Algunos de los corresponsales que las cadenas de televisión de Estados Unidos han enviado a Haití no sólo entrevistan a los afectados por el terremoto, sino que les curan las heridas, realizan amputaciones y asisten a mujeres en parto.
Al frente de ese polifacético grupo está Sanjay Gupta, el corresponsal médico de CNN, que apareció la semana pasada ante los telespectadores con una camiseta de manga corta y mochila al hombro mientras recorría apresurado las devastadas calles de Puerto Príncipe para socorrer a un bebé.
La pequeña de 15 días, huérfana de madre, sufrió heridas en la cabeza al derrumbarse la casa en la que vivía.
Gupta concluyó, tras examinarla en una improvisada camilla, que la bebé no tenía una fractura craneal y le vendó la cabeza con la ayuda de una productora.
El corresponsal médico de CNN no es el único que ha llevado a cabo este tipo de atenciones ante la mirada atenta de las cámaras.
El pasado domingo, el doctor Richard Besser, de la cadena ABC, ayudó a dar a luz a una haitiana y su colega de NBC, la doctora Nancy Snyderman, operó a varios heridos en una clínica improvisada.
Esa multiplicidad de papeles ha generado más de una crítica en algunas facultades de periodismo del país, contrarias al prototipo de corresponsal participativo en los eventos que cubre.
“Los medios de comunicación parecen estar capitalizando por motivos promocionales la intervención de periodistas”, dijo esta semana al diario “Los Angeles Times”, Bob Steele, profesor de la Universidad DePauw (Indiana).
En opinión de Steele, el involucrarse en la noticia es incompatible con la práctica del periodismo independiente.
Stephen Ward, de la Universidad de Wisconsin, considera, por su parte, que ese énfasis en el periodismo emocional, puede resultar manipulador y ve cierto “autobombo”.
“Es casi como si las cadenas estuviesen diciendo, “fíjense en lo que están haciendo nuestros corresponsales”“, explicó Ward el miércoles al diario The Washington Post.
Los afectados, como era de esperar, discrepan.
El hecho de que sean, además de corresponsales, médicos, los coloca en una categoría especial al vincularlos al juramento hipocrático de ayudar a quien necesite asistencia médica.
“De ser necesario, por supuesto que ayudaré a la gente con mis conocimientos como neurocirujano. Soy reportero pero primero soy médico”, escribió Gupta en un mensaje en la red social Twitter el pasado miércoles 13 cuando viajaba rumbo a Haití.
Los críticos aducen que esa declaración de principios es válida pero insisten en que lo correcto sería impedir que Gupta y sus colegas cubran las historias en las que son partícipes.
Las cadenas aseguran no percibir un conflicto de intereses.
“Sanjay ha ofrecido apoyo médico y seguirá haciéndolo mientras siga en Haití”, afirmó CNN la semana pasada en respuesta a las críticas.
“Al igual que lo hizo en Irak, Pakistán y en Sri-Lanka tras el tsunami, (Gupta) también está decidido a llamar la atención sobre las condiciones médicas al ofrecer relatos de esta enorme crisis humanitaria a través de su extraordinario prisma”, añadió la cadena.
La tragedia en Haití, destruido por un terremoto de siete grados en la escala de Richter que dejó más de cien mil muertos, y miles de heridos y desplazados, no representa la primera vez en la que los corresponsales médicos adoptan un papel “activo”.
Gupta, por ejemplo, realizó cinco operaciones en el 2003 cuando viajó a Irak con el Ejército.
Aun así, las cadenas reconocen que el número de corresponsales que están ayudando a los heridos no tiene precedentes.
“He estado toda la noche en un hospital de Haití. Muchos pacientes, pero todos estables. Esta noche convertí a mi equipo (periodístico) en equipo médico”, escribió Gupta el pasado sábado en un mensaje en Twitter.
Fuente: Agencia EFE