Esta madrugada falleció, tras una larga enfermedad, Rubén Schofrin secretario adjunto del Sindicato de Prensa Buenos Aires y delegado de la Comisión General Interna de Perfil, incansable luchador por los derechos de las trabajadoras y los trabajadores de prensa
Rubén Schofrin enfrentó en los últimos meses un cáncer, primero, y una serie de circunstancias posperatorias, después. Luchó hasta el final, como fue su vida.
En los primeros años de la década del 70 se sumó a las filas de la Unión de Juventudes por el Socialismo y a Política Obrera, antecesor del Partido Obrero. Ocupó cargos relevantes en el PO, fue electo reiteradas veces como congresal y formó parte, en distintas oportunidades, tanto de la dirección de la Capital Federal como de la nacional de ese partido.
Schofrin desplegó su actividad sindical en el gremio de prensa de la Capital Federal. A fines de los años 90 organizó e integró la Comisión Gremial Interna de Editorial Perfil, puesto que no abandonaría hasta su muerte. Participó en forma destacada en la construcción del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) y formó parte de su directiva, como secretario adjunto.
El velorio de Rubén se realizará en Dorrego 626, y el viernes se hará la despedida en Chacarita. Acompañamos a sus familiares, amigos y compañeros de militancia en este momento de dolor.
Silvina Pascucci, del Grupo de Investigación de la Clase Obrera Argentina lo entrevistó para la revista El Aromo para conocer más del conflicto en Perfil:
Contame cómo se desarrolló el conflicto en Perfil…
Comenzó el 7 de febrero, con un reclamo salarial que condujo a un paro general hasta el 11 de abril: 43 días de huelga. Existen muchos trabajadores con salarios muy bajos, que aunque son trabajadores efectivizados, tienen condiciones salariales malas, similares a las pasantías. Salimos a pelear, entonces, por $500 de aumento salarial y $1.500 de salario básico en mano. La antesala del conflicto fue un petitorio que elevamos a la empresa en el mes de noviembre. Comenzamos un proceso de asambleas y la empresa no nos respondía. Además, ya en pleno verano, se agregó un elemento que fue que los aires acondicionados no andaban. Este es un edificio vidriado de más de cuarenta años con un aire acondicionado que tiene cuarenta años también, y cuando se rompe, no lo arreglan. Nos moríamos de calor, había desmayos. Entre 4 y 6 trabajadores por día se derrumbaban. Acá llegó a hacer una temperatura de 50 grados. Algunos días nos retiramos de la empresa porque el calor no se aguantaba más y a partir de esto empezamos a discutir sobre las condiciones en que estábamos trabajando. Así, se fue creando un caldo de cultivo y una bronca generalizada que estalló en febrero con el paro. Obtuvimos una escala de aumentos y logramos conseguir, para los compañeros que menos ganan, un aumento de entre un 40% y un 50%. Conseguimos $32 de tickets y $450 en efectivo. Luego, la escala va descendiendo, con un promedio de $400. Es un triunfo, también, porque todo el proceso está basado en un mecanismo, en un método, que fue la Asamblea General, que discutió un petitorio de demandas y un reclamo salarial muy concreto.
Y luego, Perfil intentó despedir un editor que había parado…
Si, Alejandro Wall es editor de Perfil.com y cumplió todos los días de paro. A los tres días de haber culminando el conflicto, fue convocado por la empresa para decirle que no quería contarlo más entre sus filas, que le convenía aceptar un retiro voluntario y algunas amenazas más. Entonces, los compañeros de Perfil.com comenzaron un paro. Luego, una asamblea general masiva, convocada de urgencia por la comisión interna resolvió respaldar a Perfil.com y al editor y fuimos todos al paro de nuevo. Acá hay un tema, porque el conflicto salarial ya estaba cerrado, desde el punto de vista técnico, en el día 32, ya que hubo un acuerdo de los montos salariales. Pero la huelga duró 11 días más, porque la empresa no quería firmar ninguna cláusula de “no represalias”. Nosotros suponíamos que quería venir con despidos, pero en ese punto, sabíamos que la vitalidad de nuestras fuerzas nos permitiría contrarrestarlo, como efectivamente ocurrió. Este segundo paro duró 5 días, hasta que la empresa retrocedió y dijo que no iba a haber ningún tipo de sanción. Este fue también un triunfo muy importante. Otro de los logros fue que en los 48 días de paro la empresa no hizo descuentos salariales. Conseguimos quebrar una política autoritaria y negrera de parte de la empresa.
¿A qué atribuís esta radicalidad en Perfil?
En primer lugar, hay un fenómeno nuevo en el gremio de prensa que se viene desarrollando desde hace mucho tiempo. Un antecedente es la lucha salarial de Crónica TV que logró un aumento importante de salarios; luego La Nación logró una suba de $500 para todo su personal, el Cronista Comercial de $450, Infobae $430. Ahora se sumó a la lucha salarial Página/12 y Diario Popular. En el gremio de prensa no hubo paritarias, la última fue a fines de la década del ‘80, es decir, hemos vivido 15/20 años sin paritarias. No hemos conocido paritarias de ningún tipo, en condiciones en las que los trabajadores hemos sido explotados en nuestros derechos laborales y sindicales. Entonces, en este proceso de lucha más general, que es donde se inscribe esta lucha de Perfil, un día vinieron los trabajadores del subte, el cuerpo de delegados del subte a contarnos su lucha, porque ahora el Subte está en lucha. Este contexto está indicando una nueva realidad en el gremio de prensa que tiene que ver con un proceso de rebelión popular más general que hay en todo el país.
¿Cuál es el papel que cumplió la UTPBA en este proceso?
Obviamente, la secretaría gremial de la UTPBA estuvo presente desde el primer día. Pero acá no se trata de que vengan uno o dos compañeros de la UTPBA. El sindicato es mucho más, es una organización que de conjunto se pone no sólo a disposición de la lucha sino a organizarla para que su triunfo potencie otras luchas. En este caso, la pregunta es la siguiente: si La Nación, Infobae, El Cronista y otros, terminaron en triunfo, ¿por qué ir rebanando lo que debe ser una lucha más general de los trabajadores de prensa? Creo que esta situación marca una nueva tendencia hacia el reagrupamiento del activismo combativo y de los luchadores en las empresas periodísticas y en las redacciones para poner el gremio de prensa de pie y transformar la UTPBA en una asociación de lucha al servicio de la causa de los trabajadores.
“Quienes impulsaron la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no querían que los trabajadores la discutieran”
En la presentación del libro de Santiago Gándara Intervenciones. Medios y Estado los términos de un largo debate. Estuvo presente Rubén Schofrin, esta fue su reflexión:
Recién me hicieron una pregunta que valoro mucho y más desde que soy Secretario Adjunto del nuevo Sindicato de los Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, la pregunta fue ¿cuántas veces había venido a la Facultad de Ciencias Sociales y a esta carrera de Comunicación? La respuesta es que es la primera vez. Y me parece importante combinar esta explicación de venir a presentar este libro que marca una enorme lucha política, en particular de la corriente que yo integro: La Naranja de Prensa -una corriente gremial y política del gremio de prensa de muchos años de trayectoria, que ya tiene sus propios compañeros ya jubilados- con la que dimos, también, en absoluta soledad en el principio del debate de la ley de medios.
Cuando digo “en soledad” quiero señalar que nosotros que, si bien somos una corriente sindical de todo el gremio de prensa, tenemos nuestra principal estructura organizada en la prensa gráfica o la prensa escrita. Y llamativamente una ley que ni siquiera rozaba a la prensa escrita -salvo, quizás, por sus consecuencias posteriores, que tenían que ver con que si se desmembraba o no el Grupo Clarín, y esto iba a significar una cierta situación- generó el mayor debate en la prensa escrita, con una enorme corriente de opinión con muchas idas y vueltas en torno a la ley Audiovisual.
Como bien se señala, creo que en el prólogo, se trata de una ley de medios cuya defunción se decreta con los cambios que ejecuta el macrismo, pero que ya estaba muerta desde hace mucho tiempo. Desde el punto de vista jurídico, quizá desde aquel día en que Cristina Fernández de Kirchner dijo que no se podía tapar el sol con las manos, cuando debido a la gran presión popular tuvo que excluir a las telefónicas como grandes beneficiarias de la ley, para, años más tarde, incluirlas en la Ley Argentina Digital. Ahí, posiblemente, quedó vieja la ley de medios (SIC) desde el punto de vista del negocio capitalista.
Pero quiero señalar una contradicción porque, si bien fue en la prensa escrita, en las redacciones y entre los trabajadores de prensa donde más se discutió, hasta la ley fue implementada prácticamente pasó inadvertida en los medios, porque hubo una intención manifiesta de quienes hicieron esta ley y es que esta ley no fuera discutida por los trabajadores de los medios. Fue enajenada la discusión de la ley. Justamente una ley que pregonaba la libertad y la necesidad de expresión no contó con el debate de los trabajadores, de aquellos que pueden hacer posible la libertad de expresión y que escriben cotidianamente los contenidos periodísticos en todas las empresas de medios. Y quiero señalar, como una contradicción importante, que esta batalla que dio el gobierno por imponer la ley en la conciencia de los trabajadores de prensa tuvo un relato particular que nosotros enfrentamos por primera vez, en forma abierta, cuando hicimos el primer gran acto por el cierre del Diario Crítica en el microcentro porteño. En ese momento arreciaba una campaña que tenía entre sus cultores a quien entonces era el canciller de la Nación, Héctor Timerman, y también incluso a personas que habían tenido un papel estelar en la organización de los trabajadores de Clarín como Pablo Llonto, quienes les pedían a los trabajadores de Clarín que renuncien... Es decir, que no podían estar más ahí adentro y que la lucha contra Magnetto pasaba por la renuncia de los trabajadores de esos medios.
Ocurrió un día que, en medio de un intento del gobierno a través de la Comisión Nacional de Valores de desmembrar al grupo utilizando a accionistas minoritarios, el grupo intentó sacar una solicitada defendiendo el diario, o sea defendiendo los términos de un diario de Magnetto. Entonces, desde la dirección del diario bajó una orden de sacar esa solicitada firmada por los trabajadores. Eso fue –creo- en el 2013. Nosotros ya conocíamos los métodos de la empresa por nuestra discusión paritaria y la batalla que tuvimos que dar para organizar la Comisión Interna en Clarín, que era en ese momento una empresa de 2000 trabajadores de prensa de todo el grupo. Entonces se realiza una asamblea convocada por esa Comisión Interna donde se plantea que, si se quiere discutir con los trabajadores, se tiene que discutir con los representantes gremiales. Y en una asamblea con más de 500 trabajadores del grupo, y en medio de las amenazas de disolución del grupo por parte de la Comisión Nacional de Valores mediante un procedimiento económico, los trabajadores votan en asamblea repudiar cualquier tipo de intervención del Estado y, al mismo tiempo, declaran su independencia de los contenidos periodísticos y del accionar de su patronal.
Ahí, nosotros decimos que los trabajadores de prensa que hasta el momento habían intervenido de forma disuelta por la preocupación del kirchnerismo de tratar de evitar que los trabajadores de prensa pudieran intervenir como un sujeto activo, en esa asamblea los marcaron esta contradicción: en donde había un gobierno que les pedía que renuncien y todo un sector del kirchnerismo que trabajaba en el diario renunció al diario y muchos terminaron en Radio Nacional y en otros medios más ligados a la impronta kirchnerista. Pero los trabajadores dieron una batalla fenomenal en torno a ese planteo. Lo segundo que quiero marcar en cuanto a esta contradicción entre el accionar del gobierno con su ley y con lo que pasó realmente en el gremio de prensa, ocurrió al día siguiente del triunfo de Macri en las elecciones nacionales, en el balotaje entre Macri y Scioli. Como no podía ser de otra manera, el Diario La Nación dijo “nos llegó el momento, es nuestra oportunidad”. Y entonces sacaron un editorial planteando la defensa de los genocidas de la dictadura, argumentando que eran viejitos y no sé qué historia más. Un editorial tremendo que inauguraba o, mejor dicho, desarrollaba un camino que ya se había hecho antes y que venía a mandar a su casa, por la edad, a los genocidas y luego venía a cerrar la etapa de juicios por los crímenes de lesa humanidad. Y como sucede a veces en la historia, un periodista que era del palo del diario, con intereses ideológicos seguramente similares a los del diario, Hugo Alconada Mon, dijo “esto es mucho para mí” y través de un tweet repudió la editorial del Diario La Nación. Esto fue a media mañana (las redacciones generalmente se empiezan a poblar a las 15 o 16 horas). La Nación ahora tiene su sede pasando la General Paz, por Avenida Libertador. Aquella tarde se hizo una asamblea importantísima que puso en vigencia una verdadera ley de medios democrática en la Argentina que no estaba contemplada, por supuesto, por la ley de medios que había armado el kirchnerismo, que le dijo a la patronal que no compartía su editorial y que pedía derecho a réplica.
Es como si un peón pidiera derecho a réplica en una estancia. No hay antecedentes en los 150 años de historia de ese diario, que nació sobre la base de la espantosa masacre de la Guerra de Paraguay, y tuvieron que pasar casi 40 años para un proceso de asamblea así. La última experiencia de ese tipo asambleario se dio en los años setenta, cuando los trabajadores del Diario La Nación tomaron las riendas del contenido del diario y lo tomaron como propio. Al día siguiente La Nación tuvo que actuar de la forma en que la gran burguesía suele y puede hacerlo, sobre todo por el impacto que causó la acción de los periodistias: pidió disculpas publicando lo que había pasado con la asamblea de trabajadores. Este es un ejemplo de lo que no pudo el kirchnerismo, porque no fue su objetivo democratizar la palabra en serio, dado que la ley de medios no tenía ese objetivo, sino que más bien era un reparto, como bien se narra en el libro. Por eso nosotros quedamos en soledad, porque se disfrazó como ley democrática un reparto capitalista que ahora se empieza a ver en plenitud, en esta etapa, con el ingreso de las grandes señales norteamericanas que seguramente se van a quedar con Telefé, el fútbol y todo el negocio de la comunicación.
Se desarrollaron condiciones, entonces, impresionantes entre los trabajadores que no tuvieron que ver con lo que hizo el kirchnerismo. El kirchnerismo se mantuvo afuera de ese proceso porque les había pedido a los trabajadores que renuncien. Lo que muestra que de ninguna manera pensaron que esos trabajadores estaban en condiciones de dar una lucha tan importante en un medio tan conservador como La Nación. No me quiero exceder, pero lo tercero que quiero decir es lo siguiente. Nosotros fundamos el SiPreBA en un plebiscito en el que votaron los trabajadores de todas las empresas periodísticas de la ciudad (27 empresas) y más de 2100 votaron a favor y 70 en contra de la fundación de un nuevo sindicato. Éramos el 98 por ciento de los delegados del gremio de prensa de Buenos Aires y fundamos el nuevo gremio. Lo fundamos en el mes de junio y el mismo día en que los trabajadores de La Nación producían ese hecho excepcional. En cuatro meses conquistamos la personería y logramos, desde entonces, ser un sindicato legal en la Ciudad de Buenos Aires. Un sindicato que se formó sobre la lucha contra toda patronal y todo gobierno y para defender los principios de la libertad de expresión. Un sindicato que debido a su propia composición (compañeros que éramos contrarios a la ley de medios en cuanto a sus contenidos y compañeros que estaban a favor) no ha podido hasta el día de hoy definirse en torno a la ley. Quedó y quedará como una asignatura pendiente que seguramente tendrá que estudiarse en la Facultad porque tiene el valor solo de fijar una posición sobre algo que sucedió pero que ya ha terminado.
Por último quiero señalar lo siguiente: ¿qué fue la ley de medios? Fue un intento de implementar un sistema de medios desde el Estado, seguramente el más importante del que se tenga memoria en cuanto al poder casi dictatorial que solo se puede comparar con el momento actual, lo que ha permitido mostrar la ley de medios en su fracaso absoluto. Por ejemplo, es lo que se puede observar en el caso Szpolski que ha logrado a través de ese tremendo vaciamiento dejar a más de 800 compañeros en la calle. El otro día hicimos una radio abierta frente al Ente Nacional de Comunicaciones en defensa de los 100 puestos de trabajo en Radio América, unos de los medios del Grupo Szpolski que hace 10 meses que están en conflicto y que el gobierno de Macri no ha sido capaz de otorgar una subsidio para los trabajadores. Ahora va a haber una licitación, seguramente muy trucha, y seguiremos batallando por el pleno empleo de los compañeros de la radio.
Quiero señalar lo siguiente: el derrumbe del Grupo Szpolski demuestra el carácter ficticio que tenía, desde el punto de vista de los trabajadores, este intento de perpetrar una ley que venía simplemente a modificar las relaciones intrapatronales o intracapitalistas en el negocio de los medios. Un negocio que, posiblemente, con el desarrollo de la web y de los medios nuevos que están surgiendo planteé nuevas cuestiones y nuevas condiciones de trabajo y nuevas peleas para los trabajadores de prensa. Pero este derrumbe del Grupo Szpolski es llamativo porque le daban más de 800 millones de pesos de pauta oficial (porque además un conocido en la universidad, Darío Richarte, que era un integrante del directorio del Grupo Szpolski, nutría con fondos de la SIDE en otra cifra similar). Y ustedes saben que Szpolski fue candidato a Intendente de Tigre en las últimas elecciones. Hay denuncias que dicen que gran parte del dinero fugado por Szpolski y que debía ser utilizado para pagarles los salarios a los trabajadores fue usado en la campaña electoral de la Provincia de Buenos Aires donde Szpolski tuvo un papel muy importante y fue tan defendido por una persona que no sé ya cuál es su imagen, pero que para nosotros debe ser declarado persona no grata por el gremio de prensa, Martín Sabbatella, ex mandamás del AFSCA, y precandidato a Vice Gobernador por el kirchnerismo con Aníbal Fernández. Pero que, fundamentalmente, fue el hombre que nutrió y permitió todos estos desbarajustes por parte de un grupo al que ni siquiera le daba el piné, en función de la ley de medios, porque violentaba todas las normativas que el kirchnerismo había desarrollado. Para finalizar, la ley de medios, que fue un modo de regular una pelea entre grupos capitalistas, se nos incrustó en el gremio de prensa. Primero tuvimos que luchar en soledad contra lo que esa ley representaba. Luego, a través de planteos formidables como esas asambleas de Clarín y como esas asambleas que vivimos pocos meses atrás en La Nación y el propio nacimiento de nuestro sindicato, como un sindicato que, en medio en que arreciaban estas peleas entre Clarín y el gobierno, planteó su independencia política de todas las patronales de todo signo político. Esta -me parece- es la conclusión más importante. En el sentido de defender la lucha por la libertad de expresión y la libertad de expresión misma como una batalla central de los trabajadores de prensa. Un último punto y tal vez el más ilustrativo. Este sábado, en una charla debate que organizó mi sindicato sobre Julio López, me llamó la atención la enorme batalla que tuvieron que desplegar los compañeros periodistas de Radio Provincia (Julio López era platense) para poder dar a luz y dar a conocer la situación. Es decir, en medio de la democratización de la palabra que pregonaba la ley, nos encontramos con la enorme batalla que tuvieron que dar los trabajadores de prensa que frente al desaparecido 30 mil y uno tuvieron que ingeniárselas para que su patronal, que era el Estado de la Provincia de Buenos Aires, que pregonaba la ley de medios, pudiesen señalar alguna cuestión que implicase el derroterro o la lucha de la verdad en relación con la desaparición de Julio López. Esto fue denunciado el sábado y compañeros que hicieron libros sobre esto y reflejaron la enorme batalla que tuvieron que dar en busca de la verdad.
No voy a escribirte un poema, Rubén
Por: Daniel Mecca
—Te dije que habíamos conseguido diez donantes, pero teníamos 14, ¡así no te relajabas!
Eran los últimos días de diciembre de 2018.
Viajaba en el colectivo para ir a donar sangre a Rubén cuando me confirman el dato que habíamos alcanzado la cantidad necesaria de donantes. Lo whatsapeo rápido a Schofrin, le aviso y me llama por teléfono para decirme eso. Entre risas. El muy turro.
La anécdota no solo dimensiona su hermoso humor negro, sino un método de militancia, una enseñanza: tenés que seguir haciendo, teneś que seguir luchando.
Rubén, en su tremenda vitalidad, te animaba a más.
Nos chicaneábamos todos los días con enfrentada dulzura.
Irónico, me decía ‘mister comas’, ‘que el poeta corrija el comunicado” o ‘Borges ilustrado’. Yo lo corría: “Levante la mano el que no está procesado” o “te voy a ir a llevar facturas a Marcos Paz”.
Eran los tiempos del juicio que les hizo la patronal de Perfil por luchar contra despidos y que ganaron extraordinariamente, dejando un hito histórico en el gremio de prensa.
Fue un paciente constructor de ese gremio de prensa, un luchador de todas las luchas y un metódico militante del socialismo revolucionario. Método, método, método.
Dirigente del Partido Obrero y de La Naranja de Prensa, una vez me dijo: “La militancia en nuestra generación es una opción de vida”. Tenía algo de superhéroe estando en todos lados, pero no, Rubén era un compañero real, decididamente práctico y tenaz, que dio su opción de vida por un mundo mejor. Lo querían hasta los adversarios.
Rubén, en su tremenda lucha, en su implacabilidad, era un tierno.
Su inconfundible voz, esa fuerza de olas cuando daba un discurso, queda vibrando en las redacciones de mañana. Nos quedás, Rubén.
Nos tomamos un café días antes de la operación. Dijo que íbamos a hacer la revolución antes que la CGT llamara a un congreso de bases. Dijo sobre la enfermedad: yo no soy ninguna víctima, yo estoy luchando. Dijo, ya cuando nos despedimos en la calle, irónicos como siempre, abrazándonos: yo también te quiero mucho, lástima la poesía.
El viernes 18 de enero, cuando su cuerpo empezaba esta última larga lucha, su entrañable compañera Judith me dijo: “Lo único que me pidió Rubén antes de esta situación es que te diga que no le escribas un poema porque él quiere volver a casa”.
No te voy a escribir ese poema, Schofrin, porque vas a estar siempre en casa.
En las redes compañeros y compañeras compartieron palabras de despedida:
Siempre me acompañaste compañero Rubén Schofrin...
Nunca pude entender porqué me defendías tanto, del ataque de aquellos puntuales "dirigentes" de izquierda de un "ex gremio" de Prensa, que criticaban, con más miopía que impiedad, mí Peronismo histórico. Vos me respetabas y, desde tu más profundo troskismo, valorabas mi historia personal de militancia. Me apreciabas, como yo a vos, y lo gritabas "chicaneando" a los cuatro vientos.
Me pregunto hoy sino sería porque, en definitiva, me habías visto sufrir, pelear y despedazarme en cada uno de mis conflictos gremiales "...Luchados como nunca y perdidos como siempre...".
Me acompañaste en la toma de AméricaTV" 1998. En la soledad de lejanías Matanceras del Canal 26 en 2000/01/02/03. En los Despidos de Canal 9 del 2008, y en todos estos últimos años. Más ahora, que sumada a la histórica lucha de los trabajadores del viejo Canal 7, nos acompañabas en la defensa contra el vaciamiento de la #TvPública y medios del Estado.
"..Mí trabajo es estar...", decías, y este 24 de marzo me extrañó no verte. Ahora entiendo la razón.
Abrazo a tu familia, abrazo a tus afectos y a tu recuerdo. Me siento una criatura con años sumados a cuesta que, indefectiblemente, con la partida de cada compañero, se va quedando más sola.
Abrazo tu bandera de Unidad, como camino...
Laura Mayocchi