que su titular, Horacio Ghirardi, se informase de la detención injustificada y la aplicación de una brutal golpiza en el interior de la seccional de Dorrego al 100 al ocasional testigo de un procedimiento callejero. La víctima es Alejandro Guerrero, jefe de la sección Fotografía del diario El Ciudadano y empleado de la Subsecretaría de Comunicación Social de Santa Fe. Anoche, respaldado por el Sindicato de Prensa de Rosario, Guerrero radicó la denuncia en Tribunales y un médico legista constató las lesiones producto del abuso policial.
La comisaría 3ª está al mando de Adolfo Luna. Al cierre de esta edición se daba por descontado que la intervención de los altos mandos policiales en el caso, por orden de la Secretaría de Seguridad Pública, derivará en las próximas horas en el desplazamiento de la cúpula de la seccional y en fuertes sanciones a los policías involucrados.
Guerrero caminaba ayer al mediodía por la zona costera céntrica cuando fue testigo ocasional de un operativo de la Dirección de Control Urbano (participaron dos camionetas municipales y un móvil policial de apoyo) para desalojar a una decena de jóvenes que se habían asentado con colchones y otros enseres en el exterior del galpón joven en el que se realizan acrobacias con skates y bicicletas.
La golpiza que sufrió Guerrero es resultado de una metodología que sigue practicándose en dependencias policiales de la provincia y el país y que tiene innumerables víctimas. En este caso la pretendida impunidad con la que se ejecutó y la particular tarea profesional de la víctima facilitan la denuncia pública del caso, su repudio y favorecen la labor de funcionarios y jueces para cumplir con su deber de sancionar este tipo de abusos.
Los hechos
“Me paré a ver porque era un procedimiento de desalojo y les estaban llevando los colchones a los pibes. No tenía la cámara fotográfica encima porque no estaba en horario de trabajo. El procedimiento se realizó sin resistencia, excepto un mínimo tironeo cuando una chica les pedía que no le llevasen el colchón”, contó Guerrero.
“El procedimiento terminó; los municipales se fueron, y yo empecé a caminar para un lado y los chicos desalojados para el otro. Como a los 50 metros se me arrima un móvil policial que no había estado antes en el operativo. Uno de los ocupantes, vestido de civil, me dice que me acerque. Él se baja, me pone una mano en el hombro y me dice: «vamos, vamos» y me quiere llevar adentro del patrullero. «¿A dónde?» le digo. En ese momento alguien desde atrás le grita: «Ése no, ése no», y entonces me suelta”, relató Guerrero. “De inmediato me empezó a gritar que me fuera. «¡Rajate de acá, ya!», me insistía”.
Según el relato del fotógrafo de este diario, en ese momento vio que el otro policía, también de civil, traía a dos de los chicos que habían sido desalojados hacia el patrullero y detalló que “fueron muy mansos, no se resistieron en ningún momento”.
“Mientras los subían a los pibes al móvil, el que me había agarrado a mí me empieza a empujar, me da tres empujones fuertes insistiendo en que me vaya. Yo le digo que no, que no tengo por qué irme, y le pregunté a dónde los llevaban. Sobretodo lo hice por una cuestión de resguardo, porque no habían hecho nada y para saber informarle a los compañeros de la sección Policiales cuando llegase al diario. Entonces me dice: «Así que no te querés ir, entonces venís con nosotros», y me agarra con una mano del brazo, con la otra me baja la cabeza y me empuja hacia el asiento trasero del patrullero. Yo no ofrecí ninguna resistencia física”, continuó Guerrero.
Ya en el patrullero (al que identificó como un Fiat Siena oficial aunque las dos personas que iban en su interior no llevaban uniforme), uno de los supuestos policías lo amenazó: “Así que querés meter miedo, vos?”. Guerrero explicó que sólo le respondió: “No quiero meter miedo, pero tampoco me van a meter miedo así nomás”.
En la comisaría
Al llegar a la comisaría de calle Dorrego al 100, Guerrero y los dos jóvenes fueron llevados por los supuestos policías de civil a un cuarto. “Uno de ellos me empezó a dar puñetazos en todo el cuerpo, de la cintura para arriba mientras me decía: «¿Así que a vos te gusta copar la parada?”.
Guerrero explicó que sólo uno de los supuestos policías le pegaba mientras el otro presenciaba todo, y que en un momento entró una tercera persona, ésta sí con uniforme. También contó: “A los dos chicos les aplicaron unos cuantos cachetazos, pero no los golpearon como a mí”.
Después de la golpiza le tomaron los datos mínimos, le hicieron quitar el reloj y entregar el celular y lo llevaron a lavarse la cara porque tenía un corte en la parte superior de la nariz que le estaba sangrando. Luego lo llevaron a “un calabozo mugriento” donde estuvo casi seis horas.
En ese tiempo Guerrero exigió que le permitieran hacer una llamada telefónica, que le fue negada en varias oportunidades. En una ocasión que alguien abrió la mirilla del calabozo, pidió que avisaran de su presencia a su familia y a la redacción de El Ciudadano, cosa que no ocurrió. A pesar de que se identificó como reportero gráfico de este diario y empleado de la provincia, su situación tampoco se modificó. Sólo le informaron que estaba incomunicado imputado de resistencia a la autoridad.
A pesar de que ya había sido golpeado y llevaba más de seis horas privado de la libertad, todavía faltaba algo más.
Guerrero contó que finalmente lo llevaron ante un sumariante para tomarle declaración. Cuando le preguntaron la profesión y Guerrero respondió que era periodista, uno de los policías de inmediato lo amenazó a los gritos otra vez: “Más vale que te quedés en el molde porque si no te mato; ¿me escuchaste?, te mato”.
Liberación y denuncia
Tras su liberación alrededor de las 18.30 Guerrero, acompañado por la secretaria gremial del Sindicato de Prensa de Rosario y compañeros de trabajo de El Ciudadano, se presentó en Tribunales para radicar la denuncia ante la jueza de instrucción Raquel Cosgaya.
Viejas prácticas
El Sindicato de Prensa de Rosario repudió anoche los gravísimos hechos de abuso policial cometidos en la seccional 3ª contra uno de sus afiliados.
El Sindicato de Prensa de Rosario repudió anoche los gravísimos hechos de abuso policial cometidos en la seccional 3ª contra uno de sus afiliados. “No sólo acompañamos la denuncia judicial, sino que seguiremos los hechos hasta las últimas consecuencias para que todo se esclarezca”, sostuvo la secretaria gremial Alicia Simeoni. “Es alarmante comprobar que sectores de la Policía vuelven día a día a las viejas prácticas ligadas a la dictadura militar y a la cultura del terror”, afirmó la dirigente.
Seguridad Pública ordenó investigar
El subsecretario de Seguridad Pública de la provincia, Horacio Ghirardi, se interesó personalmente por el brutal caso de abuso policial.
El subsecretario de Seguridad Pública de la provincia, Horacio Ghirardi, se interesó personalmente por el brutal caso de abuso policial y tras escuchar de boca de la propia víctima el relato de los hechos, se comunicó con el jefe de la Policía provincial, Osvaldo Daniel Toledo, a quien le ordenó investigar la comisaría 3ª a través de la División Judiciales, que es la que normalmente interviene en casos de irregularidades o delitos en los que está involucrado personal policial. “Nosotros vamos a actuar hasta las últimas consecuencias y quien corresponda se tendrá que hacer responsable por este hecho que, a mi entender, es gravísimo”, informó anoche el responsable político de la fuerza de seguridad.
Fuente: Diario El Ciudadano