Somos todos trabajadores: periodistas, fotógrafos, diagramadores, ilustradores, técnicos, archiveras, correctores, administrativos, operarios.
Trabajamos en La Voz del Interior, no somos los dueños del diario. Los accionistas no nos participan de la renta de la empresa, sólo nos pagan un salario por nuestra tarea.
Que quede claro: no pretendemos que la patronal reparta con nosotros sus ganancias. Sí, que nos pague un sueldo justo y digno por nuestro trabajo.
Un sueldo que nos permita alimentarnos de manera saludable, tener un techo decente, asegurar la educación de nuestros hijos, vestirnos, tener acceso a la cultura y al deporte, gozar de vacaciones en familia… A eso nos referimos, ni más ni menos.
Hoy cobramos un básico de 8.267 pesos. Esa es la remuneración que percibe por mes un compañero que ingresa a trabajar a esta empresa.
En mayo último, una familia de dos adultos y dos chicos gastó 4.322 pesos sólo en las compras del súper, según el relevamiento que este diario hizo en cuatro supermercados de la ciudad de Córdoba.
El dato sirve como botón de muestra de la evidente inequidad retributiva que estamos sufriendo quienes trabajamos en La Voz del Interior. Situación que linda con la inmoralidad.
También queremos que en este lugar de trabajo se respeten todos nuestros derechos laborales y que La Voz del Interior cumpla con cada una de sus obligaciones como empleador y con la indelegable responsabilidad social que tiene como empresa.
Que quienes desempeñan roles de conducción desactiven los mecanismos ostensibles o sutiles de maltrato con los que nos están provocando daños físicos o psicológicos, desnaturalizando las condiciones y modos con que desarrollamos las tareas, y deteriorándonos la calidad de vida personal y laboral.
Vamos a llamar a las cosas por su nombre: jefes que llaman la atención en público con voz elevada, usando modos despreciativos, emitiendo juicios negativos sobre la persona de algún trabajador o sobre su apariencia.
Otros desairan en público a los “nominados”, no les dirigen la palabra, no les asignan tareas, no los incluyen en reuniones de sección. Algunos amenazan con suspensiones o las ejecutan, aunque los presuntos motivos sean infundados o poco transparentes. Otros sugieren a los trabajadores no participar en las asambleas, en actividades gremiales o les advierten que la Empresa valora de manera negativa ese tipo de expresiones.
Todos sabemos de qué se trata y lo que se busca: dividir e infundir temor. El clima laboral se ha degrado de manera palmaria y se refleja con claridad en los resultados de la encuesta interna y en la calidad del producto final.
También –lo que es más preocupante- en los comentarios de los lectores que manifiestan el desconcierto que les provoca la desaparición de quienes les hacían descubrir, a través de las páginas de La Voz del Interior en sus distintos soportes, que las historias que los rodean son historias propias.
No entienden aún quién y por qué ordenó el reemplazo por intermediarios que muchas veces hablan un idioma distinto al de ellos o los mueve otros intereses.
No saben que es porque estamos en lucha y sufrimos represalias. Que luchamos por un salario digno y condiciones de trabajo justas. Y que seguiremos luchando con las armas que nos ofrecen la Constitución, las leyes laborables y la democracia participativa.
Comisión Gremial Interna Trabajadores de La Voz del Interior