jueves, 30 de octubre de 2025

Los despidos de Paramount TV golpean a CBS Entertainment, Paramount +, MTV y más


Por: Joe Otterson, Michael Schneider

Paramount ha iniciado su primera gran ronda de despidos después de la fusión de la compañía con Skydance, y el régimen de David Ellison ha reducido a varios ejecutivos en sus divisiones de televisión. Las redes lineales de transmisión y cable de Paramount se vieron duramente afectadas, con los departamentos de marketing, comunicaciones / relaciones públicas, asuntos comerciales y programación, todos viendo importantes recortes en el personal.

Variety ha confirmado que los recortes han impactado a Teri Fleming, vicepresidente ejecutivo y jefe de marketing de Paramount Global Content Distribution. Múltiples ejecutivos en el departamento actual de CBS Entertainment también han sido despedidos. Entre ellos se encuentran Pamela Soper y Amanda Palley, ambas vicepresidentes senior de programación actual.

En comunicaciones / PR, el equipo de Nueva York de CBS fue duramente golpeado; entre los que salen están el vicepresidente de comunicaciones de entretenimiento. En otro lugar, la vicepresidenta senior de comunicaciones de CBS Media Ventures, Leslie Ryan, ha sido despedida, al igual que Jennifer Weingroff, vicepresidenta senior de comunicaciones de Paramount Global Content Distribution.

En streaming, el vicepresidente ejecutivo de programación de Paramount+, Jeff Grossman, fue despedido, al igual que Patricia Kollappallil, vicepresidenta senior de comunicaciones corporativas del streamer.

Las redes de cable dentro de Paramount también han sido duramente golpeadas. MTV, que ya era una cáscara de la potencia que una vez fue, ha visto una variedad de despidos dentro de sus equipos de comunicaciones y talento. Wendy Plaut, vicepresidenta senior y jefa de música y talento de celebridades en MTV, ahora se ha ido. Del mismo modo, Amanda Culkowski, vicepresidenta de desarrollo de programas musicales y documentales para MTV/Paramount+, está fuera.

Amanda Culkowski, vicepresidenta de desarrollo de programas de música y documentales en MTV/Paramount +, también se ve afectada, al igual que Margaret Comeaux en CMT. Comeaux se desempeñó recientemente como vicepresidente senior de eventos musicales y producción en la red de música country.

Los recortes en redes como MTV y CMT se producen a medida que Paramount continúa poniendo fin a una división de talento una vez vibrante, cuando esas redes estaban mucho más centradas en la producción de series musicales originales.

Como Variety informó anteriormente, CBS News vio alrededor de 100 despidos, que incluyeron el cierre de la oficina de CBS News en Johannesburgo, Sudáfrica. La división también está reduciendo algunas de sus unidades al tiempo que cancela algunos de sus programas, incluidos los programas complementarios de transmisión a "CBS Evening News" y "CBS Mornings". El programa de CBS News para el sábado por la mañana también ha sido destripado en gran medida.

Alrededor de 1.000 empleados se vieron afectados por esta ronda de despidos, con otra ronda de aproximadamente 1.000 esperadas en las próximas semanas. Se cree que ese segundo lote está más centrado en las operaciones internacionales, ya que los despidos del miércoles cortan muchas de las operaciones domésticas de Paramount Skydance hasta los huesos.

"Es un baño de sangre", dijo un ejecutivo de Paramount Skydance a Variety el miércoles. "No sé quién se va a dejar para hacer el trabajo".

A medida que avanzaba el miércoles, todavía había mucho que no estaba claro en términos de cómo el personal restante podría ser reasignado alrededor de la compañía. Se espera que se elaboren nuevas estructuras organizativas en las próximas semanas dentro de las operaciones de televisión lineal y de transmisión de Paramount Skydance.

El presidente y CEO de Paramount Skydance, Ellison, envió un memorando al personal el miércoles con respecto a los despidos, que decían en parte: "En algunas áreas, estamos abordando los despidos que han surgido en toda la organización. En otros, estamos eliminando gradualmente los roles que ya no están alineados con nuestras prioridades en evolución y la nueva estructura diseñada para fortalecer nuestro enfoque en el crecimiento. En última instancia, estos pasos son necesarios para posicionar a Paramount para el éxito a largo plazo".
David Ellison

Memorándum de Ellison a los empleados de Paramount sobre los recortes de personal:
Estimados/as:
Cuando lanzamos la nueva Paramount en agosto, dejamos claro que construir una compañía sólida y con visión de futuro requeriría cambios significativos, incluyendo la reestructuración de la organización. Como parte de ese proceso, también debemos reducir nuestra plantilla, y reconocemos que estas medidas afectan a nuestro activo más importante: nuestra gente.

Queremos ser lo más transparentes y directos posible sobre los motivos de estos cambios. En algunas áreas, estamos abordando las redundancias que han surgido en toda la organización. En otras, estamos eliminando gradualmente puestos que ya no se alinean con nuestras prioridades en constante evolución ni con la nueva estructura diseñada para fortalecer nuestro enfoque en el crecimiento. En definitiva, estas medidas son necesarias para posicionar a Paramount para el éxito a largo plazo.

Dicho esto, hoy comenzamos el difícil proceso de informar a los miembros del equipo afectados en toda la compañía. Estas decisiones nunca se toman a la ligera, especialmente dado su impacto en nuestros compañeros que han realizado contribuciones significativas a la empresa. Por ello, nos comprometemos a apoyar a todos los empleados durante esta transición. Los miembros de nuestro equipo de Recursos Humanos trabajarán en estrecha colaboración con los líderes de las unidades de negocio para compartir información detallada sobre los beneficios y los servicios de transición. Si tienen alguna pregunta adicional, pueden dirigirse a [Recursos Humanos].

Les agradecemos profundamente su dedicación, profesionalismo y resiliencia durante este período de transición. Seguimos confiando en que lo mejor está por venir para Paramount y nos comprometemos a construir una base sólida para el futuro.
Gracias, David
Foto intervenida: Getty
Fuente: Variety

sábado, 25 de octubre de 2025

Hay muchas razones para votar a La Libertad Avanza...

El escritor Carlos Gamerro analiza los valores, contradicciones y consecuencias de votar a los candidatos de La Libertad Avanza, e invita a reflexionar sobre convicciones, promesas económicas y el futuro del país
Por: Carlos Gamerro
Si estás de acuerdo en que mujeres y hombres que trabajaron toda su vida haciendo sus aportes en regla cobren jubilaciones miserables que no les alcanzan para vivir dignamente, y que semanalmente, por rutina, los apaleen y gaseen por ejercer su legítimo derecho a protestar y manifestarse.

Si creés que no existe la violencia de género, que la idea del femicidio como delito diferenciado es una superchería de la ideología "woke", ya que las estadísticas deben estar manipuladas y seguramente mueren tantos hombres asesinados por mujeres como mujeres por hombres.

O si creés que los femicidios sí existen como delitos diferenciados, pero que son culpa de las feministas que los provocan con su continuo hostigamiento a los varones.

Si tenés la convicción de que una educación de calidad debiera ser sólo para hijos de padres que puedan pagársela, y que la esperanza de realización personal y movilidad social que la educación pública permite es una rémora del pasado.

Se derrumba la imagen de Milei en las redes y el nivel de rechazo contra Espert, Reichardt y Santilli supera el 88%

Si considerás que una adecuada cobertura sanitaria es un privilegio y no un derecho.

Si te parece que el dinero que debería destinarse a la asistencia a la discapacidad dará mejores frutos en los bolsillos y carteras de funcionarios del gobierno y allegados al presidente.

Si te parece bien que el narcotráfico financie las campañas políticas.

Si estás de acuerdo en que los pobladores originarios de nuestro territorio, después de ser masacrados y despojados de sus tierras por la conquista primero y por el Ejército Nacional después, deben ahora entregar lo poco que les han dejado, y que sus lenguas y saberes ancestrales son un estorbo al progreso y no sirven para nada.

Si te parece que es productivo importar conflictos relativos a la inmigración a un país donde hasta ahora estaban mayormente ausentes, y fomentar artificialmente la xenofobia.

Si sos de la opinión de que los crímenes de la última dictadura pueden minimizarse regateando el número de desaparecidos.

Si no te quita el sueño la idea de una sociedad basada en la desigualdad, con muy pocos muy ricos y una enorme mayoría de pobres.

Si opinás que los insultos, las obscenidades y las amenazas —entre las que predominan las metáforas de la violación anal del adversario— quedan bien en boca de un presidente de la Nación.

Si estás de acuerdo en que un presidente en funciones promueva una estafa en criptomonedas y luego se rehúse a hacerse cargo con el argumento de que no lo hizo desde una cuenta del gobierno sino desde la suya personal.

Si aplaudiste al mismo presidente de la Nación por maltratar canciones ajenas en un show que pudo haber costado cerca de medio millón de dólares, sin que hasta el día de la fecha se sepa si ese dinero salió o no de nuestros bolsillos.

Si te parece bien que ese mismo dinero que se le niega a la educación, a la salud y a la cultura se use para financiar los incesantes viajes del mismo presidente a eventos de ultraderecha que nada tienen que ver con sus deberes de funcionario público.

Si te parece bien que otro país maneje nuestra política económica.

Si opinás que no necesitamos ciencia ni tecnología, que nos alcanza con vender carnes y granos, como en el siglo XIX.

Si estás de acuerdo en dar vía libre a la megaminería, que contamina el suelo y el agua, y no genera ni empleo ni riqueza —salvo para las empresas transnacionales—, y con darles además prioridad en el acceso al agua por encima de los cultivos, el consumo humano y el ecosistema.

Si te parece que fomentar y apoyar la agricultura familiar, campesina e indígena es tirar la plata, y que es mucho mejor dar rienda suelta a la agroindustria, liberando el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos, causando graves problemas de salud a los trabajadores y pobladores de áreas cercanas, creando "desiertos verdes" donde los únicos seres vivientes son los cultivos transgénicos.

Si estás de acuerdo en liberar el tráfico de fauna silvestre y abrir los bosques nativos a la tala indiscriminada.

Si creés que el cambio climático y el calentamiento global son ficciones, o que son reales pero la actividad humana nada tiene que ver con ellos, y que no vale la pena fomentar la transición energética, reforestar y combatir los incendios forestales.

Si pensás que fomentar la cultura es tirar la plata, y considerás que nos la estamos arreglando lo más bien sin cine nacional, ya que con las series de Netflix nos alcanza.

Si estás convencido de que todos los periodistas que critican al gobierno o dan información fidedigna sobre sus actos son ensobrados.

Entonces harás bien en votar en esta elección a los candidatos de La Libertad Avanza. Siempre es bueno ser coherente con los propios valores y convicciones y actuar en consonancia. En este caso, no tengo nada más que decirte.

Pero también puede suceder que estés pensando en votarlos no a causa de este cúmulo de motivos, razones y valores, sino a pesar de ellos; convencido de que abjurar —temporaria o definitivamente— de ellos es el precio que debemos pagar por algunos logros (o más bien promesas) mucho más importantes, como el control de la inflación y la estabilidad económica. En ese caso, se abren dos posibilidades:

1) Efectivamente, la situación económica mejorará para algunos. Tu apuesta es que vos y tu familia estarán entre esos algunos. Tampoco parece que vaya a mejorar tanto, ni siquiera para esos algunos de los cuales tenés la esperanza de formar parte. En tal caso, vale la pena considerar, si no estás totalmente de acuerdo con las propuestas y los valores que el Gobierno de Javier Milei encarna —y de los que he intentado dar, en la primera parte de esta columna, más que una lista exhaustiva, una muestra apenas ilustrativa—, si vale la pena vender los tuyos por tan poco. Las boletas permiten discriminar candidatos, no razones: quien vota a los de La Libertad Avanza con la esperanza de que se cumplan al menos algunos de los prometidos logros económicos, los vota también por todas las antedichas razones. Lo que está en juego al emitir el voto no es sólo qué clase de país queremos, sino en qué clase de personas vamos a convertirnos.

2) La economía, como todo parece indicar, marcha hacia otra crisis mayúscula. El autoproclamado gurú que le daba clases al mundo entero viene demostrando que solo sabe pedir dinero prestado, endeudando nuestro futuro y el de nuestros hijos, para fugarlo al exterior o dilapidarlo, sin dedicar un centavo al crecimiento económico, al desarrollo, a mejorar la vida de su gente. En este caso, si votás a los candidatos de La Libertad Avanza a pesar de tus valores y convicciones —como quien dice "a regañadientes" o "tapándote la nariz"—, podés llegar a encontrarte en la poco envidiable situación de descubrir que los vendiste por nada.

La elección es tuya.
Fuente: Diario Perfil

Elecciones 2025: Impedimentos a la prensa extranjera en las elecciones: ACERA y FoPeA repudiaron las trabas a la cobertura

La Asociación de Corresponsales Extranjeros de la República Argentina (ACERA) denunció obstáculos impuestos por el oficialismo a periodistas internacionales para cubrir los comicios legislativos del 26 de octubre. El Foro de Periodismo Argentino (FoPeA) también rechazó las restricciones aplicadas por La Libertad Avanza en su búnker
La Asociación de Corresponsales Extranjeros de la República Argentina (ACERA), entidad con más de 40 años de trayectoria en el país y que representa a más de 90 periodistas de medios internacionales, expresó su enérgica preocupación y protesta ante los obstáculos impuestos por el oficialismo para la cobertura de las elecciones legislativas del domingo 26 de octubre.

En las últimas horas, sus asociados —así como otros corresponsales no afiliados— enfrentaron graves impedimentos para realizar su labor, entre los que se cuentan:
  • Acreditaciones denegadas, revocadas o canceladas sin justificación válida.
  • Imposibilidad de ingresar a lugares clave para la cobertura, como el búnker del partido de gobierno.
Un número significativo de periodistas extranjeros vio bloqueado injustificadamente el acceso al búnker de La Libertad Avanza, lo que, según ACERA, les impide cumplir con su deber profesional de informar con transparencia y oportunidad. La entidad advirtió que esto constituye una clara vulneración del derecho a informar y de la libertad de expresión, además de limitar la capacidad de la prensa internacional de reflejar de manera adecuada el proceso electoral argentino, especialmente en el caso de medios televisivos y reporteros gráficos.

"Resulta inaceptable que se recurra una vez más al argumento de 'falta de espacio', cuando en experiencias anteriores ha quedado demostrado que sí existe capacidad para albergar a seguidores, simpatizantes y familiares de los candidatos", señaló la asociación.

Ante esta situación, ACERA solicitó la inmediata reconsideración de las restricciones y la habilitación de todas las acreditaciones necesarias para el libre desempeño de la prensa extranjera. También apeló a las autoridades electorales, garantes de la transparencia del proceso, para que intervengan y aseguren el acceso irrestricto a la información y la plena libertad para ejercer el trabajo periodístico.

"Es imperativo que se respete el rol esencial de la prensa internacional en un proceso democrático", concluyó la entidad.

FoPeA también repudió las trabas a la cobertura
El Foro de Periodismo Argentino (FoPeA) se sumó al repudio y rechazó las trabas impuestas por La Libertad Avanza para la realización de la cobertura periodística en el local que funcionará como búnker del partido durante los comicios legislativos de este domingo 26 de octubre.

Según FoPeA, corresponsales de diferentes medios extranjeros denunciaron la quita de acreditaciones y, en algunos casos, la falta total de respuesta a sus solicitudes.

La organización recordó que el acceso directo a las fuentes de información, en especial en asuntos de interés público como una elección legislativa nacional, es indispensable para el cumplimiento de la tarea periodística. Por eso, reclamó a la dirigencia de La Libertad Avanza "el cese de la discriminación de medios, cualquiera sea su origen".

viernes, 24 de octubre de 2025

Elecciones 2025: Prensa Tucumán repudia el apagón informativo en Radio Nacional

A 22 meses de la asunción del gobierno de Javier Milei, y con un clima de incertidumbre institucional como telón de fondo, los medios públicos atraviesan un vacío de definiciones y de rumbo. En este contexto, la Asociación de Prensa de Tucumán (APT)  manifestó su enérgico repudio a la decisión de Radio Nacional de suspender la cobertura electoral, prevista para este domingo 26 de octubre, desde sus 49 emisoras locales. Desde la organización advirtieron que la medida vulnera derechos laborales y atenta contra el derecho de la ciudadanía a estar informada.

Desde la organización señalaron que la negativa a pagar horas extras en una fecha de relevancia democrática vulnera los derechos laborales de las y los trabajadores y, al mismo tiempo, afecta el derecho de la ciudadanía a acceder a información plural y federal.

La APT advirtió que esta disposición forma parte de una política sistemática de desmantelamiento de los medios públicos, que debilita el federalismo informativo y rompe con una tradición de servicio público que durante décadas garantizó la cobertura de cada proceso electoral en todo el país.

Asimismo, la entidad denunció el intento de Radio y Televisión Argentina (RTA) de simular una cobertura federal mediante la designación de un único trabajador por provincia, en horario acotado y sin acceso a las herramientas necesarias para ejercer la labor periodística. "Esa maniobra no garantiza información, sino que la restringe", remarcaron desde la APT.

En ese sentido, el sindicato exigió que cada emisora de Radio Nacional funcione con su personal completo y en condiciones adecuadas, a fin de cumplir con su función informativa durante la jornada electoral. "La cobertura no puede depender de parches improvisados ni de voluntades aisladas —sostuvieron—; requiere compromiso, recursos y respeto por el rol profesional en los medios públicos".

Finalmente, la Asociación de Prensa de Tucumán reafirmó que "el silencio no es una opción", y subrayó que "la democracia necesita voces, y Radio Nacional debe estar presente". Por ello, la APT repudió enérgicamente el silenciamiento de Radio Nacional y se manifestó en contra de este apagón informativo.

jueves, 23 de octubre de 2025

Tras meses de idas y vueltas, Telefe pasa a manos de los accionistas de Grupo América

Gustavo Scaglione y Darío Turovelzky

Desde el canal comunicaron oficialmente que Gustavo Scaglione, Daniel Vila, José Luis Manzano y Claudio Belocopitt adquirieron la totalidad de la emisora. La operación abarca la sede principal de Telefe en Buenos Aires, así como sus tres filiales regionales en Rosario, Santa Fe y Córdoba.

Los accionistas de Grupo América concretaron la compra de Telefe, el canal de televisión abierta con mayor audiencia en Argentina. La operación, valuada en 95 millones de dólares, consolida la expansión del grupo en el sector audiovisual. El grupo está encabezado por Gustavo Scaglione, secundado por los mendocinos Daniel Vila y José Luis Manzano, y por Claudio Belocopitt.

La venta cierra un proceso de negociaciones que Paramount Global, anterior propietaria, mantuvo con diversos actores del mercado. Según fuentes cercanas, "fue un largo proceso en el que tres grupos pugnaron por quedarse con la compañía".

Desde Telefe confirmaron que un grupo de medios adquirió la emisora en su totalidad a Paramount, y trascendió el monto final de la operación. El holding argentino liderado por Gustavo Scaglione anunció la adquisición del total del paquete accionario de Telefe (Televisión Federal S.A.).

"La adquisición de Telefe, una marca profundamente arraigada en la identidad cultural argentina, sella el inicio de una nueva etapa orientada al crecimiento y a la integración de ambas organizaciones, con el objetivo de fortalecer la producción y maximizar la competitividad del nuevo ecosistema multiplataforma que conformamos", afirmó Scaglione, quien lideró las negociaciones de la operación con Paramount.

Por su parte, Kevin MacLellan, presidente de Distribución Global de Contenidos y Medios Internacionales de Paramount, expresó: "Telefe ha sido durante mucho tiempo un referente de la televisión argentina, y confiamos en que continuará creciendo y prosperando bajo su nueva gestión local. Expresamos nuestro sincero agradecimiento a los talentosos equipos en Argentina que, con su dedicación y creatividad, contribuyeron al éxito de Telefe a lo largo de los años".

Gustavo Scaglione agregó: "Es un verdadero honor y privilegio que una compañía tan prestigiosa como Paramount haya confiado en el grupo que lidero el futuro de Telefe. Este canal representa la excelencia y cuenta con una audiencia masiva en toda la Argentina".
"La adquisición refuerza el compromiso del grupo con la inversión y el apoyo al crecimiento de los medios nacionales, garantizando que Telefe continúe ofreciendo contenido de alta calidad a millones de espectadores", señalaron desde la empresa.

Integra Capital S.A., el holding de José Luis Manzano, actuó como estructurador y asesor financiero de la operación, mientras que The Raine Group, Quantum Finanzas y G5 Partners asesoraron a Paramount. Los detalles financieros completos no serán divulgados.

Darío Turovelzky, quien continuará como CEO de Telefe, declaró: "La llegada de Gustavo Scaglione nos brinda una plataforma sólida para escalar nuestro negocio. En Telefe estamos comprometidos a seguir liderando y a crear contenidos que inspiren y conecten con las audiencias. Siendo fieles a nuestro ADN, en esta nueva etapa seguiremos desafiando los límites de la industria para potenciar nuestro ecosistema y consolidar un modelo de gestión innovador que impulse el desarrollo y el crecimiento de todas las marcas del grupo".

Con esta operación, Gustavo Scaglione concreta una de las transacciones más relevantes de la industria de medios en Argentina. Su holding, que incluye Televisión Litoral S.A. y La Capital Multimedios, amplía su presencia en televisión, radio y prensa. Con Telefe, se consolida como el grupo mediático más importante del país.

Aunque no se informó oficialmente, fuentes del mercado estimaron el monto en 94 millones de dólares, significativamente menor a los 345 millones que Viacom había pagado por Telefe en 2016. La adquisición incluye señales adicionales en el interior del país y se cerró tras varios meses de negociaciones, como parte de la estrategia de desinversión de Paramount en la región.

La operación marca el regreso del canal líder de la televisión argentina a capitales nacionales, ocho años después de que Viacom lo adquiriera a Telefónica. Uno de los factores clave para la venta fue el cumplimiento de normas de "compliance" que garantizan controles estrictos sobre el origen de los activos.

Gustavo Scaglione, empresario rosarino y titular de Televisión Litoral, fue la figura central de las negociaciones y lideró la adquisición que fortalece el ecosistema mediático del país. 

Gustavo Scaglione se dirige al equipo de Telefe tras la adquisición del grupo
Gustavo Scaglione, presidente del holding que adquirió el Grupo Telefe, se comunicó con los equipos de trabajo del canal para expresar su satisfacción y compromiso con la continuidad del proyecto. En un mensaje dirigido a los empleados, Scaglione destacó la importancia del legado construido a lo largo de los años y la intención de preservar y fortalecer a Telefe como el canal líder de la televisión argentina.

El directivo aseguró que la transición hacia la nueva administración, en conjunto con Paramount, será fluida, transparente y respetuosa para todos los colaboradores. Asimismo, invitó al equipo a mantener la creatividad, el profesionalismo y la pasión que caracterizan al canal, con el objetivo de seguir consolidando a Telefe como una referencia mediática fundamental en el país.

Rosario y la Ley Audiovisual
La adquisición de Telefe por parte del grupo encabezado por Gustavo Scaglione y sus socios coloca al empresario como titular de los dos canales de televisión abierta de Rosario, Canal 3 y Canal 5. Esta situación contraviene las disposiciones establecidas por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual actualmente vigente, incluso tras las modificaciones introducidas por decreto durante el gobierno de Mauricio Macri.

De acuerdo con la normativa, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENaCom) —organismo encargado de aplicar la Ley y actualmente intervenido por el gobierno de Javier Milei— debería supeditar la aprobación de la operación a la observancia de los límites de concentración de licencias previstos por la legislación. Sin embargo, resulta poco probable que ello ocurra, dado que existen precedentes de otros licenciatarios que ya exceden dichos topes a nivel local sin que el organismo haya tomado medidas al respecto.
Foto: Adrián Diaz

Ver también: Se concretó la venta del 55% de Televisión Litoral, Televisión Litoral, a punto de cambiar de manos, LT 15 Radio del Litoral: sin luz, sin rumbo y cada vez con menos onda, Entre Ríos: Gustavo Scaglione suma otra radio I, Santa Fe: Gustavo Scaglione suma otra radio, Entre Ríos: Gustavo Scaglione suma otra radio II, Gustavo Scaglione suma más radios en Santa Fe y Entre Ríos, Carta abierta de las y los trabajadores de LT15 a la población, Los salvadores que quieren quedarse con El Diario, Denuncia contra una mutual salpica a Tinelli, Scaglione y Trini, "El Diario", en la mira de Gustavo Scaglione, Gustavo Scaglione es el nuevo dueño de El Diario de Paraná, La justicia autorizó a Gustavo Scaglione a comprar las acciones de El Diario Gustavo Scaglione pagaría más de $420 millones por El Diario, según valuación judicial, Gustavo Scaglione pone fecha al desembarco en Córdoba y amplía su imperio con la histórica LV2, Televisión Litoral busca expandirse desde el interior hacia la capital, Paramount se desprendió de Canal 9 Bahía Blanca, Alberto Fernández adjudicó LV2 a Gustavo Santiago Scaglione, El Ocho de Tucumán se suma al Grupo Televisión Litoral, Televisión Litoral le compró a Clarín el principal multimedios de Río Negro, Gustavo Scaglione adquiere la productora de contenidos Ideas HD, Gustavo Scaglione confirma que es accionista del Grupo América, Telefe en venta: Paramount acelera su salida del país, Daniel Marx, el economista argentino a cargo de la venta de Telefe y Chilevisión Gustavo Scaglione consolida su multimedios en Córdoba bajo la marca Núcleo Media, Paramount activa despidos y pone en venta Telefe en medio de una fuerte reestructuración, Televisión Litoral va por Telefe: busca quedarse con los canales de Paramount en Argentina, Gustavo Scaglione avanza en la compra de Telefe y se perfila como nuevo actor clave en el mapa de mediosLa novela de Telefe: sin comprador confirmado, la negociación sigue abierta y con muchas dudas

lunes, 20 de octubre de 2025

Rosario, perfil de una ciudad al límite: la crónica de quienes resisten desde los márgenes

El jueves 16 de octubre, en el Cultural Fontanarrosa, Arlen Buchara presentó su libro Rosario, perfil de una ciudad al límite, acompañada por los periodistas Sonia Tessa y Daniel “Batata” Schreiner. Ante una sala llena, la autora ofreció una lectura profunda y desafiante sobre la realidad local, que invita a pensar la ciudad más allá de sus estigmas. La charla también fue compartida en Señales, el programa de Aire Libre Radio Comunitaria.

El libro recorre la última década de Rosario, marcada por "el fuego cruzado de bandas criminales, políticas de seguridad fallidas y estigmatización mediática". Desde el triple crimen de Villa Moreno en 2012 hasta los asesinatos mafiosos de marzo de 2024, Rosario se convirtió para el resto del país en sinónimo de inseguridad y desigualdad. Pero, como señala Buchara, esta no es solo una crónica sobre la violencia. Se trata de "una exploración de lo que significa pensar un país desde una ciudad, escribir desde adentro sobre los contrastes de un territorio fragmentado".

El relato transita por el río —con su costanera y sus islas—, los barrios —con sus veredas, centros comunitarios y sus muertos—, y el centro, entendido como organizador político y económico de toda la ciudad. Arlen Buchara evita respuestas fáciles y se detiene en los matices, las contradicciones y las preguntas sin respuesta que definen a Rosario.

Se destacan capítulos como "El carpetazo de Winnie Pooh", donde Marina Marsili, contadora y funcionaria del poder judicial, relata su papel clave en la detención de Esteban Alvarado, el narcotraficante más brutal de la ciudad. También "El hermano de Jimmy", que recoge la entrevista a Carlos Varela, abogado de alto perfil mediático vinculado a los jefes narcos.

Con voces de militantes, trabajadoras, docentes, artistas, fiscales y referentes barriales, el libro reconstruye un perfil colectivo de una ciudad que va a contracorriente, culturalmente vibrante y políticamente activa, pero también marcada por sus heridas y desafíos.
La ley, el poder y los márgenes: una lectura desde la voz que presenta
La intervención de Daniel Schreiner abre con una declaración de incertidumbre que funciona, paradójicamente, como puerta de entrada a una lectura aguda del libro de Buchara. Dice no saber cómo se presenta un libro, pero en esa honestidad instala un tono de cercanía, de habla directa, que rápidamente se convierte en interpretación.

Enseguida lanza una provocación: en tiempos de redes sociales —dice— no conviene crear demasiado suspenso, sino provocar desde el comienzo. Y eso hace: lanza una frase —dicha por un funcionario—  que lo impactó del libro y la usa como puerta de entrada a una lectura personal, crítica y comprometida. La frase es: "Cumplimos la ley porque la escribimos". Y desde a partir de allí despliega un conjunto de reflexiones que exceden la literalidad del texto, pero que dialogan profundamente con su espíritu.

La pregunta por la ley y quién la dice se convierte en una excusa para pensar el poder, sus formas visibles e invisibles, su encarnación en el cuerpo, en las instituciones, pero también en los márgenes. Schreiner apunta hacia el poder real, ese que se ejerce más allá de los papeles.

En esa línea, lo que hace es colocar el libro como una herramienta de lectura de la ciudad, de Rosario como construcción simbólica y material. Una ciudad que se cuenta a sí misma como "santa", como mito fundante, pero que en realidad es el producto —como él dice— de las "cabezas duras" de sus habitantes, de sus insistencias, de sus resistencias.

También denuncia —sin necesidad de elevar el tono— la exclusión. Señala cómo muchos —la mayoría, incluso— quedamos fuera de ese círculo que escribe y hace cumplir las leyes. Y pone en crisis la idea de república como garantía de igualdad ante la ley, cuando en la práctica esa igualdad es constantemente vulnerada.

Finalmente, cierra esta parte con una digresión que no es tal: irse "por las ramas" se revela como un método, una forma de pensar en rizoma, que se habilita precisamente por el libro que tiene entre manos, que invita a pensar sin corsé, a dejarse afectar por las preguntas incómodas, a reconocer que muchas veces lo más valioso está en las orillas del discurso.

Y es entonces, con esa misma apertura, que cierra su intervención con una invitación que no es retórica, sino genuina, necesaria, y que funciona como bisagra en el acto: "Es el momento de preguntarle a Arlen qué significa este primer libro para ella".

Una frase que no solo da paso a la autora, sino que reconoce que toda lectura, incluso la más comprometida, necesita volver al origen: a quien la escribió.

Un libro nacido de las voces y las calles de Rosario
Arlen Buchara toma la palabra con una emoción contenida pero palpable. Agradece a quienes la acompañan en la mesa —Daniel "Batata" Schreiner y Sonia Tessa—, no solo por estar allí, sino por haber sido parte del proceso mismo de escritura del libro. No es un agradecimiento de cortesía: Arlen los nombra como formadores, como interlocutores fundamentales en la gestación del texto. En ellos —y también en un grupo de amigas editoras presentes en el público— reconoce una red afectiva, profesional y política que sostuvo el proyecto desde el inicio.

El libro no nace de una certeza, sino de una pregunta abierta y un estado de desborde. Arlen recuerda sus primeras conversaciones con Schreiner en un momento de desesperación: ¿cómo abordar todo lo que deseaba decir? ¿Cómo abarcar una ciudad atravesada por múltiples capas de sentido, conflicto y afecto?

Esa pregunta inicial se convierte en motor. A lo largo de un año y medio de trabajo, Buchara desarrolla un proceso de investigación que no es solo periodístico, sino profundamente situado: entrevistas, caminatas, charlas, recitales, esquinas, encuentros fortuitos, lecturas compartidas. El libro —insiste— es el resultado de múltiples voces. Entre ellas, la de María Chiponi, del Programa de Educación en Cárceles de la Universidad Nacional de Rosario, una entrevistada que aparece en el capítulo mencionado por Batata y que lo cierra con una reflexión que condensa el espíritu del texto: pensar hacia dónde vamos como ciudad.

En su intervención, Buchara ubica su llegada a Rosario en 2006 como estudiante, y describe cómo fue eligiendo esta ciudad a lo largo del tiempo, en la medida en que tejía vínculos, construía un oficio y habitaba con más conciencia su territorio. Lo que aparece allí no es la épica del arraigo, sino una elección sostenida, hecha de fragmentos cotidianos, de encuentros, de trabajo.

El libro surge también por una inquietud editorial concreta: Futurock Libros le propone pensar qué pasó en Rosario en los últimos años. Pero Buchara va más allá del recorte periodístico o del informe. Lo que produce es una invitación a pensar la ciudad desde adentro, con otras y otros, a través de preguntas urgentes: ¿Qué significa vivir en una ciudad con altos niveles de violencia? ¿Cómo se transforma la vida cotidiana en los barrios, en la cultura, en los modos de caminar la ciudad, de habitarla?

La autora elige pensar el libro como una conversación abierta, no como un producto cerrado. Una conversación que tuvo lugar en entrevistas extensas en la experiencia misma de moverse por Rosario. Su trabajo se vuelve así una herramienta de pensamiento colectivo, una forma de estar en la ciudad, de leerla y preguntársela junto a otros.

Por eso, Arlen no se reserva el lugar de expositora única. Insiste en que la presentación sea también una oportunidad de intercambio. Le interesa escuchar a Schreiner y a Sonia no solo como presentadores, sino como miradas activas sobre la ciudad. Y extiende esa invitación al público presente, reconociendo el contexto particular en el que se da la presentación: una Feria Internacional del Libro, enmarcada en un aniversario polémico para la ciudad, el Tricentenario que genera adhesiones y rechazos.

Arlen cierra esta parte de su intervención agradeciendo, con emoción y humildad, a quienes la acompañan y sostienen, no solo en este evento, sino en el largo y colectivo proceso de construir una mirada sobre una ciudad que no se deja atrapar fácilmente. En esa emoción —compartida, no exhibida— se condensa también el gesto político del libro: hacer de la experiencia una pregunta común.

Una Rosario archipiélago: fragmentos que hablan desde el margen
Sonia Tessa elige la sobriedad para comenzar su intervención, pero no por falta de palabras: prefiere habilitar la conversación, dejar espacio para Arlen y para quienes quieran pensar en voz alta. Sin embargo, en su breve intervención despliega una lectura aguda, sensible y potente del libro.

Desde el inicio marca una diferencia clave con otros textos sobre Rosario: este no es un libro escrito desde los tribunales ni desde los discursos oficiales del poder. No surge del expediente ni del archivo institucional. Es, como ella dice, un libro hecho en la calle, escrito desde las voces de quienes viven y transitan la ciudad todos los días, especialmente desde los márgenes, desde zonas donde la mirada mediática o política rara vez se posa.

Para Tessa, esa forma refleja con precisión la ruptura real que atraviesa Rosario, una ciudad que, lejos de cualquier proyecto de integración, se parece cada vez más a un archipiélago: zonas desconectadas, experiencias disímiles, vidas que no se encuentran. En ese contexto, el trabajo de Arlen consiste en bordar, coser, articular esas voces, con el enorme desafío de no dejar a nadie afuera.

Ese afán totalizador —ese deseo de que no falte ninguna voz importante— no es solo un rasgo de estilo: es, para Sonia, una forma de ética periodística. Arlen "sufrió" el proceso, dice con cariño, porque se lo tomó con la seriedad de quien entiende que narrar la ciudad implica una responsabilidad.

Tessa señala que el libro recorre barrios como Santa Lucía y Las Flores, que busca experiencias vivas, concretas, múltiples, no figuras estereotipadas. Son vidas reales, atravesadas por las transformaciones sociales desde 2001 hasta hoy. Y ahí está el verdadero valor del libro: no se limita a describir una Rosario estigmatizada desde afuera, sino que escucha desde adentro, desde los cuerpos, desde la música, desde las identidades en formación.

En una metáfora poderosa, Sonia dice que es fácil decir que Rosario es "la ciudad de los músicos" si se mira a Nicki Nicole cantando en el Monumento. Pero Arlen —y su libro— no va al Monumento, sino a los márgenes, a donde se está haciendo la otra música, la que todavía no llegó, la que quizás nunca llegue, pero que igual forma parte esencial de lo que esta ciudad es. En esa elección, Sonia encuentra un equilibrio valioso: no negar la violencia, pero tampoco reducir Rosario a la narrativa del narcotráfico.

Tessa subraya que Arlen podría haber hecho un gran libro simplemente sumando voces a un relato informativo. Pero lo que hizo fue mucho más ambicioso: salió a buscar lo que nadie había querido ver, escuchó a quienes no estaban en el radar periodístico y logró, con trabajo de orfebrería, una joya tejida con materiales difíciles de encontrar.

El libro, dice, será fundamental no solo ahora, sino cuando alguien quiera preguntarse, dentro de algunos años: "¿Qué pasaba en Rosario en este tiempo?". Su valor está en las singularidades que lo distinguen: no es un libro más sobre Rosario; es uno que se mete donde otros no entraron, que no cristaliza el sufrimiento sino que lo hace hablar, que no romantiza el margen pero tampoco lo invisibiliza.

La intervención de Sonia cierra con emoción y honestidad: dice que para ella fue un privilegio haber estado cerca del proceso —aunque sea desde la amistad, las cervezas y las charlas—, y que el libro no debe pasarse por alto. Porque, más allá del afecto, es una obra imprescindible que retrata una ciudad real, donde las personas viven de maneras diversas, muchas veces sin siquiera tener un espacio común para encontrarse.

Una Rosario archipiélago, sí. Pero también una Rosario que habla, que resiste y que, gracias a trabajos como el de Buchara, puede ser escuchada.

Entre bulevares y márgenes: el periodismo que se desprende del lazarillo
Daniel Schreiner retoma la palabra con una observación que condensa uno de los núcleos críticos de su intervención: la diferencia entre lo que se cree saber sobre Rosario —adentro y afuera— y lo que realmente sucede. Esa distancia entre la versión "oficial" de los hechos y las experiencias reales de quienes viven la ciudad atraviesa no solo los medios, sino también la política, la opinión pública y hasta el sentido común.

Para ilustrarlo, rememora un momento bisagra: el asesinato de Claudio "Pájaro" Cantero, líder de la banda narco Los Monos, el 26 de mayo de 2013. Entonces, apenas cinco periodistas sabían de qué se trataba; un mes después, el tema ya había explotado en Buenos Aires y en todo el país. En pocos días, Rosario pasó de ser "la ciudad de los músicos" a ser el caso testigo del narcotráfico en Argentina. En esa anécdota, Schreiner marca el crecimiento exponencial —y muchas veces superficial— del interés mediático por Rosario, un interés que, como él sugiere, suele llegar tarde, mal o desinformado.

Pero su intervención no se limita a la crítica de los medios. También es una elegía. Recuerda a Leo Graciarena, periodista de La Capital, fallecido en 2021, quien —como dice— "pateó la calle", trabajó en los barrios, fue querido por sus colegas, y sin embargo nunca recibió en vida el reconocimiento que merecía. En un gesto íntimo, Batata menciona que lleva puesta, por primera vez, una remera de rock, como las que Leo solía usar. Ese detalle se transforma en una forma de homenaje, no solo a Leo, sino a todo un periodismo que trabajó (y aún trabaja) en los márgenes, muchas veces sin visibilidad ni aplauso.

Ahí marca una diferencia fundamental: "La mayoría de los periodistas vivimos entre bulevares", dice con brutal honestidad. Ir a los barrios, entonces, se vuelve un acto de turismo, una visita ocasional. Pero Arlen no es turista, afirma con énfasis. No solo va al barrio, sino que camina sin lazarillos, sin guías, sin intermediarios. Se desprende incluso de tradiciones periodísticas —incluso de la suya— para encontrar una voz propia.

Schreiner plantea que Rosario es una ciudad que no se está contando, o que se cuenta desde una historia oficial impuesta por el poder y reproducida acríticamente por los grandes medios. Esa narrativa dominante ha reducido la complejidad de la ciudad a estereotipos, dejando fuera realidades incómodas como la violencia institucional, los abusos policiales o las resistencias culturales que habitan los márgenes.

En ese contexto, el libro de Buchara representa otra mirada, una que escucha. Porque, como subraya Batata, los periodistas muchas veces no escuchamos: opinamos, juzgamos, hablamos desde afuera. Pero el libro de Arlen hace lo contrario: escucha para construir un punto de vista. Esa escucha, dice, es una forma de creación. Es lo que da origen a un enfoque distinto, a una escritura que no repite lo que se dice de Rosario, sino que se atreve a preguntar en otros lugares, a buscar otras voces, a encontrar sentido donde no había relato.

Batata confiesa que leyó el libro de un tirón, que lo terminó cinco minutos antes de bajarse del taxi, y que ya quiere volver a leerlo. Esa inmediatez con la que transmite su entusiasmo no es superficial: es la confirmación de que el texto interpela, que mueve algo más allá de lo informativo.

Cierra su intervención volviendo a Arlen, con una pregunta que no es solo técnica sino política: ¿cómo hizo para salirse de la lógica dominante de la seguridad y el narcotráfico, que marcaban incluso su propio libro anterior, para llegar a este producto tan hermoso?

La pregunta resume, quizás, el corazón de toda la presentación: cómo cambiar la mirada, cómo escribir sin repetir, cómo narrar lo que aún no tiene palabras.

Cuando la crónica encuentra otra forma de hablar de la violencia
Arlen retoma la palabra para contestar la pregunta que Batata le acaba de hacer: cómo hizo para escribir un libro sobre Rosario sin quedar atrapada en la lógica policial, sin que lo que pasó —y lo que sigue pasando— con la violencia lo absorba todo. Reconoce que esa fue justamente una de las dificultades principales. Porque, aunque el libro parte de ese contexto —y se pregunta por lo que pasó en la ciudad en los últimos años—, desde el comienzo la apuesta fue otra: no hacer un libro policial, no hacer un libro sobre narcotráfico, aunque ese fuera un aspecto inevitable.

En ese gesto de "entrarle" a la violencia desde otro lugar, Arlen elige contar historias. No historias en abstracto, sino concretas: las de personas que vivieron esa violencia o que la pensaron desde sus márgenes. Aparecen entonces figuras como una trabajadora judicial, Marina Marsilli, que sufrió en su vida personal lo mismo que luego investigó en causas resonantes, o el abogado de Claudio "Pájaro" Cantero, cuya experiencia abre una perspectiva distinta dentro del mismo entramado. La intención no es bajar línea ni dividir la ciudad en bandos, sino ampliar la mirada.

Hay también una reflexión sobre la propia práctica. Arlen aclara que no viene del mundo del policial, que en su paso por El Ciudadano aprendió muchísimo, pero nunca se especializó en narcotráfico. Lo que sí sabe —y lo que pone en juego en este libro— es cómo construir una mirada, cómo narrar con otros, cómo hacer una crónica. Porque si algo se propuso desde el inicio, cuando conversó con la editorial sobre el perfil que querían hacer de la ciudad, fue que el texto mantuviera ese tono: el de una cronista que recorta, que escucha, que elige qué contar. En esa tensión entre lo individual y lo colectivo se fue armando este perfil de Rosario, que no es ni quiere ser total, pero que se compromete con mostrar algo que suele quedar fuera.

Las decisiones son muchas. Están las historias que entran, claro, pero también las que no. Están los barrios que aparecen por nombre propio —Santa Lucía, Las Flores— y otros que entran lateralmente. Están las voces de militantes, de vecinas, de travestis, de feministas, que le dan al libro un espesor que no se agota en la denuncia. Está esa pregunta insistente por cómo se sostiene la vida cuando lo que rodea parece puro derrumbe.

A esta altura interviene Sonia Tessa. Queda flotando una escena en particular. Sonia la nombra: la escuela. Le pregunta por ese capítulo donde Arlen se mete en la Escuela Carlos Fuentealba, y desde el público alguien lanza una invitación en voz alta: que lo lea. Arlen acepta, pero antes contextualiza. Dice que en Santa Lucía se encontró con todo: con la violencia que le describían los expertos, pero también con las formas de vida que todavía intentan resistirla. Dice que allí conoció a una madre y a una hija que, en sus propias trayectorias, le contaron toda la historia del barrio desde los noventa hasta hoy. Dice que en esa escuela pública vio vínculos, cuidado, comunidad. Y que ese capítulo, el de la escuela, se llama así: "La escuela es una casa":
El curso de cuarto año se sienta en ronda. Tres mates dulces circulan entre los bancos. Afuera llueve sin parar. Adentro la humedad y el frío se sienten hasta en los huesos. Algunas chicas usan mantas en el regazo. Casi nadie se saca la campera. En otras aulas hay calefacción y aire acondicionado, pero desde la dirección no llegaron a comprar para todas. Los adolescentes tienen entre dieciséis y diecisiete años y prepararon una entrevista. ¿Por qué estudiaste periodismo? ¿Cómo empezaste a trabajar? ¿Cuál fue la persona más famosa que entrevistaste? ¿Te pusiste nerviosa? ¿Alguna vez tuviste miedo? ¿Pensaste en dejar la profesión? ¿Se gana plata?

Por la ventana se ve la zona rural del oeste de Rosario y muy al fondo, tapada por la cortina de agua, una cárcel. La escuela de dos pisos con patio central tiene todas las ventanas y puertas enrejadas. Se llama Carlos Fuertealba. El nombre fue elegido por los estudiantes cuando conocieron la historia del docente asesinado en Neuquén y decidieron que así querían nombrar a la segunda casa, a veces primera, a la que van todos los días.

La profe de comunicación interviene entre pregunta y pregunta y aporta anécdotas sobre lo que ya vieron en clases. Escribieron noticias, aprendieron lo que es una fuente e hicieron sus primeras notas de opinión. Del cuestionario saltan a comentar las noticias de las últimas semanas. Les pregunto dónde las consumen. No leen diarios ni escuchan radio. Cada tanto ven el noticiero en casa. Se enteran por las redes, sobre todo Instagram o por lo que le cuentan sus madres. El chisme aparece como una forma de transmisión de información, de buscar fuentes, de construir una historia. Y Santa Lucía está llena de chismes.

-¿Qué viene a hacer cuando termine en la escuela?
-Trabajar. Estudié cocina, así que seguro sigo en gastronomía, aunque sé que es muy duro.
-¿Carrera policial o gendarme?
-Policía de investigaciones.
-Conseguir una esposa que me mantenga.
-Cosmetología.
-Criminalística.
-Higiene y seguridad.

Algunos ya trabajan. Un adolescente que vive en la zona rural camina varios kilómetros todos los días para ir a la escuela y por la tarde cocina en un comedor. Gana 30.000 pesos por mes. Otro vende comida. El que está al lado, celulares.

¿Alguien quiere comprar un teléfono? Tengo un Motorola que la rompe.

Lo que más les gusta de Rosario es el monumento, el laguito del Parque Independencia, e ir a pescar al río. Ir a la isla no. Casi ninguno sabe nadar. También les gusta cuando salen del barrio con la escuela. Fueron al Teatro del Círculo, al Acuario del Río Paraná, a museos públicos, al Centro de la Juventud, a un campamento del Sindicato de Comercio. Cuando eran más chicos, conocieron el Tríptico de la Infancia. Vieron los animales en la granja, metieron sus miedos en un sobre en la Isla de los Inventos y subieron a la máquina de volar y trepar del Jardín de los Niños. La mayoría de los lugares son espacios públicos, gestionados por la municipalidad o la provincia.

Más allá de esos paseos con la escuela, no saben mucho de Santa Lucía. Se quedan y lo que más disfrutan es ir al playón, sobre todo cuando hay sol. Desean tener un club para hacer deportes y pasar el rato. Y lo que más les gusta de su barrio es la gente. Si tuvieran que escribir una nota sobre Santa Lucía, diría esto:

-Para los que vivimos acá, no es peligroso. Si no te metés con nadie, no es peligroso.
-Pero antes sí, antes se quedaban a tiros todo el día.
-Ahora no, desde la pandemia está más tranquilo.
-Tengo amigos de la infancia con los que jugábamos a la pelota que no los veo más, están perdidos.
-Es un barrio como todos los demás, solamente no te metás en quilombo.
-A comparación de otros barrios, es mucho más solidario.
-Y la escuela también, acá se preocupa mucho por nosotros. 
Me levanto para devolver el mate, se me dobla el tobillo y caigo de rodillas al piso. Todo el curso queda mudo. Uno de los alumnos tiene la boca tan apretada para aguantar la risa que se le llenan los ojos de agua. La tensión dura unos segundos hasta que les pido que por favor nos riamos de lo que pasó. Ellos dicen que van a escribir sobre el día que vino una periodista y se cayó en el medio del salón. La clase termina y el chisme baja rápido por las escaleras y llega a la dirección. Valeria Ríos me recibe en la puerta.

-Me dijeron los chicos que te caíste, ¿estás bien?
Escuchar al barrio contar su propia historia
Batata vuelve sobre el barrio de Santa Lucía. Recupera una de las historias más potentes del libro, la de una madre y una hija envueltas en una espiral de violencia pero también comprometidas con sostener lo colectivo. Dice que esa historia, anclada en el pasado reciente —los años de recesión que van desde el menemismo hasta la caída de De la Rúa—, tiene mucho que decir sobre el presente. Y le pregunta a Arlen qué fue lo que percibió en esa familia, en ese barrio que nació a fines de los 90 más por la iniciativa de sus vecinos que por la intervención real del Estado. ¿Cómo esa historia se conecta con lo que pasa hoy?

Arlen empieza por lo que encontró en el territorio: en Santa Lucía, dice, fue donde más fuerte vio lo comunitario funcionando. Matiza, también, esa idea repetida de que el Estado se ha retirado de los barrios. No es tan simple: el Estado está —a veces demasiado—, pero no siempre en los términos que se espera. Está la policía, está el centro de salud, están los dispositivos como los Centros Crecer, que cambian de nombre cada vez que cambia una gestión, pero que siguen ahí. Y, junto a eso, están también las organizaciones barriales, muchas veces desarticuladas entre sí, que intentan sostener lo que pueden.

Lo que distingue a Santa Lucía, para Arlen, es que su origen es comunitario. Nació desde abajo, a partir de un centro comunitario impulsado por los propios vecinos. Y ese origen común, a pesar de haber estado atravesado desde el principio por la desigualdad y la violencia, parece haber dejado una marca: una forma distinta de relacionarse entre las instituciones, una red más visible, una trama que se sigue sosteniendo.

En ese entramado es donde aparece la historia de "La Colo" y "La Yany", madre e hija, que se vuelven el corazón narrativo del capítulo. Arlen dice que fue una historia que la encontró a ella, que fue a Santa Lucía con muchas entrevistas en agenda —centros de salud, referentes, instituciones— pero que, cuando conoció a estas dos mujeres, todo lo demás quedó en segundo plano. Las eligió porque en su modo de hablar, en cómo contaban su vida, estaba también la historia de todo el barrio. Porque eran, además, ese tipo de madres e hijas que se crían juntas, que atraviesan todo al mismo tiempo: la pobreza, los planes sociales, las redes de contención, las pérdidas. Y en esa cercanía, dice Arlen, estaba "todo lo que había que contar".

Lo que queda afuera también cuenta
El diálogo en la mesa se vuelve cada vez más íntimo y entra en el terreno de las decisiones detrás de la escritura. Sonia Tessa le pregunta a Arlen por los cortes difíciles: qué quedó afuera del libro y por qué. ¿Cómo se decide qué entra y qué no cuando se trabaja con tantas voces, con tanto material?

Arlen no duda: lo más difícil fue, justamente, dejar cosas afuera. Reconoce que hizo muchas entrevistas, que escribió mucho más de lo que terminó en el libro, pero que ese desborde también era necesario. A veces, dice, una va sabiendo qué historia necesita contar, aunque no siempre se materialice como se había imaginado. Algunas entrevistas que al principio pensaba como capítulos enteros terminaron aportando una idea, una escena, una frase que se coló en otra parte. Y, aunque trató de que todas las personas entrevistadas aparecieran de algún modo, hubo historias que se quedaron afuera. "Pero están ahí", dice Arlen, "siguen dando vueltas en la cabeza". Y quizás, sugiere, sean parte de un próximo libro.

Sonia vuelve sobre esa idea: hacer "de más" no es un desperdicio. Ese trabajo de fondo le da cuerpo a lo que sí entra. Sostiene los capítulos desde abajo, les da espesor. Arlen asiente, aunque con humor aclara que no recomienda hacer un libro "padeciéndolo tanto". Porque sí, también se disfruta, pero se sufre. Un libro, explica, es distinto a una crónica: exige una mirada más total, una responsabilidad más grande con lo que se elige mostrar.

Entonces Batata retoma un punto clave: el punto de vista. En el periodismo, y en Rosario en particular, dice, muchas historias vienen ya enmarcadas en una moralina: buenos y malos, con discursos que muchas veces cargan con un racismo disimulado, incluso en periodistas bien intencionados. Le pregunta a Arlen si su mirada le fue "dada", o cómo fue que llegó a esa perspectiva tan clara y tan cuidada.

Arlen responde sin rodeos. Confiesa que tuvo miedo de ser juzgada por cómo abordaba ciertos temas, por cómo escribía ciertas escenas. Y que, además, fue un libro hecho durante el primer año de gobierno de Javier Milei, un momento especialmente cargado de tensiones, de disputas internas, de palabras cuestionadas. En ese clima, dice, la mirada se vuelve todavía más difícil de sostener.

Pero ahí aparece otra clave: la edición. Arlen habla del proceso de escribir y reescribir, de ir puliendo el texto para sacarse de encima esas primeras versiones llenas de juicios o miradas inconscientes. Dice que al editarse a sí misma con ferocidad, logra limpiar ese "punto de vista automático" y centrarse en las historias que recogió. Que el libro tiene perspectiva, claro, pero que no buscaba imponer una bajada de línea. Que no se sentía con autoridad para eso, habiendo escuchado tantas voces más potentes e interesantes que la suya.

Feminismo, literatura y la capital de nada
El diálogo sigue deslizándose entre el proceso de escritura y la mirada que lo sostiene. Batata vuelve a tomar la palabra, ahora para profundizar en el enfoque feminista del libro. Reconoce que todos escribimos desde nuestros prejuicios, pero también que cuando uno va a ser leído, evaluado o discutido públicamente, ese punto de vista tiende a tamizarse. En su caso, dice, su trabajo está atravesado por la experiencia en El Ciudadano, un medio donde muchas de las mujeres que hoy son referentes del periodismo feminista en Rosario —como Silvina Tamous, Negui Delbianco, Carina Ortiz— forjaron un espacio que es faro para todo el continente.

Le pregunta entonces a Arlen cómo tomó esa decisión de incluir una parte del feminismo —presente, pero no central— en el libro, y qué dejó afuera.

Arlen responde sin dudar: es un libro feminista en su totalidad. No por su tema exclusivo, sino por cómo está escrito, por las decisiones de fondo. Explica que hay una edición de las fuentes que fue muy pensada desde esa perspectiva. Que la mayoría de las voces que aparecen son de mujeres. Y que eso no fue casual: fue una práctica aprendida —justamente en El Ciudadano— a partir de un ejercicio que le enseñó otra periodista feminista. Cuando una va a consultar a "la fuente experta", dice, suele ser un chabón. El ejercicio es preguntar: ¿y además de vos, quién más puede hablar de esto? ¿Quién está más abajo, o al costado? Así se fue armando una red de voces distintas, muchas veces invisibilizadas, pero sobre todo mujeres.

Pero también hubo algo más práctico: cuando una llega a los barrios, las que sostienen los espacios comunitarios, los comedores, los centros de cuidado, siguen siendo mayoritariamente mujeres. Y muchas veces, son las más dispuestas a hablar.

Desde el público, la poeta y escritora Beatriz Vignoli —quien también es protagonista de uno de los capítulos— toma la palabra y pregunta: ¿Cómo aparece la literatura en el libro?

Arlen le responde con afecto: hay un capítulo que comparten, fruto de una conversación de horas, y que le resultó fundamental. En ese intercambio hablaron de muchas cosas —la historia de Rosario, el lugar de las mujeres artistas— pero también surgió una frase que se volvió clave: "Rosario es la capital de nada". La frase, que Vignoli le atribuye a otro escritor rosarino, le dio el título a ese capítulo y condensó algo esencial sobre la identidad de la ciudad, siempre a medio camino entre querer ser capital de algo y no terminar de encontrar su lugar.

Arlen recuerda también una lectura que la marcó durante el proceso: la crónica de Martín Caparrós sobre Rosario en su libro 'El interior'. Allí, el escritor era Fontanarrosa. Pero para Arlen, que escribe desde otra época y otra sensibilidad, la escritora que tenía que estar en este libro era Beatriz Vignoli.

Sobre la autora
Arlen Buchara Marinello nació en Nicaragua en 1987 y vivió su infancia entre Italia, Cuba y Argentina. Desde 2006 reside en Rosario. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario y cursó la Maestría en Periodismo Narrativo en la Universidad de San Martín. Trabajó ocho años en el diario El Ciudadano, fue columnista de radio, productora de televisión y editora general de Cosecha Roja. Publicó en medios como Revista Anfibia, PáginaI12, Revista Crisis y otros. Coeditó 19. Una cartografía narrativa de Santa Fe y es coautora de la obra de teatro Morir es otra cosa. En 2024 fue nominada al Premio Gabo. Rosario, perfil de una ciudad al límite es su primer libro. Actualmente, escribe un libro de cocina junto a su hermana.

Fotos: Gentileza Librería Mal de Archivo

domingo, 19 de octubre de 2025

Gabriela Sosa: llegar al Congreso con los pies en el territorio y la cabeza en la transformación

Gabriela Sosa, candidata a diputada nacional por Santa Fe y referente del feminismo popular en el Frente Amplio por la Soberanía, quiere llevar al Congreso una agenda territorial, feminista y de derechos humanos en tiempos de retroceso

"Soy hija de los ’90, de abuelos y padres trabajadores", dice Gabriela Sosa, con la certeza de quien camina desde hace años los barrios, las calles, los espacios donde la política se juega de cuerpo entero. Candidata a diputada por Santa Fe por el Frente Amplio por la Soberanía, ella compartió este sábado una charla en Señales, el programa de Aire Libre Radio Comunitaria. Allí repasó su recorrido y las ideas que la mueven: justicia social, feminismo popular y soberanía política, económica y territorial.

Nacida en Córdoba, Rosario la adoptó hace más de dos décadas, cuando decidió mudarse para profundizar su militancia en un proyecto de izquierda nacional y popular. Su historia política comenzó en los años ’90, en la agrupación Venceremos, con un fuerte trabajo territorial con juventudes e infancias en barrios populares. Desde entonces, nunca se alejó de la organización de base: cooperativas, movimientos sociales, trabajo con mujeres, derechos humanos.

Fue una de las referentes del Movimiento Barrios de Pie y coordinadora de la Agrupación Las Juanas. Entre 2006 y 2011, estuvo al frente del Programa Juana Azurduy, primero a nivel provincial y luego a nivel nacional, promoviendo derechos desde una mirada federal y comunitaria.

Ya en el ámbito institucional, fue Directora de Derechos Humanos en Rosario (2011-2015), y más tarde Subsecretaria de Políticas de Género de Santa Fe durante la gestión de Miguel Lifschitz. Desde allí impulsó políticas públicas con fuerte anclaje territorial, pensadas desde y para los márgenes.

En 2015 fue electa Secretaria General del Movimiento Libres del Sur y participó en la fundación de MuMaLa – Mujeres de la Matria Latinoamericana, una de las organizaciones feministas más activas del país.

Gabriela no habla de logros individuales: insiste en que todo lo construido fue y es fruto de una militancia colectiva. Su apuesta política sigue siendo la misma que la llevó a militar en los 90: transformar las condiciones de vida desde abajo, con los pies en el territorio y el horizonte puesto en una patria más justa y soberana.

Una candidatura colectiva, pensada desde el territorio
¿Cómo llegó la propuesta para ser candidata? Gabriela no duda en responder: fue una construcción colectiva. "Libres del Sur se sumó al Frente en 2023", explica, y ahí arranca el recorrido. La confluencia con el Frente Social y Popular —que lidera Carlos del Frade— nació tras el alejamiento del Frente Progresista Cívico y Social, cuando algunos sectores empezaron a mirar demasiado al centro-derecha. "Ahí decidimos hacer otro camino", dice, un camino que se fue fortaleciendo con cada paso: la Convención Constituyente, concejalías en distintas ciudades y, ahora, la posibilidad de disputar bancas en el Congreso.

Las candidaturas, cuenta, se definieron en la mesa del frente: No fue una decisión individual, sino una elección con lógica colectiva y trayectoria. "Sabíamos que teníamos que llevar propuestas coherentes, que afiancen la identidad del frente", afirma.

Así, quienes venían del trabajo legislativo o del ámbito municipal se enfocaron en las listas locales; y quienes, como Gabriela, tienen una mirada nacional, fueron propuestas para disputar el Congreso. "Soy coordinadora nacional de las MuMaLa. Analizo las políticas sociales y de género en términos nacionales. Desde ahí sentí que podía aportar, diseñar propuestas, interpelar al gobierno con argumentos y propuestas concretas".

Sosa y Del Frade comparten no sólo una militancia de décadas, sino también una forma de hacer política que incomoda: desde abajo, con los pies en el territorio y la cabeza en las transformaciones estructurales que aún esperan. "Nos sentimos cómodos interpelando a este gobierno, pero también construyendo alternativas", resume.

Unidad en la diversidad: gestión pública y militancia territorial
En el Frente Amplio por la Soberanía conviven experiencias diversas que se encuentran en un punto común: la defensa de lo público y una práctica política con anclaje popular. "Esa es la riqueza de este espacio", dice Gabriela Sosa. "Una unidad construida entre quienes fuimos parte del diseño de políticas públicas —con todas sus limitaciones— pero desde una mirada progresista, y quienes venimos de la izquierda nacional y de la militancia territorial".

Allí están, por ejemplo, Claudia Balagué, exministra de Educación; Leonardo Caruana, con una trayectoria en salud pública desde la Municipalidad de Rosario; Fabián Palo Oliver, exintendente y legislador; Lucho Vigoni, con fuerte presencia en el trabajo con juventudes con el programa Nueva Oportunidad. Muchas y muchos compartieron incluso espacios de gestión con Maximiliano Pullaro cuando este formaba parte del Frente Progresista, pero hoy tomaron distancia por su giro hacia la centroderecha.

"El Frente Amplio por la Soberanía reúne a compañeras y compañeros con compromiso en la gestión estatal, pero también con una historia de lucha en las calles y en los barrios", afirma Sosa. Y remarca una consigna que atraviesa al espacio: el Estado debe fortalecerse, sacudirse los nichos de corrupción, y ser una herramienta real, concreta, al servicio de la ciudadanía.

Desde esa conjunción, que no oculta las diferencias pero apuesta a una unidad programática sólida, el FAS avanza con una identidad propia y una propuesta política que busca interpelar tanto a las instituciones como a los sectores populares.

Un Estado ausente: el vaciamiento de las políticas de género
Desde su doble experiencia —en la militancia y en la gestión pública— Gabriela Sosa es tajante al evaluar la situación actual de las políticas de género en Argentina: "Las nacionales han sido desmanteladas totalmente". La frase suena dura, pero no hay exageración. Para Sosa, lo que se vive hoy es un retroceso planificado, parte de una ideología negacionista que niega tanto el terrorismo de Estado como la existencia misma de la violencia de género.

"El presidente Milei ya lo había anunciado en campaña", recuerda. "No es solo una decisión política, es una propuesta ideológica que niega la construcción de género, como lo hacen las derechas en todo el mundo". El resultado está a la vista: programas sin financiamiento, estructuras vaciadas, ninguna política activa que acompañe a las mujeres víctimas de violencia, ni recursos económicos, ni apoyo para hijos e hijas de víctimas de femicidio, ni formación a agentes del Estado, ni aplicación real de la Educación Sexual Integral. Tampoco hay estadísticas: "No hay datos oficiales sobre violencia de género en Argentina. El Ministerio fue degradado, los programas desarticulados, y no hay estadísticas oficiales: el Estado desapareció".

En el plano provincial, la situación no es mejor. "En Santa Fe no se eliminaron formalmente los programas, pero se precarizó todo", señala. Y lamenta especialmente la figura que hoy encabeza la Secretaría de Género: una referente histórica del feminismo radical, "puesta ahí en una gestión muy pobre, sin impacto territorial real". Para Sosa, lo que está en juego no es solo la política pública, sino también una historia de luchas que se ve dilapidada.

Su mirada es crítica, pero no resignada. Desde su rol como referente de MuMaLá y su candidatura, insiste en que es urgente reconstruir un Estado que no mire para otro lado, que vuelva a tener herramientas reales para garantizar derechos y acompañar a quienes más lo necesitan.

Memoria viva y resistencias actuales: lo que no se dice, lo que se borra
En medio de los retrocesos en las políticas de género, algunas voces emergen con fuerza para recordar que los derechos conquistados no fueron regalos, sino producto de años de lucha y resistencia. Una de esas voces es la de Mabel Gabarra, histórica precursora en temas de género en Rosario. En Señales la mencionamos con afecto y admiración: "En algún momento vamos a tener que hacerle un gran homenaje por toda su lucha".

El jueves pasado, durante la presentación del libro Rosario, perfil de una ciudad al límite, de Arlen Buchara —una obra que narra a Rosario desde otras miradas, desde las luchas y los trabajos invisibilizados— hablamos con Mabel. La charla derivó en lo inevitable: la preocupación por el presente. Y al aire, Gabarra compartió su testimonio: crudo, directo, sin anestesia.

"Cuando empezamos, nos puteaban en la Peatonal Córdoba. Las mujeres, incluso, nos gritaban de todo", recordó, hablando del activismo por el aborto legal en tiempos en que el tema ni se nombraba. Y sobre el presente, no dudó: "Milei no va a vetar la ley, pero encontró otra forma de jodernos: no dar insumos a las provincias. Así están derogando la ley en la práctica".

La denuncia es clara: el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF), que hasta hace poco producía mifepristona —uno de los medicamentos esenciales para garantizar la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)—, dejó de fabricarla, y los centros de salud ya no tienen misoprostol. Es decir, el acceso real al derecho está siendo cercenado.

En tono ácido, y entre risas, Mabel lanza: "Pullaro es el hijito de Milei". Y la preocupación crece. De hecho, se consultó por WhatsApp a la ministra de Salud de la provincia, Silvia Ciancio, ante la falta de información oficial y reportes de interrupciones en el acceso a estos medicamentos. Hasta el momento, se espera su respuesta.

El dato no es menor: fue este mismo gobierno provincial el que, en su momento, valoró públicamente que el LIF —laboratorio público de referencia— produjera misoprostol y mifepristona. Hoy, ese mismo gobierno parece haberle soltado la mano a la política pública, justo cuando más se necesita.

La doble ausencia: entre el vaciamiento nacional y la indiferencia provincial
"Lamentable", resume Gabriela Sosa cuando le preguntan por el desmantelamiento de las políticas públicas vinculadas a la salud sexual, reproductiva y no reproductiva. Porque no se trata solo de aborto legal: "Tuvimos faltantes de hormonas para mujeres travestis y trans, también de anticonceptivos, y hasta preservativos". La situación no es nueva, y tampoco es únicamente responsabilidad del gobierno nacional. El problema —señala— es que lo que Milei elimina, la provincia no reemplaza.

Esa es una de las críticas más duras que lanza contra la gestión de Maximiliano Pullaro. "Todo lo que recorta el gobierno nacional o no ha sido reemplazado o lo es de manera muy lenta por parte de la provincia. Nosotros venimos reclamando eso. Sabemos que Milei no va a devolver lo que eliminó, porque tiene un modelo político claro: solo defiende al sector financiero y a las multinacionales. Todo lo demás queda afuera".

Frente a eso, la expectativa no está puesta en una restitución milagrosa desde Nación, sino en la responsabilidad política de las provincias. Pero Santa Fe, lejos de dar respuestas, se adelanta incluso a algunas de las políticas de ajuste más agresivas del gobierno nacional. "Logró la reforma previsional en la provincia. Eso no solo es alinearse con Milei, es adelantarse a los deseos del Fondo Monetario Internacional", denuncia.

Y va más allá: critica la represión al derecho a la protesta, los castigos a trabajadores y trabajadoras que reclaman por sus salarios, y lo que define como un "acting" mediático del gobernador, que elige sus batallas según el impacto que puedan tener en la opinión pública. "Pone carteles rojos por la obra pública en rutas, cada tanto critica al gobierno nacional de forma coyuntural, pero en los temas clave, donde se juega la vida cotidiana de miles de personas, no ha hecho nada. Y en otros, incluso, ha sido más rápido que Milei en recortar derechos".

Para Sosa, no alcanza con denunciar. Hace falta gobernar distinto. Y ese es el proyecto que, afirma, representa el Frente Amplio por la Soberanía.

Provocar para tapar: odio, ajuste y disciplinamiento desde el poder
No se trata de un exabrupto. Para Gabriela Sosa, los dichos de Patricia Bullrich dónde señala que las feministas son responsables de los femicidios, no es una opinión personal desafortunada, sino una expresión más de un discurso coherente —aunque brutal— del gobierno nacional. "Es una más de Bullrich, sí, pero también de Cúneo Libarona, del propio Milei y de sus voceros e intelectuales. No hay miradas individuales, hay una mirada ideológica de odio hacia las mujeres y los feminismos".

Sosa recuerda el discurso de Milei en Davos, donde se asoció diversidad sexual con delitos; las amenazas del ministro de Justicia sobre eliminar la figura del femicidio porque —según su visión— la violencia de género no existe; y ahora, la ministra de Seguridad que directamente minimiza los crímenes machistas. "Estas voces muestran el corazón del modelo que impulsa este gobierno: un modelo que nos odia no solo por lo que somos, sino por lo que representamos. Porque nosotras queremos transformar el sistema patriarcal, el modelo económico que nos subordina, y avanzar hacia una sociedad más democrática, con poder compartido y con reconocimiento de las tareas de cuidado".

Pero no se detiene ahí. Sosa también marca el avance de un negacionismo histórico que no se limita a la dictadura: "Ahora también niegan las culturas y civilizaciones de los pueblos originarios. Vuelven a hablar del 12 de octubre como Día de la Raza, una provocación más entre tantas".

Todo forma parte de una estrategia, insiste. "Como no tienen nada bueno para mostrar, buscan provocar permanentemente. El recital de Espert, las fotos con Trump, los dichos reaccionarios en cada efeméride… Es todo parte de un show para desviar la atención. Mientras tanto, lo que avanza es el hambre, la fragmentación social y el sometimiento del país a los intereses del FMI y las potencias extranjeras".

Para Sosa, lo importante es no perder de vista el fondo de la cuestión. "Estas provocaciones no son solo para sacarnos. Son para tapar lo que están haciendo de verdad. Por eso hay que entenderlas, desenmascararlas y no dejar de hablar de lo que duele: la destrucción del tejido social, el vaciamiento del Estado, la pérdida de derechos, el empobrecimiento del pueblo. Provocan porque no pueden gobernar. Y mientras nos distraen con odio, el ajuste avanza".

Una banca, una apuesta: construir poder desde abajo
Mientras Milei se arrodilla ante Trump y apenas logra asistir como oyente a una conferencia de prensa en la que "ni siquiera Trump lo escuchó", Gabriela Sosa se permite un comentario con ironía rosarina: "A mí no me llevó ningún presidente al Salón Oval… pero Carlos del Frade me va a llevar a recorrer la legislatura nacional. Y eso, la verdad, es lo que prefiero".

La frase resume su apuesta política. Frente al show del poder concentrado, la respuesta es clara: construir poder popular desde abajo, con coherencia, convicción y territorialidad. "Estamos ahí", dice. "Es un gran desafío, pero también una gran posibilidad: ser la cuarta fuerza que entre al Congreso".

Y no se trata solo de entrar, sino de disputar sentido. "Queremos arrancarle la banca a la derecha. En el sentido amplio: desde el Cachi Martínez hasta La Libertad Avanza. Porque los votos que tuvo Milei fueron de mucha gente que estaba enojada, frustrada, angustiada con las gestiones anteriores. Entonces la pregunta es: en este momento del país, mirando la realidad nacional, ¿qué voces queremos sentadas en el Congreso?".

Sosa no duda: "Si hay una sola banca en juego, es Carlitos. Pero si esta semana logramos empujar un poco más, lo van a tener a Carlos y también me van a tener a mí, para llevar la voz del feminismo al Congreso".

La expectativa es alta, aunque las condiciones materiales son desiguales. "Competimos contra espacios con años luz de ventaja en recursos y estructuras: el radicalismo, el socialismo, el PJ, La Libertad Avanza. Pero nosotros tenemos otra cosa: coherencia, causas populares y trabajo territorial".

Y vuelve a marcar la diferencia política. "Difícilmente tengamos otra banca más. Ojalá. Pero lo cierto es que competimos con listas que han sido abiertamente antiderechos. El caso de Cachi Martínez y Verónica Baró Graf es claro: votaron en contra del aborto legal y hasta del acceso a la pastilla del día después. Entonces hay que preguntarse en serio: ¿quién querés que te represente? ¿Carlos del Frade o quienes quieren retroceder en derechos ya conquistados?".

Porque mientras el poder nacional se arrodilla ante intereses extranjeros, mientras se vacían derechos y se criminaliza la protesta, la pelea sigue siendo por construir representación real. Una que venga desde abajo, con mirada feminista, con compromiso territorial y con decisión de disputar el modelo. Y Gabriela Sosa lo tiene claro: "la política tiene que volver a ser una herramienta de transformación".

Sobre el show, las peleas y las discusiones en el Congreso
Desde afuera, el Congreso puede parecer un escenario de excesivo show. Peleas filmadas, cruces personales que se viralizan, declaraciones grandilocuentes pensadas más para las redes que para la resolución de los problemas estructurales. Pero aún con todo ese ruido, Gabriela Sosa no pierde de vista que en ese ámbito —el único donde hoy se permite algún tipo de matiz— también se están dando discusiones centrales para el presente y el futuro del país.

Porque más allá del show, fue en el Congreso donde se logró frenar —aunque sea parcialmente— algunas políticas más lesivas del gobierno nacional. Y no fueron todos. Fueron sobre todo las feministas, los sectores más golpeados por los recortes, quienes lograron instalar la discusión. Frente a una reacción tibia, cuando no ausente, de buena parte del sindicalismo, fue ese activismo el que puso el cuerpo y la voz.

Y eso tiene valor, dice Sosa, porque incluso en este tiempo tan hostil, se han dado articulaciones inesperadas entre distintas miradas opositoras, que permitieron rechazar o visibilizar cuestiones tan sensibles como el vaciamiento de la universidad pública. Hasta integrantes del oficialismo, como Silvia Lospennato del PRO, votaron en ese sentido. Eso muestra que el Congreso sigue siendo un lugar para sembrar debates, aun sabiendo que muchos pueden perderse, pero que abren ventanas hacia una sociedad más justa.

En ese marco, reconoce que la derecha supo canalizar un malestar social muy real. Lo hizo Milei, lo hicieron sus voceros, lo hicieron sus redes. Lo que no supieron hacer otros espacios fue leer esa bronca y dar una respuesta transformadora. Asumir errores, dice, es también asumir que hubo una gestión —la de Alberto Fernández— que no se animó a discutir los temas estructurales: el acuerdo con el FMI, el caso Vicentin, la redistribución de la riqueza. Hubo falta de estrategia, falta de coraje.

Para Sosa, el debate sobre el modelo de país es ineludible. ¿Qué rol queremos que tenga la Argentina? ¿Qué tipo de inserción en el mundo, qué grado de soberanía, qué política de cuidado? Y por eso una de las propuestas que piensa llevar al Congreso, junto a Carlos del Frade, es investigar la deuda externa. Auditar, señalar responsables, discutir la legitimidad de una deuda que fue contraída de manera fraudulenta y se fugó sin control. Y en paralelo, recuperar otras banderas: una reforma tributaria progresiva, la eliminación del IVA para productos de la canasta básica —que incluya no solo alimentos sino también productos de higiene y cuidado del hogar— y la declaración urgente de la emergencia nacional en violencia de género. Solo en octubre, recuerda, hubo 15 femicidios en Argentina. Y la respuesta del Estado es la nada misma.

Entonces sí: la pelea es en el Congreso. Pero no solo por una banca, sino por una voz. Una que no se calle ante el ajuste ni ante la violencia. Una voz feminista, popular y con memoria.

"Para vivir diferente, hay que votar diferente"
¿Qué se le dice a esa persona que está harta, que siente bronca, que piensa que votar ya no cambia nada? Gabriela Sosa no duda: se le dice que sí hay otra forma de hacer política, que no todo es lo mismo, que no todos y todas somos iguales. Y se le dice también que, aunque cueste, aunque la bronca sea genuina, aunque la frustración esté más que justificada, vale la pena tomarse un ratito para volver a confiar.

Porque ese ratito, ese gesto de ir a votar, de elegir, es una conquista que costó mucho en este país. Costó muertes, exilios, luchas de generaciones. Y aunque hoy parezca que todo está perdido, que el poder siempre gana, que no hay opción real, justamente por eso hay que seguir eligiendo. Para defender lo poco que queda y para abrir caminos nuevos.

Sosa lo dice desde la experiencia. Recuerda el 2001, cuando el "voto bronca" era una manera de hacer catarsis social. Lo entiende. Pero también recuerda que de ese desencanto no siempre sale lo mejor. A veces, se cuela el odio. A veces, la antipolítica termina dándole poder a quienes nunca estuvieron del lado del pueblo.

Por eso insiste: Carlos del Frade y ella no son lo mismo. Porque vienen de otro recorrido. Porque caminaron al lado de quienes sufren. Porque tienen propuestas concretas, banderas claras, convicciones firmes. Porque para vivir diferente, hay que votar diferente.

Entonces, sí: hay que ir a votar. Y si deciden acompañarlos, tienen que buscar la lista 501, la que está anteúltima a la derecha, sí, a la derecha, justo ahí —ironías de la vida— para dar pelea en ese lugar donde hoy se plantan los que odian, los que ajustan, los que se burlan de la democracia.

La suya, en cambio, es una boleta que va del rojo al violeta, en degradé, como los tonos de una lucha que va de lo social a lo feminista, del trabajo a la dignidad, de la bronca a la esperanza.

Mientras tanto, en las redes... ¿Una propuesta, una idea nueva? No hay. Solo siguen odiando, y a su vez, criticando al que tienen enfrente, al que está un poco más abajo. No, no le encuentro sentido. Porque eso no es una campaña. Pero bueno, eligen ir por ese lado —dice Gabriela. Y tiene razón: eso es lo de siempre.

La apuesta está hecha. Que el voto sea también una forma de pelear. Y de empezar a transformar.

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