Nacido en San Miguel de Tucumán en 1934, tuvo una larga trayectoria como periodista, novelista y crítico de cine, además de haber trabajado en importantes medios argentinos como el diario "PáginaI12" y el semanario "Primera Plana".
Fue columnista de los diarios La Nación, The New York Times y El País de España. También escribió libretos de cine y televisión, y fue crítico cinematográfico, además de integrar el equipo de dirección del semanario Primera Plana. También dirigió la Opinión Cultural y la revista Panorama. Entre 1975 y 1983 vivió exiliado en Caracas, Venezuela, donde fue editor del Papel Literario del diario El Nacional (1975-1977) y asesor de la Dirección de ese mismo diario (1977-1978). Allí fundó El Diario de Caracas, del que fue director de redacción (1979). En 1991 participó en la creación del diario Siglo 21 de Guadalajara, México, que salió durante siete años, hasta diciembre de 1998.
En junio de 1991 creó el suplemento literario Primer Plano del diario PáginaI12 de Buenos Aires, que dirigió hasta agosto de 1995. Desde mayo de 1996 es columnista permanente del diario La Nación de Buenos Aires y de The New York Times Syndicate, que publica sus artículos en doscientos diarios de Europa y las Américas.
"Afirmemos nuestro derecho a reclamar un mundo que no se parezca a ningún otro; pongamos nuestra palabra de pie para ayudar a crearlo." Tomás Eloy MartínezVivió gran parte de su vida en Estados Unidos, donde dirigió el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Rutgers University, en New Jersey, siendo profesor distinguido de la institución. Es uno de los Maestros de la Fundación Nuevo Periodismo.
Entre sus principales novelas figuran “Santa Evita”, traducida a más de 30 idiomas, y “La novela de Perón”, basadas en las vidas del presidente argentino Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y su segunda esposa, Eva Perón, en las que combinó elementos de la ficción y la realidad.
Hace ya tiempo descubrí, no sin sorpresa, que los azares del periodismo me acercaban con persistencia al tema de la muerte. Hace 1965 supe, en Hiroshima y Nagasaki, que un hombre puede morir indefinidamente y que la muerte numerosa que al principio pareció intolerable y que luego fue aceptada con indiferencia y hasta olvido. Así lo perdimos... Tomás Eloy Martínez, Lugar común la muerteAsimismo fue el autor de otras muchas novelas como “El cantor de tango”, “La mano del amo”, “El vuelo de la reina” y “Purgatorio”, la colección de relatos “Lugar común la muerte” y el relato periodístico “La pasión según Trelew”, además de escribir libretos de cine y televisión.
Martínez decía que: "La literatura si no es desobediencia no es. La literatura, como el periodismo, son centralmente actos de transgresión, maneras de mirar un poco más allá de tus límites, de tus narices. Todo lo que he escrito en la vida son actos de búsqueda de libertad. Nada me daba más placer -cuando publicaba mis primeros artículos en La Gaceta de Tucumán- que mi madre le dijera a mis hermanas: "Tenemos que ir a misa a rezar por el alma de Tomás, que está totalmente perdida"
El exilio
“La dictadura tuvo un efecto muy nocivo, muy venenoso en mi país, y cercenó muchas de las dignidades periodísticas de ese tiempo, no sólo en Argentina, también en Chile... Y yo pasé ese tiempo en Venezuela, en el exilio. En aquella época no existía la posibilidad de acceder a la lectura diaria del periodismo en otro país. En la distancia se veía que aquel proceso que se vivía en Argentina era dictatorial, y atrozmente dictatorial. Recuerdo que a los pocos días de estar en El Nacional de Caracas, donde me acogieron, me pidieron una crónica sobre Argentina. La titulé Una larga marcha entre los escombros; recogía ahí los nueve puntos de la Junta Militar, que condenaba a la ciudadanía a la obediencia ciega. Me decían: "Te equivocas, Videla es el bueno; ha triunfado la línea más civilizada del Ejército, hay una línea más perversa..." La había, pero Videla había preparado arteramente la matanza completa de toda conciencia de la sociedad”.
"Cuando volvés al hogar del que te fuiste, pensás que cerraste el círculo pero te das cuenta de que tu viaje fue sólo de ida. Del exilio nadie regresa... El despojamiento de los afectos es terrible. Te fuerzan a ser otro. Y en esa 'otredad' te pierdes" Tomás Eloy Martínez en su novela “El Purgatorio”El anonimato, una peligrosa impunidad
Ante el periodismo, ante lo que vendrá, siento una cierta perplejidad; las formas de lectura están cambiando vertiginosamente y el periodismo de papel se está convirtiendo en un vehículo incómodo para la lectura. Mucha gente prefiere las versiones on-line de los periódicos, y yo les encuentro un riesgo, sobre todo en los comentarios a las noticias o a las opiniones. Por un lado, hay una libertad necesaria para escribir y para expresarse con soltura. Por el otro, el anonimato de los posteos abre el camino a una peligrosidad impunidad. No me preocupan tanto los descuidos y malos tratos a que se somete el lenguaje, que es nuestra herramienta esencial. Me preocupa más que se lea mal y que esa ligereza en la lectura derive en una ligereza en la acusación. El anonimato encubre una cierta infamia, encubre a veces sentimientos deleznables. Esto no es el periodismo, por supuesto; es una perversión del periodismo, pero es algo para lo cual el periodismo es un vehículo en este momento.
"Es una meditación sobre el país, sobre su pasado y sobre su futuro, sobre las ilusiones de grandeza que tuvimos y sobre la frustración de esa ilusión a partir de 1930, con la quiebra de la continuidad democrática" Tomás Eloy Martínez sobre su libro "El Suelo Argentino"El periodismo un acto de servicio
Yo parto del hecho de que el periodismo es ante todo un acto de servicio, un servicio al lector. Con el periodismo tú le sirves a un lector; le presentas una realidad con la mayor honestidad posible, con los mejores recursos narrativos y verbales de que dispones. Pero en todo momento tienes que dejar bien claro que esa es la realidad que tú has visto, en cuya veracidad confías... En tanto periodistas, en tanto intelectuales, nuestro papel, como siempre, es el de testigos. Somos testigos privilegiados. Al lector no se lo distrae con fuegos de artificio o con denuncias estrepitosas..., se lo respeta con la información precisa. A la avidez de conocimiento del lector no se la sacia con el escándalo sino con la investigación honesta. Si el periodista transa con el Poder, si se vuelve cómplice de la mentira y de la injusticia, destroza el mejor argumento de su legitimidad y el único escudo de su fortaleza... traiciona la fe del lector. En la ficción, en cambio, tienes que dejar en evidencia que esos datos que das no son confiables. Por eso puso debajo del título de Santa Evita la palabra novela.
¿Cómo seducir, usando un arma tan insuficiente como el lenguaje, a personas que han experimentado con la vista y con el oído todas las complejidades de un hecho real?. Tomás Eloy Martínez en El periodismo vuelve a contar historiasEzequiel Martínez, el hijo de Tomás Eloy, escribió: "En su discurso de agradecimiento por el Premio Ortega y Gasset a la trayectoria periodística que le concedieron en España, dijo: 'Aunque a la palabra se le impongan cerrojos y diques, se seguirá abriendo paso como el agua, fortalecida por la adversidad'. Esa palabra, adversidad, no es casual. A él le tocaron casi todas: la injusta adversidad del exilio, la de la pérdida de un ser amado, la de la enfermedad… Quisiera terminar con una confesión. Cuando era chico, jugaba a ser como él. Lo acompañaba a las redacciones donde trabajaba y lo veía tipear con devoción las teclas de su máquina de escribir. Me gustaba imitarlo cuando revisaba las pruebas de imprenta o cuando se concentraba buscando datos en algún archivo de hojas amarillentas. A veces, si le prometía silencio y compostura, me permitía escoltarlo en sus entrevistas, que luego transformaba en piezas periodísticas que parecían cuentos de ficción. Narraba la realidad con las herramientas de la imaginación. Y yo sabía que de grande quería hacer eso. Yo quería, como quieren todos los chicos, ser como mi papá."
Fuentes: Archivo Señales, agencias, Diario El País