Por Eduardo García
La revelación de que el empresario mexicano Carlos Slim está negociando un posible préstamo a la empresa editora del periódico The New York Times podría parecer una osada aventura del hombre más rico de México.
Ante la transformación por la que atraviesa la industria periodística estadounidense, que observa una fuerte caída de ingresos por la recesión económica y migración cada vez mayor de anunciantes y lectores a internet, y que han provocado ya la bancarrota de algunas empresas editoriales como Tribune Co., la casa editorial de los periódicos, The Los Angeles Times, Chicago Tribune y Newsday, la decisión de Slim parecería riesgosa.
Pero una rápida revisión del historial de Slim muestra que si algo ha sabido hacer el empresario a lo largo de los años es aprovechar esos riesgos, gracias a su posición como lender of last resort o banquero de último recurso.
“Yo más que admirar al empresario admiro el papel de banquero, de socio y venture capital de Slim”, dijo Arturo Quiñónez, un asesor financiero independiente con la empresa Sun Investments en Monterrey.
En México, muchas de las empresas más importantes o algunos de los empresarios más acaudalados del país se han acercado en algún momento a Slim para negociar un préstamo o una inyección de recursos a sus compañías a fin de salir de los apuros financieros por los que han atravesado.
En 2003 y 2004, por ejemplo, la empresa constructora más grande de México, Empresas ICA, y el grupo industrial, Desc, hoy conocido como Kuo, lograron recabar capital en los mercados gracias a que Slim acordó adquirir para él y para terceros las acciones que las empresas no lograran vender entre el público inversionista.
Otras empresas que también han tocado la puerta de Slim para negociar algún financiamiento en circunstancias difíciles han sido, por ejemplo, Unefon, que recibió un préstamo de Slim, mediante su empresa Grupo Financiero Inbursa, en 2006 para adquirir la participación restante de la empresa en manos del empresario Moisés Saba, y Grupo México, la empresa minero-ferroviaria propiedad de Germán Larrea y que a principios de la década recibió el apoyo financiero del empresario cuando todos sus acreedores le pedían vender su filial ferroviaria para pagar sus adeudos.
Slim fue también un jugador muy importante cuando Emilio Azcárraga Jean buscó consolidar el control de la empresa de televisión más grande de México, Grupo Televisa, en 1999 y que había heredado parcialmente de su padre en 1997.
Slim, junto con la empresaria María Asunción Aramburuzabala, adquirieron una participación en la empresa de control de Televisa y cedieron la administración al joven empresario, que en aquel entonces tenía 31 años.
En todas estas transacciones, Slim fue un duro negociador con las empresas y sus propietarios, pero su ayuda les sirvió para superar sus problemas, al tiempo que él también obtuvo buenos rendimientos mediante el cobro de altas tasas de interés o mediante el ascenso que registraron, tiempo después, las acciones de esas compañías y que el empresario había adquirido en el mercado.
“Ha sido el white knight para muchas empresas” mexicanas, dijo Quiñónez. Pero “es el socio que también no todo mundo desea tener, porque ya agotaste todas tus otras fuentes y llegar a él te va a costar”.
Ahora con el anuncio de que Slim podría estar negociando otorgar un préstamo a New York Times, la historia parece repetirse.
De acuerdo al propio diario estadounidense, Slim, de 68 años de edad, sostiene pláticas para invertir, mediante la compra de bonos convertibles en acciones, hasta 250 millones de dólares en la empresa editora del periódico con mayor influencia política en Estados Unidos.
La casa editorial estadounidense, dueña también de estaciones de radio y televisión, de los periódicos The Boston Globe y The International Herald Tribune, así como de una participación minoritaria en el equipo de béisbol, Red Sox, de la ciudad de Boston, enfrenta una situación difícil. En los primeros 11 meses del año, las ventas de New York Times cayeron 13%, además de que en mayo próximo tiene un vencimiento por 400 millones de dólares.
La empresa reveló ya que estaba buscando obtener 225 millones de dólares mediante la venta, para su posterior renta, de su edificio de oficinas en Manhattan. Además, New York Times anunció que recortaría su dividendo y buscaría la venta de activos no estratégicos para hacerse de capital.
“Necesitan todo el combustible que puedan obtener para seguir operando”, dijo Richard Dorfman, gerente director de la firma de inversión Richard Allan en Nueva York, a la agencia de noticias Bloomberg News.
Slim, quien adquirió una participación sin derecho a voto de 6.4% en New York Times el año pasado, podría estar así negociando, como lo ha hecho a lo largo de su historia, desde una posición de fuerza. Eso, de acuerdo a reportes periodísticos, podría garantizarle un buen rendimiento y además convertirlo en el accionista más grande de uno de los periódicos más influyentes del mundo.
Actualmente el periódico está bajo el control de la familia Ochs-Sulzberger, que posee las acciones con voto de la empresa y que ha dicho que no está dispuesta a vender.
Claro que nadie sabe si Slim, al invertir y convertirse en acreedor de New York Times, podrá al mismo tiempo a ayudar a la compañía a encontrar la solución al dilema que hoy enfrentan muchos medios de comunicación: ¿cómo ganar dinero en internet?
Para nadie es un secreto que hoy, gracias a internet, más gente que nunca lee las noticias que elaboran medios como The New York Times. El problema es que los medios impresos no han sabido hasta ahora monetizar su popularidad y el alcance que internet les ha brindado. La mayoría de los diarios ofrecen su contenido de manera gratuita en internet.
El propio Slim, en una entrevista reciente con la cadena de televisión por cable CNBC, identificó claramente el problema de los medios impresos, aunque no ofreció una solución. “Lo que está declinando es el papel. No las noticias, la información o el contenido. Miren al éxito de Google”, dijo el empresario a la periodista Michele Caruso Cabrera, en la entrevista, al explicar su decisión de comprar una participación minoritaria en New York Times.
De hecho, la administración de medios impresos nunca ha sido fácil para hombres de negocios exitosos. Katherine Graham, la directora por más de dos décadas del periódico The Washington Post, que adquirió su padre, Eugene Meyer, en 1933 durante una subasta de bancarrota, escribió en sus memorias:
“Desde el inicio, en un intento por reorganizar el periódico, él creyó hasta cierto punto de manera ingenua que como había sido exitoso en los negocios y en el gobierno, podría aplicar lo que había aprendido al mundo del periodismo. Aunque no entendía los diarios, pensó que podría darle la vuelta a éste con sólo invertir fuerte y manejarlo mejor”.
Y agregó: “En cambio, siguieron años de batallar y de desilusión y de inversión con éxito minúsculo. Aprendió lecciones caras. . . Hubo muchos momentos en esos años difíciles cuando tuvo sus dudas sobre si tendría éxito. Se quejaba y hasta hablaba de venderlo, aunque nunca, creo, de manera seria”.
El propio presidente actual de New York Times, Arthur Sulzberger Jr. escribió en una carta a los empleados que el futuro del periódico para 2009 era “intimidante”.
Foto: Eraldo Peres, Associated Press
Fuente: Sentido Común