La periodista abrió la entrevista señalando que se encontraban con muchas expectativas por escuchar la reflexión de Ismael Bermúdez sobre los momentos tan aciagos que atraviesa el país. Planteó, entonces, una pregunta que, según ella, seguramente muchos oyentes se hacían: observaba que el principal activo del gobierno en materia económica parecía ser la baja de la inflación, lo que consideró como una suerte de contrato social vigente. Sin embargo, advirtió que al mismo tiempo que desciende la inflación, también lo hace el poder adquisitivo. Señaló que la mayoría de la población —es decir, el sector popular, cerca del 70%— siente que su salario ya no alcanza para llegar a fin de mes. Por eso, preguntó cómo se explica esa aparente contradicción: que bajen los precios y también el poder de compra, cuando en realidad debería suceder lo contrario.
Bermúdez respondió que la inflación baja, en parte, porque los ingresos —salarios, jubilaciones, y otras formas de sustento económico de la mayoría de las familias— atraviesan serias dificultades. Según explicó, al haber menos dinero circulando, las personas no tienen capacidad de consumo suficiente como para sostener la demanda, lo que limita la posibilidad de remarcar precios. Además, agregó que los servicios básicos como la luz y el gas se han encarecido mucho, y que en el caso de la clase media se suman otros gastos como las expensas, el mantenimiento del automóvil o la medicina prepaga. Todo esto deja aún menos margen para comprar alimentos.
Detalló que, aunque la inflación mensual se ubica en torno al 2%, ese valor sigue siendo alto en términos internacionales, donde hay países que alcanzan ese porcentaje en todo un año. Aclaró que, a pesar de esa baja, el poder de compra sigue cayendo: incluso los propios comerciantes se quejan de que venden cada vez menos. Esa caída en las ventas, señaló, también deriva en la necesidad de reducir personal. Mencionó casos de grandes fábricas como Acindar, empresas de neumáticos o Ternium, donde ya se han registrado numerosas suspensiones. Todo eso refleja, según Bermúdez, que no hay dinero suficiente para sostener el consumo, lo cual a su vez frena nuevos aumentos de precios.
A esa situación sumó el hecho de que una parte de la producción local está siendo fuertemente afectada por las importaciones. Por otro lado, advirtió que los sectores de clase media y alta que sí disponen de recursos están gastando cada vez más en el exterior. Esos dólares que salen del país, explicó, dejan de circular en la economía local, lo que contribuye a que las reservas del Banco Central no aumenten sino que disminuyan. Todo está relacionado, afirmó.
Concluyó que el panorama actual es el de una economía estancada, sin crecimiento, con caída del empleo y del poder adquisitivo. Como ejemplo, mencionó la situación crítica de los jubilados: el bono previsional continúa congelado en 70.000 pesos, cuando hoy debería estar en 160.000. Esa diferencia de 90.000 pesos muestra, según él, cuánto se ha deteriorado el ingreso real frente a la inflación y a la falta de actualización por movilidad previsional.
Carafa retomó los puntos planteados anteriormente por Bermúdez y observó que, a partir de todo lo expuesto, quedaba claro que la cifra oficial de inflación —ese 1,9% que, según dijo, algunos sectores celebraban— no se correspondía con la realidad cotidiana. Explicó que ese número contemplaba solo una parte reducida del consumo básico, como algunos alimentos, pero dejaba fuera rubros fundamentales como el alquiler, la medicina prepaga, los servicios o el transporte, todos los cuales habían tenido fuertes aumentos. A continuación, trajo nuevamente al debate la cuestión del gasto de dólares en el exterior y le preguntó si coincidía en que el país atraviesa un momento de profunda desigualdad: por un lado, un sector reducido de la población que puede viajar al extranjero y aprovechar los beneficios de precios más bajos fuera del país; por otro, el amplio sector mayoritario —ese 70% al que ella había aludido antes— que sufre con dureza el ajuste económico.
Ismael Bermúdez respondió que, efectivamente, hay sectores que se han beneficiado de forma considerable a través de mecanismos como la renta financiera o lo que se conoce como bicicleta financiera, que en inglés se denomina carry trade. Explicó que quienes operan en esos circuitos obtuvieron grandes ganancias en dólares, lo cual les da una ventaja significativa. A eso se suma el hecho de que, actualmente, resulta más barato viajar y hacer compras en el exterior que consumir dentro del país. Como ejemplo personal, contó que una pariente lejana que había estado en Estados Unidos —en ciudades como Nueva York y Los Ángeles— le comentó que los precios allí le habían resultado más bajos que en Argentina. Señaló que lo mismo ocurre con quienes viajan a España, y aún más con quienes lo hacen a países vecinos como Chile o Brasil.
La periodista planteó entonces que, a partir de esos datos, podía deducirse que las medidas del gobierno parecían responder a una lógica de privilegio: se estaría beneficiando a los sectores con mayor capacidad económica, mediante mecanismos como las rebajas en las retenciones, exenciones impositivas o beneficios fiscales dirigidos a grandes empresas y grupos con más "espalda". Al mismo tiempo, criticó que no se aplicaran medidas de alivio similares para los sectores más vulnerables, especialmente los jubilados, a quienes —dijo— se les sigue pidiendo que "esperen" a una reforma laboral que promete crear empleos en blanco, cuando en realidad, ya se habían perdido 175.000 puestos registrados.
Bermúdez coincidió en que el rumbo del gobierno parecía estar orientado hacia la defensa de ciertos intereses económicos. Consideró que el Ejecutivo busca presentar la situación como si el país estuviera en camino de convertirse en una potencia mundial —"la primera o la segunda", según su ironía—, pero alertó que la realidad indica otra cosa: a su juicio, el país transita una ruta peligrosa, como si estuviera en plena montaña con un presidente que acelera justo en las curvas, lo que incrementa el riesgo de una caída mayor que la que ya se está experimentando.
Señaló que ese descontento social no se reflejaba ya en encuestas —que, según recordó, habían fallado en sus pronósticos—, sino directamente en el resultado electoral de la provincia de Buenos Aires, donde el rechazo popular se expresó de manera contundente en las urnas. Sin embargo, dijo que el gobierno respondió con una actitud inflexible, asegurando que no se apartaría "ni un milímetro" del rumbo trazado. A eso, agregó, se sumaron decisiones como el veto a la ley de emergencia sanitaria —incluyendo la afectación de recursos para el Hospital Garrahan—, el veto al financiamiento de las universidades y el recorte de fondos a las provincias. Para Bermúdez, todo esto revela que el Ejecutivo está "estirando demasiado la cuerda", y advirtió que, cuando eso ocurre, existe un riesgo real de que la cuerda finalmente se corte.
Silvia comentó que, hacia el final de la semana, circulaban muchos comentarios que reflejaban una percepción común: la sensación de que la cuerda se había tensado tanto que podría pasar cualquier cosa en cualquier momento y le preguntó cómo veía esa situación.
El tambien economista coincidió en que el riesgo era real. Afirmó que, tal como había señalado antes, la cuerda podía romperse. Mencionó que el dólar ya estaba tocando el techo de la banda cambiaria y que, si lo superaba, el Banco Central se vería obligado a vender reservas para frenar la escalada. Sin embargo, expresó incertidumbre respecto a cómo actuaría el gobierno, y advirtió que se trata de una administración donde, ante las dificultades, el presidente tiende a "acelerar", incluso en contextos críticos. Utilizó nuevamente la metáfora de las curvas en la montaña, para graficar que en esos momentos de riesgo el mandatario no modera la velocidad, sino que redobla la apuesta.
La periodista quiso profundizar en esa actitud, que describió como un modo irracional de proceder: le preguntó si creía que esa aceleración en un camino incierto respondía a la necesidad de proyectar una imagen de fortaleza hacia el exterior, aun cuando esa fortaleza no existiera. También quiso saber si, a su juicio, el ministro de Economía podría dejar su cargo.
Bermúdez respondió que, en su opinión, ese tipo de análisis ya le correspondía más a un psicólogo que a un economista. Lo que sí observaba, dijo, era que incluso sectores que antes habían apoyado al gobierno ahora comenzaban a tomar distancia. Puso como ejemplo a la Unión Industrial Argentina, que históricamente respaldó al oficialismo, pero que ahora advertía con preocupación los datos oficiales del INDEC, que mostraban una caída tanto en la actividad industrial como en la construcción.
Se preguntó, con tono de alarma, qué más señales necesitaba el gobierno para entender que la economía estaba cayendo. Usó la imagen de un niño deslizándose por un tobogán: si el tobogán es muy alto y el niño es muy pequeño, corre el riesgo de golpearse al llegar abajo, especialmente si no hay un adulto esperándolo para contener la caída. A su juicio, esa figura representaba la situación actual: una caída acelerada, sin red de contención.
Carafa retomó esa imagen y la vinculó con el sentimiento general de que el momento era especialmente oscuro, "aciago", como había dicho al comenzar la entrevista. Recordó que durante un año y medio el gobierno había sostenido su narrativa desde una épica construida principalmente en redes sociales, en especial a través de cuentas tuiteras. Una épica, remarcó, que pretendía constituirse en realidad, pero que nunca coincidió con los hechos concretos. Citó como ejemplo una afirmación del propio gobierno, que aseguraba que la economía tendría un "envión" desde el vértice de la famosa "V corta", pero que esa recuperación nunca llegó.
Ismael Bermúdez coincidió con el diagnóstico y aseguró que la actividad económica ya está en caída. Explicó que el fuerte aumento de la tasa de interés tuvo efectos negativos sobre el sistema productivo, ya que encareció significativamente los créditos, los préstamos y los giros en descubierto. Según señaló, eso dejó a muchas empresas sin margen de maniobra ante las contingencias propias de cualquier ciclo económico. Insistió en que los datos del INDEC confirman esta situación, y recordó que son cifras oficiales que el gobierno tiene sobre la mesa, como cualquier ciudadano. Solo hace falta, dijo, leer esos datos y contrastarlos con los discursos tanto del presidente como del ministro.
Carafa concluyó que la tan mentada "V corta" del crecimiento, a estas alturas, se había transformado directamente en un ángulo llano: no había crecimiento. Consideró que el momento actual era tan incierto que parecía haber un "día D" por delante, un punto de quiebre en el horizonte. Mencionó que, como ya ocurrió esa misma semana, lo que vendría podía estar cargado de más incertidumbre y tensión.
Bermúdez concordó, y señaló que incluso desde el plano social ya se preveían movilizaciones, como la del Hospital Garrahan. Afirmó que el ensañamiento del gobierno con sectores clave como las universidades, los jubilados y el propio Garrahan era muy fuerte, al margen de los demás sectores que también están siendo afectados. Opinó que el gobierno mostraba un nivel de desapego tan profundo que ni siquiera el sufrimiento de una persona discapacitada parecía conmover al presidente o al ministro de Economía.
La periodista consideró que esa afirmación era muy contundente y expresó su preocupación por el desgaje entre la gestión y lo humano concreto. Observó que el gobierno parecía funcionar exclusivamente desde la "nube" de la macroeconomía, sin conexión con la realidad social.
Bermúdez coincidió, pero advirtió que incluso esa "nube" comenzaba a desmoronarse: si caía la actividad económica, si subía la tasa de interés o el dólar, todo eso era parte de la macro. Por lo tanto, dijo, ni siquiera desde ese plano el gobierno tenía ya un punto firme del cual sostenerse.
Escuchá la entrevista completa:
Sobre Ismael Bermúdez
Nacido el 19 de mayo de 1944, Ismael Bermúdez es periodista y licenciado en Economía. Desde 1984 integra la redacción del diario Clarín, donde escribe en la sección Economía y en el Suplemento Económico. Ha sido colaborador de la revista Noticias (1994-1997) y de publicaciones especializadas como Caras y Caretas.
En el ámbito académico, fue docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (1987-1991) y en la Carrera de Posgrado de Especialización en Periodismo Económico (2002-2004 y 2007-2008).
En medios audiovisuales, se desempeñó como columnista del Noticiero Central de América 24 (2007-2009), de Radio Universidad Nacional del Litoral LT10 y del programa Graves y Agudos en Radio Cooperativa AM 740. Fue también conductor y columnista económico del programa Dominó, emitido semanalmente por América 24, galardonado en 2008 con el Martín Fierro al Mejor Programa de Periodismo Económico en TV por cable, y nominado nuevamente en 2009.
A lo largo de su trayectoria ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos:
- Premio Konex en dos oportunidades: Premio Konex (1997) y Premio Konex de Platino (2017).
- Primer Premio del Concurso Internacional para Periodistas Profesionales (UBA).
- Premio Mariano Moreno (2007, UADE).
- Periodista Destacado del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA (2017).
- Reconocimiento por el Compromiso con los Adultos Mayores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2009).
- Premio de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología (2021).