La diva ganó el Superdomingo con una propuesta clásica y sin menciones a la actualidad. Tiene el costo por segundo más caro de la programación. ¿El público se saturó de la política y las denuncias?
Una dama y tres mosqueteros. El domingo 3 de julio, la televisión argentina volvió a calentarse. Después de varios años de abandono, el prime time mostró una oferta impensada hasta no hace mucho: desde las 21, América primereó con su habitual La cornisa, al que siguió Economía política en C5N. Un rato más tarde volvió Periodismo para todos por El Trece, aunque la vedette de la noche la tuvo Telefe, con el regreso de Susana Giménez, tras un 2015 retirada de la pantalla chica.
Si hasta ahí las propuestas sorprenden en un horario históricamente vinculado al fútbol –de amable receso–, los promedios del rating del “Superdomingo” no dejan de sorprender. En orden de comienzo, La cornisa sumó 7,1 puntos y el programa de Roberto Navarro 6,8, mientras que el desembarco de Jorge Lanata marcó 18. Aunque, otra vez, la sorpresa la dio la conductora con un 24,5.
“Le tenía mucho miedo al Superdomingo. Por ahí la gente ya está harta de la política”, dijo la blonda en conferencia de prensa, sin ocultar su sorpresa. No es para menos: acababa de ganarle por mucha diferencia a sus rivales. Además, tras terminar su programa, en medio de un brote de exitismo arrollador, la diva –que el año pasado había vuelto fugazmente para charlar entre amigos con el reciente electo presidente Mauricio Macri y su troupe familiar– respondió que prefiere no meterse en temas políticos y que no piensa invitar a Cristina Kirchner “porque ya fue”.
¿Será que la política está out? Según el politólogo Julio Bárbaro, “hace veinte años Susana hubiera sido el único fenómeno. Los únicos programas de política que había eran el de Neustadt y el de Grondona. Si juntamos toda la audiencia de los programas de política del domingo, es una cantidad que supera a la diva pero que, además, habla a las claras de la politización que hay”. En este sentido también opinó la periodista Clara Mariño, histórica productora de Neustadt: “El programa de Lanata ha logrado ratings que solo en algún momento consiguió Tiempo Nuevo. Por otro lado, los picos de 8 puntos que consiguió Navarro son insólitos: un exceso para un programa de cable. La oferta que hay en la televisión es enorme, hubo un momento en que estaba despolitizada. Ahora, Argentina es el país con mayor cantidad de programas dedicados a hablar de política”.
“El domingo la mayoría eligió desconectar. En épocas de crisis económicas o sociales, la oferta política a determinada hora del día, principalmente por la noche, no es la elección principal de los televidentes”, aportó la investigadora Adriana Amado Suárez.
“Susana es una gran diva que hizo un gran show. Históricamente, los programas de entretenimiento midieron más. Y Lanata logró un caudal muy bueno de audiencia. La cuestión es ver qué hacen para sostener lo que lograron en la vuelta”, sintetizó Mariño.
Volviendo a la excitación de la conductora, uno de sus grandes motivos se vincula con que, después de mucho tiempo –y algunos enojos solapados–, le ganó a Marcelo Tinelli en los números que más le interesan: mientras el valor del segundo de la tanda publicitaria de su programa se valuó en $ 32.000, el de ShowMatch promedia una tarifa de $ 30.000. Pero a sus competidores dominicales también les gana en eso: la sigue Lanata, que cotiza a $ 26.000 el segundo.
El dato no es menor, si se tiene en cuenta que los temores de la conductora eran mayúsculos. La diva, que supo acaparar popularidad gracias a atender teléfonos y entregar millones en premios, no quería volver a sufrir las inclemencias del zapping que la expulsó de la pantalla chica en 2014. A Susana no le gusta perder ni al chancho. Por eso se aseguró que en esta vuelta la acompañara su carta de la suerte: Antonio Gasalla. Con él logró copar los máximos picos de rating, y una posición indiscutida entre los trending topic de Twitter. “Está feliz, como en sus comienzos en la televisión. Hubo muchas dudas desde el principio, estando lejos de la televisión la pasó bárbaro. No tenía muchas ganas de volver”, cuentan desde su círculo de trabajo. Al parecer, como cada vez que le tocó firmar contrato con Telefe, lo que pesó fue el interesante caché que obtendrá con esta vuelta. “Hay un interés enorme de varias marcas, pesó mucho la presión de una multinacional”, explican.
Por todos estos ingredientes, la decisión en el canal que dirige Tomás Yankelevich es no pisar el terreno político y que el show sea estelar, algo novedoso en los tiempos que corren de superabundancia de mediatización politiquera. “Cuando yo era interventor del Comfer –recuerda Bárbaro– les decía a los canales de televisión que pongan programas políticos, y me decían que no porque no les daba rating. Ahora, hasta el programa de Mariana Fabbiani habla de política. La politización de la sociedad es lo más llamativo, la gente se dio cuenta de que si no se politiza, se suicida”.
Para Amado Suárez, vale analizar el valor agregado para la política. “La preferencia de la ficción se basa en que, en mi opinión, no nos gusta la tensión televisada. El morbo puede servir un ratito, pero enseguida termina desembocando en que apelamos al zapping para salir de eso. El barullo no sostiene audiencias –explicó–. Los políticos creyeron que con la televisión lograrían repercusión más rápido, pero ese público televisivo elige a los candidatos con el ritmo del zapping”.
Paradójicamente, la más perjudicada de la noche fue la telenovela con la que, curiosamente, Adrián Suar decidió volver a la televisión. Silencios de familia compitió desde las 23 mano a mano con Susana y marcó unos magros 7,7 puntos. Si bien quedó segundo en su franja, ni siquiera entró en el top five del día y es la medición más baja del unitario, que lleva cinco capítulos al aire.
“Una cuestión central es que la oferta informativa es redundante. Sin novedad, no hay interés sostenido. El cable se ha convertido en una clase de PowerPoint. En ese contexto, Navarro propone algo diferente, más parecido a la nueva estética, pero además hay todo un público que solo tiene lo que espera en ese programa”, dijo Amado Suárez. Eso, aunque Lanata apelara a cierta muestra de apertura temática, abriendo su agenda –hasta ahora vinculada a críticas al kirchnerismo– y, por primera vez, esbozando algún cuestionamiento hacia el gobierno nacional, parece que en el primer programa no le alcanzó.
Un capítulo aparte merece el reportaje que le hizo Navarro a Cristina Kirchner: duró 52 minutos y tuvo un promedio de 6,8 puntos de rating contra 0,4 de su competidor, TN. No conforme con eso, el conductor dijo en una entrevista para AM750: “A mí me extraña el número que hicimos ayer. Para mí, Cristina midió más que eso. Hace un año y medio que C5N no pierde con su competidor”. El conductor no ahorró chicanas por los horarios de Lanata, Majul y Susana: “En la Secretaría de Medios estuvieron muy activos para armar la grilla de los domingos”.
Amado Suárez sentencia: “Argentina es el único país con una cantidad tan enorme de señales dedicadas a hablar de política y eso tiene que ver con que la política se convirtió en uno de los principales anunciantes. Unos y otros ven beneficio en esa nueva relación, aunque la política no gane mucho”.
Más allá de las especulaciones, el domingo el contador mostró claridad sobre la polémica ficción vs. realidad, y una vez más los mundos inventados, la risa y el oropel les ganaron a las bajadas de línea, los debates frondosos y a la ex presidenta. El good show lo hizo de nuevo.
Perdieron todos
Por: Alejandro Kaufman. Sociólogo y crítico cultural
En ese horario del domingo, el único que cumple lo que promete –un programa político– es C5N. En cuanto al resto, no estamos hablando de programas políticos sino de programas de chimentos. Hubo un período donde se habían despedido los programas políticos y de algún modo su lugar lo ocuparon los de chimentos. Cuando se produjo un auge de la política, la forma que tuvo la televisión de incorporarla fue a través de los programas de chismes adaptados a una agenda política. Con ese cambio perdieron todos: los formatos chimenteros y los de la política, y se armó un híbrido donde la misma política se convirtió en un objeto de “espectacularización”. Se produjo una degradación extrema, de violencia simbólica. Es esperable, entonces, que haya procesos de cansancio y ascensos (y descensos) de los contenidos frívolos. La frivolidad es un entretenimiento que tiene su propia lógica y no afecta a ninguna otra esfera, pero cuando a la política se la trata con frivolidad, es un problema. Un ejemplo es Intratables, un espacio de riña, de difamación, superficialidad y de trivialización brutal. Allí la política se convierte en barbarie. Es preocupante y es una barbarie para el país. Si entonces se impone Susana Giménez, es saludable. Los de Luis Majul y Jorge Lanata no son programas políticos sino de chimentos, lo mismo que Intratables, y pretenden hablar de política de forma sensacionalista. De manera que Susana repone una lógica de entretenimiento más genuina.
Ganaron todos
Por: @moskitamuertaok. Periodista especializado en TV
Este año los programas políticos tuvieron rating como nunca. La gente quiere saber, ya sea los que están a favor o en contra de Mauricio Macri. Todo el tema de la grieta generó que el rating de los programas políticos subiera mucho. El domingo pasado si sumás el promedio de Roberto Navarro en C5N de casi 7 puntos, el de Jorge Lanata con 18 puntos y el de Majul 7 puntos, da un total de 32. Mientras que el tan esperado regreso de Susana Giménez promedió los 24 puntos. Con la vuelta de Lanata se esperaba una megadenuncia y no la hubo. Con Navarro se esperaba ver a Cristina Kirchner y salió por teléfono. Majul, con Fariña, logró sintetizar política y espectáculos juntos. Sin embargo, Susana fue elegida masivamente por la gente. Vale recordar que los picos de rating de la diva fueron una vez terminado el programa de Lanata y que Cristina arrancó en el momento exacto en el que empezó Lanata. El domingo se sumó a la televisión un público al que no le interesan los programas periodísticos, pero sí Susana. Esto explica que el domingo haya habido un encendido histórico en la TV argentina. No se puede hablar de despolitización de la televisión. Roberto Navarro en general promedia los 4 puntos, este domingo con Cristina promedió los 6,8 y llegó a picos superiores a los 8,5 puntos, casi triplicando el rating que promedia la señal C5N mensualmente. Nunca antes los programas políticos habían tenido tanto rating como en este último tiempo. Desde Intratables hasta Animales Sueltos con Alejandro Fantino, ambos programas diarios. El domingo pasado todos ganaron. Y si Cristina hubiera estado en persona, el rating hubiera crecido aún más.
Fuente: Revista Veintitrés