Por: Laszlo Trankovits
Los nuevos empleados de Barack Obama hinchan el pecho de orgullo, sin temor alguno a parecer melodramáticos: El nuevo gobierno de Estados Unidos aplica los "estándares éticos más altos" en la historia del país, destacó por ejemplo recientemente el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, sin ningún atisbo de modestia.
Y la nueva política para Cercano Oriente, anunciada de manera conjunta por Obama y la flamante secretaria de Estado, Hillary Clinton, fue titulada incluso como una "nueva era diplomática".
Durante sus primeros días en el cargo, Obama ha conquistado a la opinión pública con un despegue fulgurante. Los medios informan exhaustivamente sobre las incesantes actividades del nuevo presidente, y ni siquiera los republicanos se atreven a plasmar críticas.
Otro indicio de la "obamanía" permanente son las largas colas frente a las tiendas de souvenirs en Washington, donde todavía hoy muchos clientes se siguen peleando por toda clase de recuerdos y amuletos de Obama.
Casi de hora en hora tras su investidura el pasado martes, el nuevo mandatario ha anunciado con un ritmo impresionante los nuevos pilares de su política, que pretenden traer el "cambio" prometido y romper definitivamente con los tiempos del impopular George W. Bush.
Aunque poco a poco empieza a soplarle el viento en contra a la nueva estrella mediática que, según un estudio del Centro para Medios de Comunicación y Relaciones Públicas de la George Mason University, en Washington, gozó de la "cobertura mediática más positiva en las dos últimas décadas respecto a un candidato".
Fue nada menos que el comediante estrella Jon Steward, liberal y crítico acérrimo de Bush, el que se mofó de algunos paralelismos absurdos entre la retórica de Obama y el ex presidente: "No nos disculparemos por nuestro estilo de vida, ni vacilaremos a la hora de defenderlo" fue por ejemplo una de las frases melodramáticas que Steward presentó en su show televisivo, primero en boca de Bush, luego dichas por Obama.
El diario "St. Petersburg Times", de la localidad del mismo nombre en Florida, acometió con mucha más seriedad la tarea de analizar minuciosamente la gestión del nuevo presidente. El rotativo comparará con un "obámetro", un medidor para las "510 promesas electorales" de Obama durante la campaña, las posibles diferencias entre la realidad y los anuncios previos.
Pero también hay otros indicadores de que la "luna de miel" entre los medios y Obama podría llegar pronto a su fin. La cobertura de la toma de posesión de Obama demuestra que "la prensa se ha enamorado del presidente de una manera tal como la que yo mismo no he vuelto a sentir desde hace 25 años", apunta por ejemplo con tono socarrón el investigador de los medios de comunicación Rich Noyes, según informa el "Washington Times".
¿Por cuánto tiempo más? Si bien Obama ha sido muy aplaudido en todo el mundo por su decisión de cerrar la prisión de Guantánamo, así como por su defensa de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo y por su iniciativa respecto a Cercano Oriente, las críticas empiezan a surgir.
En el canal de noticias MSNBC, un moderador se atrevió también a la herejía de preguntar si el anuncio de cerrar Guantánamo en el plazo de un año de verdad se correspondía con la promesa electoral de cerrar la prisión de "forma inmediata" tras su investidura.
Y el diario conservador "Wall Street Journal" acusó a Obama de dejar agujeros legales para permitir prácticas brutales en los interrogatorios, a pesar de rechazar la tortura en nombre de Estados Unidos de la boca para afuera.
Según varios medios, incluso el recién designado director de los servicios secretos, Dennis Blair, señaló ante la Comisión de los Servicios de Espionaje del Senado que no se pueden dar a conocer todos los métodos que se aplican en los interrogatorios.
¿Y por qué se mantienen entonces en secreto esos métodos?, le replicaron los parlamentarios, si, como aseguró Blair, los servicios secretos no usarán la tortura. Para evitar que los enemigos de Estados Unidos puedan prepararse para ello, dijo Blair, con argumentos muy similares a los utilizados por el gobierno de Bush.
Obama no podrá evitar seguir los pasos de su impopular antecesor, por lo menos en lo que respecta a Cercano Oriente, apunta también el radiomoderador Larry Elder, de tendencia liberal. El jueves, por ejemplo, el nuevo presidente defendió vehementemente los intereses de Israel en temas de seguridad, a la vez que pidió un mejor suministro y más protección para los palestinos, para los que pidió también la creación de dos Estados como solución. Lo mismo que decía Bush.
"Obama empieza, y con ello vuelve Bush", dice Elder. Al fin y al cabo, el nuevo mandatario se percatará pronto de que no es posible negociar con Hamas, un grupo radical que quiere hacer desaparecer a Israel.
Ahí, Obama se encontrará con los mismos límites para cualquier iniciativa política que ya conocía Bush.
Fuente: dpa, Deutsche Presse-Agentur