Por: Giselle Leclercq @giselleleclercq y Marcos Teijeiro @teijeiromarcos
Ahora achicó mucho su círculo y lo rodea poca gente y de su extrema confianza. Bajó del perfil. Los que están con él son soldados, no lo van a traicionar”. Los que lo conocen y lo trataron describen así la actualidad del polémico empresario periodístico kirchnerista, Sergio Szpolski, quien desde el cambio de gobierno observa a la distancia el desenlace de la tempestad que sembró: medios de comunicación vaciados, trabajadores en la calle y acusaciones de su ex socio, Matías Garfunkel (ver recuadro). Pero lejos de quedar expuesto y de caer en desgracia como los otros empresarios kirchneristas, Cristóbal López y Lázaro Báez, Szpolski se convirtió en el último blindado kirchnerista.
¿Por qué? Su buena fortuna reside en las amistades que ha sabido cosechar. De haber sido el empresario de medios más beneficiado de la década ganada, hoy tiene apoyos en Cambiemos que le sirven de paraguas. Los nombres influyentes en el gobierno de Macri remiten a una de espías: Darío Richarte y Juan José Gallea –dos ex SIDE– que aparecen vinculados a una compleja trama de amistades y sociedades cercanas a Szpolski. Con ellos, además de protección, surgieron nuevas relaciones.
Richarte, ex subjefe de la agencia de inteligencia en épocas de De La Rúa, tiene fluidos nexos con operadores judiciales tanto oficialistas como opositores. Por un lado, por su cercana relación con Daniel Angelici, actual presidente de Boca y con línea directa a las altas esferas de Cambiemos.
Por el otro, con Javier Fernández, hoy en la Auditoría General de la Nación e histórico operador judicial del ex espía Jaime Stiuso. Richarte y Javier Fernández solían compartir, cada quince días, cada vez que Boca juega de local, el palco en la Bombonera.
Con estos contactos Szpolski no tiene de qué preocuparse. Si hasta su ex socio Garfunkel dio a conocer que quien propició el surgimiento de la sociedad entre ambos no fue otro que el eterno armador radical Enrique “Coti” Nosiglia.
Szpolski ha sabido rodearse bien y gracias a eso hoy puede disfrutar de un blindaje otorgado por un sector del gobierno. Porque mientras Lázaro Báez y Cristóbal López padecen la arremetida de la Justicia, el tercer integrante del selecto grupo de megaempresarios K no sufre las mismas consecuencias, porque aunque las causas se acumulan en su contra y varios funcionarios de la nueva gestión cargan contra él, no encuentran la misma réplica que en los otros casos. “Es muy difícil avanzar contra él en la Justicia por los vínculos que tiene”, aseguran quienes conocen a fondo al empresario. El titular de Fundación La Alameda, Gustavo Vera fue explícito al señalar que a Szpolski no se lo investiga como a Lázaro Báez o Cristóbal López por respeto a un pacto. “Estos son los casos donde vos tirás de la cuerda y caen de los dos lados. Te das cuenta de que la grieta es una truchada”, señaló Vera.
Buenos amigos. Después de que su familia quebrara el Banco Patricios y de que él fuera expulsado de la AMIA por haber transferido casi tres millones de dólares de la mutual judía a la banca familiar, en momentos en que ya se sabía que la entidad financiera se encontraba en una situación terminal, Szpolski buscó nuevos rumbos. Tras varios intentos fallidos se acomodó en los medios de comunicación y en ese ámbito pasó de dirigir un pequeño periódico universitario a ser uno de los dueños del emporio mediático que más pauta oficial recibió en la década ganada: 814.961.991 pesos entre julio del 2009 y junio del 2015. Desde allí, logró forjar, además, su vínculo con los sectores de inteligencia. La relación se consolidó a través de quien fue el abogado de su grupo de medios hasta diciembre del 2014, Darío Richarte, quien además acercó a su amigo desde épocas universitarias, Javier Fernández. Ambos lo acompañaron en el multimedios e incluso llegaron a decir en privado que poseían el 10 por ciento del grupo, antes de que Matías Garfunkel ingresara al mismo. Los amigos trajeron con ellos nuevos vínculos ligados al mundo de la inteligencia. A través de Richarte, se sumó al Grupo Veintitrés Juan José Gallea, quien había sido gerente de Administración y Finanzas en la SIDE durante su gestión y que tuvo que declarar en la causa de los sobornos del Senado. Hoy, Gallea volvió a la inteligencia nacional como secretario de finanzas de la AFI.
Fernández, por su parte, siempre estuvo ligado al justicialismo. Desde allí, aportó vínculos con la SIDE kirchnerista e incluso con quien fuera director de operaciones hasta diciembre del 2014, Jaime Stiuso.
A pedir de boca. Desde su exilio, Garfunkel relató la amenaza: “Acá nos salvamos todos o me salvo yo solo, por mi relación con Angelici y el macrismo”, aseguró el autoexiliado empresario que le había dicho Richarte. Es que más allá de su paso por la inteligencia nacional y de ser abogado defensor de muchos kirchneristas, Richarte mantiene una relación fluida con el operador de Cambiemos en la Justicia, Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y con línea directa con la Casa Rosada. Él fue el encargado de mediar para que el nuevo jefe de los espías, Gustavo Arribas, designara a Gallea en la AFI.
De hecho, ambos comparten mandato al frente del club de la ribera, ya que Richarte es el vicepresidente tercero de la entidad. Con ellos, en el cargo de prosecretario de Economía y Presupuesto aparece Hipólito Nosiglia, hijo del “Coti”, el mismo que alentó el ingreso de Garfunkel al Grupo Veintitrés.
“Es altamente preocupante la relación estrecha del señor Angelici con el doctor Darío Richarte”, aseguró Elisa Carrió y afirmó: “El presidente de Boca interfiere en la Justicia y el presidente de la República lo sabe”.
Para Szpolski, el alcance de sus contactos es un alivio. En las denuncias que se acumulan en su contra, su nombre aparece ligado siempre al de Richarte, Gallea y Fernández e intuye que esa es la mejor protección de la que puede gozar. Si hasta el propio Garfunkel aseguró que Szpolski no era más que el testaferro de las empresas y que quien manejaba el Grupo era el estudio Richarte.
Por eso, a pesar de las denuncias, el empresario sabe que goza de un privilegio que sus colegas de andanzas kirchnerista, Lázaro Báez y Cristóbal López, no. El primero, preso, se ha convertido en el paradigma de los problemas del fin del kirchnerismo. A poco de asumir, la nueva gestión lo fijó como su objetivo. Las denuncias acabaron con el empresario patagónico encarcelado y utilizado como sinónimo de la corrupción K en expedientes que apuntan por elevación a Cristina Fernández.
López, por su parte, también está en la mira de la Justicia con causas millonarias que lo involucran y Cambiemos se metió de lleno a desmantelar su principal fuente de ingreso: el juego. Al igual que Báez, sus amigos no fueron suficientes. Cristóbal era socio de Marcelo Tinelli, sin embargo el Gobierno no tuvo reparos en avanzar sobre su figura a pesar de que esto fogoneó aún más el conflicto con el conductor.
Ya se presentaron causas que ensombrecen el futuro de Szpolski. La primera y más avanzada fue la presentada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) que denunció a las empresas del Grupo Veintitrés por haber evadido impuestos en aportes de la seguridad social de sus empleados y multó tanto a Szpolski como a Garfunkel por el monto reclamado: 85 millones de pesos.
Esto mismo ya había sido denunciado por el el dirigente del Frente Renovador, Walter Martello, ante la Unidad de Información Financiera (UIF). En dicha presentación, además, se incluía una acusación por lavado de dinero por haberse librado más de 1.300 cheques sin fondos.“La parte que avanzó hasta ahora es la de evasión, a través de AFIP, pero ahora queremos que se investigue el lavado ”, explicó a Noticias Martello.
Otra denuncia es la fogoneada por Elisa Carrió en la que al empresario se le imputa el cargo de “insolvencia fiscal fraudulenta, simulación dolosa de pago y/o alteración dolosa de registros”. Una vez más Szpolski no está solo, ya que los otros tres imputados son Darío Richarte, Javier Fernández y Juan José Gallea a quienes Lilita considera directivos del Grupo Veintitrés. Esta denuncia fue el catalizador del cruce entre Carrió y Angelici, ya que al momento de presentarla la ex legisladora fue la que sembró dudas sobre el futuro de la causa estando involucrada gente cercana al presidente de Boca.
En tanto, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENaCom) también fijó a Szpolski como objetivo. Su titular, Miguel de Godoy, anunció que también se lo denunciará por no haber hecho aportes cuando fue dueño de Radio América. También este organismo investiga la venta de esa radio y del diario Tiempo Argentino al empresario correntino Mariano Martínez Rojas. Ambos aseguran que los papeles de transferencia están en regla, aunque son reticentes a mostrarlo. Más aún, Martínez Rojas aún no pagó los sueldos adeudados, cosa que prometió cuando adquirió los medios y según aseguran los trabajadores de ambos medios podría tratarse de un testaferro.
Incertidumbre. Mientras los expedientes judiciales se apilan, Sergio Szpolski mantiene un perfil muy bajo. Continúa yendo todas las semanas a sus oficinas ubicadas en el Buenos Aires Plaza de Puerto Madero, aunque ya no piensa sobre el futuro del Grupo Veintitrés. Consultado por Noticias, optó por no brindar declaraciones para esta nota. Lo único que se limitó a decir es que no está incursionando en el negocio de la seguridad privada a través de la SLS Consulting & Training.
Este hermetismo concuerda con la actitud pública que tomó luego de desprenderse de todos sus activos. Muchos de los que solían verlo o seguir sus asiduos posteos en las redes sociales, concuerdan en señalar que su actualidad es una incógnita.
En los hechos, al empresario sólo le quedó el 2 por ciento de la señal de noticias CN23, de las cuales sólo recibirá dinero “si alguna vez el canal obtiene ganancias”, explican desde Indalo la nueva empresa dueña de la mayoría accionaria. Pero más allá del este pequeño porcentaje, Szpolski tiene más nexos con la señal de TV. Según sus registros de ANSES continúa siendo empleado de Soluciones Logísticas SA, la firma propietaria del canal, aunque al igual que con el resto de sus empleados, no pagó sus aportes previsionales ni siquiera a sí mismo. Desde Indalo explicaron: “Antes de desprenderse de la empresa, él se puso como empleado y después llegó a pretender reclamar una indemnización. Pero quedó en la nada”.
Así, sin el emporio mediático que supo construir a fuerza de pauta oficial y, en especial, con contactos en sectores estratégicos, Szpolski se recluye cada vez más. Aguarda que la tormenta pase y analiza la manera de reinventarse. Para eso debe seguir confiando en que los lazos que construyó se mantengan lo suficientemente fuertes como para evitar cualquier embate.
Martínez Rojas: El dueño fantasma
La situación de Radio América y Tiempo Argentino continúa sin resolverse y se convirtió en el paradigma de lo que significó el vaciamiento del Grupo Veintitrés. La mayoría de los trabajadores está sin cobrar desde diciembre y se comprobó que durante años no se les habían depositado los aportes previsionales. El traspaso de manos del Grupo Veintitrés al misterioso empresario correntino Mariano Martínez Rojas no resolvió los problemas que, al contrario, se profundizaron: patotas, denuncias por amenazas, la conformación de una cooperativa que se encarga de imprimir el diario y la intervención de señal radial por parte del Estado son algunos de los hitos que resumen el caos que reina en estos medios.
Para Martínez Rojas, la resolución del Ente Nacional de Comunicaciones (ENaCom) que habilitó la intervención de la emisora es “irregular”. Al mismo tiempo, sostiene que la cooperativa que imprime el diario, “Por más tiempo”, es ilegal. Se siete una víctima y acusa a kirchnerismo y al macrismo por igual. Tanto los trabajadores como parte del Gobierno se hacen las mismas preguntas hace meses: ¿Quién es Martínez Rojas?, ¿a quién responde? Si bien al principio el correntino dijo que compró los medios con capitales extranjeros, su nueva versión es que los compró con dinero propio. Lo cierto es que aún no pudo acreditar ser el propietario con papeles ante la Justicia y nadie termina de imaginar cuál será el futuro de los medios.
Garfunkel: Socio en fuga
Está paranoico. Se compró una camioneta de alta gama de Cadillac y pagó unos 52.000 dólares para blindarla”. Matías Garfunkel, que se instaló con su familia en una exclusiva isla de Estados Unidos luego del estallido del Grupo Veintitrés, cree que su vida corre peligro y que detrás de las amenazas que denunció está, nada más y nada menos, que su ex socio Sergio Szpolski y miembros de la ex SIDE. Sus detractores, sin embargo, insisten en que la victimización forma parte de una estrategia para conseguir la residencia norteamericana y no volver a pisar Argentina.
Por estos días, Garfunkel vive aislado y su vida social se limita a concurrir a un templo judío. Su esposa, Victoria Vannucci, se encuentra buscando colegio para sus hijos y es la que lleva adelante la casa.
Luego de que se conociera que Mariano Martínez Rojas había comprado Tiempo Argentino y Radio América, el empresario presentó una denuncia contra Szpolski ante el juez Ernesto Botto, del fuero criminal, en la que afirma que la venta de los activos se llevó adelante sin su consentimiento. Además, Garfunkel señaló a Darío Richarte y a Javier Fernández como los verdaderos dueños del Grupo Veintitrés y hasta contó las maniobras para malversar el dinero de la publicidad oficial. Su versión es simple: él fue una víctima y fue estafado.
Según fuentes cercanas al entorno de Garfunkel, el trámite de la residencia se estaría complicando: “Lo detuvo la policía en el estado de Virginia conduciendo al doble de la velocidad permitida. Es un delito grave y pone en riesgo sus chances de quedarse”, agregaron. Sin embargo, desde el círculo del millonario desmienten esta información y asegura que son operaciones en su contra.
Fuente: Revista Noticias