A los 75 años, murió la escritora y periodista María Seoane. Trabajó en los diarios Clarín y PáginaI12 y fue directora de Radio Nacional. Escribió libros que reflejaron procesos históricos relevantes, entre los que se destacan La Noche de los Lápices, El Dictador, El saqueo de la Argentina y El burgués maldito.
La periodista y escritora María Seoane, que se desempeñó en periódicos argentinos de alcance nacional, fue autora de una docena de libros de historia argentina y como militante de los derechos humanos se debatió entre el compromiso político y la investigación de los hechos más importantes del siglo XX en la Argentina, falleció este miércoles a los 75 años, en la Ciudad de Buenos Aires.
Seoane (Buenos Aires, 1948) murió como consecuencia de un cáncer en el mediastino que le detectaron este año y luego hizo metástasis. A partir de la detección se le inició un tratamiento de quimioterapia, según informó a TelAm el periodista Vicente Muleiro, con quien escribió "El dictador. La historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla".
"La quimio la dejaba muy mal físicamente a tal punto que la última decidieron no hacérsela y reemplazarla por rayos, pero hace pocos días le hicieron nuevos estudios y le detectaron metástasis, y le comunicaron que lo mejor era hacer cuidados paliativos, porque ya no había nada que hacer", contó Muleiro. "La vi el 23 por última vez: estaba bien, se podía expresar con la voz muy baja, porque la enfermedad le había afectado la respiración. Tomó el desenlace con gran entereza", afirmó el periodista y escritor.
Los últimos días, Seoane "estuvo internada en el Otamendi porque era más seguro cuidarla ahí, y el objetivo era simplemente que sufriera lo menos posible. Era un cáncer muy fulminante", agregó.
Una extensa y premiada carrera
Reconocida por su compromiso político y cultural, se había desempeñado en los últimos años como asesora periodística y editorial de Caras y Caretas y columnista de PáginaI12, luego de haber sido directora de Radio Nacional desde 2009 hasta su renuncia en 2015, con el arribo del gobierno de Mauricio Macri.
"En 1975 tuve una amenaza de la Triple A y me fui de la facultad, pero todavía me quedé en la Argentina. Después, en 1977, me excilié en Italia, y luego de pasar por Suiza y un poco por Perú, me dirijí a México. Allí en 1980 comencé a trabajar en periodismo en una revista que se llama Debate Ideológico. También colaboré en Uno mas Uno y en El Universal. Y en 1981 fui como corresponsal a Nicaragua a ver cómo se desarrollaba la revolución Sandinista. Después de Malvinas, decidí volver a la Argentina, y lo hice en febrero de 1984. Primero me incorporé, gracias a la gestión de Horacio Verbitsky, a la revista Qué, dirigida por Coco Amengual, y mas tardea El Periodista, donde trabajé en la sección política a las órdenes de Tino Sicilia, un gran tipo y profesional. Después pasé por Noticias y en 1993 en Clarín, primero como jefa del suplemento Zona, y luego como editora de esa sección del diario", contó en una entrevista.
"Hay que discutir sobre muchas cosas, pero los periodistas estamos obligados a la veracidad. A contarle a nuestro público desde el lugar de dónde hablamos. El periodismo es un ejercicio de la libertad y debe ser transparente para el público o lector", decía Seoane sobre la profesión que la acompañó gran parte de su vida.
Preocupada por la situación social y política del país, en 2004 escribió "Argentina, el siglo del progreso y la oscuridad (1900-2003)", donde luego de la crisis del 2001 retoma una pregunta colectiva: ¿por qué la Argentina, una de las naciones más prósperas y cultas de Ámerica latina, ha llegado al siglo XXI devastada por el hambre y la deuda externa, en medio de una profunda conmoción social y política.
Para encontrar alguna de las respuestas posibles, Seoane se sumerge en las pasiones, las razones y las paradojas de la historia de Argentina en un siglo marcado por dos grandes movimientos políticos -el peronismo y el radicalismo- y dominado por las utopías, las revoluciones, los golpes militares, los desaparecidos, el exilio, la impunidad, el desdén por la ley y la enajenación del patrimonio nacional.
"Hay que discutir sobre muchas cosas, pero los periodistas estamos obligados a la veracidad. A contarle a nuestro público desde el lugar de dónde hablamos. El periodismo es un ejercicio de la libertad y debe ser transparente para el público o lector". María Seoane
Entre sus obras más importantes se destacan "El saqueo de la Argentina", en la que aborda el proceso de privatización durante el menemismo dentro de una política que marcó a toda América latina.
En otro de sus libros "Todo o nada. La historia secreta y la historia pública del jefe guerrillero Mario Roberto Santucho", desarrolló con minuciosidad los pliegues desconocidos de la vida del jefe guerrillero, en el que se manifiesta como un político práctico así como un alucinado soñador de una utopía sangrienta.
Otra de las obras es "El cordobazo. Los 20 días que conmovieron a la Argentina", escrito con Víctor Santa María, y "La noche de los bastones largos: a 40 años del saqueo de la ciencia en la Argentina", que abordó junto a Felipe Pigna, con quien también escribió "La noche de la dictadura: memoria fotográfica inédita a 30 años del terror" (2006).
"El nieto. La trágica y luminosa historia de Ignacio "Guido" Montoya Carlotto", es otro de los textos que Seoane escribió junto al periodista Roberto Caballero. En esa obra aborda la historia detrás del reencuentro de Ignacio "Guido" con su abuela Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, después de tres décadas de lucha incansable por recuperar a los bebés robados durante la dictadura argentina.
Dos de sus trabajos llegaron al cine: "La Noche de los lápices", que narró la historia de los estudiantes platenses detenidos desaparecidos durante la última dictadura, y "El burgués maldito", sobre el exministro de Economía Jose Ber Gelbard. También dirigió el largometraje de animación "Eva de la Argentina".
Muchas de sus obras y artículos periodísticos fueron premiados dentro y fuera del país y por su militancia por los derechos fue distinguida con el título de Ciudadana Ilustre porteña, Mujer Destacada y Personalidad Destacada de la Cultura, entre otros reconocimientos.
Muchas de sus obras y artículos periodísticos fueron premiados dentro y fuera del país y por su militancia por los derechos fue distinguida con el título de Ciudadana Ilustre porteña, Mujer Destacada y Personalidad Destacada de la Cultura.
Cuando recibió este último reconocimiento en 2021 dijo: "Recibo este premio con un compromiso: tenemos que mejorar la ciudad. Que en nuestro país, que en nuestra ciudad existan miles de personas en la calle, que en los últimos años haya aumentado enormemente la cantidad de desocupados, que se haya bajado el presupuesto en Educación, Salud y para contención, que la gente del sur de la Ciudad tenga 10 años menos de esperanza de vida que la gente del norte; la verdad, no tenemos derecho a que eso siga pasando".
A los reconocimientos se le suman el Premio Konex al mérito en Letras (1994); y el Premio a la Labor Periodística Rodolfo Walsh (2002), de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata.
Por el valor de su trabajo también fue consultora y analista de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (Organización de los Estados Americanos).
El exilio en México y la vocación
Seoane había iniciado estudios de Economía en la década del 70 en la Universidad de Buenos Aires y debió abandonarlos cuando tuvo que exiliarse en México, donde descubrió su vocación de periodista que la acompañaría durante toda su vida.
"En esos años tuve que dejar la carrera de Economía que estudiaba en la Argentina, y en México pude trabajar de periodista. Le agradezco a ese país el haber podido encontrar mi profesión", había dicho en una entrevista en Radio Nacional.
Para poder ejercer como periodista en ese país, eligió el seudónimo de Laura Avellaneda, personaje de la película La Tregua, con el cual cubrió temas políticos ya que no podía hacerlo con su nombre de origen, siendo extranjera.
Esa carrera la llevó tiempo después a ser docente en el Máster de Periodismo de la cátedra de Investigación Periodística de la Universidad de San Andrés (Buenos Aires), y en la Universidad de Columbia (Estados Unidos).
"El periodismo de guerra es una de las prolongaciones del estado terrorista y el diseño del neoliberalismo –el reino feroz de las corporaciones– en la comunicación. Es una dictadura simbólica sobre las cabezas, la parte más esencial en cuanto a la definición de la libertad de las personas. El periodismo de guerra considera a los ciudadanos como un objetivo militar, pero capturando y colonizando su subjetividad para confundir y someter. Porque sirve a los intereses de las corporaciones económicas y gobiernos para los que actúa, vulnerando, con información falsa, manipulada, el derecho de los ciudadanos a elegir en libertad", describió Seoane y añadió: "Por lo tanto aspiro y lucho para que a nivel nacional e internacional podamos alguna vez sancionar como violatorio a los derechos humanos ese tipo de periodismo, tan ejercido en estas tierras y en otras de nuestra querida Latinoamérica, por las corporaciones mediáticas y su ejército de comunicadores".
Su última columna en Caras y Caretas
Terminators
Por: Maria Seoane
Enrique Santos Discépolo escribió el tango “Cambalache” en 1935, y en uno de sus versos decía en lunfardo: “Que allá en el horno se vamo’ a encontrar”, para hablar del clima, pero social. Pero también en esa área es como si se hubiera asomado hoy por la mañana a sentir la espesura del aire porteño, por ejemplo. La ciudad de Baires es un horno y a veces un lago. Y el campo, una laguna a cielo abierto. O una montaña de hojas y tierra reseca y cursos de agua anémicos. Esta es una visión bucólica. Pero el lado oscuro es que el cuidado y gestión del clima y su decurso y su influencia, que no es solo un fenómeno de la naturaleza, sigue estando en manos de dementes –de terminators– que consultan el Excel de sus ganancias en Wall Street. La peor sequía en un siglo en la Argentina costó 40 mil millones de dólares y varios puntos de aumento de la pobreza. No solo influyó la falta de previsiones para encarar las sequías por el cambio climático que ya está entre nosotros, sino que se prefiere, por supuesto, el business como sea. A último momento, ante la tragedia de la sequía o de la inundación, no alcanzaron la diversificación de cultivos ni intervenir sobre los cursos de agua. Ni haber promovido numerosos cursos de formación desde 2019 o participado en coloquios internacionales, sumándonos a los países que ponen el grito en el cielo contra el efecto invernadero pero hacen estallar miles de toneladas de bombas en la guerra de Ucrania, otro verdadero granero del mundo. Entonces, recordé también la enorme lección de la historia de Jurassic Park y de Terminator, dos clásicos extraordinarios del cine que no me atrevería a llamar de ciencia ficción –porque la intervención humana define que el cambio climático no es una cuestión estrictamente técnica sino definitivamente política en su diseño esencial–: siempre se trata de quién o quiénes se apropian de los gigantescos recursos naturales, generalmente corporaciones financieras internacionales, que van tras la riqueza natural de los países deudores del sistema financiero, como la Argentina, o de territorios aún vírgenes, como en África. Es más, una de las propuestas de ese sistema puede plantear en algún momento cambiar deuda externa por compromiso del cuidado del clima, autolimitando la actividad económica que les permitiera detener la depredación. Solo los Estados nacionales, y no todos, pueden poner límites a la voracidad de las corporaciones y a esa depredación. La propiedad de los recursos naturales es lo que determina el curso de las políticas sobre el cambio climático. El auge de las derechas fascistas en el mundo es una barrera al avance del Acuerdo de París y otros, aunque limitados, sobre el efecto invernadero y explotación de cursos de agua y desertificación del mayor pulmón verde del planeta, el Amazonas. La llegada de Lula da Silva y la salida de Jair Bolsonaro de la presidencia de Brasil mejoraron el panorama de defensa del Amazonas, explotado por bandidos. Está claro que el anarcocapitalismo es la doctrina favorita de los motosierreros del siglo XXI. Algunos líderes políticos de derecha, como Donald Trump, Bolsonaro y el recién inventado por X de Elon Musk, y flamante presidente de la Argentina, Javier Milei, que asume en medio de una crisis social gravísima, se sitúan en el grupo de aquellos que niegan la agenda del cambio climático. En una entrevista realizada en 2021, el economista libertario expresó su escepticismo sobre el calentamiento global y culpó al “socialismo” y al “marxismo cultural” de impulsar políticas relacionadas con esta problemática. Durante la entrevista con el youtuber Julián Serrano, Milei afirmó que el cambio climático es “otra de las mentiras del socialismo” y acusó a los científicos de manipular deliberadamente sus cálculos, señalando que las predicciones sobre el fenómeno climático han cambiado a lo largo del tiempo. Además, sugirió que las simulaciones utilizadas en la investigación están diseñadas para generar temor en el futuro. Veremos si no cambia de idea cuando se inunden los campos bonaerenses y cordobeses. El estilo de estos líderes anarcocapitalistas, terminators para el estilo de gobiernos democráticos, es un enigma, y el curso de sus políticas en este frente también. Porque si algo sabemos es que estos grupos de nuevos depredadores seriales –socioculturales y ambientales– no pueden corregir el rumbo de sus políticas porque apuestan a escenarios apocalípticos, donde la violencia determine quién gana: el caos es su mejor aliado. El litio, el petróleo, el gas, el oro, la plata, el uranio, los granos, la industria química que los cura, etcétera, no pueden ser discontinuados. Remember Jurassic Park: la naturaleza, por supuesto, no siempre tiene la chance de ganarle al toro mudo de Wall Street antes de una catástrofe. Esa es nuestra tragedia: que la gestión del clima dependa de los terminators del siglo XXI.
"El periodismo del futuro tendrá la misma tensión que hoy por encontrar la verdad" La periodista y escritora María Seoane contó en una entrevista con TelAm cómo se imagina el periodismo en el futuro y el rol que tendrán los comunicadores sociales
Por: Silvina Caputo
Seoane, quien publicó ocho libros sobre la historia argentina y obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales, destacó la importancia de la lucha por la "verdad" y la relación que tiene el poder lograrla con los "derechos de los ciudadanos".
La ex directora de Radio Nacional sostuvo que "a futuro, nuestra profesión tendrá la misma tensión y la misma pasión que siempre la ha caracterizado".
"La tensión entre la precisión, la veracidad, el respeto por la deontología profesional, el respecto de las fuentes; y también mantendrá su carácter de servir en esa batalla por la comunicación social y pública a los ciudadanos", añadió la integrante del espacio Comunicadores de la Argentina (COMUNA).
Seoane indicó que la verdad es el elemento principal en la "construcción de ciudadanía, y en la construcción de sociedades más profundamente libres y democráticas".
"Imagino la tensión permanente en la batalla por la veracidad, contra las facks news y la desinformación, contra la manipulación y las mentiras", distinguió, al tiempo que sumó que se trata en definitiva del "ser de l periodismo, que no es más que un servicio social".
"En el futuro deberá discutirse también que la manipulación y la falta de veracidad constituye una seria violación a los derechos humanos y de los personas", sumó.
Respecto del periodismo de investigación, Seoane añadió que "le rigen las normas generales del periodísmo" con el agregado de que "el de investigación, tiene un lugar esencial en nuestro trabajo".
"Y lo tiene en el sentido de que los periodistas como ciudadanos y profesionales insertos en una sociedad determinada tenemos que trabajar para responder no sólo a las preguntas básicas de ´quién, cómo, dónde, cuándo´, sino que también tenemos que explicar el por qué ocurren los acontecimientos", analizó.
"Y en ese sentido, la pregunta de ´por qué´ ocurre algo es la pregunta básica del periodismo de investigación, más allá del estilo, de las copias, de la forma en las que se hagan los relatos".
"La esencia del periodismo de investigación es responder a estas preguntas claves en la deontología profesional", finalizó.
Voces que homenajean a María Seoane
Cristina Fernández de Kirchner: "María Seoane, gran periodista, escritora y militante comprometida. Querida María, te vamos a extrañar mucho".
Héctor Larrea (locutor y conductor): "María fue una una gran periodista. Ella tuvo la idea de sumarme a Mario Wainfeld como columnista político. Fue un gran hallazgo para mi programa. Siempre me cuidó y me trató con delicadeza. Durante su gestión pasé a trabajar en Folklórica. Fue un gran disfrute trabajar en FM y dedicarme a lo artístico y musical".
Abuelas de Plaza de Mayo: "Despedimos con enorme tristeza a María Seoane, periodista, amiga y defensora de los derechos humanos, que tanto contribuyó con sus investigaciones y compromiso al proceso de Memoria, Verdad y Justicia".
Felipe Pigna (historiador): "A María Seoane la conocí cuando yo era profesor del Pellegrini. Estábamos haciendo unos documentales de historia y ella se interesó por el proyecto. En ese momento ya estaba en Clarín, en el suplemento Zona, un espacio muy importante para difundir la tarea, y ahí nos empezamos a ver seguido. Nos hicimos amigos. Empecé a ver su extraordinario trabajo de investigación en momentos complicados del país después, en 2001, y más tarde cuando surgió la posibilidad de volver a editar la revista Caras y Caretas: me ofreció generosamente ser parte de la dirección de la revista en 2005. A partir de entonces empezamos a trabajar juntos en este proyecto, hicimos algunos libros juntos, uno muy interesante sobre la dictadura. En esos trabajos pude compartir con ella el trabajo y ver la enorme periodista, la enorme investigadora que fue, además de una excelente persona, una querida amiga, enorme profesional. No puedo más que señalar mi admiración y pedirle a la gente que le haga el mejor homenaje que se le pueda hacer a una periodista, a una escritora, a una investigadora como María, que es leerla, leer sus trabajos que siempre nos señalaban posturas distintas, interesantes, diversas sobre la realidad Siempre con un profundo compromiso por lo social, por el bien de la patria. Hasta siempre, María. Te mando un abrazo gigante. Te vamos a extrañar un montón".
Martín Giménez (Gerente artístico de Nacional): "María Seoane siempre armó equipos. Sobre todo con gente joven, y los dejó crecer. No venía de la radio pero fue audaz y creativa. Le tocó transitar el Bicentenario y decidió sacar la radio a la calle. Hicimos la programación desde distintos lugares públicos. Nos encontramos con nuestros oyentes. Tuvimos clásicos como Alejandro Dolina, Alejandro Apo, Julia Bowland, pero también apostó por Julia Mengolini, Roberto Caballero, Ari Lijalad, Hernán Brienza. Recuerdo cuando se le ocurrió hacer Radio Barcelona en Nacional. Fue llevar el humor de la revista a la radio. No creíamos que podía funcionar. Ella lo vio y el programa se instaló en los mediodías de la radio pública como un panorama de noticias bizarro. Funcionó muy bien. Fue una apuesta distinta e innovadora. Algo que los medios públicos tienen la obligación de intentar. María lo logró".
Pablo Díaz (sobreviviente de "La noche de los lápices"): "Desde Familiares manifestamos nuestro pesar por el fallecimiento de María Seoane, con quien compartimos largas jornadas cuando trabajó en la investigación para su libro La Noche de los Lápices, a su regreso del exilio en México. Queremos homenajear a una auténtica defensora de la verdad que supo plasmar en su rol de periodista investigadora su eterno compromiso militante. Hasta la Victoria Siempre querida María!
Bernarda Llorente (comunicadora y productora): "Una de las plumas más lúcidas, impecables e implacables, talentosa, seria. Analizó, investigó y se comprometió con los temas importantes de estos tiempos. Una luchadora imprescindible. Tristeza enorme desde lo personal y profesional".
Julia Mengolini (periodista): "Fue la primera persona que me propuso conducir un programa de radio y así abrió la puerta de mi verdadera vocación y principal pasión. Eternas gracias a María. Por ese detalle que cambio mi vida, por haber puesto esa misma pasión al servicio de su país".
Miriam Lewin (periodista y escritora): "María fue una gran gestora. Como directora llevó a los primeros puestos la audiencia de la radio pública, con proyectos innovadores que recibieron premios. Buen momento para releer El burgués maldito (José Gelbard) y El dictador, sobre Videla. Nos va a hacer falta".
Sergio Olguín (escritor): "Qué tristeza la muerte de María Seoane. Gran periodista y autora de libros imprescindibles como Todo o Nada (la biografía de Mario Santucho) y El enigma Perrotta.
Asociación Argentina de Actores: "La despedimos con profunda tristeza. Fue una destacada profesional en el ámbito de los medios de comunicación y ejerció un firme compromiso con la cultura y con los derechos laborales de quienes se desempeñan en este sector".
Daniel Filmus: "No lo puedo creer. Falleció una gran intelectual y periodista. Siempre del lado de las causas justas. La vamos a extrañar mucho. Por suerte nos quedan sus obras".
Vilma Ibarra: "Muy triste la pérdida de María Seoane. Una gran persona, excelente escritora y siempre comprometida con la defensa de los derechos humanos. La extrañaremos. Abrazo a su familia y amigos".
Cynthia García: "La batalla por la veracidad informativa es una batalla entre el bien y el mal; una gran batalla en la lucha por los derechos humanos. María Seoane, periodista, escritora, ciudadana ilustre, imprescindible luchadora. Murió hoy, estará siempre con nosotrxs. Buen viaje, amora".
Héctor Recalde: "Una pérdida inmensa para el periodismo comprometido. Te vamos a extrañar muchísimo. Mis condolencias a todos sus amigos y a sus seres queridos. Hasta la victoria, siempre".
Gustavo Sylvestre: "Querida María, gracias por ser una guía y maestra del verdadero periodismo. Gracias siempre por tus consejos y comentarios acertados. Hasta siempre. QEPD."
"En México, durante mi exilio, supe que sería periodista" La escritora y periodista falleció a los 75 años. Exiliada durante la última dictadura militar, al regresar a la Argentina entregó gran parte de su carrera a visibilizar los horrores del terrorismo de Estado. Hace pocos meses, conversó con TelAm sobre dos temas que la tocaron de cerca: el periodismo y el exilio
Por: Evangelina Bucari y Carolina Keve
A principios de 2023, TelAm entrevistó a la escritora y periodista María Seoane para el documental "Democracia: la noticia más esperada". En una larga charla, la periodista –quien falleció este miércoles a los 75 años– profundizó sobre sus siete años de exilio y su "obsesión" por volver a la Argentina y poder contar los horrores del terrorismo de Estado durante la última dictadura militar. Un deseo que logró con creces a través de muchísimas investigaciones periodísticas y más de 10 libros publicados.
En 1977 había comenzado su exilió. Primero viajó a Brasil, donde permaneció cuatro meses; luego estuvo en Italia, donde participó del Comité Argentino de Solidaridad; y en 1980 se instaló en México, país en el que integró la Casa Argentina de Solidaridad. Allí empezó a escribir y se convirtió en periodista.
Regresó a la Argentina en febrero de 1984. Trabajó en la revista El Porteño, en los diarios La Voz, Clarín y PáginaI12, y fue directora de Radio Nacional, entre otros medios. Escribió libros que reflejaron procesos históricos relevantes, entre los que se destacan "La Noche de los Lápices", "El Dictador", "El saqueo de la Argentina" y "El nieto", la trágica y luminosa historia de Ignacio "Guido" Montoya Carlotto", robado por la dictadura y recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo.
María, ¿en qué momento tomaste la decisión de exiliarte?
A partir de mayo de 1977. En Argentina la situación de muchos de los que habíamos participado en la lucha política de los años 60 y 70 era insostenible. El año 1977 fue el más cruel de la represión del Estado terrorista que se inauguró en marzo de 1976. Ya no había dónde esconderse, como dice el poema. Yo era dirigente estudiantil y durante todo el tiempo milité en la universidad. Había que tomar la decisión de irse al exilio. Me fui en julio.
¿Qué recordás de esos días? ¿Cómo fue la despedida?
Mi padre trabajaba en el subte B. Ya no podía ver a familia porque era muy peligroso; habían secuestrado a un primo mío. Había un señor que vendía relojes en la Estación Uruguay, del subte B, que era muy amigo de mi padre. Así que fui y le dije: "Don Vargas, dígale a mi padre que tal día, a las 6 de la tarde, cuando él sale nos encontramos". Lo vi venir hacia la escalera. Ni siquiera nos saludamos. Ni siquiera nos abrazamos. Solo hablamos. Le dije "me voy". Y mi viejo me dijo "cuídate" y me dejó plata con Vargas. Subimos las escaleras y cuando llegamos arriba nos separamos como dos desconocidos.
Me fui a Brasil. Recuerdo que ese día lloviznaba y había mucha gente que salía de vacaciones de invierno con sus hijos. No podía soportar la sensación de normalidad. Porque yo sabía que estaba ocurriendo una tragedia. Y la sensación de normalidad era como alucinante. Aparentemente nada estaba pasando, y sin embargo estaba pasando una tragedia. Entonces mi única obsesión fue "alguna vez yo lo voy a contar. Yo voy a contar lo que pasó".
¿Por qué creés que había tanto silencio respecto de lo que sucedía?
Había silencio. Silencio que implicaba ocultar. Por interés, por miedo. Ahora sabemos que por interés. Por lo menos, el principal grupo de medios. Pero, sí, la sensación era que no se hablaba de lo que estaba pasando, que era un baño de sangre en el país. Creo que sólo después de las guerras civiles del siglo pasado hubo tanto dolor en ese sentido. Por eso el "Nunca Más" es un gran pacto civilizatorio nuestro, que si se rompe no tenemos destino. Me parece que esa es la sensación que tengo. Que a partir de eso es posible reconstruir todo; la economía, la cultura.
Los argentinos tenemos dos pactos civilizatorios esencialmente. Uno es la educación pública del siglo XIX y el otro es el "Nunca Más" del siglo XX. Deberíamos marchar hacia otro pacto: salir del bimonetarismo. Si lográramos ese pacto político, cultural y económico que significa volver a tener nuestra propia moneda, bueno, por ahí podría ser el pacto del siglo XXI. ¿No?
¿Cómo fueron los años de exilio?
La situación era muy tremenda en Brasil porque había mucha gente de toda América Latina dando vueltas por la playa. La situación era tan difícil que Naciones Unidas tuvo que mandar a Río al suizo Guy Prim para iniciar un refugio. Me fui de Brasil a Italia, y después a Suiza un tiempo. Pero la experiencia decisiva de mi vida fue México. Allí el exilio argentino fue el más numeroso. Hicimos un cómputo con los "argen- mex", que nos llamamos así orgullosamente, y calculamos que éramos más o menos unos 1200 argentinos. Ahí me hice periodista.
Decís que te "hiciste" periodista. ¿Qué pasó?
Fue muy divertido porque trabajé en el diario Uno más Uno. Gracias a Oscar González, que era editor de Internacionales, pude conseguir un trabajo en el departamento de Corrección. El 30 de diciembre del 81 entré a trabajar. Tenía francos los miércoles y jueves, y entraba a las 20 y salía a las 4 de la mañana. Así hasta que pude empezar a escribir en el diario. Después, trabajé en la revista Razones. Dirigí toda la actividad cultural de la librería El Parnaso, que estaba en la plaza de Coyoacán. Y ahí descubrí mi veta periodística. El que se dio cuenta primero fue Gregorio Selser. Yo tenía que usar un seudónimo porque hacía periodismo político y era extranjera. Un amigo me puso Laura Avellaneda.
Recordás alguna de las primeras notas en las que empezaste a contar o a analizar lo que pasaba en la Argentina.
Mi primera nota en Uno más Uno fue una que se llamaba "Separar la aguja del pajar", sobre la guerra de Malvinas, donde yo decía que una cosa era la reivindicación histórica de los argentinos y otra la patraña de la dictadura militar, que iba a terminar finalmente enmascarando la entrega de las islas a las bases de la OTAN. Y así fue. Debatimos mucho eso, qué postura tomar, en la Casa Argentina de Solidaridad, que en ese momento yo presidía cuando estalló la guerra. Una cosa era la causa Malvinas y otra la causa de la dictadura para perpetuarse en el poder. La guerra era como un acto desesperado de la dictadura.
¿Por qué creés que se empieza a romper el cerco del silencio?
Hay una foto de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo de un día que llovía muchísimo, con el agua hasta el tobillo. Están frente a la Casa de Gobierno pidiendo por los desaparecidos. Llegaron esas imágenes que fueron tremendas y las primeras noticias de la ronda de las Madres. Era una oscuridad total. Y fueron ellas las que hicieron la luz. Pero desde el año 79, 80, hasta el 82, lo más importante fue la denuncia internacional por los Derechos Humanos en Ginebra. En todos los lugares donde había parte del exilio argentino se armaban comités.
¿Cómo se vivió el retorno de la democracia desde el exilio?
Fue extraordinario. No sé si se puede transmitir lo que se siente con el final de un exilio. En la Casa Argentina de Solidaridad armamos un comando de campaña. Estábamos todos muy, muy agitados. Era una fiesta. Se armó una movilización con banderas al consulado en el Distrito Federal. Fue muy emocionante. El regreso a la democracia significó reencontrarse con nuestra historia, con los más queridos, con nuestras asignaturas pendientes, nuestras deudas como sociedad, nuestras lecciones. Y sigue siendo el mejor sistema que inventó la humanidad para poder vivir en libertad, sin dudas.
¿Qué significaba regresar después de siete años?
Volver del exilio estaba asociado para mí a la necesidad de contar lo que había pasado. Me volví en febrero de 1984. Pero la Casa Argentina de Solidaridad en México la cerramos el 10 de diciembre y se la entregamos al presidente (Luis) Echeverría, que nos la había prestado para las actividades de los argentinos en el exilio.
En ese momento se nos ocurrió hacer un documental sobre el exilio que se llamó "Intemperies". Como no teníamos muchos recursos se nos ocurrió registrar el fin del exilio y tomamos como 1500 fotos mientras todo el mundo estaba haciendo las valijas. Lo estrenamos allá y después lo pasamos en el Centro Cultural San Martín. La música final era, por supuesto, "Como la cigarra". Era muy emocionante y el regreso lo fue también.
¿Qué recordás de ese viaje desde México a Argentina?
Tuve que viajar con un nene de 8 años, Juan, que era el hijo de unos compañeros. Me pidieron si podía llevarlo con la madre, que había regresado antes. Después de siete años, escuchaba por primera vez hablar a todo el avión "en argentino". Es muy impresionante volver a escuchar la lengua materna. Empecé a escribir una nota que se llamó "Final de exilio", en donde decía que en realidad no me había sentido extranjera por estar en México, sino por no estar en Argentina. El viaje estuvo todo bien y de repente Juan no quería comer. Entonces, se anuncia que estábamos llegando a Ezeiza y me pasa los auriculares. En los auriculares estaba "La zamba de mi esperanza", en la voz de la Negra Sosa. Entonces, yo le digo a Juan: "Mercedes Sosa, qué bárbaro, Juancho, llegamos". Y Juan me mira y me dice: "Sí, María, uno siempre vuelve al país de siempre".
Ahí entendí por qué estamos en el "culis mundis". Porque los aviones llegan y no siguen. Después de venir de aeropuertos como el de París, el de Barcelona, que se caen los aviones por los costados porque hay tantos y tantos, ahí se terminaba el mundo y comenzaba mi mundo. Y entonces, cuando bajaba, la sensación que tenía era de victoria. Lo juro. De victoria. Enorme victoria. Y dije, "ahora voy a contar lo que pasó, ahora voy a poder contarlo". Así que cuando bajé ya sabía que me iba a dedicar al periodismo y a contar lo que había pasado.
¿Dónde empezaste a escribir y cuándo empezaste trabajar?
Para el primer trabajo que tuve de periodista en Argentina, Horacio Verbitsky fue muy generoso. Me consiguió un lu en una revista que se llamaba Qué. El equipo era desopilante. Éramos Gustavo González, Daniel Capalbo, Jorge Fernández Díaz, Verbitsky y yo. Esa revista salía por suscripción (se ríe), éramos tan jóvenes, han pasado casi 40 años.
Un día voy a La Plata a visitar a la familia de Adelina Alaye, una madre de Plaza de Mayo. Su hija había estado un tiempo en mi casa en México, exiliada, y me invita a ver un documental sobre los desaparecidos y cuando entro escucho en un pasillito angosto "no voy a poder ir porque voy a estar ocupada en la Noche de los Lápices". Me impresionó el nombre. Era trágico pero bellísimo. Y me quedé muy inquieta. Salgo corriendo la puerta. Y después me enteré que era Elba Falcone, la mamá de María Claudia Falcone.
Recién en mayo del 85, cuando se arma el equipo de la revista El Periodista para cubrir el Juicio a las Juntas Militares, escucho el testimonio de Pablo Díaz. En un intervalo, le digo a Eduardo Luis Duhalde "qué impresionante, esta historia hay que escribirla", y él me dice: "Voy a hacer una editorial que se llama "Contrapunto", el primer libro va a ser "Ezeiza" de Horacio Verbitsky, y el segundo va a ser "La Noche de los Lápices". Yo le pregunto quién lo va a escribir. Eduardo me mira y me dice: "vos". Ahí me di cuenta. Para mí fue una cosa mágica, porque me dije, claro, para esto volví.
A 40 años de democracia ininterrumpida, ¿cuál creés que debe ser el rol del periodismo?
Los periodistas podemos luchar por una comunicación más democrática, por la concientización de la sociedad donde podamos. Como periodistas, no renunciar nunca a ese pregón de denunciar la mentira como arma de sometimiento, como arma que lesiona la democracia. Si uno ve la construcción de la mentira y encima de la guerra jurídica o lawfare aunados, ese es el peligro de la democracia más serio que tuvimos desde el Estado terrorista. Así que hay que encarar eso. Creo que la militancia de los periodistas, de la defensa de la profesión, requiere que nos comprometamos contra esos dos heraldos negros de la democracia, que son el lawfare y las fake news, o sea, la mentira y la manipulación jurídica para perseguir opositores y silenciarlos.
Compañera del alma
Por: Telma Luzzani
Tardo en escribir estos recuerdos como si acaso ésa fuera la forma de retrasar algo. Pero no… se nos fue María.
Si busco una figura para recordarla, elijo la de la amante apasionada de la Patria. María estaba permanentemente pensando en Argentina, atando la historia y el futuro, cavilando las razones y las pasiones por las que siempre estamos como Nación –salvo breves y gloriosas excepciones- ante una inquietante catástrofe, siempre en un tiempo suspendido entre la esperanza salvadora del último minuto o la debacle.
Como su pulsión era esencialmente creativa, su pensamiento desbordaba de ideas y potencialidades. Entonces, de inmediato, convertía borbotones de alternativas en un título, luego en una consigna, más tarde en una metáfora y, finalmente, en acciones. Sin pedir permiso, ni entender de límites, María tenía el talento y la virtud de transmutar las ideas en hechos bien concretos.
Supo transitar la noche y la niebla. Su exilio en Brasil, Italia, Nicaragua y México talló su biografía. Eterna tejedora de vínculos, en su casa había, cada sábado, memorables encuentros donde juntaba artistas y militantes, científicos y sindicalistas, periodistas y luchadores de todos los campos. Gran anfitriona y narradora, siempre surgía, en aquellas reuniones, alguna anécdota del exilio o de su regreso.
Nos deja sus libros extraordinarios, cada uno un hito para entender nuestro perturbador destino desde la dictadura cívico-militar de 1976 en adelante. El primero fue "La noche de los lápices" (en coautoría con Héctor Ruiz Núñez) sobre la masacre de adolescentes que pedían por el boleto estudiantil en La Plata. Luego vinieron "Todo o nada" (sobre la vida del jefe guerrillero Mario Roberto Santucho, del Ejército Revolucionario del Pueblo) y la extraordinaria biografía del ex ministro de Economía de Perón, "El burgués maldito, José Ber Gelbard, el último líder del capitalismo nacional", en otros.
Trabajé con ella en el suplemento Zona del diario Clarín, en Radio Nacional y en el Centro Cultural Caras y Caretas. Conocí su generosidad y su lucha incansable por las causas populares. Tuve la suerte de ser su amiga y de discutir día a día sobre la fortuna y los peligros de nuestra Patria. Amé su rebeldía y su eterna energía. Murió convencida del que el pueblo argentino va a triunfar. "Nos tienen miedo" fue la última frase que me dijo en alusión a las marchas populares de los últimos días y a la represión que ya ha desatado el autoritarismo del gobierno actual. Nos deja un gran vacío.
Hoy te despido, María, como sé que te hubiera gustado: "¡Hasta la victoria siempre, querida compañera!".
La tapa blanca, el último texto de María Seoane en PáginaI12
En coincidencia con la celebración de los 40 años de democracia, PáginaI12 publicó el 10 de diciembre pasado un suplemento especial que reunió 40 tapas del diario asociadas a momentos clave de 40 años de democracia. María Seoane escribió sobre una portada emblemática: la tapa en blanco que dio cuenta del indulto de Carlos Menem a los jerarcas de la dictadura y los jefes guerrilleros. Aquí el texto en el que Seoane hilvanó aquella noticia con la declaración de inconstitucionalidad de ese perdón en agosto de 2010, durante el gobierno de Cristina Kirchner, y el escenario que se plantea hoy con la llegada de Javier Milei a la presidencia:
Indulto
Prefiero recordar la mañana del 31 de agosto de 2010, cuando bajo los efectos de los festejos del Bicentenario y la lucha inclaudicable de los organismos, la Corte declaró inconstitucionales los indultos de Carlos Menem de 1989 y 1990, con el que se perdonó a jerarcas de la dictadura, jefes guerrilleros y de las rebeliones carapintadas. Sí: hacer un salto en el tiempo y recordar esa mañana de 2010 hoy, cuando las sombras tenebrosas del pasado de impunidad se agitan en este presente en que los argentinos acaban de elegir para gobernar al ultraderechista Javier Milei y su vicepresidenta, ambos negacionistas de la dictadura. Esto es recurrente en la historia argentina. Cada tanto- así fue con la dictadura de 1976, durante el alfonsinismo y en los 90 con el menemismo- las crisis de hiperinflación habilitaron a la casta dominante a perdonar a violadores de derechos humanos, estafadores, ladrones de toda laya mientras saqueaban el Estado. Igual que hizo Nicolás Caputo, ministro de Economía de Macri y ahora de Milei, que nos endeudó en miles de millones de dólares que deberán pagar generaciones de argentinos. Prometen volver a hacerlo. ¿Quién rendirá cuentas por el nuevo saqueo que llevará vidas, bienes, recursos naturales y libertad?
María Seoane, la máquina de pensar
Su libro sobre "La noche de los lápices" o su biografía de Jorge Rafael Videla fueron apenas dos ejemplos del cruce entre militancia y reflexión, tareas sostenidas en un lúcido y constante ejercicio de la memoria: una obra ineludible en un país donde la lucha nunca termina
Fumaba y fumaba, María, mientras escribía. O hablaba. O pensaba. O leía. O charlaba. Y eso se disfruta, claro. Pero también se paga caro. A la larga o a la corta, se paga. Por suerte, en su caso no fue tan a la corta, porque 75 años bien vividos le alcanzaron para dejar huellas imborrables en el imaginario cultural, social y político argentino a través de una muy profusa actividad repartida entre libros, notas periodísticas y películas, antes que ese maldito cáncer mediastino –probablemente causa de ese fumar incansable- que le detectaron hace poco, se la llevara para otros mundos. "La quimio la dejaba muy mal físicamente, a tal punto que la última decidieron no hacérsela y reemplazarla por rayos, pero hace pocos días le hicieron nuevos estudios y le detectaron metástasis, y le comunicaron que lo mejor era hacer cuidados paliativos, porque ya no había nada que hacer", dijo Vicente Muleiro, otro de su estirpe, junto a quien no solo dirigió Radio Nacional durante seis años (2009-2015), sino que también produjo el libro Historia secreta y pública de Jorge Rafael Videla, quince años después de haber metido su primer gran "hit": La noche de los lápices.
Ese que llegó justo a tiempo, ni bien se pudo, y avispó a buena parte de la población, que aún no había tomado conciencia cabal de las atrocidades de la dictadura cívico-militar. Andaba entonces ella por los 38 años, venía de abandonar la carrera de economía en la Universidad de Buenos Aires, exiliarse en México por motivos políticos, y –vuelta de allí- empezar a recorrer redacciones como la de Qué, cuando su seductora, clara y concreta pluma, por la forma llana y profunda a la vez en que se deslizaba, quedaba a merced de algún director de cine. De hecho fue lo que pasó rápidamente con La noche de los lápices, película que pasó al celuloide la historia de los secuestros y asesinatos de estudiantes secundarios durante la noche del 16 de setiembre de 1976, que Pablo Díaz –uno de los sobrevivientes- había denunciado en 1985, en el marco del Juicio a las Juntas.
La conexión de María con el cine tuvo su parto allí mismo, cuando Héctor Olivera, rápido de reflejos y a tono con la era, transcribió el libro a cine, mediante esa película que no solo fue éxito en cines, sino herramienta pedagógica para el conocimiento de la historia reciente, en miles y miles de escuelas primarias y secundarias.
Envalentonada, Seoane comenzó así una incansable labor como escritora que tuvo su segundo capítulo en Menem 1989-1990: la patria sociedad anónima, coescrito con Oscar Martínez. Tras él -que no tuvo demasiada repercusión- devinieron tres que sí: Todo o Nada (La historia secreta y la historia publica del jefe guerrillero Mario Roberto Santucho), la biografía de Santucho mejor investigada y escrita que se pueda hallar, y que tendría su correlato por vínculo temático años después en El enigma Perrotta: de hijo del poder a informante del ERP, la historia secreta del dueño de El Cronista Comercial, desaparecido por la dictadura militar, trabajo en que la pluma de la escritora se puso a disposición del itinerario político del paradójico Perrotta.
Antes de este, pero después de aquel, Seoane concibió otro de sus hits: El burgués maldito, voluminosa biografía sobre José Ber Gelbard -arquetipo del burgués nacional- que determinó su segunda incursión en el cine, a través de un documental dirigido por ella –y Carlos Castro- en 2006. Experiencia como directora de cine que repitió cinco años después, mediante la película de animación Eva de la Argentina.
Habían pasado tres años entonces, de su quinto libro histórico-periodístico-político, El saqueo de la Argentina, polaroid ultradocumentada de los efectos que produce el neoliberalismo en la Argentina cada vez que se instala en el poder. Luego llegaron Argentina, el siglo del progreso y la oscuridad -un intento por comprender tragedias y logros de esta rara y cíclica Argentina-; otro motivado por el mismo motor, aunque más extendido en el tiempo (Nosotros: Apuntes sobre pasiones, razones y trampas de los argentinos entre dos siglos), y Buenos Aires, historia de una ciudad, en sociedad con Mario Rapoport.
Desde una perspectiva de género más acendrada, más acorde a los tiempos, María se metió entre las sábanas de argentinos y argentinas para dar con Amor en la Argentina, una especie de "historia social" del sexo y el amor en la Argentina del siglo XX, que abrió el abanico de inquietudes hacia tópicos poco transitados. Desde otro costal, pero no tanto, edificó el sentido de Bravas: Alicia Eguren de Cooke y Susana Piri Lugones, dos mujeres para un pasión Argentina, y Evita, esa mujer, publicado originalmente en 2007 como el Cuaderno Número 5 de Caras y Caretas, y luego como libro, en trabajo conjunto con Víctor Santa María.
"Eva es, sin duda, la mujer argentina más destacada, más amada y más discutida del siglo XX. Y una de las más en la historia, junto a Macacha Güemes, Encarnación Ezcurra y Juana Azurduy, todas con perfiles vinculados a momentos esenciales en la construcción colectiva de la sociedad", dijo entonces la periodista y escritora a este medio. "El libro está estructurado en base a contar la historia de Eva Perón como una gran historia de amor entre ella y Juan Perón. Pero también entre ella y los trabajadores, las mujeres, los niños, y los ancianos. Se trata de una Eva que, en ese desarrollo del amor, construye el basamento afectivo del Estado de Bienestar, porque el amor no está separado de los derechos. Es una historia de amor, en suma, pero también una historia de odio, porque quienes la amaron, lo hicieron incondicionalmente, y quienes la odiaron, también lo hicieron incondicionalmente".
Como Eva nunca se completa en todo su esplendor sin Juan Perón, la escritora también hurgó –esta vez junto a la periodista Gisela Marziotta- en los entresijos vivenciales y políticos del General, a través de Juan Perón, ese hombre, definido como un "libro amoroso" por ambas autoras. "Hay una presencia impresionante de la mujer en la vida de Perón, porque está criado en un matriarcado. Y Eva ¿no? Eva, a la que defiende, rompiendo con las pautas morales del momento. Por amor a Eva, Perón enfrenta a los militares, y todos sus prejuicios. La defiende y se van a vivir juntos. Eso no es de machirulo, más bien todo lo contrario", dijo la escritora en entrevista con Página/12, con la edición del libro aún fresca.
"Perón fue un criollo que, por serlo, podía entender la magnitud, la complejidad de lo nacional. Sin duda era un militar y un dirigente al que no le llamaban la atención los cabecitas negras, y veía con naturalidad la incorporación de las masas al poder. Esto es el peronismo: la irrupción de las masas y el Estado de bienestar contra las dádivas de la oligarquía. Además, a Perón lo nacional no le viene del Ejército, le viene de la convivencia con sectores populares, por eso elige la Secretaría de Trabajo y Previsión cuando el GOU llega al gobierno… es el lugar desde el que vas a dotar de derechos al otro. No es casual que lo primero que hace es el Estatuto del Peón, porque es una manera de retribuir derechos a quienes eran como aquellos peones con los que, además de tomar mate, convivía en su infancia durante las faenas, las durezas y las soledades del campo".
Un giro mágico y misterioso ocurrió tiempo después en su obra librera cuando, esta vez junto a Víctor Hugo Morales, concibió –también para Editorial Octubre- Momentos, una obra dedicada a Astor Pantaleón Piazzolla, a propósito del centenario del nacimiento del maestro marplatense. Sobre él también se expidió, claro. "La primera vez que vi a tocar a Piazzolla fue antes de volver del exilio en México, en 1983. Recuerdo lo que fue esa tribuna del Auditorio del Palacio de Bellas Artes del Distrito Federal cuando tocó 'Adiós Nonino', y hoy, no sé por qué, hago una especie de círculo que va desde ese momento, en el que estábamos por recuperar la democracia, a este, en el que estamos en este salón, que es la casa de la democracia y que debemos defender porque hoy, perdón, la siento bajo asedio", dijo la escritora durante el emotivo acto de presentación del libro, en el Salón Azul del Congreso Nacional, en agosto de 2022.
Además de su muy prolífica labor como escritora y avezada investigadora, María tuvo por supuesto otros quehaceres. Uno de los más importantes fue el ya citado rol como directora de Radio Nacional, entre 2009 y 2015. "Mi idea es hacer periodismo de la mejor calidad, en una radio cada vez más pluralista y federal y con el código de ética en la mano", esbozó al asumir otra forma de ejercer el periodismo, que se abrazó en cierto sentido con un paso –posterior- como integrante del espacio Comunicadores de la Argentina (COMUNA), desde donde luchó duro y parejo por la Ley de Medios-, y por supuesto como directora de Contenidos Editoriales del Centro Cultural Caras y Caretas. Frutos de un sendero que había caminado como redactora de varios diarios y revistas, tras sus principios en Qué. Entre ellos y ellas, El periodista de Buenos Aires, Sur, Noticias y el suplemento Zona de Clarín. Ejerció además la docencia en el Máster de Periodismo de la cátedra de Investigación Periodística de la Universidad de San Andrés.
Cuarenta años de labor incansable la hicieron al cabo, y merecidamente, acreedora de varios reconocimientos. Al primero, cuando en 1991 la crítica argentina eligió La noche de los lápices como libro del año, le sucedieron el diploma al mérito en la categoría Biografías y Memorias del Konex (1994); el premio Rey de España 1998, por su investigación sobre el golpe militar de 1976; y el premio a la trayectoria como Mujer Destacada (2003), entre otros, hasta que en 2018 fue declarada Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Fue en aquella oportunidad -en plena macrisis- cuando María del Carmen embistió duro contra el periodismo de guerra, que intentaba ocultar el desastre económico, político y social de aquellos días. "Es una de las prolongaciones del Estado terrorista y el diseño del neoliberalismo (…) Aspiro y lucho para que a nivel nacional e internacional podamos sancionar como violatorio a los derechos humanos ese tipo de periodismo, tan ejercido en estas tierras y en otras de nuestra querida Latinoamérica".
Tres años después, fue homenajeada junto a catorce mujeres periodistas –Nora Lafón, Gloria Guerrero, Blanca Rébori, Luis Valmaggia y Liliana López Foresi, entre ellas- por el Colectivo de periodistas Argentinas, en el Día de la Mujer. Sus palabras, una de las últimas en público y en vida, fueron casualmente sobre la libertad: "Necesitamos volver al periodismo urgente, imperiosamente, que nos encuentre en el lugar de la libertad. Me gustaría que seamos libres, poder contar aquello que refleja la historia. Cuando no podemos hacerlo, no somos libres".
*La despedida de María Seoane será este jueves de 9 a 12 en Nardi Sepelios (Álvarez Thomas 2671).
Fuentes: Agencia TelAm, PáginaI12, Archivo Señales