Por Diego Genoud
El mapa de medios está mutando. El año electoral será el del desembarco de los empresarios que respaldan al Gobierno nacional en el mercado radiofónico. Radio del Plata pasó a manos del Grupo Empresario Argentino S.A. (GEASA), que integran dos cordobeses de trayectorias bastante disímiles, Gerardo “El Gringo” Ferreyra y Euclides “Tati” Bugliotti. Ferreyra estuvo preso nueve años y conoció en la cárcel a Carlos Zannini, el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia. Bugliotti formó parte del entorno íntimo de Carlos Menem hasta 2003, fue amigo del ex gobernador de Córdoba, Ramón Mestre, y hoy es dueño del Orfeo Superdomo en la capital provincial. Esa sociedad es una buena muestra de la alquimia que ensaya el Gobierno.
Radio América y FM Aspen están a punto de pasar a manos de Sergio Spolszki, quien en Del Plata estará formalmente a cargo de la gerencia comercial. Como anticipó Crítica de la Argentina en septiembre pasado, un consorcio comandado por el sindicalista Víctor Santa María se quedó finalmente con la frecuencia de AM 750.
Néstor Kirchner considera que radios, canales de televisión y diarios deben pasar a manos de empresarios argentinos. Los hombres de negocios que visitan la Quinta de Olivos afirman que menciona con insistencia al grupo mexicano CIE y al español Prisa.
El GEA quiere quedarse con otras emisoras antes de marzo. Piensan precisamente en algunas de las que todavía controla el CIE: Splendid, Rock and Pop y Aspen si es que Spolszki no la incluye en el paquete de América. “Vamos a ir por otros medios. La Ley de Bienes Culturales los obliga a desprenderse de parte de sus empresas”, le anticipó a este diario uno de los interesados. En la residencia presidencial, argumentan que la ley sancionada en 2002 –que limita la participación extranjera en medios– benefició únicamente al Grupo Clarín, pero debe aplicarse también en otros casos. La presencia de Spolszki en el nuevo entramado expresa la transición que inicia el oficialismo, de los medios gráficos a los audiovisuales.
Kirchner tiene la certeza de que este año los medios van a jugar un rol clave. Recostado sobre el PJ y sin la aprobación popular de sus comienzos, teme que el oficialismo pierda por paliza en un escenario que repercutirá con seguridad en la elección de octubre. La propiedad de los medios es un tema tabú para los propios medios, una herencia muy probable de la dictadura a la que casi todos respaldaron. Los más grandes avalaron el genocidio, hicieron negocios con Videla y jamás amagaron con una autocrítica. Para comprobarlo sólo hace falta leer Decíamos ayer, el imprescindible libro de Eduardo Blaustein y Martín Zubieta. El silencio se edifica sobre la extorsión y la cola de paja generalizada. “¿Vas a hablar de los accionistas de tu diario?”, me respondió uno de los empresarios consultados. Un segundo después se contradijo: “Eso no le importa a nadie”. Muchos políticos opositores prefieren no abordar el tema porque, sin prensa, no tienen destino. Por eso, es tan necesaria una nueva Ley de Radiodifusión que no se escriba con la letra que dicte el gobierno de turno. Para que todo el mundo sepa quién dice lo que se dice y deduzca por qué.